Todo lo puede la comunicación

Persigamos la plenitud, aunque ésta no sea posible como y en forma absoluta. La idea es avanzar, intentar seguir adelante con las suficientes concesiones. Versionemos la realidad con el fin de amoldarla a las circunstancias de todos y cada uno de nosotros. Juntos podemos ser entre voluntades y aprendizajes de una cierta corrección con la que hemos de aprender a hablar con propiedad y anhelos de grandeza amorosa. Los límites de otros procesos nos deben alimentar para que demos con los toques mágicos de las relaciones más cercanas. Intentemos cada día dar con los elementos más sólidos y menos figurativos. Las existencias tienen muchos compromisos que hemos de compartir con las personas de nuestro entorno. Son nuestra base, aunque no lo advirtamos a cada segundo.

 

Facilitemos los términos de la convivencia, y vivamos en la paz de aquellos ancestros que pugnaron en la mejor de las acepciones para que tuviéramos un futuro para ellos y un presente para nosotros más evolucionado y con menos limitaciones. El progreso, los avances, todo cuanto nos conforma como sociedad tiene su punto de partida en la labor de conjunto. Para que el quehacer se produzca acompasado y al unísono hemos de conseguir que todos nos involucremos con criterio y tino. La vida es maravillosa, y así debemos expandirla. Formemos parte de esa creciente que nos nutre y nos hace más equilibrados.
Además, todo lo que realicemos se ha de hacer con moderación y templanza en sus determinaciones más básicas. Fijemos, en este sentido, criterios de sustento plural y global, sin los cuales es muy difícil poder seguir adelante. Podemos fallar, pero no fracasar por falta de valor para proseguir con aquellos ritmos y actividades más necesarias. Complementemos los intereses en el deseo de ser una familia, un clan, más que eso incluso. Los buenos actos, no lo olvidemos, generan más empatía, más convencimiento de bregar por el bien común.
Tengamos todo el tacto que seamos capaces de generar y de otorgar a quienes vienen con las banderas de un amor que ha de hermosear por doquier con la devoción maravillosa de unos actos de entrega con los que lucir nuestros espíritus, que se han de convencer del milagro de cada día, que ha de tener relación con lo que desarrollamos por los demás antes que por nosotros mismos. La intimidad de lo que es de una guisa determinada nos ha de corregir algunas saturaciones del pasado.
Convengamos que la ternura, que las buenas palabras, que las razones bien esgrimidas, que los dones compartidos y aclarados desde la humildad con los otros, nos envuelven con un papel especial que atesora los mejores resultados en forma de conclusiones y/o resúmenes mucho más apetecibles. Ante las reiteradas suposiciones dispongamos la brillantez de un anhelo de comprensible amistad que, en el contenido y en las formas, ha de recoger unas interesantes y cualitativas cosechas. Todo lo puede la comunicación. No tenemos más que comprobar lo que nos consigue cada día. Como mínimo, nos da seguridad, que no es poco.