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Pedro Plans: Geografía en las venas (III)

Cuando en 1980 vi a Pedro Plans dibujar en la pizarra de un aula de la UMU con tizas de colores, hacía muchos años que había observado esta acción por última vez. Con mi maestra de parvulitos concretamente. Pero los metódicos dibujos de Plans distaban mucho de aquellos: él dibujaba isobaras e isoyetas, estratos y cúmulonimbos para hacer más asequible para nosotros los rigurosos conocimientos que pretendía inculcarnos.

A menudo, Pedro Plans estaba ya en la puerta del aula cuando salía el profesor anterior. Iba cargado de libros, tizas, mapas y diagramas. Nada más salir el anterior profesor, él se introducía en el aula. No es que nos negara el célebre cuarto de hora de cortesía, lo hacía para llenar la pizarra con sus didácticos gráficos con los que luego nos ilustraría formando parte de sus explicaciones.

Lo recuerdo siempre impecablemente vestido de traje gris, y nunca le oí levantar aquella voz tenue y discreta con la que conseguía mantener la atención de 130 alumnos. Plans era paciente y de una bondad a prueba de bombas con los alumnos. Escuchaba con atención cualquier pregunta y se aplicaba con paciencia a contestarla.

Reconocido bibliófilo, siempre nos traía a clase tres o cuatro libros, pero no eran de la materia, los distribuía entre los alumnos al final de las clases para que los hojeáramos, porque decía (y era cierto en aquellos tiempos previos a internet) que todo el saber estaba en los libros. Gracias a él pude tener en mis manos la edición príncipe de Tom Sawyer. Y otras muchas de la literatura universal.

Había llegado a la Universidad de Murcia procedente de la Complutense. Lo hizo como catedrático de Geografía Física, y en la UMU impulsó fuertemente estos estudios. Le preocupaba mucho la didáctica de la Geografía, y escribió varias publicaciones, entre ellas un delicioso manual de Geografía Física.

Solía decir que, por encima de las ideas están las personas.

En 1986 se fue como catedrático a la Universidad de Navarra, y allí, según cuentan, realizó estudios de enfermería para ayudar a los pacientes gravemente enfermos. Murió en aquellas tierras a finales de 2008.

Posiblemente nunca coincidimos en nuestras ideas, pero recuerdo a aquel profesor con mucho afecto, el que él intentaba transmitir a sus alumnos.

Luis Ramírez: el luchador por el medio ambiente

En el profesor Luis Ramírez Díaz (maestro del medio ambiente, como le gustaba definirse), se unían de manera indisociable la parte más puramente académica y la divulgadora en una especie de apostolado por la ecología y el medio ambiente que él siempre ejerció en todas las parcelas de su vida: como profesor, como investigador, como conferenciante, como periodista y divulgador, o simplemente, como amigo

El profesor Luis Ramírez y este cronista llegamos a la universidad de Murcia con pocos meses de diferencia, aunque él lo hizo para metas más altas. Arribó desde Sevilla en 1978 como profesor de Ecología, para crear el departamento del mismo nombre.

Tuvo siempre Luis Ramírez una importante faceta de divulgador, y pronto se hizo popular por sus artículos en diversos medios de comunicación murcianos y por sus posturas, a menudo polémicas y rompedoras, en las que defendía el medio ambiente regional a capa y espada.

Fue el primer encargado de la sección de Ecología y medio ambiente de la revista Campus de la Universidad de Murcia desde su fundación en 1985, donde se mojaba con sus escritos sin importarle las autoridades que comprometiera con ellos. Lo suyo era la ecología, la defensa del medio. Por encima de todo. Le recuerdo en los 80 y los 90, cuando puntualmente traía sus escritos (el correo electrónico aún no existía y al fax ni se le esperaba) a la redacción de Campus, aquellas charlas en las que vertía sus conocimientos de Ecología y hacía vaticinios que se han ido cumpliendo inexorablemente.

Fue una cabeza lúcida, luchador infatigable por el medio ambiente y buen amigo de sus amigos.

Murió en 2004, cuando aún tenía tanto por hacer y un futuro prometedor ante él.

Mariano Hurtado: un sabio clásico en la Universidad de Murcia

Hubo un tiempo en que la figura del catedrático de Filosofía del Derecho Mariano Hurtado (don Mariano) estaba tan unida a la Universidad de Murcia durante tantos años que nadie era capaz de decir si el claustro de la Merced era anterior o posterior a él.

En 1950 llegó a la UMU flamantemente doctorado por la universidad de Bolonia, y durante cerca de medio siglo desempeñó su labor docente. Incluso mucho después de su jubilación, ya en la década de 2010, podía vérsele por la facultad de Derecho, desempeñando alguna labor relacionada con los alumnos.

El mismísimo Joaquín Ruiz Giménez, siendo Defensor del Pueblo, llegó a afirmar que nunca vio un ejercicio de oposición más brillante (y había visto muchos) que el desarrollado por él.

Don Mariano era un sabio. Por eso este cronista lo invitó a pertenecer al consejo asesor de la revista Campus, donde vertía sus opiniones, siempre bien expuestas, y nos ilustraba a todos con sus razonamientos.

Estar a su lado siempre resultaba enriquecedor. Se tenía la certeza de que se iba a aprender con él. Y así era. Pero también era un dialogador excelente que sabía escuchar como sólo los muy ilustrados saben hacer.

Además de su importantísima labor como jurista, don Mariano tenía una pasión: la fotografía, sobre todo en su vertiente abstracta. Fue amigo de aquella insigne generación de cortometrajistas: Medina Bardón, Sánchez Borreguero, Juan Orenes… que le influyeron en su pasión fotográfica. Era capaz de pasar horas ante el desconchado de una pared hasta descubrir su caprichosa geometría. Sólo entonces lo fotografiaba. En cierta ocasión, vio colgada en un museo una de sus fotografías. Estaba al revés, pero se percató de que de esa forma adquiría un nuevo sentido. Y no dijo nada. Vio que el destino se había encargado de conferir otra realidad a su obra. Y se marchó. Así era don Mariano: un sabio.

 

Manuel Muñoz Cortés: Pigmalion universitario

Nació Muñoz Cortés cuando la más que centenaria Universidad de Murcia aún no lo había hecho. Tres meses antes concretamente.

Durante medio siglo vio desfilar ante él a miles de alumnos interesados en la literatura.

Natural de Badajoz, Muñoz Cortés había llegado a Murcia en 1950, procedente de Madrid, donde había trabajado con Menéndez Pidal. Una universidad pequeña, con apenas media docena de catedráticos (él entre ellos) a la que llegaba con ilusión, pero que le decepcionó por la pobreza de su biblioteca: “No había ni un sólo libro de mi especialidad, historia de la lengua española”.

Don Manuel pronto se integró en las tertulias más populares de Murcia, como la del sombrerero Ruiz Funes, que llegó a contar con la presencia de Jorge Guillén.

Enseguida se interesó por el folklore murciano, y hubo un animero que aseguró a un emocionado Muñoz Cortés que, cuando se muriera, irían a cantarle a la tumba: “es el mayor homenaje que le pueden hacer a uno”, aseguró jocoso a este cronista hace ya unos años

Nunca quiso abandonar don Manuel la UMU. No quería ser el sucesor de nadie. Sabía que quedándose en Murcia sería el antecesor de todos.

Fue él quien organizó los primeros cursos para extranjeros en la Universidad de Murcia y quien promovió las primeras becas de intercambio.

Tan solo estuvo fuera de la UMU en la década de los 70, cuando dirigió el Instituto de España en Munich, aunque aún entonces venía a Murcia dos veces al mes.

“Echo de menos enseñar”, decía al final de sus días Muñoz Cortés. Él siempre quiso emular a Pigmalion en su quehacer: “Durante cinco años, el profesor forma y modela a los alumnos, hasta que estos son capaces de emprender el vuelo. Entonces, ya no son los mismos”.

Mariano Hurtado: un sabio clásico en la Universidad de Murcia

Por Pascual Vera

Hubo un tiempo en que la figura del catedrático de Filosofía del Derecho Mariano Hurtado (don Mariano) estaba tan unida a la Universidad de Murcia durante tantos años que nadie era capaz de decir si el claustro de la Merced era anterior o posterior a él.

En 1950 llegó a la UMU flamantemente doctorado por la universidad de Bolonia, y durante cerca de medio siglo desempeñó su labor docente. Incluso mucho después de su jubilación, a mediados de los 90, podía vérsele por la facultad de Derecho, desempeñando alguna labor relacionada con los alumnos. Sigue leyendo Mariano Hurtado: un sabio clásico en la Universidad de Murcia

Manuel Muñoz Cortés: Pigmalion universitario

Nació Muñoz Cortés cuando nuestra más que centenaria Universidad de Murcia aún no lo había hecho. Tres meses antes concretamente.

Durante medio siglo vio desfilar ante él a miles de alumnos interesados en la literatura.

Natural de Badajoz, Muñoz Cortés llegó a Murcia en 1950, procedente de Madrid, donde había trabajado con Menéndez Pidal. Una universidad pequeña, con apenas media docena de catedráticos (él entre ellos) a la que llegaba con ilusión, pero que le decepcionó por la pobreza de su biblioteca: “No había ni un sólo libro de mi especialidad, historia de la lengua española”.

Don Manuel pronto se integró en las tertulias más populares de Murcia, como la del sombrerero Ruiz Funes, que llegó a contar con la presencia de Jorge Guillén.

Enseguida se interesó por el folklore murciano, y hasta hubo uno de ellos que aseguró a un emocionado Muñoz Cortés que cuando se muriera irían a cantarle a la tumba: “es el mayor homenaje que le pueden hacer a uno”, aseguró a este cronista hace ya unos años

Nunca quiso abandonar don Manuel la UMU. No quería ser el sucesor de nadie. Sabía que quedándose en Murcia sería el antecesor de todos.

Fue él quien organizó los primeros cursos para extranjeros en la Universidad de Murcia y quien promovió las primeras becas de intercambio.

Tan solo estuvo fuera de la UMU en la década de los 70, cuando dirigió el Instituto de España en Munich, aunque aún entonces venía a Murcia dos veces al mes.

“Echo de menos enseñar”, decía al final de sus días Muñoz Cortés. Él siempre quiso emular a Pigmalion en su quehacer: “Durante cinco años, el profesor forma y modela a los alumnos, hasta que estos son capaces de emprender el vuelo. Entonces, ya no son los mismos”.

Manuel Muñoz Cortés: Pigmalion universitario

Nació Muñoz Cortés cuando nuestra más que centenaria universidad aún no lo había hecho. Tres meses antes concretamente.

Durante medio siglo vio desfilar ante él a miles de alumnos interesados en la literatura.

Natural de Badajoz, Muñoz Cortés llegó a Murcia en 1950, procedente de Madrid, donde había trabajado con Menéndez Pidal. Una universidad pequeña, con apenas media docena de catedráticos (él entre ellos) a la que llegaba con ilusión, pero que le decepcionó por la pobreza de su biblioteca: “No había ni un sólo libro de mi especialidad, historia de la lengua española”. Sigue leyendo Manuel Muñoz Cortés: Pigmalion universitario

La Universidad de Murcia celebró el congreso homenaje al profesor José Luis Abellán

Homenaje FilosofÃ-a

La Universidad de Murcia ha celebrado un congreso-homenaje al filósofo José Luis Abellán, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en la Facultad de Filosofía, campus de Espinardo.

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