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Dionisia García presenta su libro “Mientras dure la luz” en la Universidad de Murcia

Foto: Dionisia García posa con su último libro. Alfonso Durán/UMU

“Se escribe la vida, si no se vive, no se puede escribir”

“El momento en que surge el poema es algo misterioso e inexplicable”

Pascual Vera.

Aunque la escritura ha acompañado a Dionisia García desde su juventud, no fue hasta 1976, con nuestra poeta frisando ya la cincuentena, cuando publicó su primer libro. Ha transcurrido desde entonces casi medio siglo, y la poeta, para la que vida y escritura han caminado siempre unidos, no ha dejado de escribir. Y no lo ha hecho porque ésta -asegura-, es la mejor manera que conoce de explicarse a sí misma y al mundo.“Mientras dure la luz”, casi una declaración de principios, es el nuevo libro de esta escritora, nacida poeta y dispuesta a morir poeta -aún con muchos años por vivir y no pocas páginas por llenar, desea este cronista-, que a sus 92 años presenta nueva publicación. Será en el Hemiciclo de la facultad de Letras el miércoles 26 de mayo, a las 19’30 horas, acompañada por los profesores de la Universidad de Murcia Ana Cárceles y Francisco Javier Díez de Revenga.

Se trata de un libro autobiográfico, como no podía ser menos en una escritora que ha utilizado sus escritos como forma de explicarse y explicar la existencia:

“se escribe la vida, si no se vive, no se puede escribir, vida y escritura van de la mano”.

De su poesía se ha dicho que es autobiográfica. Y es absolutamente cierto, una certeza que los escritos de Dionisia nos han transmitido desde siempre. Ella sabe que “la realidad siempre procede de la memoria, y en nuestros escritos la transformamos en una nueva realidad”. “Yo he dicho muchas veces que somos memoria”, comenta.

No forzar el poema

También sabe que hay épocas de sequía en la que el poema se muestra renuente, sin embargo, “el poema no hay que forzarlo, viene cuando quiere”. “Muchas veces nos levantamos de la silla sin haber escrito nada, pero no importa si al final acaba llegando”.

Dionisia dice siempre que, aunque escribió desde su juventud, “tan sólo fueron intentos”. Cuando las otras niñas jugaban en los recreos, ella se entretenía escribiendo poemas, “pero no he aprovechado nada de aquellos versos hasta ‘El vaho en los espejos’”.

Se refiere a la necesidad que tiene de su gente, de sus amigos, y lo que le satisface ayudar a las nuevas generaciones, que con frecuencia acuden a ella pidiendo consejo: “Cuando ayudas a alguien te ayudas a ti mismo, es más lo que se recibe que lo que se da, yo creo que los jóvenes me traéis el aire de vuestra juventud, y yo os cedo mi experiencia, de modo que no hay que agradecer nada, es un intercambio.

-“¿Tenemos tiempo?”.

-Todo el que quieras, Dionisia, para tu poesía siempre hay tiempo y me regala varios de los escritos que pueblan su nuevo libro.

El cronista se convierte en testigo único y privilegiado de un improvisado recital a cargo de Dionisia, y le da la impresión de que, aun nonagenaria, continúa siendo la mejor recitadora de su propia obra.

Hija adoptiva a fuer de ser murciana

“De la felicidad normalmente no se escribe, pero hay momentos particularmente hermosos, como la contemplación de la naturaleza, o la vista de una ciudad, ésta por ejemplo, que tanto he vivido”. Curiosamente, la escritora, que ha gozado y escrito a, desde, y para Murcia desde que cursó sus estudios en aquella universidad de los 40, se acaba de convertir desde el pasado domingo en hija adoptiva de la Ciudad.

Apreciada distinción para alguien que, aunque natural de Fuente Álamo, ejerce como murciana desde tiempos muy pretéritos, y está apegada a una ciudad que eligió por decisión propia y entusiasta -“Murcia es la mejor ciudad del mundo para vivir, por eso la elegí”-, y que hasta se plantea el porqué de los viajes residiendo en un lugar que ella misma eligió: “muchas veces buscamos fuera lo que tenemos dentro, aquí me he encontrado muy a gusto, he convivido con mis amigos, he recorrido sus calles, he compartido sus costumbres”…

La vida, las sensaciones, los recuerdos, el paso del tiempo, los momentos íntimos que nos forman y conforman como personas, esos son los temas, aparentemente pequeños, casi intangibles, que presiden su obra.

“Yo creo que el tiempo no camina, sino que permanece inmóvil, es por el tiempo don donde discurren los seres que pueblan la vida, somos nosotros los que pasamos por el tiempo, estamos inmersos en él”.

Y ahora, cuando hace 92 años que discurre por ese tiempo que a ella se le antoja inmutable, continúa escribiendo, con la misma ilusión que en sus comienzos, aunque adaptándose a las circunstancias: “ahora, como hace sólo tres meses que falleció mi marido, todo lo que surge son vivencias con él. Pero sigo en pie, y estoy lúcida”. Sonríe y completa: “como se puede estar con esta edad”.

Tan lúcida como para presentar un nuevo libro que vuelve a contener su esencia. Tanto como para teorizar sobre poesía y sobre la dificultad para captar con un poema los sentimientos más hondos: “El momento en que surge el poema es algo misterioso e inexplicable. Hay gente que no puede escribir un verso y hay otras personas que no pueden vivir sin escribirlo. La poesía es un misterio y un regalo”.

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