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La ciencia hay que cuidarla y mimarla, porque sin buena ciencia, un país no avanza (Mateo Valero Cortés, nuevo doctor honoris causa por la UMU)

En los datos está el comportamiento de todo

Pascual Vera

Ha ganado los más importantes premios en materia de computación y arquitectura informática. Cuando en 2007 lo reconocieron con el premio Eckert-Mauchly, el mayor reconocimiento mundial en materia de Arquitectura de Ordenadores, el acta afirmaba que era “por su extraordinario liderazgo en construir un centro de investigación -el Barcelona Supercomputing Center- de Arquitectura de Computadores de talla mundial, por las contribuciones fundamentales en las áreas de computación vectorial y multi-hilo, y por ser pionero en nuevos enfoques básicos para el paralelismo a nivel de instrucción”.

El jueves 25 de abril será investido doctor honoris causa por la Universidad de Murcia. Será el undécimo doctorado de Mateo Valero Cortés en diversos países de medio mundo. Los premios y distinciones se acumulan en su biografía, pero a él le gusta decir que todos estos reconocimientos son en realidad premios de equipo, y así lo pone de manifiesto en cada uno de sus discursos de agradecimiento que pronuncia, afirmando que deberían ser compartidos con sus 58 doctorandos y los doctorandos de sus doctorandos. Y los doctorandos de estos, que ya los hay. Un equipo imaginario de más de mil personas que han contribuido a poner la escuela española de arquitectura de los ordenadores y de la supercomputación en lo más alto del panorama internacional.

Desde mayo de 2004 está al frente del Barcelona Supercomputing Center, que él mismo fundó, y que reúne a más de 300 investigadores expertos en computación de altas prestaciones, desde el que aboga por la importancia de los datos –en los datos está el funcionamiento de todo, asegura- y aboga por que a la ciencia se le dé en España la importancia que se merece, condición sine qua non, según él, para que seamos un país moderno y competitivo.

Desde el BSC se trabaja en algunos de los proyectos internacionales más punteros, como la creación de gemelos digitales de las personas, que permitan adelantarnos a los problemas de salud que padeceremos en el futuro, o el Destination Earth, con el que se intenta nada menos que hacer un gemelo digital de la tierra para predecir cómo evoluciona el cambio climático y poder encontrar modelos para luchar contra este grave problema.

El cambio climático, las enfermedades futuras de nuestro cuerpo o el hambre en el mundo son algunos de los problemas que estudian en el centro para poder encontrar soluciones.

Defiende la Ciencia en cada una de sus intervenciones públicas: “Sin ciencia, sin buena ciencia, un país no avanza”

Sabe que en los datos está el funcionamiento de todo y que los nuevos supercomputadores -como el nuevo Marenostrum 5, que acaban de estrenar en su centro de Barcelona-, que con su hipervelocidad y el análisis masivo de datos permitirá ver lo que hasta ahora ha permanecido invisible. Aboga por la autonomía tecnológica de Europa como algo imprescindible. Y pone todos los avances científicos al servicio de la sociedad: “la ciencia solo es buena si ayuda a la sociedad a mejorar”, asegura. Por eso pide que el estudio de la ética sea tan importante y avance al mismo ritmo que las ciencias.

Y un consejo: sin optimismo y sin sueños no vamos a ningún lado: “hay que ser optimista en la vida y también en la investigación”.

-Pregunta: ¿En primer lugar, nos puede resumir qué es y a qué se dedica el Barcelona Supercomputing Center que usted dirige desde su fundación?

Respuesta: Un centro de supercomputación es un centro que hace investigación usando supercomputadores. Los supercomputadores son los computadores más rápidos del mundo. Se construyen con muchos procesadores muy rápidos para que puedan intercambiarse información a muy alta velocidad y así colaborar en la ejecución del mismo programa, a veces realizando los cálculos hasta 100.000 veces más rápido que con un ordenador.

Los supercomputadores pueden hacer muchas operaciones por segundo.

El BSC tiene cuatro departamentos de investigación: un departamento horizontal de ciencias de los computadores en el que investigamos cómo diseñarlos, programarlos, inteligencia artificial, bases de datos, sistemas operativos, etc. Después existen tres departamentos verticales, que son los de aplicaciones: el departamento de ciencias de la vida, que se dedica a la medicina de precisión, el departamento de ciencias de la tierra, que se dedica al cambio climático, y, por último, el departamento de Ingeniería, que aborda temas como la energía.

También se hacen los gemelos verticales, que son representaciones de gemelos virtuales de aquello que queremos conocer mejor o por primera vez. De este modo, podemos profundizar en el conocimiento del cambio climático gracias a que cada vez tenemos computadores más rápidos y con más memoria, lo que nos permite poner cada vez más ingredientes físicos.

Y también para conocer cosas por primera vez, por ejemplo, cuando empleamos la inteligencia artificial para ver cómo se pliega una proteína. A partir de la secuencia de aminoácidos el supercomputador ha permitido ver por primera vez como se pliega una proteína.

Hay cosas que no se han visto nunca, y el único instrumento que tenemos para predecir es la simulación. Y hay otras cosas que ya hemos visto, pero las vemos borrosas, y cada vez que tenemos un supercomputador más potente la vemos más clara.

La culpa fue del transistor

-P: La culpa no fue del chachachá sino de transistor. Ese fue el principio de todo, nos dice usted.

-R:  A nivel de tecnología está muy claro que hubo un cambio muy importante cuando se inventó el transistor en el año 1947. Lo que se quería hacer con el transistor era lo mismo que con las válvulas, esas que se encienden y se ven los filamentos, pero también se pueden poner en dos estados, cero y uno, que es lo que utilizamos los arquitectos de computadores para construir computadores. Cuando se inventa el transistor, los físicos fueron reduciendo su tamaño de manera drástica, de forma que ahora tenemos transistores (chips) de tres nanómetros (un nanómetro es una milmillonésima parte de un metro), y vamos a transistores de dos nanómetros.

Por poner un ejemplo, cuando yo estudiaba ingeniería de telecomunicaciones en Madrid en 1971, 24 años después de inventar el transistor, Intel sacó el primer microprocesador, donde había ya 2300 transistores en un chip. El tamaño del transistor era de 10 micras. Ahora el tamaño es de 3 nanos, lo que quiere decir es que en cada uno de los 2300 transistores que había en 1971, ahora se pueden poner 10 millones, es decir: ahora, en una superficie de entre 8 y 10 cms. cuadrados de silicio, de arena de la playa debidamente tratada, podemos colocar 100.000 millones de transistores que trabajan a entre dos mil y tres mil millones de operaciones por segundo, y de esos chips, que son muy potentes, un supercomputador tiene miles.

Así pues, el primer componente que ha permitido que existan supercomputadores que vayan cada vez más rápidos, grandes números de 64 bits, la culpa la tiene el transistor, y también los físicos, que son tan buenos que han ido reduciendo ese tamaño. Yo soy arquitecto de computadores, y los físicos me proporcionan ladrillos cada vez mejores, puedo intentar hacer casas cada vez mejores, es decir, intentar hacer procesadores, memorias, componentes, cada vez mejores.

Ahora con la supercomputación, hay otro “culpable”, que es la inteligencia artificial, que es un término originado en 1956. Hay gente que dice que con estos procesadores cada vez más pequeños y gente que hace máquinas cada vez más potentes, vamos a llegar a unos ordenadores tan potentes que nos permitirán simular algunos comportamientos del cerebro humano. Hoy, después de muchos años, la inteligencia artificial está ayudando a hacer mejor computación. La IA es algo que ayudamos a desarrollar, pero ahora ella nos ayuda nos ayuda a hacer nuestro trabajo, a hacer esos gemelos digitales cada vez mejor y más precisos.

Gemelos digitales

-P: ¿En qué pueden ayudar los computadores para elaborar una medicina personalizada que nos sirva para superar las enfermedades que tendremos en el futuro?

-R: Más bien habría que decir en qué están ayudando desde hace años. El gran reto que hay en materia de investigación a nivel mundial es hacer un gemelo digital del cuerpo humano. Algo que te represente a ti y a mí de manera individual y que detecte enseguida cualquier anomalía que pueda producirse. Que vea que este cuerpo está empezando a tener diabetes, o la tendrá en tres o cuatro años, ya que hay cambios que cuando el cuerpo lo manifiesta, es ya demasiado tarde. O este cáncer de piel, o este cáncer de próstata… si hay datos suficientes del cuerpo humano de cada uno de nosotros y existen datos de millones de cuerpos humanos para ver qué les ha pasado, qué medicamentos les han dado, cómo han evolucionado. Aquí tenemos el típico caso de inteligencia artificial que lo que hace es reconocer patrones, reconocer cosas que ha visto antes en otros, y que, por lo tanto, puede ver cómo ha evolucionado y puede prever cómo evolucionará en función de esos patrones.

Hacer un gemelo digital del cuerpo humano es muy complicado. Hay muchos componentes, nosotros tenemos simuladores de corazón y del aparato circulatorio, del aparato respiratorio, de riñones… está además todo el tema de la influencia del genoma en el cáncer, leemos ya informes médicos de manera automática, radiografías… hay muchos componentes que están ayudando ya en este terreno. La medicina es de los campos donde más se ve la importancia de la supercomputación, la importancia de los datos, de la inteligencia artificial…

-P: ¿Cómo nos puede ayudar la supercomputación a comprender la última gran incógnita de nuestro cuerpo, el cerebro?

-R: El cerebro es otro de los grandes retos que tenemos. En sí mismo constituye una incógnita muy grande. Ha habido proyectos muy grandes de supercomputación, de obtener datos, de ver qué parte del cerebro responde ante estímulos del exterior. Cada vez se sabe más sobre cómo responde el cerebro ante determinadas cosas. En el caso del cerebro, el supercomputador ayuda a analizar los datos, pero existen otras tecnologías sin las que sería imposible. Por ejemplo, las resonancias magnéticas o meter electrodos a nivel muy de detalle.

En los datos está el comportamiento de todo. Quizás en el cerebro tenemos suficientes datos y no sabemos interpretarlos, porque no sabemos cómo funciona una neurona, y hay que tener en cuenta que el cerebro contiene 10 elevado a 11 neuronas. Pero se va avanzando muchísimo.

-P: ¿Hasta qué punto puede la supercomputación ayudarnos a resolver los grandes problemas actuales tales como guerras, hambre, cambio climático?

-R: Para conocer el cambio climático, los supercomputadores suponen la única herramienta, no existen laboratorios.

En otros ámbitos hay laboratorios donde se comprueban las teorías a la vista de los experimentos. Y apareció el computador como tercera pata para posibilitar el avance de la ciencia. Y ahora ha aparecido la inteligencia artificial como una capa software que se pone en un computador para que ayude a hacer mejor ciencia y la ingeniería.

En el ámbito del cambio climático, la supercomputación ayuda a ver que, si seguimos así, si cambiáramos esto o lo otro, iríamos de esta forma o de la otra. Pero quienes tienen que parar el cambio climático somos las personas con nuestras decisiones. El computador lo que sí puede es decir qué va a pasar si no cambiamos.

Sobre el hambre en el mundo existen muchos estudios. Nosotros tenemos uno en el que uno de los temas fundamentales es la agricultura, la optimización del uso del agua en los países del ámbito mediterráneo, sobre todo en los del sur, para evitar las tragedias humanas que se producen cuando intentan venir en condiciones muy precarias.

Y las guerras. Los supercomputadores pueden ayudar a que haya más guerras, porque las máquinas son más sofisticadas, sobre todo con la inteligencia artificial, pero yo creo que la investigación utilizando computadores, debería ser un antídoto para reducir el peligro de guerras.

Redes sociales para alterar el orden mundial

-P: ¿Influyen las redes sociales en la manera de comportarnos hasta el punto de cambiar resultados electorales? ¿Están alterando el orden mundial?

-R: Sí. Ya se ha demostrado que no somos inmunes a la información que recibimos. Cuando no había redes sociales, la decisión muchas veces dependía de tus amigos, de tus compañeros…, pero ahora resulta muy claro que las redes sociales influyen en nuestro comportamiento… Lo primero que hacen es que te incitan a comprar. Te fabrican como un gemelo digital con el objetivo de motivarte a que compres. Te llegan los anuncios en función de qué paginas web hayas visitado. Según eso te presentan unos anuncios u otros para comprar, pero lo que hacen al final moldear tu cerebro para motivarte para que votes a un partido u otro. En el Centro Nacional de Supercomputación somos más de mil personas, de las cuáles más de 850 somos investigadores, y tenemos 70 grupos de investigación. Uno de ellos es sobre la influencia de la información que recibimos de las redes sociales en la calidad de la democracia, que va más allá de lo que se vota. Y hay estudios que indican que sí que influyen, porque actuamos no en función de lo que pensamos, sino que lo hacemos en función de los inputs de los datos que nos llegan de fuera y cómo estos inputs los tratamos en el cerebro.

No es país de científicos

-P: ¿Cuáles son las debilidades y fortalezas de España en Ciencia?

-R: Yo siempre digo que España no es un país de científicos. No hay más que mirar los premios Nobel que tenemos, observar cuánta gente viene a España a estudiar nuestras carreras. Más bien es al revés. España nunca ha sido un país de científicos, nunca se ha tomado muy en serio la ciencia. Y es algo muy necesario: un país necesita producir ideas para ser competitivo. La educación y después la investigación constituyen los pilares sobre los que se basa un país moderno. España no ha sido nunca competitiva, y entre otras cosas no lo es por los porcentajes del PIB que se dedican a la ciencia. Si los comparamos con países europeos, vemos que se le dedica un tercio. Y hemos de ser conscientes de que dedicando tres veces menos no podemos ser mejores en ese campo. Quienes dedican más dinero a la ciencia atraen a mejores científicos de todo el mundo.

En España no se dedican los recursos suficientes para aumentar el nivel de ciencia, pero eso no quiere decir que de vez en cuando, no se dedique más dinero a la ciencia. Ahora es uno de esos momentos, en los que el gobierno ha destinado más dinero a la ciencia con los Fondos de Recuperación, algo sobre lo que hay que dar las gracias al gobierno actual porque, sin tener ninguna obligación ha dedicado bastante dinero a la ciencia. Se está notando que durante los dos o tres últimos años, debido sobre todo a los Fondos de Recuperación, la ciencia ha mejorado en España, y esto ha sido porque se ha destinado más dinero a ello.

En cuanto a las fortalezas, hay que decir que existen pequeños oasis en un gran desierto. Hay sitios en que la gente es muy buena, pero son pocos, como en cualquier lugar del mundo. Y esto es debido a que la falta de recursos hace que no exista proyectos bandera, y la falta de proyectos bandera hace que no motivemos a gente de fuera a que venga. Junto a esto está el tema de que los sueldos que se pagan en España en temas como inteligencia artificial o diseño de chip pueden ser hasta seis veces menores que en Silicon Valley o en países europeos. Cobrar tres veces menos es normal, y mucha gente, lógicamente, se marcha.

-P: La universidad tiene que implicarse con la ciencia. ¿Cómo está el tema en España?

-R: La universidad recibe pocos recursos, y por otro lado no ofrece muchos alicientes. Es una situación que cansa. A pesar de los pocos recursos que recibe, la universidad española, hace ciencia en muchos casos de muy buena calidad. Y podría hacerla mucho mejor, porque tiene mucho talento, si se destinaran más recursos.

Premios para todos

-P: Usted ha obtenido muchos y muy prestigiosos premios internacionales, ¿Qué es lo que le motiva a seguir trabajando en supercomputación?

-R: Los premios se deberían repartir con el resto de la gente que trabaja conmigo. A mí me han dado los tres premios más importantes del mundo en mi campo, pero no es porque yo sea el mejor de todos en esos tres campos, es porque he tenido doctorandos que juntos hemos contribuido a que aumente la ciencia en esos tres ámbitos.

La suerte que he tenido para esos premios, como también en el doctorado honoris causa de la Universidad de Murcia, es por la investigación. Son premios que he agradecido en todos mis discursos a mis doctorandos y colaboradores. He tenido 58 doctorandos, y ellos a su vez han tenido doctorandos, que a su vez han tenido doctorandos. Somos más de mil personas, hemos creado una escuela española en el campo de la arquitectura de los ordenadores y de la supercomputación.

Como he tenido a mucha gente y muy buena, al final han llegado los premios, son premios individuales, y eso es un poco injusto. Yo creé el primer centro de supercomputación en 1985, y veinte años después se convirtió en el Barcelona Supercomputing Center. Llevo 40 años con los centros de supercomputación y cuando dan un premio de supercomputación, se lo dan a toda la gente que ha colaborado en ello. Muchos continúan aquí, pero otros muchos nos dejaron, porque es como un trampolín, se forman aquí pero luego salen a las empresas, donde ganan más dinero por hacer lo mismo. Nuestra obligación como centro público es hacer esto: educar más a la gente.

Mi motivación para trabajar nunca ha sido recibir premios.

Lo que me ha motivado siempre es intentar hacer cosas que sirvan a la sociedad. La ciencia es buena si sirve a la sociedad. A mis 71 años, lo que más me motiva es hacer que el Marenostrum 6, que queremos que sea una realidad dentro de cinco años (acaban de instalar el Marenostrum 5), sea el primer supercomputador europeo que tenga chips desarrollados en Europa, en concreto en España, y más concretamente en Barcelona. Eso es una motivación.  Y seguramente por esto nos darán más premios, pero no lo hacemos para eso, lo hacemos porque creemos que es la línea a seguir.

-P: ¿Cómo recibe la distinción de doctor honoris causa por la Universidad de Murcia?

-R: Yo nunca imaginé que iba a recibir 11 doctorados honoris causa. Como éste que me entrega la Universidad de Murcia, con la que me unen muchos lazos. La iniciativa para este doctorado honoris causa partió de los profesores José Manuel García Carrasco y Manuel Acacio Sánchez, y recibió enseguida el apoyo del profesor Jesús García Molina, catedrático del Área de Lenguajes y del decano de la facultad de Informática, profesor Antonio Flores Gil. Poco después, la candidatura fue apoyada por los tres departamentos de Informática de la facultad: el de Ingeniería y Tecnología de computadores, el de Informática y Sistemas y el de Ingeniería de la Información y las Comunicaciones

No puedo estar más agradecido a todas las personas e instituciones que han hecho posible esta distinción que me honra y que llevaré conmigo con humildad, honor y alegría. A partir de ahora, el claustro de profesores de la Universidad de Murcia tiene un nuevo profesor, que se pone a su completa disposición para colaborar con ella.

Mimar la ciencia

-P: Usted dice que hay que cuidar la ciencia, ¿cómo se hace esto?

-R: Yo les diría a los políticos que debería haber un acuerdo para la educación y para la ciencia. Sin buena educación no hay buena ciencia, porque si el árbol viene sin buena raíz es difícil que produzca cosas. Y no ha habido acuerdos en esos temas. Cada poco tiempo ha existido una ley de educación. Han llegado a cambiar leyes de educación que no han llegado a implementarse siquiera. Han hecho una ley de la Ciencia que es un primer paso, pero todo esto necesita una credibilidad. Yo les pido a los políticos que hablen un poco de ciencia en las campañas, porque no he visto hablar de ciencia en ninguna. No es un tema que parezca prioritario para ellos, cuando para la sociedad sí lo es. Cuando se hacen encuestas, los científicos salimos en segundo o tercer lugar en el ránking.

La ciencia hay que cuidarla y mimarla, porque sin ciencia, sin buena ciencia, un país no avanza. Y hasta que nuestros políticos no lleguen a ese convencimiento no estaremos cuidando bien la ciencia. Hasta que no asignemos unos recursos razonables y que sean mantenibles no habremos logrado este objetivo.

No queremos grandes subidas para que luego haya grandes bajadas, debe haber una estabilidad. Si se hiciera eso, sería cuidar mejor la ciencia.

-P: ¿Estamos ante el mayor cambio de la historia de la humanidad en la manera de vivir y relacionarnos entre nosotros y con el mundo que nos rodea?

-R: Sin lugar a dudas hoy estamos dominados e influenciados por tres componentes: datos, cálculos e inteligencia artificial. Están cambiando continuamente la forma de hacer las cosas, influyen en cualquier actividad que hagamos. Nunca ha habido nada que haya revolucionado todo. No sé si la rueda, pero estamos viviendo un tiempo de cambio sin precedentes en la historia de la humanidad con la revolución tecnológica de los computadores, que permiten hacer muchas operaciones sobre esos datos y tener técnicas de inteligencia artificial para reconocer patrones. Por eso digo que la culpa de todo este cambio no es del chachachá, sino el transistor. Sin transistor no habríamos ido a ninguna parte. Y después, sin otras muchas cosas tampoco. Los semiconductores son la base de nuestra sociedad, los transistores son los ladrillos con los que se construye cualquier edificio. Sin duda los cambios en menos tiempo y más sustanciales se están dando en la última época. Los que nos dedicamos a esto, cada día recibimos sorpresas en las revistas y medios.

Las bondades de la inteligencia artificial

-P: ¿La irrupción y popularización de la Inteligencia Artificial puede cambiar drásticamente el mundo tal y como lo conocemos? ¿Tenemos motivos para echarnos a temblar?

-R: Lo está cambiando ya. Y cada vez lo cambia a una velocidad mayor.

La inteligencia artificial, como todas las tecnologías tiene un doble uso. Cuando tiraron la bomba atómica en Hiroshima fue un horror. No era necesario. La podían haber arrojado en un sitio sin gente para demostrar el efecto devastador sin matar a gente. Todo el mundo podría haber pensado que la energía atómica había venido para matar. Sin embargo, a partir de ahí ha matado a muy poca gente, sólo cuando ha habido fugas en los reactores nucleares. Y, sin embargo, después esta tecnología ha salvado muchas vidas. Y la inteligencia artificial es lo mismo: bien dirigida será muy buena para la humanidad, mal cuidada será un peligro. Por eso hay que regularla y hacerla ética. Por eso esa asignatura debe ser tan importante como las de ciencias en las universidades y en los colegios.

Yo personalmente soy optimista.

Mundo futuro

-P: ¿Cuáles serán las aplicaciones que tendremos a corto y medio plazo que tendrán un mayor impacto social?

-R: La medicina personalizada tiene un impacto brutal. Se están previendo, previniendo y curando muchísimas enfermedades, ahí tienen un gran impacto, también en materiales. En el tema de buscar energías verdes, haciendo dispositivos más inteligentes y que tengan más capacidad de ayudar a la humanidad en esa tremenda capacidad para ayudar a los médicos en los hospitales.

Las tecnologías tienen que estar al servicio de la sociedad, y la sociedad los problemas que tiene son enfermedades, hambre, movilidad, cuidado, compañía para la gente mayor…

-P: ¿En qué sentido cambiará el mundo de la educación en el futuro?

-R: La educación hace tiempo que cambió. Mucho antes de la inteligencia artificial. Cuando aparece la imprenta y la facilidad para hacer libros, ya fue un primer cambio importante, y cuando llegó internet se volvió a cambiar. Ahora lo que la inteligencia artificial permite traerte la información sin que tengas que hacer esas búsquedas en las que a veces fallabas. En este sentido es positiva. Es negativa en el sentido de que, si dejamos todo en manos de la inteligencia artificial, nuestro cerebro no se desarrollará.

Yo siempre veo la tecnología como algo que nos permite pensar mejor y no perder el tiempo en cosas que son triviales, pero que nos motiva más porque nos da información y nos permite llegar más lejos.

-P: ¿Puede y debe el mundo digital ayudar a acabar con la brecha que ha producido ella misma?

-R: Yo diría que debe y puede hacerlo. Pero aparte de la brecha digital de la que todos hablamos existe otra brecha digital, también a nivel de investigación. Todas las técnicas de inteligencia artificial que están dominando el mundo necesitan del uso de máquinas muy caras y que consumen mucha energía, y aquellos países donde los investigadores no tengan acceso a esas máquinas están sufriendo esa brecha digital. En Europa no sucede eso, aquí tenemos una concentración de centros de supercomputación al alcance de cualquier investigador que tenga buenas ideas y las necesite.

-P: Háblenos de esa réplica de la Tierra para probar medidas contra la crisis climática.

-R: Imagínate que pusiéramos redes rodeando a la tierra con nodos cada cierta separación, y ponemos varias redes a diferentes alturas por las montañas, porque en ellas influye más el cambio climático que en una llanura.  Así podríamos simular la Tierra. Hemos enredado el mundo en millones y millones de puntos, y en cada punto podemos conocer la temperatura, humedad, viento… y vamos a ejecutar una serie de operaciones matemáticas para ver cómo evoluciona el sistema. Conforme tenemos computadores más rápidos podemos hacer que la distancia entre puntos sea más pequeña, con lo cual podremos medir todo mucho mejor. Si ahora tenemos mallas de diez en diez kilómetros hay muchas cosas que pasan desapercibidas. Si las tuviéramos de metro a metro recogeríamos casi todo. Pero no existen computadores que puedan hacer simulaciones en tiempo razonable de metro a metro. Hay un proyecto en Europa que se llaman Destination Earth, que es hacer un gemelo digital de tierra, mar, aire y los polos para intentar saber más y más a partir de la simulación. Todos los datos actuales y los antiguos se juntan para poder predecir cómo evoluciona el cambio climático en el mundo. Este es uno de los proyectos estrella junto con el gemelo digital humano en el que está Europa, y en concreto el BSC.

-P: Sin optimismo y sin sueños no vamos a ningún lado…

-R: En la vida real hay que ser optimista, hay que esforzarse, crear un equipo en el que colabore la gente, y con todo eso se pueden atacar problemas que parecen muy difíciles al principio, pero siempre si se hacen las cosas cantando, mejor que si se las hace llorando.  Con los sueños y con optimismo se pueden hacer cosas que parecen imposibles. Hay que ser optimistas en la vida, y también en la investigación.