La Universidad de Murcia y el Consorcio de Extinción de Incendios investigarán sobre las sustancias químicas peligrosas

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La Universidad de Murcia y el Consorcio de Extinción de Incendios y Salvamento de la Comunidad Autónoma colaborarán en la realización de investigaciones sobre las propiedades peligrosas de las sustancias químicas para prevenir accidentes y desarrollarán acciones de formación para actuar ante catástrofes ocasionadas por las mismas.

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Una mesa redonda pone fin a la reunión sobre terrorismo internacional

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La mesa redonda que analizará la respuesta al fenómeno del terrorismo islámico clausura esta tarde la reunión científica del Grupo de Investigación “Yihad, Derecho Internacional y Alianza de Civilizaciones”, que se ha desarrollado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia.

 

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Universidad y personas mayores en un congreso nacional sobre asociacionismo de los programas universitarios para Senior

Programa de las jornadas.

Se celebran en la Universidad de Murcia entre los  días 3 y 6 de noviembre

“Aula Senior: Asociaciones y sociedad”, es el lema del congreso nacional “IX Jornadas sobre asociacionismo de los programas universitarias para senior”, que se celebrará en el Paraninfo de la Universidad de Murcia entre los días 3 al 6 de noviembre. La actividad será inaugurada oficialmente el miércoles 3 a las 17 horas.

Intangibles comunicativos

Juan Tomás Frutos

 

La comunicación está llena de aspectos que no podemos ponderar. Es bueno incluso que sea así. Hagamos ciertas reflexiones. Conectamos hoy, sin que quiera explicarme el porqué. Habrá motivos cercanos y distantes, de todo tipo, prestos a superar los envites de una existencia venida de todos los rincones del corazón y del día a día, que nos regala felicidad y tristeza a tramos. Por eso hemos de saber optimizar lo que nos conviene, y por eso debemos ser capaces de detectar las fórmulas de la memoria y del olvido.

Vivamos con sigilo el papel de quienes nos muestran las ataduras de una vida que nos preña de sensaciones de todo género y número. No desperdiciemos lo más valioso, el tiempo, y procuremos que el partido se juegue los noventa minutos y sin parar durante la prórroga o el lapsus de descuento. En cualquier ocasión surge la oportunidad del conocimiento, de la relación y de la dicha.
Apacigüemos los instantes dolorosos, y seamos consecuentes con el porvenir, que nos ha de embrujar con sus dones más externos y mágicos. Vayamos hacia ese fin que es principio en cada iniciativa, en cada motivo. Nos animamos recurrentemente con unos recuerdos de actitudes que se mofan de las creencias intangibles, que, a menudo, justifican muchos de los procesos de comunicación y de aprendizaje.
Leamos, palpemos, seamos entre amistades sin palabras peligrosas. Cultivemos la memoria y la capacidad de perdonar, de ser entre telas de querencias que no han de quedar en suspensión. Sustituyamos esas etapas que no terminan de engrandecer los papeles de aquellos que están llamados a estimularnos con esas actividades ilusionantes que necesitamos en la cotidianeidad. Nos invitaremos a lo que sea menester.
Patrullemos por el interior de nuestras almas en busca de aquello que puede constituir la clave para comunicarnos, que es la fe y la esperanza en un futuro, en una mejora, en conocer más y mejor lo que nos rodea y sus porqués. Hagamos que broten esas flores que serán la imagen de una antesala de frutos de los que obtendremos la opción de un cariño que, por esperado y auténtico, será sincero. Lo será si ésa es nuestra voluntad y si por ahí encaminamos nuestros fines. Debe haber, hay en ellos, muchos intangibles comunicativos que defender.

 

El cuerpo del día, de mi querido amigo Fulgencio Martínez

Juan Tomás Frutos

 

Hola, buenas noches a todos/as, queridos amigos de Fulgencio y de su obra. Hoy, precisamente, estamos aquí contentos por este encuentro, por sus motivaciones, en esta especie de ritual de presentación en sociedad de unos versos reunidos en 152 páginas y que llevan un nombre harto emblemático que nos lleva de su alma de lector a “El cuerpo del día”.

Es un título abierto, con complicidad, donde el autor tiene el atrevimiento de desnudarse y de decir muchas cosas que ha vivido, que ha soñado, que le gustaría experimentar incluso, y así juega con el lenguaje, como la propia existencia, o bien puede que su fatum juegue con él. Creo, en todo caso, que intenta arañar, y algo consigue, una fuerza y unas impresiones que a menudo nos roba la rutina cotidiana, el día a día, con prisas, con vidas ajenas, con extrañas creencias, con carencias consentidas… Aunque sea tan sólo otro juego de palabras, les animo, desde el principio, a que lean la última página y la editorial responsable de la publicación de este libro. La última hoja dice así: Se terminó de imprimir en Salamanca el 19 de Julio de 2010. Quizá el destino, en una suerte de juego él (sigo con el mismo verbo), nos ha querido subrayar que muchos años después se superan los designios de quienes creyeron en una guerra y se negaron a actos de hermandad. De ello nos habla Fulgencio o sus alter egos, y todo ello gracias a la Editorial Renacimiento, porque seguramente nuestro amado amigo persigue un ser humano renacido,  refrescado, re-conceptualizado, o puede que aceptado con sus mejores contradicciones, sin hacer daño a nadie, claro. Entremos en harinas literarias. La obra que nos ocupa se divide en tres grandes tramos. La primera se engloba en lo que Fulgencio titula: Libro I: Los grandes conciertos Creo entender que los grandes conciertos vienen de la vida, de las vidas que saboreamos, que nos cuentan, que experimentamos o que soñamos de algún modo. Son conciertos que provocan añoranzas, nostalgias, que nos llevan por estaciones y que nos hacen sosegarnos o inquietarnos con reivindicaciones o con el mismo paso del tiempo. Nos dice nuestro autor en uno de sus poemas:
“Añoro las épocas en que la libertad era una epidemia y únicamente se la podía combatir para destruirla; No como ahora, ignorándola. (El valor del arte en libertad).
Las contradicciones del ser humano, sus maldades, sus caracteres duros, sus avaricias, sus envidias, sus carencias de entendimiento en momentos extremos, le hacen decir lo siguiente: “El horror no sólo por el cadáver que yace bajo los escombros, sino por la verdad, asesinada bajo el bombardeo con que se nos convence de que esa muerte de inocentes, esa matanza, ese sacrificio lo exigen los Derechos Humanos”. (Diario de un espectador de guerra).
Y es, Fulgencio, valiente, reivindicativo, firme en su defensa de lo humano, de la misma esencia de nuestras estirpes: “Ignoran que ser hombre es construir cada día una ventana en la niebla (…) Ignoran que ser hombre es construir una ventana a otro hombre” (Provincia).
Y el tiempo duele, mientras pasa, mientras permanecemos activos e inactivos, mientras se escapa. Leemos: “A vueltas de minutos las horas dan pocos días completos” (Un mundo poco fa: aquí dice también que es un doble exiliado al sentir nostalgia de sí mismo).
Se considera, nuestro Fulgencio, y yo lo corroboro por lo que he leído hasta ahora de él, un amante de la literatura, a la que defiende como su gran valedora, como la que le ha formado en lo que es, por lo que es. La reconoce: “Gracias, porque me diste a conocer el mar y la palabra de la calle”. (Gracias, Poesía).
Es un apasionado, Fulgencio y sus heterónimos, de sus gentes, de quienes le han enseñado lo que sabe, de quienes han sido ejemplos y guías. Se acuerda de amigos en el tramo final de estos versos, en este primer libro de la obra que tenemos entre manos, y también pone en valor el quehacer y la genialidad de otros poetas: Goytisolo, Poe, Miguel Hernández…
Me quedo, finalmente, para cerrar esta breve selección de lo que he leído, una parte de un poema del que destaco los siguientes renglones: “No hay mejor combustible que el desapego a la ambición” (Las cuatro estaciones: el invierno). Creo que vemos en este Fulgencio a la persona que conocemos de diario, presta a defender una poesía social, de su tiempo, impregnada de las personas de su contemporaneidad. Es único.

Vamos con el segundo tramo de este cuerpo del día. Se denomina: Libro II: Álbum de Huellas. Y, como todos, nuestro poeta colecciona momentos, instantes, mansas o no tan quietas estampas que le dan ese estoque que le muestra bravío, dinámico, vivo. Divide este libro en tres partes. La primera se denomina “Con Homenajes y olvidos”. La existencia es, sin duda, eso: reconocimiento destacado y memoria olvidadiza. Lo es biológicamente y puede que también como un mecanismo de defensa para esperar el mañana, para vivirlo, casi como si fuera la primera de nuestras jornadas. De nuevo, el leer, es decir, el conocimiento, la comunicación, le parece básico para edificar la personalidad, para ser libres. Nos resalta: “Gracias a su lectura ganamos, en el mundo, un lugar contra el miedo” (De espinas y aroma).
Sí, estamos siempre prestos a un camino que nos arropa con espinas, con clavos que son durezas que nos ponen en bretes de todo género, y, en todo momento, con los aromas de fondo para mejorar, para vislumbrar ocasiones y ponderar posibilidades. Y todo, al menos para nuestro autor, es una lucha contra la ignorancia, y contra el tiempo, puede que contra todo… Me da escalofríos cuando le leo: “Voy y vengo por mi vida gastando una cerilla en cada sombra” (Al viento interestelar).
Y llegamos a la segunda parte de este segundo libro: El viaje a mi lugar. Creo que nos lleva a donde quiere desde un principio, a la duda de la existencia, a ese eterno partir al propio origen, que desconocemos, como el camino. Nos propone: “En el café de una estación búscate entre esos tipos de camisa abierta y ojos oscuros que encuentran siempre una excusa -acudir al baño urgente o silbar- para perder su tren”. (Estación de Godot). Quizá diciéndonos a nosotros mismos si estamos dispuestos o haciendo todo lo posible para perder el tren de nuestra vida, de sus ocasiones, quizá, me digo, demos con la oportunidad de encender la llama de la ilusión que precisamos para evitar o superar esa tercera parte de poemas, que aparecen con más dudas metódicas, radiantes, como el pulso fuerte de su alma.
Ésta se llama “Y en la tormenta”, un fenómeno, una vicisitud inevitable para un ser humano inquieto, como es Fulgencio, para el que se mueve, para el que se molesta en conocer, y también para el “dejado”. La vida es un controvertido enigma. Comienza así esta parte del libro: “Dios panóptico, cárcel abierta, asilo fugaz de un día, sólo conozco de ti el deseo de ti sólo con nombrarte me vencerías triunfad, si así lo queréis digo a tus arcángeles y a sus tronos invito a tu angélica caballería vincite, si ita vultis Desceñí mi brazo para conocerte estás en medio de todas mis vidas y no te presentas, o te muestras como una niebla fría Vincite, si ita vultis (…)” (Rezo en la tormenta). Ya les anticipaba que es la vida misma, reflejada en el tormento de lo ignoto, de nuestra procedencia, del espíritu que nos anima, de lo que somos y de lo que no, con más dudas siempre… siempre más dudas. Como buena obra, tiene un trance final, que no es conclusión, que es como una especie de espacio abierto para dejarnos con buenos ecos, con fe, con esperanza en más logros, en más descubrimientos. Lo titula: “Epílogo con hospital, gozo y laurel”. Se atreve aquí a hacer algo que no es fácil, que no es otra cosa, intrépido él, que definir a un poeta: “Un poeta hoy es un tipo corriente que lleva, como acaso usted también, una anormal vida normal”. (Un poeta de hoy, inspirado por el común amigo Juan Ramón Barat). Quizá sea ése el trabajo de un poeta: decir con naturalidad lo que vive la sociedad de su tiempo, lo que experimentan y sienten las gentes en sus diversas etapas históricas. Y finaliza con un acto de pura humildad, como es él, señalando la fuente de su inspiración, y, una vez más, tiene el atrevimiento de desnudarse. Nos glosa: “El prendedor de tu pelo vale más que todos mis poemas” Eso nos subraya en su último poema (Dedicatoria a una horquilla del pelo), dirigiéndose a una anónima musa, en nombre quizá de todos sus heterónimos.
Como ven muchos espacios con ventanales abiertos de par en par, con sonrisas esbozadas de melancolía y aderezadas de fragmentos de unas ilusiones y de una fuerza que son las garras de un poeta que hoy no busca gacela, que hoy, más bien, halla en sí mismo la gacela que persigue y hiere ese león que llevamos dentro y que corre por fuera. El papel del poeta está claro aquí: describe la realidad, se rebela contra lo que no le gusta y despierta lo que son fuentes de inspiración para todos aquellos que, con curiosidad o fortuna (puede que con las dos), se aproximan a su obra que, en el caso de Fulgencio, es tanto como decir su alma, otro de esos nombres que no nombro por temor.

Contra el “ciberacoso”

Juan Tomás Frutos

 

Las nuevas rutinas diarias, los comportamientos en los diversos ámbitos de nuestras vidas, así como el uso de las tecnologías llamadas nuevas y que no lo son tanto, puesto que ya se vienen utilizando desde hace tres décadas, nos llevan a situaciones que estrenan delitos y, por ende, que inauguran denominaciones de nuevo cuño en el campo de la victimología. Incluso se dan acontecimientos que habría que catalogar previamente en la fase que correspondería a los expertos en criminología.

Nos referimos a los delitos de acoso, de humillación, de persecución, de intromisión en la tranquilidad y en la intimidad de las personas, así como la violación de su correo, de su existencia pacífica y de la normal convivencia buscando y explotando datos que pueden dañar o que erosionan directamente la integridad física y/o síquica del ser humano. Las malvadas intenciones son las que hemos padecido durante siglos, pero su puesta en escena, su modo de operar es otro. Las nuevas tecnologías han inventado nuevos delitos: el acoso por Internet, en muchas ocasiones con identidades falsas, ha proliferado, y siembra la inquietud de cientos de personas que reciben informaciones, consideraciones, peticiones, sugerencias… y hasta amenazas sin que sea fácil poder actuar contra el agresor o los agresores precisamente por la impunidad que supone la distancia física, geográfica, social, cultural y hasta intelectual. Un delito de este calibre se puede cometer a miles de kilómetros, utilizando unas redes entrelazadas que no son sencillas de detectar. A menudo nos desayunamos con noticias que tienen que ver con relaciones rotas en las que una de las partes (generalmente el hombre) suele acosar a la que fue su pareja. En esto hay grados: desde el que utiliza un lenguaje no despectivo, pero igualmente acosador, hasta el que emplea datos falsos para asustar y amedrentar. A veces ocurre que este tipo de acosos se da por parte de personas desconocidas que han accedido a nuestros datos a través de una red social, algo sobre lo que, cada vez más, alertan los expertos. Debemos tener cuidado con los datos que damos (o que toman de alguna parte), y, en todo caso, hay que ser cautelosos respecto de las informaciones que trasladamos por la Red de Redes. Como norma, cuando tengamos a alguien que comunica con intenciones extrañas lo más aconsejable es pasar de él, no contactar de nuevo, y, si es él quien nos persigue, avisar a la Policía, que cuenta con personal adecuado y especializado para actuar en estos supuestos. La ley, como suele suceder, va por detrás de las situaciones que establecen la modernidad y sus tecnologías informativas e informáticas. Por eso es preciso que estemos atentos a las vicisitudes que nos podamos encontrar. Ser víctima, o tener cerca a una víctima, es más fácil de lo que pensamos. De lo que se trata es de tomar medidas preventivas cuando contactamos con alguien a través de nuestro PC, y de ayudar, igualmente, a aquellas personas de nuestro entorno que se puedan ver en problemas de esta índole. El “ciberacoso” forma parte de nuestro panorama actual. No conoce, este delito, ni consideraciones sociales, ni sexos, ni edades, ni culturas o formaciones. Se da en todas las capas, en todas las coyunturas y estructuras posibles. Precisamente por esta razón debemos estar preparados para actuar y no ser pasivos ante posturas y actividades que sean perniciosas. Es acoso con todas sus letras, esto es, se fundamenta en intentar estructurar situaciones de dominio, de querer cuando la otra persona nos dice que no, de imponer una visión o una dependencia mental o física. No dejemos que proliferen estos actos, que nunca sabemos cómo empiezan y menos aun como terminan. Dañan a las personas, y, no lo olvidemos, rompen a toda la sociedad, que no ha de ser tolerante en este sentido en lo más mínimo.

Ética, violencia, víctimas y credibilidad, ejes de estudios periodísticos

Juan Tomás Frutos

 

Hasta ahora hemos ido haciendo historia sin recalar en esos puntos básicos que nos permiten entenderla a nivel interno. Me refiero a la labor que desarrollamos los periodistas, con sus luces y sombras. De ahí que hagamos unas sugerencias que, amén de otras, nos parecen interesantes.

Proponemos hacer un análisis sobre la presencia de la violencia en los diversos soportes mediáticos, así como pedimos exhaustivos estudios acerca de los formatos que acogen a los diferentes tipos de sucesos y a sus víctimas. La idea es buscar, desde una visión crítica, soluciones ante la proliferación de estos asuntos, al tiempo que defendemos la implantación y el cumplimiento de libros de estilo en este sentido. Un buen trabajo puede ser la sistematización de las víctimas en función de los orígenes de los acontecimientos que han ocasionado sus circunstancias. La doble victimización puede ser, asimismo, objeto de investigación. Las propuestas de mejora serán bienvenidas. Sugerimos estudios acerca de la visibilidad que tiene el estamento periodístico, buscando los niveles de responsabilidad y de ética que se imprimen por parte del colectivo mediático y por la propia ciudadanía a través de demandas formalizadas de manera individual o mediante las organizaciones y asociaciones que existen en este sentido. En paralelo, mostramos la conveniencia de estudiar la credibilidad de los periodistas y de los medios para los que trabajan. Sin esa confianza es imposible que el proceso de la comunicación surta efectos constructivos. Ver las claves de los procedimientos periodísticos y analizar lo que se hace bien y aquello que oferta más dudas pueden ser unas buenas estrategias para dar con los aspectos relacionados con la credibilidad que demandamos y con posibles soluciones, en el caso de detectar carencias.

Demos cuenta de los avances

Juan Tomás Frutos

 

Contemos lo que sabemos, lo que aprendemos, las evoluciones más o menos florecientes que nos permiten ser sociedades más plurales y queridas. Informar de los avances en los que nos hallamos inmersos es casi una obligación societaria. Los procesos comunicativos nos llevan por sendas de un continuo aprendizaje que hemos de expandir con preferencias mayoritarias y compartidas.

La comprensión, la humanidad, las dosis de cercanía nos deben servir para dar con atajos que nos permitan conservar el suficiente coraje para momentos más necesitados. Hagamos caso a ese amor que nos encumbra hacia sensaciones de deseo con purezas gratas. No podemos quejarnos de lo que nos sucede, si no somos capaces de cambiar las cosas poco a poco, con la visión puesta en lo global, en los intereses de la colectividad donde nos ubiquemos. Nos insertamos en comunidades de bienes donde no debe proliferar la materia sino el espíritu, que es lo que nos une incluso en momento de tormentas y de controversias. Regularicemos los afectos con las oportunas sintonías. Tendremos que aguardar en los instantes más estelares con el fin de que demos con los propósitos que serán enmiendas parciales para llegar hasta esa etapa que podemos considerar crucial. Seamos firmes en los objetivos, en los propósitos que compartimos. La igualdad y la fraternidad son conceptos que dependen muy mucho de lo que nosotros hagamos, de lo que seamos capaces de fomentar. Es cuestión de ponernos, sin cansarnos antes de tiempo, manos a una obra que ha de ser de todos, por y para todos. Comuniquemos los avances por nimios que se presenten. Demos cuenta, a nivel informativo, de los progresos que a todos nos sirven, y, fundamentalmente, procuremos que sean de esta guisa. Subrayemos esos apartados y contenidos que nos consiguen mayores dosis de conocimiento y de libertad dichosa.

Entrevista a Marius Rubiralta, Secretario General de Universidades del Ministerio de Educación: “Que las universidades de Murcia y Cartagena se hayan puesto de acuerdo en un proyecto y lo hayan defendido con tanto interés, me llena de orgullo”.

El Secretario General de Universidades Marius Rubiralta.
“Con el Campus de Excelencia todos los actores tienen una partitura que han de interpretar, y el concierto final es en el 2015”.

Marius Rubiralta, Secretario General de Universidades del Ministerio de Educación estuvo en la Universidad de Murcia, donde participó en las XXVIII Jornadas de Gerencia Universitaria que se celebran el 28 y 29 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de Murcia, unas jornadas que intentan analizar y debatir los temas vinculados con gestión económica y financiera de las universidades.

    Rubiralta, que disertó sobre el Campus de Excelencia internacional, habló para la Revista Campus Digital sobre el futuro de la Universidad española y las perspectivas a las que se enfrenta con la crisis económica en la que estamos inmersos.

Representantes de 48 universidades participan en las Jornadas de Gerencia universitaria

Un momento de la presentación de las jornadas.

Ante representantes de 48 universidades, tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Murcia esta tarde la presentación de las “XXVIII Jornadas de Gerencia Universitaria. Nuevos horizontes para la gestión, que se celebrarán en al Universidad de Murcia hasta mañana viernes.

José Antonio Cobacho, Rector de la Universidad de Murcia expresó su satisfacción por  haber podido reunir en la Universidad de Murcia a gerentes y representantes de 48 universidades, entre ellas, dijo, buena parte de las públicas.

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UNIVERSIDAD DE MURCIA