Comunicar en todas las direcciones

Juan Tomás Frutos

 

Descubramos las rutas por las que podemos aprender mucho, y también aquellas con las que podemos edificar vidas sencillas. Traslademos los mejores resortes de paz.

Autoricemos a los corazones a vivir en la otra orilla, con sueños de pacientes escuchas. Hagamos que funcionen las buenas actitudes.
Tengamos esa tranquilidad que nos podemos ganar en el día a día, con autos de una fe comprometida con las buenas gentes, a las que hemos de cultivar incluso desde el lado de las minorías.
Superemos el silencio, y las dudas, y esos temores ante los cambios. El mundo está colmado de opciones extraordinarias con las que hemos de enseñarnos cada día a ser humildes y sencillos.
Las causas que nos rodean nos ofertan seguridades con las que hemos de abundar en las serenas escuchas activas con las que prevalecer ante lo excesivamente en pendiente. Albergamos momentos maravillosos por desarrollar. Es cuestión de avanzar con ellos, sin prisa, pero sin detenimiento tampoco. Salgamos a comunicar y a fomentar que comuniquen en todas las direcciones. La apuesta es sencilla, y también la decisión.

La Universidad de Murcia realizará terapias con caballos en personas con discapacidad

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Foto de Juanchi López

La Universidad de Murcia llevará a cabo en sus instalaciones de la Granja Docente Veterinaria terapias asistidas con caballos en personas con discapacidad, psíquica o sensorial, según los términos del acuerdo sucrito con la Fundación Tiovivo de Cartagena.

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El Secretario de Estado de Investigación dice que la nueva Ley de la Ciencia es una apuesta por el cambio de modelo productivo

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Foto de Luis Urbina

Felipe Pétriz, secretario de Estado de Investigación, ha justificado hoy en la Universidad de Murcia la adopción de una nueva Ley de la Ciencia por la necesidad de impulsar un cambio de modelo productivo a través de la investigación y la innovación.

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La Universidad de Murcia concienciará a sus alumnos sobre hábitos de vida saludable

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Foto de Luis Urbina

La Universidad de Murcia concienciará a sus estudiantes sobre la necesidad de llevar a cabo una forma de vida sana, en virtud del “Proyecto de Universidad Saludable”, que llevan a cabo conjuntamente la institución docente y la Consejería de Sanidad y Consumo.

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Solvencias comunicativas

Juan Tomás Frutos

 

Tomemos las riendas del destino esperando lo justo. Hagamos todo lo necesario para navegar y llegar a puerto, a pesar de las recurrentes situaciones tempestuosas, que nos pueden en ocasiones, que nos ganan algunas partidas. No perdamos las emociones de otros instantes, y seamos con impresiones racionales.

Hemos de gustarnos en todo cuanto hagamos, señalando los motivos más estimulantes, más gustosos, más devotos de la realidad que nos hace sentir y vivir en paralelo. Simpaticemos con las buenas opciones, que hemos de dibujar en el camino de ida y también en el de vuelta. Las pasiones nos deben servir para tomar en consideración lo que nos añade relevancias con sus relatividades más serenas. Vayamos cerrando los espacios que nos pueden plantear educaciones con las previsiones que hermosean. Apuntemos los motivos que nos comunican con las ansias de unos ideales por llevar a cabo. No terminemos antes de tiempo. Las distancias las hemos de acortar con las precisiones de los elementos que nos permiten sumar sin ver lo que nos ofertan otros interlocutores, a los que hemos de ofrecer lo mejor de cada cual, siempre en la idea “simpar” y elocuente de un consuelo con sus destinos más sensacionales. Pongamos metas que nos adhieran deseos de conseguir lo mejor. Acusemos los recibos que nos llegan del día a día cuestionando las repeticiones y procurando no insistir en los errores, que nos pueden desplazar por caminos no “visitables”. Los aprendizajes han de ser constantes en el propósito de poder llegar hasta donde sea menester compartiendo todo lo que nos informa y conforma en positivo. Al menos, ése debe ser el fin con las enmiendas que precisemos realizar. La claridad en las exposiciones ayudará a hallar solvencias y soluciones, que hemos de comunicar tan pronto podamos, como podamos.

Las relaciones del día a día

Juan Tomás Frutos

 

Tomemos la vida en serio pero con ópticas que relativicen todo. Hemos de ganar las apuestas con un poco de genialidad. Hagamos que las sorpresas funcionen con las variables más hermosas. Dignifiquemos las emociones con unas gratas caricias. Los amores han de venir por doquier, incluso mediante el propio aprendizaje.

Gestemos posibilidades con el agua que nos emociona cada día. No neguemos las expresiones con sus devenires inexplicables. Hemos de abrir el tarro de las esencias con las conquistas docentes que nos ofrece la existencia, que hemos de aprovechar cada vez que podamos. Hagamos que funcionen las intenciones. Los instrumentos de aprendizaje han de ser imaginativos, creativos, suspendidos sobre emociones e ilusiones que nos han de enseñar cada jornada. Hagamos que las sorpresas nos lleven por esos itinerarios de las posibilidades manifiestas. Los asuntos nos han de entregar a las realidades desde las opciones de las apariencias, que hemos de fraguar con las mejores levaduras. Todo ha de sonar a las objetivas intenciones que nos conducen por razones de gracias sinceras y prestas a los viajes que nos regalan ideas, consultas, sugerencias, paciencias y toda una gama de trabajos de campo con sus resultados más prometedores. Hagamos que el amor triunfe. Podemos estando juntos. Las distracciones, con moderación, también son buenas. Hagamos que todo vaya por esa senda de las importantes caricias, de las señales que gustan, de los elementos de la extrañeza fortuita pero convertida en veredas de altruismo y de conocimiento. Tomemos el plano del deseo con el anhelo mismo, pero indagando para sanar heridas y saber cada vez más. La impronta de lo abstracto, de lo conocido, de lo pendiente, ha de sugerir lo mejor, así como cuantías relevantes de felicidad, que ha de ser la motivación en todo proceso de relato, en toda comunicación, en las relaciones del día a día.

Advirtamos los detalles en las informaciones, pero sin exagerar

Juan Tomás Frutos

 

Pensemos. Vamos por la carretera, y no siempre advertimos el paisanaje, que decían los escritores de 1898, esto es, lo que ocurre anónimamente, a veces de manera insignificante, con compromisos variados, que no contemplamos en todo momento en las opciones que nos pueden brindar.

Tendríamos que ir disfrutando, con atención en la carretera, pero oteando lo que ocurre, lo que hacen otros conductores, lo que nos envuelve, lo que nos puede transmitir algo en el curso de la conducción. No se trata de fijarnos en todo, sino de empaparnos del entorno, del envoltorio del viaje, y para eso no podemos ir tan deprisa como a veces nos dicen las estadísticas, que se convierten en hechos inapelables. Una velocidad moderada puede ser el reflejo de nuestro espíritu y un buen espejo en el que mirarnos para dar con solvencias y soluciones más o menos variopintas.
Respetar la norma (todas las normas) no es sólo una virtud de convivencia: es una necesidad para vivir, para sobrevivir, nosotros, y los demás. Hemos de señalarlo, de protagonizarlo, de realizarlo, que es como convencemos a los otros de lo que reseñamos diariamente. Los hechos son las auténticas razones.
Gozar de la vida es reconocer que hay límites, y eso supone respeto y otros universales como son la solidaridad, la bondad, el amor, el buen deseo, la cooperación, la comprensión, la tolerancia, etc., como base para una convivencia pacífica y justa, dos elementos que cabalgan al unísono, o que deben. Es difícil que se dé el uno sin el otro. La paz es la consecuencia de la justicia, y ésta aparece cuando hay paz. Por ende, fomentar situaciones de equidad y de correspondencia es el sustento de un porvenir estupendo. En materia de seguridad vial hemos de incrementar las buenas experiencias y alejarnos de las malas, que seguramente habría que contar menos en los medios de comunicación masiva. Sería una buena praxis poner los modelos positivos y olvidarnos de los negativos, o, como mucho, tenerlos en cuenta para no volverlos a repetir.
Además, hemos de buscar empáticamente qué es lo que nos sucede, con valor, poniendo buenos ejemplos y paradigmas, siendo nosotros mismos, adecuando los contextos, que son los que dan avances, si es posible desde la mesura, a la comunicación misma. Hagamos caso a nuestro interior procurando que las cosas funcionen. Cuando veamos informaciones sobre seguridad vial que generen desasosiego y más y más intranquilidad, de una manera constante y repetida, es que no vamos por el buen camino. El hecho es que las vemos con demasiada permisividad y recurrencia.
Así, hemos de procurar fomentar la alegría frente a la pena, el dolor o la tristeza. Hagamos caso a nuestro interior sin complejos, en la necesidad, que también ha de ser un compromiso obligado, de reconocer que todos somos iguales, porque lo somos, porque tenemos los mismos derechos, y eso supone igualdad de opciones, de oportunidades. La cultura en materia de conducción y de convivencia vial ha de ser exponente de un buen hacer societario, y por ahí convendría laborar.
Por lo tanto, la cultura del riesgo, que algunos antropólogos ven como algo inevitable, hay que sustituirla por la cultura de la convivencia, y por eso no cabe que nos veamos en diferentes campos de batalla a la hora de afrontar la cohabitación vial. No hay más que una tierra, y ahí entramos, debemos, todos, desde la consideración de que los derechos no pueden aparecer eternamente en contradicción. La cooperación es sosiego, concordia y pacto entre todos para que el modelo funcione desde la cesión de cada cual en lo individual y, a veces, también en lo colectivo. No podemos consentir, como un hecho imposible de evitar, las víctimas en las carreteras y la proliferación de coches más y más potentes con conductas en la conducción cada vez más duras. El resultado es el que es, aunque a veces se maquillen las cifras.
No tenemos que asumir, por las buenas, desde la impotencia, que todos los años debe haber miles de muertos en las carreteras por fallos humanos y mecánicos. Sabemos que la mayoría de esos fallecidos son evitables. Hagamos todo lo posible para que sea así, como miembros de una ciudadanía responsable y, asimismo, anhelando otro papel de los medios de comunicación, que, en el caso de las víctimas que nos ocupan, han de ser más prudentes, racionales y coherentes. Hay que construir y no destruir. El morbo es un mal acompañante, y el desconocimiento de lo que hablamos también. Aunque no sean fruto de la norma, aparecen el uno y el otro.
En consecuencia, hemos de concebirnos todos como aliados: las empresas periodísticas, los profesionales y los consumidores de la información. No puede haber una sumisión total a las grandes audiencias a través del fomento del amarillismo. Si no optamos por cambios consensuados entre todos, será la pescadilla que se muerde la cola. Hay que girar ese sentido de la marcha y llegar todos juntos a la meta. Tenemos mucho en juego para que no lo meditemos así.

Afrontar las informaciones de seguridad o sobre los accidentes de tráfico

Juan Tomás Frutos

 

Aglutinar los intereses informativos, los las empresas periodísticas, los de los profesionales de la comunicación, los de la ciudadanía, y los de las víctimas de los accidentes de tráfico, amén de otras consideraciones, no es un asunto fácil, sobre todo porque, en los vértices de las actividades de cada colectivo, hay un fin que, con independencia de que sea principal o accesorio, se superpone, o lo intenta, a los objetivos de los demás. Hay demasiados intereses en juego, a menudo financieros, que son los más complicados de soslayar.

En todo caso, en este trabajo vamos a defender lo obvio, es decir, la dignidad de las personas, su honor, su intimidad, su derecho a un recogimiento, a un luto, a mostrarse como seres humanos, y a serlo, hasta el final. Por ello, todo lo que se cuente, cuando esté bajo investigación (como se suele decir “sub iudice”), ha de presentarse con cautela, con presunciones de hechos y de inocencias de los mismos. Es más: cuando algunos hechos no sean demostrables, hemos de omitirlos, salvo que los contextualicemos bien y nos sean precisos para el relato o historia, eso sí, siempre evitando hacer el mal a alguno de los protagonistas. Ponderar derechos es crucial. Por supuesto, no podemos inferir ni deducir porque sí, ni podemos fomentar explicaciones, ni mucho menos direccionar el sentido de la marcha de las investigaciones o sus resultados. Por eso, tengamos especial cuidado con las preguntas, con sus sesgos, y tengamos en cuenta los condicionantes que ponemos, o podemos poner, en las respuestas a raíz de los cuestionamientos que formulamos y de los resúmenes que desarrollamos. A veces ocurre que deterioramos la realidad. Una contestación a medias puede ser dañina, y eso puede ocasionar una mayor victimización o incluso otras víctimas.
Las fuentes, en éste y en otros casos, son cruciales para dar una noticia de manera oportuna. Hay que fomentarlas, valorarlas, usarlas, cuidarlas, respetarlas… Evitemos, asimismo, el sensacionalismo, la truculencia, ese amarillismo morboso y mordaz que supera las sospechas, los rumores, y  hasta los mismos indicios, en busca de resultados oportunistas. No hagamos un tipo de periodismo que practique la tierra quemada. No todo vale. Los resultados negativos o en vacío pueden ocasionar un deterioro atroz.
Cuidado también con los elementos verbales. No todas las palabras significan lo mismo. Ponderemos también los potentes adjetivos o adverbios, que pueden distorsionar los resultados. Pongamos lo necesario, lo que informa de veras, y no tanto lo que no desempeña ese papel. Por señalar un ejemplo, a menudo hablamos de nacionalidades cuando en sí no aportan información, y sí el morbo de esos efectos estereotipados que surgen en el sentido de atribuir falta de cultura o de educación, si fuera el caso. Parece que algunas “castas” son más propicias a vivir en el desastre o el accidente, o incluso a tolerar este tipo de situaciones, cuando no es así, salvo por la injusticia temporal y espacial.
Igualmente, hemos de tener muy presentes los apoyos gráficos. Los iconos suelen ofrecer destellos que nos pueden deslumbrar. Las imágenes significan demasiado para no pensar en su verdadero valor. Procuremos no poner esos primeros planos aberrantes que sugieren emociones contrapuestas y que no aportan información pura y propiamente dicha. Tengamos en cuenta todas las sensibilidades: primero las de los intervinientes en un suceso y las de sus familiares, y, por supuesto, las de los colectivos que debemos proteger especialmente, como es el caso de los menores. A menudo no pensamos que, cuando ponemos una foto de un accidente de tráfico con muertos en una primera página de un periódico, al pasar por delante de un quiosco la puede ver cualquiera. La influencia nefasta está ahí, y debemos reconocer que es de esta guisa para tomar algún tipo de medida siempre desde la autorregulación. El equilibrio informativo y el respeto, además del conocimiento de lo acaecido, es garantía de una buena noticia, de un buen planteamiento, que, asimismo, ha de tener una buena arquitectura, una óptima técnica, un léxico rico y una conceptualización atrayente. Cuando tratamos informaciones que tienen que ver con la sensibilidad, todo esto lo hemos de exponer y aplicar al máximo. Los daños que se pueden derivar de malas prácticas, de malas interpretaciones, de ligerezas, de inseguridades, de consentimientos, de negligencias, de limitaciones en el saber, de vaguedades, etc., son difíciles de cuantificar. Por ello, los debemos evitar especialmente.

Algunos consejos sobre las informaciones referentes a los accidentes de circulación

Juan Tomás Frutos

 

Cuando informemos de accidentes de tráfico, debemos tener en cuenta la lógica y el sentido común como instrumentos vitales de trabajo. Así, lo ideal es que evitemos:

-Los primeros planos morbosos.
-Mostrar a los menores, sea cual sea su participación o presencia en un accidente.
-Coger totales en los primeros momentos del accidente de las víctimas y/o familiares, sobre todo si se hallan dañadas o heridas física o psicológicamente, que es, por otro lado, lo más normal.
-La dramatización excesiva de los hechos.
-Las elucubraciones o rumores.
-Las malas intenciones o apreciaciones de los que son parte del escenario del accidente.
-Las voces de gentes no expertas hablando como si lo fueran. Es fundamental que no hagamos daño, y que realicemos todo lo posible para no generar más dolor.
Como complemento de lo anterior, vamos a defender siempre la situación de los más débiles, en este caso de las víctimas, de los que sufren, de los protagonistas y de sus allegados y de gentes cercanas. Por ello, procuremos:
-Hacer noticias constructivas.
-Consultar varias fuentes. Crucemos los datos que tengamos, y también las impresiones.
-Ponderar derechos. Pensemos en conseguir más beneficio que perjuicio, y, fundamentalmente, veamos, en la supuesta suma, más avances informativos que penas cuando deterioremos algún derecho. Si no hay progreso comunicativo, la praxis es mala.
-“Aguantar” una noticia hasta que tengamos conformados todos sus datos y circunstancias.
-Tratar con mimo y ternura a las víctimas, y, cómo no, a sus familiares y allegados. Pensemos que son personas de nuestra propia familia. Será más difícil que nos equivoquemos así.
-Dar una visión con el mejor y más extenso criterio.
-No hacer preponderar primeros planos sobre lo que queremos contar. El relato es importante. Reequilibremos impresiones, razones y derechos.
-No mostrar mutilaciones, ni sangre, ni cuerpos en estado de enorme desgaste, deterioro o cuerpos de fallecidos. No aportan, sobre todo cuando son planos cercanos, nada sustancial a la información. Lo mejor es practicar la distancia en las imágenes cuando éstas, como es el caso de los accidentes mortales, son duras. La mesura ha de ser el eje de sustento de las informaciones con víctimas y sobre ellas.
La idea principal es defender la DIGNIDAD de las personas con Respeto, Consideración, Bondad, Mesura, Equilibrio y desde el Amor que debemos profesar a quienes son conciudadanos nuestros, con una apuesta de entrega mucho mayor al hecho de vivir a la hora de contar una desgracia de semejante calibre (aquí nos referimos a los accidentes de circulación).

Alumnos de la Universidad de Murcia harán prácticas en el Servicio Público de Empleo

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Foto de Juanchi López

Los alumnos de la Escuela de Práctica Laboral de la Universidad de Murcia realizarán un aprendizaje durante los meses de verano en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), gracias al convenio sellado hoy por ambas instituciones en Convalecencia y que supone el primero de estas características que se firma en España.

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