La estrella de Tony Curtis, ya en el firmamento

Juan Tomás Frutos

 

Otra estrella, y de las más grandes, se nos ha ido de esta dimensión. Tony Curtis ya no está solo. Está en el cielo de unas estrellas de verdad que nunca se apagarán. Su sonrisa y atractivo marcaron una época en un cine que enamoraba a través de figuras de su talento.  Aunque algunas de sus películas forman parte del imaginario colectivo, como Espartaco y con Faldas y a lo Loco, no se hizo con grandes premios, pero sí gozo del fervor popular y del calor de sus amigos, a los que quiso y cultivó con profusión. Sus ojos de tonalidad azul verdosa encandilaron no únicamente por su belleza, sino por lo que supieron transmitir. Llevaba mucha carga a cuestas, como todos, una buena y otra mucho más pesada y difícil de aguantar. También eso se venía en algunas de sus películas, o en escenas de éstas. Ya está libre de todo ello.
La imagen del héroe caído en silla de ruedas no se correspondía con el corazón de un artista que alegró, apasionó y entristeció a medio mundo. Supo salir adelante frente a la adversidad y una infancia difícil, que también le dejó solo, como en estos últimos años. Ahora el firmamento de las estrellas le colocará en su sitio, donde merece, y nosotros le llevaremos en nuestro corazón, donde siempre estuvo, donde siempre estará. Tiene, por lo que sé, un lugar privilegiado.