Recuerdo y olvido

Juan Tomás Frutos

 

Confío en esa sonrisa que mueve montañas, en esa mirada que busca, desde la inocencia, la emoción más cercana.

Muestro esa parte de mí en ti que nos consiente que vayamos al borde de nuestras fuerzas. No guardemos lo mejor para el futuro, que vendrá, si viene, con sus propias formas y menesteres.

 

Espero que las direcciones que afrontemos converjan en los mismos lugares. Nos hemos de entretener con las valentías y las humildades que nos caracterizan. Nos debemos poner a la sombra cuando sea preciso, y al sol cada vez que tengamos que ayudar a alguien. No estemos solos.

Es bueno, a mi juicio, que intentemos aceptar las vicisitudes de la existencia, que vive calmas y aceleraciones sin que apenas podamos elegir.

Consintamos desde la asunción de la realidad de los otros. No estamos solos, ni tampoco somos más que los demás. No creamos en una sola verdad, sino en la puesta en común de cada consideración, de todas las opiniones.

Platiquemos con dicha, desde la felicidad misma, y sintamos las palabras confortables en el corazón, olvidando las ofensas. En paralelo, recordemos los eventos más óptimos. Con esa actitud, comunicaremos mejor.