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Entrevista con Manolo Belzunce:“Siempre hay una búsqueda en mi obra, no soy un pintor que se quede en un estilo”

Son más de tres décadas manteniendo con los lienzos en blanco un diálogo que se traduce en una obra personal e intransferible que, como las aguas de un río se ve constantemente renovada. El pintor Manolo Belzunce domina la técnica como pocos, pero ha sabido soltar las amarras de su tiranía e imponer una forma de hacer arte como sólo los artistas de raza pueden hacer: transmitiendo emociones en estado puro que sobrepasan los límites de la obra en sí para quedar impregnados en lo más íntimo de quien la contempla.

Son 35 años sorprendiéndonos constantemente con su obra. Una obra que ahora puede ser contemplada en buena medida gracias a una exposición retrospectiva en la que el autor ha reunido una veintena de cuadros pertenecientes a las dos últimas décadas. La muestra se expone en el palacio de Villa Rías, y supone el detonante de salida de la sede permanente de extensión cultural de la Universidad de Murcia en el Valle de Ricote. -Pregunta: Mis primeros recuerdos de la obra de Manolo Belzunce se remontan a los años 70, cuando usted exponía en salas como Chys. Desde entonces han pasado muchos años, sus manos han llenado de ese contenido tan personal muchos lienzos. ¿Qué recuerda de aquellos inicios?

-Respuesta: En Murcia no había muchas galerías en mis comienzos. Existía solamente la galería Chys, que es una de las pioneras; la Belox, que dirigía la que era esposa de José María Parraga y Zero. En ellas exponían los artistas más consagrados, pero lo que comenzábamos debíamos hacerlo en lugares como la Asociación de la Prensa o en Círculos culturales.
Los comienzos fueron duros, pero mi generación dejó patente que éramos artistas y defendimos nuestra pintura frente a las viejas glorias ya consagradas. Lo que ocurrió es que muchos tuvimos que afrontar el hecho de irnos de Murcia y emprender una carrera fuera. Ese fue mi caso, y también el de Alfonso Albacete, o el de Cacho, que ya venía a su vez desde fuera.

-P: ¿Cuál fue tu periplo?
-R: Primero me fui a Las Palmas y trabajé en publicidad. Después me marche al extranjero, estuve en París, Bruselas, Holanda…, aprendiendo cosas con la carpeta debajo del brazo. Tras un período de dos años me instalé en Barcelona y allí ya me quedé durante 22 años. Fue en Barcelona donde me formé. En esa etapa ya comencé a exponer de forma regular.

-P: ¿Consideras que fue positivo para tu carrera el hecho de formarte fuera, de tener que salir a flote en una tierra extraña? ¿Influyó de alguna manera en tu obra?
-R: Indudablemente. No obstante, es necesario que, de alguna manera, las ganas de ser artista se lleven dentro. Con respecto a mi formación, lo cierto es que Barcelona, al ser una ciudad muy cercana a la frontera, daba la posibilidad de conectar con mucha gente.
A mí no me ha gustato nunca la ciudad, prefiero el campo o la huerta. En las ciudades me ahogo, así que me instalé en Sant Cugat del Vallés, conseguí diversas becas para formarme en distintos lugares.

-P: Y ahora una retrospectiva. ¿Qué has seleccionado?
-R: He incluido cuadros desde mi etapa de Sant Cugat del Vallés, en los 80. Pienso que he logrado reunir una exposición completa de los últimos 20 años de mi obra. Se incluye prácticamente una obra de cada año. Con la selección intento mostrar el recorrido que he tenido como artista.
Se trata de obras muy potentes, de un tamaño importante, y pienso que será una exposición interesante.

-P: ¿Cómo ha sido la labor de recopilación? ¿La has realizado personalmente?
-R: Hay varias piezas que he tenido que solicitar a diversas entidades, y también a amigos. También incluyo un cuadro que expondré en una futura muestra sobre variaciones sobre temas de Manet. Una de las piezas, que yo quería personalmente que estuviera en la exposición, la he traido desde Francia.

-P: ¿Qué artistas son los que más han influido en ti?
-R: A mí me gusta toda la historia del arte pero, quitando a los grandes clásicos, me quedo con los contemporáneos de principios de siglo, Picasso, Juan Gris, Matisse, los surrealistas… De hecho incorporo muchos de sus elementos en distintas obras mías.

-P: ¿Cómo definiría Belzunce su pintura?
-R: Yo siempre he estado alrededor de un expresionismo realista. Soy un pintor que dibujo bien, y esto me ha facilitado las cosas. Uno de los problemas que tienen muchos pintores es precisamente ese, su dificultad para dibujar. Eso les obliga a basarse en la mancha para realizar su obra, pero a mí me gusta introducir figuras en mis cuadros, siempre lo he hecho.
En mi obra siempre hay una búsqueda, no soy un pintor que se quede en un estilo. Estoy muy lejos de esos pintores que hacen siempre la misma obra, con una trayectoria muy definida y que acaban siendo conocidos por un determinado tipo de pintura. Yo prefiero romper con lo anterior. Cada exposición mía es nueva. Pienso que el artista no debe estar instalado en la comodidad de un estilo inamovible o en el hecho de que a la gente le guste esa clase de pintura para así poder venderla. Yo, en cada momento, hago lo que me gusta.
-P: ¿Qué es lo que te planteas cuando te enfrentas a un lienzo en blanco? ¿Acudes a él con una idea preconcebida?
-R: No. Yo empiezo siempre por la mancha. En pintura es muy importante: no atosigar al cuadro. Cuando entro al estudio por las mañanas y miro el cuadro, siento como éste me mira y él mismo me va diciendo las pausas. El lienzo en blanco no constituye ningún problema para mí. Todo lo contrario, yo siento como una felicidad plena el hecho de pintar todos los días. Ese es el modo en el que se saca una obra adelante, con el trabajo constante. Todo eso de las musas es una tontería, hay que estar al pie del cañón, el cuadro necesita que lo vayas tocando y viendo. Es algo tuyo que está naciendo. Si lo dejas, se muere.

-P: De alguna manera, conjugas tu faceta de creador con la de artesano, con la de obrero.
-R: Es que yo creo que los artistas solo se diferencian de otros trabajadores en su propia obra, pero no en cuanto a la dedicación en sí. Yo trabajo en el estudio durante diez o doce horas diarias, y no me importa, porque se trata de mi vida, de aquello con lo que disfruto. No me importa perderme muchas cosas que ocurren en el exterior.

-P: y hablando del exterior ¿tú piensas que el artista, el pintor en este caso, debe ser una persona comprometida con su propio tiempo o permanecer con su obra al margen de lo que ocurre en el mundo?
-R: Por supuesto. Yo he tenido períodos más claros en los que definía mi postura ideológica con más claridad. Por ejemplo, en Barcelona, hice una exposición alrededor del mito de Supermán, intentaba hacer una confrontación directa con las ideas de la izquierda, la protesta social, la lucha por las libertades… Pienso que la obra del artista es su manera de comprometerse con el mundo frente a la debacle que nos rodea.
Dentro de mi pintura he pasado por momentos de denuncias concretas, aunque ahora pienso de otro modo.

-P: Y en ese sentido, ¿qué piensas que es más productivo para la obra de un artista, un mundo tan convulso y lleno de desequilibrios como el que nos encontramos o un planeta más tranquilo?.
-R: Los estudios de los artistas son los refugios en los que uno se parapeta. En mi estudio me siento protegido del exterior, y actúo de la única manera que sé: con los pinceles. Yo entiendo el estudio como algo vivo, muy diferente a otros que he visto en casas de amigos pintores, con sitios muy ordenados, con apenas algún cuadro. Me interesa lo que ocurre en el exterior, pero soy mucho menos radical que era antes.
De todos modos en mi pintura es difícil encontrar rastro de una mayor tranquilidad o intranquilidad.

-P: ¿Qué es lo que lleva a que un pintor se consagre y otros, a veces con tanta valía o más no lo hagan?
-R: Yo creo que existe un porcentaje muy importante de suerte. La suerte es fundamental en un artista. Se puede estar pintando durante mucho tiempo y que no ocurra nada, o de repente que se cruce en tu camino un galerista importante. Por supuesto, es definitivo la pintura, pero no lo único. En un momento de tu vida te puedes plantear como meta la fama, el hecho de que tu pintura alcance alguna vez rango de universal pero, cuando avanzas, lo único que te interesa es pintar. En estos momentos de mi carrera, con tanta obra a mi espalda, lo único que me importa es dedicar mi tiempo a seguir pintando.

-P: ¿Es fácil vivir de la pintura en estos momentos?
-R: Si hablamos del mercado murciano, aquí los artistas que trabajan venden a un grupo reducido de clientes, siempre los mismos. En ese sentido está saturado. Pero muchos tenemos nuestras galerías fuera, exponemos en otros lugares. Mi generación ha sufrido mucho las consecuencias de no salir de esta tierra, quienes no han salido lo han pasado mal.

-P: ¿Las instituciones deberían intervenir más en este sentido?
-R: Las instituciones deben ser conscientes de que su labor es importante para promocionar a los artistas. Hemos tenido administradores que no han sabido defender nuestra cultura ni a nuestros artistas. Ahora, después 25 o 30 años seguimos en lo mismo. Sí que existen algunas galerías que se preocupan de sacar fuera a nuestros artistas, pero este debería ser también un problema de nuestra administración. La ayuda desde la administración puede contribuir a difundir su obra, a revalorizarla… y en ese sentido no la hemos tenido.
En mi generación había pintores como Garza, Silva, Albacete, Barnuevo, Matínez Mengual.
También hay que reconocer que existen iniciativas interesantes. A mí particularmente me ha ayudado mucho las colaboraciones que he realizado con la editorial Ahora como La divina comedia, una obra desconocida sobre Balzac. Eso ha revitalizado el mundo de la serigrafía y del libro, que considero que estaba bastante parado.