Dispongamos precisión comunicativa

Seamos precisos en la balanza de la comunicación, y aderecemos el proceso con gusto y complacencia. Versionemos la realidad para darle un poco de color, de ritmo, de salsa que nos invite a entendernos con pasión, con gustos de suprema factura, con nuevas plantas con las que poder erigir lo que nos interesa y construye como sociedad. No dejemos lo bueno atrás, y procuremos dar con otros elementos de cuño flamante y fructífero. Nos debemos preparar para saber guardar lo que nos interesa. Hemos de afrontar con total sanidad, con brillante salubridad, lo que ha de ser coparticipado en sociedad.

 

Viajemos con el afán de dar con las claves de unas relaciones que han de moverse con unas ciertas garantías. Sigamos consejos con las actitudes más rutilantes, más sinceras, las más bondadosas. No ultimemos los procesos con operaciones de laboratorio y juguemos a arriesgar un poco. Creamos. Merecemos otro tipo de objetivos, unos quehaceres más constructivos.
Hemos abandonado la sed con un criterio de ansias recíprocas que nos han de poner en los trasiegos de unas lecciones con las que hemos de edificar la estructura más sólida. Comuniquemos cada vez que podamos: aprenderemos, eliminaremos entuertos y haremos favores relacionales que nos consolidarán en nuestras naturalezas humanas. No aceptemos la muerte en vida con las incomunicaciones que nos entretienen sin que demos pasos de verdad.
Los cánticos de aquellas edades mozas han de transformarse desde la experiencia en una mudanza que avance, que nos tonifique. Hemos de sentir como propias todas las iniciativas que nos previenen y nos desarrollan aspectos que creíamos olvidados, desconocidos o imposibles. Ponernos en marcha es vivir un poco más. No es necesario apretar el acelerador. Tan sólo hay que sacar provecho a cuanto sucede desde una óptica de crecimiento pausado y sin ansias de dar con logros superficiales. Hemos de salir del hastío. El crecimiento intelectual ayuda en el avance tonificador de lo físico.
Simpaticemos con lo que nos regala el destino, que tiene mucho de caprichoso, y también mucho de mimetismo respecto de lo que le hemos sembrado. No esperemos, aunque ocurra casualmente, lo que no hemos perseguido con ahínco y fortaleza. Cuando las cosas no salgan, cuando no sean como deseamos, comuniquemos para dar con los vectores y caras que justifican muchos derroches de energía que, pase lo que pase, nunca está mal utilizada si nos mueve la buena intención. Dejemos las líneas de comunicación libres. Al otro lado, siempre al otro lado, hay mucho que decir y escuchar. Dispongamos con precisión y pausadamente. La sensatez y el sentido común han de mostrarnos las actitudes con las que movernos cada día, y cada día seremos más personas.