Crecer en lo objetivo y subjetivo

Juan TOMÁS FRUTOS

Es bueno que de vez en cuando miremos en los reflejos de quienes nos aprecian y que, por ello, nos regalan una senda por la que transitar con las más nobles ocurrencias. Los principios, los intermedios y los finales han de venir de los soportes de quienes contemplamos desde el afán del máximo aprendizaje.En consecuencia, admiro tu ejemplo. Te observo. Respiras fuerte. Notas que la vida te invade. El tono positivo siempre nos lleva por doquier: lo sabes. Repartes lo mejor de ti. El estilo es perfecto. Ganas en la noche que libera.
El inicio propone avances. Los cambios normalmente nos alzan: lo compruebas. Haces caso de tu corazón, que te lleva por los límites de la mente. Hemos propuesto objetivos flamantes.

Adelantas el paso. Nos oteamos. Hay un contacto que nos insiste con melodías de amor. Nos mostramos con la voluntad de un entendimiento que nos distingue. Es la pasión la que te traslada. Te dejas guiar.

Rescatas los conceptos que consideras parte de la plenitud. Te despliegas hacia el mar de sensaciones que predicen mejorías constantes.

Resumes, en tu arte, en tu estampa, en tu salutación, en los estadios que recorres, en tu pundonor, en tus espacios, en lo que elucubras y cumples, todo cuanto fue durante años de historia. Eres un exponente para tus ancestros, y, en ese sentido, representas una alta responsabilidad.

Acudes a la llamada de tu interior con la vehemencia más entregada. Nos hemos entendido con lealtades que nos mantendrán en la disposición total.

Eres el refrendo de aquello por lo que apostamos con memoria, con valentía, con ese perfume que nos engancha a lo más preciado. Nos reforzamos en el papel primordial que juegas, que es exponente de seguridad y de estimación del futuro.

Lideras los itinerarios por los que aprendemos tanto y tan bien. Influyes. Nos despejamos con las claves que nos reiteran y subrayan lo que fuimos y lo que volveremos a ser. Eres puro encanto. Gracias por la sencillez que enuncias.