Disponer y aplicar la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Apliquemos los remedios que nos parecen necesarios para abonar ese campo donde hemos de consolidar los buenos procesos. No neguemos las evidencias con unas sintonías que se pueden quedar en la puerta de atrás, sin visita alguna.

Apostemos por la resolución de algunos conflictos, y pongamos toda la carne en el asador para ver las consultas de expresiones singulares. Tengamos la fiesta en paz, y seamos leales a nosotros mismos. Nos hemos de prevenir con claros ejemplos de bondad. Demos todas las valentías posibles con unos usos de prestaciones periódicas. Nos hemos de unir a la gran verdad. Supongamos todo aquello de lo que somos capaces en una alternancia de presentaciones con imaginaciones y superaciones de todo cuanto nos oferta pensamientos en el puro vacío que nos descontrola. No esperemos que las cosas sean. Los afectos nos han de rodear con unas consideraciones que nos han de reunir en las ágoras de las experiencias en positivo, que hemos de desarrollar. Lo que nos pareció poco puede que ahora sea importante, o puede que haya sucedido al revés. Lo que cuenta es que intentemos esas transformaciones que nos han de conformar con realizaciones permanentes. Hemos de implicarnos de raíz, como si el mundo y sus recursos se agotaran, de modo que sanemos con esfuerzo y cariño cualquier problema que pueda surgir. Los despertares de otras etapas nos han de aliviar en los tránsitos de una apatía a otra. No dejemos que las secuelas de otros fracasos nos detengan. Los equívocos han de utilizarse para que no vuelvan a suceder. Las disposiciones de ánimo son cruciales para que los tropiezos se superen. Comuniquemos los errores como base para que no se repitan. Los grados también han de tenerse presentes. Insistamos en los momentos buenos, que existen, que se dan, y que, a menudo, pasan desapercibidos como si no tuvieran valor. Los malos parecen levantar más polvaredas, y eso no es de recibo. Apliquemos todas las fuerzas posibles para sobreponernos a los envites de la existencia, y tengamos a bien los considerandos que nos hacen aletear sin que nos demos por vencidos. Demos la vuelta a lo que nos sucede cuando no sea tan agradable como deseamos. La idea siempre es ir sumando con la comunicación, que hemos de disponer y aplicar.

La Universidad de Murcia adopta medidas para paliar los efectos de los terremotos de Lorca

Consejo Gobierno Lorca 1
Foto de Luis Urbina

El Consejo de Gobierno de la Universidad de Murcia se ha celebrado hoy en el campus de Lorca en solidaridad con los damnificados por los terremotos del día 11, sesión en la que se ha dado cuenta de las actividades puestas en marcha para contribuir a la reparación de los daños y colaborar con las demandas de los afectados.

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El profesor Vicente Vicente Ortega, elegido director del Instituto de Investigación en Envejecimiento

Vicente Vicente Ortega

El catedrático de Anatomía Patológica Vicente Vicente Ortega dirigirá el Instituto Universitario de Investigación en Envejecimiento (IUIE) de la Universidad de Murcia, tras las elecciones celebradas recientemente en el centro.

Completan el equipo directivo la secretaria María Ángeles Abad Mateo y los subdirectores Miguel Alcaraz Baños, Ignacio Martínez-González Moro, Juan Benito Martínez, Miroljub Popovic, María Trinidad Herrero y Pedro Sánchez Vera.

El objetivo fundamental del Instituto es el estudio del proceso de envejecimiento para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

https://www.um.es/iuie

Antonio Altarriba, Premio Nacional de Cómic 2010: “Todavía no se ha calibrado el alcance de los tebeos y su influencia en nuestra manera de ver el mundo”

Portada de la novela gráfica "El arte de volar"
Portada de

 

“Espero que Comicum sea la vía para que los estudios sobre cómic se asienten de manera estable en Murcia”

Cuando, a comienzos de los años 60, tras salir del colegio, era acompañado por su amigo Sarrablo, Antonio Altarriba se aseguraba de que el relato que había ido contándole por el camino quedase en el punto más álgido de la narración para asegurarse de nuevo su compañía al día siguiente. Así surgió la vocación de Altarriba, que confiesa haber vivido siempre “entre absorto y abducido por la ficción”. De esta forma le quedó claro que escribía para que lo quisieran.

Para este escritor todoterreno, lo de menos es el medio, lo importante es tener la oportunidad de comunicarse con los demás. Cuentos y novelas, ensayos publicados en prensa y hasta guionista de fotografías, todos los soportes valen para que Altarriba exprese sus sentimientos o se pierda por los laberintos de esa ficción que le apasionó desde pequeño leyendo a Homero, Stendhal, Balzac, Hugo, Flaubert o Proust, unos escritores que sembraron el mundo de la palabra en su alma de escritor.  Sigue leyendo Antonio Altarriba, Premio Nacional de Cómic 2010: “Todavía no se ha calibrado el alcance de los tebeos y su influencia en nuestra manera de ver el mundo”

Poder con comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Vivamos con pasión cada día, y cada día procuremos estar más y mejor comunicados. Los procesos han de tener ida y vuelta. No alentemos los fines que nos dejan sin el guiso didáctico y el condimento más nutritivo. Sintamos las emociones de un destino que nos ha de equilibrar el puro universo que nos cubre de experiencias.

No destaquemos lo incomprensible, y actuemos con las razones destacadas por doquier, procurando ser nosotros mismos en las eras en las que contrastar ha de ser la virtud mejor llevada. No alcemos las voces, que se distorsionan. No separemos unas cuestiones fundamentales de otras y tratemos de juntar todo lo que nos sucede para tener una visión global y no desmenuzada en exceso. Las obligaciones han de permitir experiencias con las que nos alejemos de las virtudes que no lo son. No vendamos humos enrevesados y tóxicos, y procuremos avanzar sin prisa hasta el final del mismo universo. Juremos espacios que compartir. Contrastemos los pronósticos, que hay más de uno, y más de dos. No consolidemos espacios que no somos capaces de ver detrás de una esquina que no está donde nos gustaría. Hablemos, y seamos en el trámite. Hemos de corresponder en las nimias sentencias que nos asaltan con sus vocaciones tardías. Nos debemos al universo, a lo que somos, a lo que nos ha de distraer con emociones de todo género. Brindemos a ese Sol y a esa Luna que nos despierta con los objetivos subrayados en sus postes más sólidos. Aprendamos del otro sin pedir ni esperar nada a cambio. La existencia, su devenir, sus designios, nos dejan, antes o después, donde toca, porque toca. No ha de impresionarnos todo, pero sí ha de gestionarse ese factor sorpresa que nos aboque a un aprendizaje descollante y repetido. Hemos de poder con información, comunicando.

La Universidad de Murcia colaborará en un proyecto de Biología con una universidad de Chiapas (México)

VISITA CHIAPAS2

Foto de Juanchi López

Una representación de la Universidad de Ciencias y Artes del Estado mexicano de Chiapas ha sido recibida por el rector de la Universidad de Murcia, José Antonio Cobacho, en una visita que tiene por objeto fortalecer las relaciones entre las facultades de Biología de ambas instituciones.

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La Universidad de Murcia presenta el vehículo con el que competirá en la maratón de coches ecológicos

FUSANG

Foto de Luis Urbina

La Universidad de Murcia ha presentado en la Facultad de Química el vehículo solar, llamado “Fusang 2”, con el que participará en la prestigiosa competición internacional Shell Eco-marathon, en la que se darán cita los días 26 a 28 de mayo en Lausitz (Alemania) más de 200 equipos europeos.

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Conversiones y comunicaciones

Juan Tomás Frutos

 

Consintamos en los pronósticos con unas voluntades de ciencias que nos han de agradecer lo querido. Situemos los espacios para darnos unas diversiones que nos compelen a estar en las señales que nos indican qué hacer. La vida es. Nos resolvemos con expresiones que nos dibujan simulaciones que nos destacan las diversiones de otros instantes.

Nos fijamos con volúmenes que nos rompen con unas estructuras que nos golpean con unas vicisitudes que nos colman de sentimientos profundos. No hemos brindado recortes que nos provocan con unas prestaciones de únicas referencias. No hemos establecido con las certezas que nos procuran superar algunos de los desencuentros que suscitan pensamientos de elucubraciones variopintas. No separemos los motores de los impulsos que nos vienen con inercias que nos recuerdan hacia dónde ir. Hemos topado con las palabras que nos recrean los espacios. Veremos en otras etapas con velas que nos encenderán las existencias. Salvemos los obstáculos que vayan surgiendo, y digamos lo que es posible con esperanzas destacables. No prediquemos con otros ejemplos no “entendibles”. Nos debemos alentar. La existencia nos regala convenciones con unas claridades sin suposiciones. Nos queremos con opciones que nos han de consentir con unos esfuerzos de caricias dificultosas que implican un universal que suma. Las defensas mejores nos vienen de esas llaves que subrayan el futuro, en el que creemos con las iniciativas cotidianas. Logremos ser un equipo con conversiones y comunicaciones. Las loas no son suficientes. Esperamos resultados.

Comunicaciones bien encauzadas

Juan Tomás Frutos

 

Estamos en misión, buscando la paz, la concordia, las emociones que nos junten sin que haya sombras de dudas. Aficionemos nuestros cuerpos a las sensaciones de una jovialidad añadida al día a día, con fórmulas de compartimentos no estancos. Hemos de aclarar las ideas cada vez que podamos con la ayuda de todos los demás, a los que hemos de rogar su participación.

Sigamos las estelas de algunos caminos no marcados de los que hemos de aprender a navegar en cooperación cercana. Nos debemos a la mansedumbre y a esas conquistas que no han de adquirir compromisos. Nos hemos de arrogar espacios con los que aumentar las esperanzas de unas vidas que nos deben plantear el día a día con una gratitud enorme. No permitamos que el destino sea caprichoso, no en exceso. Acudamos a ver, a tocar esa perfección que nos ubica donde todo es. Las existencias nos ofertan conclusiones y consecuencias de amistades que han de ser tan cercanas como la vida misma. No ofrezcamos simulaciones que no conducen a parte alguna, y seamos con la serenidad que nos aproxima a las migas de las cuestiones que nos atañen e importan. Vayamos a tomar en consideración las explicaciones de una era que nos ha de impulsar con unos anhelos conformados y geniales. No turbemos las atenciones de quienes creen en las verdades con bondades sumadas de par en par. Nos debemos pedir consolidaciones de unos espacios que han de acordonar los propios vacíos para que no sean tales. Las comunicaciones bien encauzadas nos deben permitir unos tránsitos maravillosos con afanes consentidos, únicos, llegados con mucha paz, con toda la paz universal. Los éxitos están ahí, si los queremos ver.

El vuelo de la poesía de Luis Alberto Cuenca

Juan Tomás Frutos

 

Los poetas son gentes excepcionales. Esta aseveración se cumple en el caso que nos ocupa. Luis Alberto de Cuenca sabe, como buen escribidor que es de versos, de pájaros y de mensajeros, de ausencias, de amores oscuros, de rosas, de hachas, de cuentas pendientes…, de todo, como muchos mortales, pero, viviendo, quizá, como todos, no se expresa como todos. A las pruebas, que son sus poemas, nos podemos remitir.

Sesenta años lleva contando lo que ve, incluso antes de saber contarlo, antes de llegar a la filología clásica y moderna, antes de anticiparse a sus tiempos y a sus formaciones, a sus gentes. Los que tienen visión del  porvenir y de la vida antes de vivirla, en paralelo a su discurrir, acaban mostrando unas dotes singulares para significar cuanto les acontece. La escuela, la existencia, la sociedad, el amor, el desierto de los sentimientos, lo imposible, y más, mucho más: todo acude a sus escritos, a sus citas literarias con los asuntos cruciales del ser humano. Así, aparece en los encuentros verbales más vitales como él mismo, como poeta, como sabedor del valor de las palabras. Por eso se ha ganado la vida como traductor y ensayista. Arrima los significados a los significantes como pocos conocen. La sabiduría sí le ha hecho sabio a este escribidor que dice adiós a la chica de las mil caras, y a la que quizás aún persigue. Siempre sorprende. Por eso atrae. Lo hace con unos vocablos que, en su interrelación, suponen unos méritos difíciles de catalogar. Pocos como Luis Alberto saben referir tanto con tan poco, con unas cuantas palabras. Vean la muestra siguiente, que hallamos en el frontispicio de su portal: Dedicatoria La tierra estaba seca. No había ríos ni fuentes. Y brotó de tus ojos el agua, toda el agua. (Se nota que este poema le gusta al poeta, porque lo destaca cuando habla de su obra). Los ojos de este poeta son como los pétalos de luz de su amada, que miran, que ven más allá, que envuelven con ternura sentidos y sentimientos de gozo y de agonía, de soledad y de serenidad por tenerlos, en un momento determinado, cerca, aunque no siempre sucede. Es, por la interpretación que aquí hacemos, una comunicación de ida y de vuelta, de placeres concéntricos que no siempre se observan, que no se admiten en paz, pues el amor es conflicto, como bien nos destaca en sus versos. Unas veces se gana y otras se pierde. La existencia es de esta guisa, inevitablemente. Nuestro autor se siente un rey destronado, y no le importa, pues vive a caballo de muchas leguas de distancia, de muchas vicisitudes, aprestándose a cambios que le hacen madurar al ritmo de las emociones, unas veces triunfadoras, y otras no tan reparadoras. Ir de ronda es, para él, alumbrar el destino incierto con palabras, intentando conocer ropas interiores de un verde esperanza.  Como todos, a menudo se mueve con las alas rotas, pero sabe que, antes o después, se da, damos, con alguien que ilumina la noche y la llena de esperanza y de ternura. Hay talento en su obra, por supuesto; y hay una inteligencia sutil y fina que ha sido premiada en más de una ocasión. Es normal que haya sido así. Luis Alberto de Cuenca ha obtenido numerosos galardones y reconocimientos, como el prestigioso Premio de la Crítica, gracias a su obra “La caja de plata”, que data del año 1985. Es un poemario tan singular como maravilloso. También sabe descifrar de manera excepcional la poesía en otras lenguas, y de ahí algunos merecimientos añadidos a su extenso currículum, que podemos consultar en muchas páginas de Internet que repasan su extensa trayectoria, entre ellas wikipedia y su propio portal. A estas fuentes nos remitimos.
Hay, en él, intensos escritos, otros que dan cuenta de lo que experimenta, de lo que fue y de lo que es. Ha laborado mucho, sí, pero ha sido y es exigente con lo que realiza, con lo que obtiene y saca de su interior. No se desnuda así como así ante su audiencia. Por ello, para ello, ha sido muy selectivo a la hora de baremar y de mostrar lo que ha considerado más hermoso. En su web, él destaca lo que considera más deslumbrante de de su obra poética. De este modo, cita, entre lo más relevante de su quehacer literario, “Los retratos”, escrito en 1971, “Elsinore”, publicado en  1972, “Scholia”, de 1978, “Necrofilia”, de un año muy interesante para él, como es 1983, “El otro sueño”, que conocimos en 1987, y “El hacha y la rosa”, un poemario que data de 1993.
Una de sus obras más recientes es “Sin miedo ni esperanza”, donde recoge, en seis partes, sesenta poemas escritos entre los años 1996 y 2002. Se nota, en este último caso, que su poesía ha evolucionado hacia un estadio mucho más seguro y maduro.  El sabor es otro, más implementado, firme y sereno. Las contradicciones y controversias de la vida se resumen en algunas etapas, y es bueno que suceda de esta forma. Creemos que es el caso que nos ocupa, pues el escritor va incrementado su potencia y sus devociones literarias con una enorme maestría.
Si repasamos sus poemas, en los esbozados trayectos literarios principales (a través de las obras referenciadas), vemos que los temas de la soledad, del amor, de los encuentros y desencuentros, de la amistad, del futuro, del presente, del pasado… devoran sus sienes y su corazón hasta el punto de hallar la frescura de un sentimiento a flor de piel que nos encumbra, que nos conmueve, que nos aligera el equipaje, para, como el autor que aquí descuella, dar con las claves existenciales, tan difíciles de desmenuzar. Es una persona excepcional.
Un poeta de altos vuelos Ponderar una existencia no es sencillo, sobre todo cuando se trata de conocer lo mejor de cuanto ha brindado un escritor de fama y éxito. Con Cuenca tenemos suerte, y nos podemos topar con una compilación maravillosa. Gustó en su momento de aglutinar sus poemarios, y el resultado ha sido inconmensurable. De esta guisa, si queremos conocer su poesía completa hasta 1996, la podemos encontrar en “Los mundos y los días”, un título tan intenso como su propia vida personal y literaria. Hay una profunda huella espiritual aquí, bañada por el amor en sus diversas facciones, vertientes y perfiles. Aparece aquí un resumen de su ideario, de su técnica, de sus fricciones, de sus encuentros, de lo que es y de lo que no es, al menos para él. El universo gira en torno a las jornadas diarias que se plasman en multitud de análisis, en interpretaciones, en sentimientos, en raciocinio, en lo real, en lo imaginario… Todo eso se palpa de modo singular en los poemas de un escritor que destaca por su cultura y por su técnica, tan sumamente estética. Es, como podríamos definirlo, un poeta de altos vuelos. Leer a Cuenca es volver a esas esencias en las que la sencillez nos hace ser más nosotros mismos. Nos adueñamos de las experiencias pretéritas con su poesía, y hacemos propio aquello que es por designación divina, sentimental, por el azar mismo. Nos engatusamos en sus diestras experiencias gracias a las venerables causas que nos comunican sus intereses con las vertientes de unos sucesos experimentados, revividos quizá, gracias, en este caso, a Luis Alberto, y en él somos fe y confianza. Como venimos reiterando, hemos conocido mucho mediante sus vocablos, donde nos reconocemos con timidez, con un brillo sereno, como su misma gracia, transmitida con el simple saber de una energía que hacemos linda, conmutativa y versátil. Puede que sus versos sean tan idílicos que se conviertan en ese fuego del que nos habla, de ese fuego que funde nieves y metales duros. No quiere vivir, Luis Alberto, un duelo eterno que nos nuble la fe y las convicciones por un cambio mayor o menor. Hemos de adiestrarnos en las fuentes de un ardor que han de converger en ese anhelo de plenitud que recorre las venas del poeta. No siempre se da, o incluso puede que sea efímeramente, pero lo importante es que, cuando se persiguen unos objetivos y unas realidades con ganas de cambio, el milagro, de algún modo, sucede; y, entonces, el poeta, por un tiempo rápido, transitorio y fugaz, lo es más que nunca. Sí, lo es Luis Alberto de Cuenca, con sabores que nos nutren el alma y el raciocinio. Así nos lo cuenta en sus obras, que, como en él, nos regalan unas hermosas ideas en constantes y evolutivas encrucijadas, siempre en majestuoso vuelo.

UNIVERSIDAD DE MURCIA