Reverdece Miguel Espinosa (Inevitable acordarme de Pepe Martínez, maestro de la reflexión humanista, que, además, profesó amistad buena a los que son amigos del trabajo por comprender lo humano)

 

 

Y lo hace para todos los murcianos, y españoles, y ciudadanos del mundo, como acontece con cualquier rebrote de la creatividad hacia lo excelente y perfecto.

El hecho de que yo me atreva a escribir en nuestra prensa o en nuestros medios cibernéticos de comunicación que, por ejemplo, un pensador y escritor rebrota “para todos los ciudadanos del mundo”, para los millones de almas que poblamos nuestra Tierra, me recuerda lo que decía Vicente Aleixandre, que él escribía sus poemas incluso para aquellos que nunca iban a leerlos. Hermosa, emocional pirueta de la eternal querencia de los grandes creadores.

Pues así me siento yo, no por lo de gran creador, sino por atreverme a aventurar que el renacimiento de Miguel Espinosa es noticia que copará la voluntad de todos los murcianos, y españoles, y ciudadanos del mundo. Leerán la prensa o estas páginas, o no las leerán, es lo mismo, pues el grande escritor, a pesar de los que nunca vayan a saberlo, de nuevo está, y está en nuestras manos, en los escaparates y estantes de nuestras librerías, en los anaqueles de las físicas o etéreas bibliotecas, y en las aulas de nuestros institutos y universidades, pidiéndonos que todos, sólo por ser existentes en los años en curso, demos lugar a compaginar nuestras vidas con su hacer supremo en el Lenguaje; que demos opción a que nuestros corazones “devengan” humus de fertilidad rebullente y aquilatada para sus inmensos y titánicos esfuerzos por allegarnos, por abocarnos la precisión máxima de la palabra, que en él era reflexión continua, como corresponde a un gran maestro.

Pero, y a todo esto ¿cuál es el “suceso” que así debe reclamarnos?

Para ser descrito, muy sencillo, pero muy hondo humanísticamente hablando (¿qué es eso del Humanismo?; ¿y lo de la Creativa Condición Humana, en cuanto contrapuesta, pongamos hoy por caso, a nuestra capacidad para descrear asesinando, para hacer desaparecer del vivir a personas que están junto a nosotros y que no cuentan con que sus cabezas y masas cerebrales sean espachurradas por fanáticas “querencias” ideológico-políticas?).

Una editorial, Alfaguara, ha lanzado dos ediciones nuevas de dos obras de Espinosa. Dos obras …, ¡ simultáneamente dos libros !!. No a modo de obras completas, no. Son dos libros distintos, mas puestos en nuestras manos al mismo tiempo (los dineros de la Cultura no deberían acostumbrarnos a estas cadencias de “ hechos” tales). Y, además, ¡ preciosos !!; dignos de ser acariciados, como le oíamos decir a Miguel cuando de libros en estado puro hablaba: ‘lo primero que hay que hacer con un libro es acariciarlo'; un libro debe dejarse acariciar.

Pues a este gozoso doble homenaje que Alfaguara acaba de hacer a la generosidad de nuestro Miguel es a lo que veníamos refiriéndonos.

Ahora toca leerlos; o releerlos, según, y sea de ello que lo pueda ser, cualquiera se dará cuenta al abrirlos de que la mesura de la letra, de las palabras y de la configuración de las líneas es acertadísima, por adecuada al modo de percibir y descodificar de nuestro sentido de la visión, y que, por tanto, facilitará nuestra capacidad de comprensión y gozo.

Enhorabuena y muchas gracias a todos los que hayan intervenido en esta nueva puesta en vida. La reseña de nombres suponemos que la encabezará su hijo, Juan Espinosa.

Los títulos son: Escuela de mandarines y La fea burguesía , con sus pastas sosegantes –aunque estimulantes a la vez- en límpido color azul, sobre las que campan sendas ilustraciones en B/N de Valentín Hugo, 1932 y Alberto Durero, 1504, respectivamente. (Sosiegan, mas, al mismo tiempo, acometen).

¿Pudieran ser ambas gracias de la belleza y de la verdad ‘melosa pasa arrugada que, al cruzarnos con ellas en los caminos de este otoño, nos fuesen destilando ambrosía al corazón, en forma de mosto y de elaborado arrope quasi eterno’?; (parafraseado de un soneto: “Está mi corazón, que ya envejece …” , Poesías completas, pág.: 330), de su buen amigo, y también mágico y titánico escritor como él, Francisco Sánchez Bautista, de cuyos azules y octogenarios ojos para poemas nuevos –ahora son de amor- aún gozamos.).