Una alumna del Máster en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional gana el II Premio Idea Responsable de la Universidad de Murcia

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Emma Egea Fernández del Pino, estudiante del Máster Universitario en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional de la Universidad de Murcia, ha conseguido el II Premio Idea Responsable, que convoca la Cátedra de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de la institución docente.

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Demuestra lo que sabes en las Olimpiadas

Varios centenares de estudiantes de Secundaria de la Región de Murcia han participado en las Olimpiadas de disciplinas como Matemáticas, Física, Química, Biología o Geología.

En esta ocasión hablamos de la experiencia con los protagonistas, ellos cuentan cómo fueron las pruebas y demuestran que lo que se pretende con estas jornadas es que los alumnos pongan en práctica sus conocimientos.

Demuestra lo que sabes en las Olimpiadas

 

Prestemos atención

Juan Tomás Frutos

 

Hemos de aspirar esas buenas sensaciones que nos han de insuflar fuerzas para mantener lo mejor de cada cual, esto es, el cariño, la amistad, el amor, los buenos dones compartidos desde la empatía y el aprendizaje del otro y con el otro.

 

Posibilitemos la realidad con diferencias, con aspectos críticos, con ansias de libertad, con palabras que no suenen a hueco. Nos hemos de permitir estar con una voluntad de querencias y de respetos cargados de admiraciones.

 

Tomemos nota del destino, de cuanto hallamos, de lo que hacemos, de nuestras capacidades, y abundemos en los pronósticos con unas aventuras dadas a la fantasía y a la hermosura. Ilusionemos el día a día con trechos y tránsitos hacia el mar de la creencia en el futuro.

 

Cuajemos esas faenas que han de cargarse de buenos números con los que abundar en las experiencias, pero sabiendo que lo importante, que lo más relevante, es la persona, el carácter humano que tenemos y que hemos de potenciar durante toda la vida.

 

Concluyamos con diversiones, con entretenimientos, sabiendo que el ocio puede compensar y equilibrar lo cotidiano. Hagamos caso, prestemos atención, a nuestro interior y a las miradas de nuestros convecinos, de los niños, de los mayores, de quienes andan todos los días en pos de una mejora social. De ellos, como de muchos otros, podemos aprender mucho, muchísimo.

Entregan las acreditaciones a los alumnos de Secundaria del Máster Universitario en Mediación

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Los alumnos de Secundaria participantes en el programa de prácticas del Máster Universitario en Mediación de la Universidad de Murcia recibieron hoy sus acreditaciones en un acto organizado en la institución docente.

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La Facultad de Ciencias del Deporte gana la XXXV edición del Trofeo Rector de la Universidad de Murcia

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La Facultad de Ciencias del Deporte ha sido la ganadora del XXXV Trofeo Rector de la Universidad de Murcia, al cosechar alumnos de este centro el mayor número de medallas en las distintas modalidades de este Torneo, cuya entrega de premios se ha celebrado hoy en el campus de Espinardo.

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Desde una consideración humana

Juan Tomás Frutos

 

Nos hemos convertido en números. Los hay por doquier. Están bien, y son necesarios, para definir determinadas cuestiones racionales de una manera rápida, pero, tal y como evoluciona el mundo con la globalización, todo parece indicar que nos hemos convertido de manera excesiva en estadísticas, en cifras, con las que ofrecer a los poderes políticos, económicos, comerciales, financieros, sociales, etc., una determinada perspectiva.

Contamos con números que indican direcciones, pertenencias a empresas, para cotizar, para determinadas vinculaciones bancarias, para expresar ganancias o deudas, para caracterizar nuestro coche, para saber lo que producimos, lo que andamos, lo que conseguimos, lo que perdemos, lo que somos, los años que tenemos, lo que valen nuestros atuendos, lo que consumimos diariamente, etc. Todo tiene vinculación a un número, y éste refleja nuestro potencial, nuestro poderío, nuestra autoridad, nuestra vigencia, si fuera el caso, nuestras motivaciones y/o opciones…

Hay números por todas partes, para poner a los días, a los meses, a los años, a los que nos rodean, a los kilómetros de las carreteras por las que circulamos y en los domicilios a los que vamos. La cultura del número y de la matemática, muy práctica y útil para ganar tiempo y poder referenciar lo que realizamos, puede esclavizarnos y, de hecho, lo hace cuando no somos capaces de pagar facturas, cuando la crisis nos manda a la calle, cuando nos quedamos sin bienes materiales. Ahí, en ese instante, notamos que somos más números que nunca, pues no importa que el bien que perdemos sea esencial o no. No es lo mismo quedarnos sin teléfono, que es prescindible (algunos abrirán interrogantes aquí), que quedarnos sin casa, o sin desayuno, o sin poder pagar el alquiler o la ropa con la que vestimos.

Los números dicen qué tipos de ciudadanos somos, más allá incluso de nuestra cultura o actitud. Dicen si poseemos algo o no, esto es, subrayan nuestro grado de riqueza o de pobreza, y muchos confunden eso con ser o no ser. Lo que podría ser una ayuda, esto es, tener cifras para aproximarnos a la realidad, se confunde con la realidad misma, y así no hay manera de afrontar, incluso desde el plano subjetivo, coyunturas complejas como las que vive la sociedad hoy en día.

Vemos los datos que dan las máquinas, las que venden, las que expenden, las que nos prestan el dinero, las que nos dan lo que es nuestro, las que bareman nuestra productividad, las que atesoran lo que fuimos o pudimos ser, las que cuentan lo que albergamos en todos los ámbitos, a veces creyendo saber más que nosotros mismos sobre nosotros mismos. Los números son así. No entienden el universo de otro modo. Para eso fueron creados.

Por eso precisamente debemos ser nosotros, hombres y mujeres de este mundo, los que cambiemos esa vocación que hemos conformado por hábitos mal adquiridos. Los números, como los hechos, tozudos ellos, precisan de su contextualización, de sus elementos colaterales o principales. Hemos de contar las historias con todos los matices que sirvieron de influencia. Ésa es la razón por la que en los juicios, además de indagar sobre los eventos, se pregunta por su interpretación, para saber por qué ocurrieron de una determinada guisa.

En estos tiempos de una cierta oscuridad por causa de la crisis, de las crisis, por la ausencia de referencias fiables, es seguro que hemos de defender y de apoyar el lado más impresionante que tenemos, el que nos distingue, esto es, el humano, que se adereza de algo esencial en nuestra condición, la fe, la esperanza, la confianza en que las cosas pueden ocurrir y en que puedan suceder en positivo. Para que esto sea así nos hemos de ver desde el corazón, sabiendo que somos, porque lo somos, más que unos números, mucho más.

En el mismo barco

Juan Tomás Frutos

 

Nos hemos de ubicar sentimentalmente entre unidades de eternidad en lo amoroso, con relaciones que hemos de pregonar como perfectas, o, al menos, hemos de procurar que lo sean. Sentemos las bases de buenas amistades, que nos darán futuro.

 

Aprobemos los hechos que nos pueden ayudar a vivir y a ser dentro de la experiencia máxima. Nos hemos de unir a lo más sencillo con las aclaraciones que sean necesarias. Hemos de asistirnos con predicamentos nuevos en equilibrio con los históricos, que no deben fallarnos.

 

Acudamos a esos menesteres que nos hacen vivir los aspectos más nobles. No hemos de impacientarnos. Poco a poco iremos llegando donde sea preciso para que los avances sean reales, únicos, excepcionales por su factura sencilla y jovial.

 

Agrademos nuestros corazones con miradas hacia ese afán que nos puede dar un cariño suelto, probable, estimulante. Nos hemos de dejar llevar por la senda de la previsión para progresar desde la experiencia. Nos hemos de plantear transformaciones compartidas, tranquilas, con mucho amor, con todo el amor del mundo.

 

Hemos de permanecer fuertes ante las causas que nos rodean con sus maestrías y buenos augurios. Lo positivo nos ha de alentar a continuar por la senda de los universales más hermosos. Todos estamos en el mismo barco, y hemos de hacer lo posible por llegar a buen puerto.

Investigadores de la Universidad de Murcia estudian con la ecografía emocional la vinculación afectiva de los padres

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El grupo de investigación en Atención Temprana de la Universidad de Murcia estudiará mediante el uso de ecografías en 4D la vinculación afectiva de los padres a los hijos aún no nacidos.

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Alumnos de la Universidad de Murcia realizarán prácticas en empresa puntera de climatización

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La Universidad de Murcia y la empresa Climasol, Climatización y Reparación, S.L.U. han firmado un convenio para que alumnos de la institución docente puedan realizar prácticas, tanto curriculares como extracurriculares, en esta compañía.

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Amigos

Juan Tomás Frutos

 

Uno descubre, con el paso de los años, que no hay nada más importante en la vida que la salud, y, a poca distancia de ésta, se encuentra el amor. Sí, la querencia en sentido amplio, con matices, con singularidades, en función de cada persona, de cada momento, siempre teniendo en cuenta lo que podemos ofrecer cualitativamente y cuantitativamente.

Una forma de amor casi perfecta es la amistad sin tapujos, sin dobleces, sin segundas intenciones, sin poner marcos de referencia, sin condicionar al otro. Efectivamente, al igual que la amistad no conoce fronteras, tampoco las pone, salvo las lógicas de la lealtad, el decoro y el respeto con un ápice de admiración, si bien esto último sobra señalarlo, pues considero que, si el sentimiento es puro y sincero, se acompaña de los mencionados conceptos.

Porque son tan importantes, pues, los amigos, decidimos valorar a muy pocos como tales, o a muchos, según los casos, pero, en todo caso, sabemos diferenciar entre éstos y los conocidos, entre los cuales estarían muchas personas que tendrían el subtítulo de gentes con las que convivimos por razones de trabajo, de estudio, de vecindad, etc.

No es fácil hacer amigos, quizá porque nunca lo ha sido, pero ahora tenemos especialmente el valor añadido de las prisas, de las inseguridades de los modelos de relación que estamos gestando (también acelerados), de las crisis de valores que nos golpean insistentemente, de la falta de vocación que hay en las grandes concentraciones humanas por las incomodidades que éstas aglomeraciones generan…

Esos conceptos de prisas los tenemos que superar tan pronto como podamos, sobre todo para irnos a lo importante, que son las relaciones humanas. Antes o después necesitamos de los demás, de su ayuda, de su comprensión, de su empatía, de su tiempo, de su connivencia, de su serena comunión espiritual o profesional o social, como fuere. No es bueno que estemos solos ni que nos sintamos solos. Hace tiempo que lo sabemos.

Algunos andan de un lugar a otro en pos de conseguir a quien puede ser amigo o casi eso, y hay quienes laboran por el bienestar del otro sin pedir nada a cambio, y es ahí donde más tarde o más temprano se halla al prójimo, aunque no nos corresponda. Alguien lo hará. Las actitudes positivas e ilusionantes provocan más entusiasmo, aunque no siempre la cosecha se obtenga en la misma tierra que hemos cultivado.

Ciertamente hay equívocos: el errar es humano. Lo experimentamos desde bien pequeños. Hay sinsabores que nos brinda la vida en algunas relaciones sin que nos generen ningún beneficio. Es verdad. Pero no es menos verdad que hay personas maravillosas que compensan muy mucho esos ásperos momentos de los que hablo. Con lo más hermoso hemos de quedarnos siempre, porque la amistad bien entendida es belleza, jovialidad, risas, óptimos instantes, acompañamientos en los dolores, cura en las etapas más complejas, y siempre multiplicadora de la sensación de serenidad y de felicidad.

Dice el refrán que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Sabemos que es así, porque cuando no los tenemos, cuando nos fallan, cuando los perdemos, sentimos un vacío enorme que es muy complicado de llenar. Nuestro deber, nuestra obligación-voluntaria no es otra que hacer todo lo posible para que no nos falte la amistad. Lo que ella supone se advertirá en nuestra mirada.

UNIVERSIDAD DE MURCIA