Mario Vargas Llosa, una buena persona (y II)

Juan Tomás Frutos

 

Lleno de amor Mario Vargas Llosa está lleno de amor, a su manera, con una delicada interpretación, en sus diversas etapas, teniendo en cuenta la evolución propia y del entorno de un escritor catalogado, porque lo es, de excepcional. Así se manifiesta en su obra literaria, pero, fundamentalmente, el gran público lo advierte en sus artículos periodísticos, de bella factura y mucho más comprensibles que algunas de sus narraciones y ensayos, pues el lector tipo, siendo el mismo, tiene otra ubicación y otros anhelos. El tener en cuenta a la audiencia que te puede consumir es muy periodístico, pues, en sus tradicionales funciones de informar, formar y entretener, siempre se quiere llegar a un grupo de personas variado en lo individual y en sus posturas y actitudes ante la existencia humana. Hay empatía en la búsqueda de la potencial audiencia, que se ve como real.

Millones de epígrafes y de explicaciones y de alusiones aparecen en “Google”, si ponemos el nombre completo de Mario Vargas Llosa. Lo cierto es que aparece mucha información sobre sus más diversos aspectos, desde los personales hasta los netamente profesionales. Ciertamente se han escrito millones de páginas, con un sinfín de citas y de expertos que han dedicado su esfuerzo y su tiempo a conocer y a comunicar lo que saben y han aprendido sobre uno de los escritores en castellano de esta etapa contemporánea que más descuellan por sus habilidades, por su capacidad y por la admiración que han despertado. Una extensa obra Sus obras de teatro, sus novelas, sus ensayos, sus manuscritos de diversa índole, superan los 50, amén de los cientos de artículos aparecidos en Prensa con reflexiones sobre la vida  y la política de los países y de los “ambientes” que ha visitado y/o conocido.  Tanto ha escrito y tanto se ha escrito sobre Mario Vargas Llosa que forma parte del imaginario y de la realidad colectiva del Planeta Tierra. Seguro que es uno de los escritores más conocidos, y mucho más tras la concesión del Premio Nobel de Literatura en el año 2010. La lectura de sus artículos nos hace ver a un intelectual liberal, progresista, que cree en el libre mercado y en el capitalismo, con algunos retoques necesarios y correctores. Sus ideas en este campo se han llegado a enfrentar a amigos y literatos de la talla de Gabriel García Márquez.  Entre los pensamientos que descuellan en sus artículos está su activismo a favor de los más necesitados, así como su lucha contra los mediocres y aquellos que ejercen las dictaduras, sean éstas de la tipología que fueren. Busca, y se nota, la esencia de la vida y pretende despejar las incógnitas de quienes siembran dudas sin otorgar algún tipo de solución ante los problemas claros que todos padecemos en esta etapa de competencias y de “aceptación de ciertos niveles de corruptelas”. Falta pro-actividad para los cambios y mudanzas, y así lo refiere Vargas Llosa. Siempre ha defendido, este autor, el Periodismo como el mayor garante de la democracia, como instrumento para una mejor vida de las clases más desfavorecidas y para la mejora de la sociedad toda. Le gusta el debate de las ideas, la crítica sana, la búsqueda de las verdades que solidifican a las comunidades que intentan progresar en comandita. Vargas Llosa ha rechazado en todo momento el periodismo amarillista, el sensacionalista, el que no busca la verdad atendiendo al rigor y al respeto de las fuentes informativas. Asimismo, ha constatado la fortaleza del castellano, del español, de la lengua que hablan más de 500 millones de personas del planeta tierra. Con sus diferencias, con sus riquezas, forman un patrimonio que conviene preservar, y, en ese sentido, en el de la defensa de las variedades y posibilidades de lo hispano, destaca este escritor nacido en un Perú que le dio sus grandes señas de identidad, que fueron rectificadas y ratificadas con el correr de los años tras sus múltiples viajes, y, fundamentalmente, a través de su España querida. Un escritor de su tiempo Se puede apreciar a Mario como un escritor de su tiempo, conjugando lo mejor de esta etapa de tránsito que nos toca jugar: cree en lo tradicional y en lo moderno, y tiene sus debilidades respecto de la lectura y la escritura de toda la vida. Aún considera de esencial importancia el papel, en un mundo que, como tituló en uno de sus artículos, ha hecho de “la civilización un espectáculo”. Quizá haya demasiadas opiniones, muy poco estructuradas, muy poco confrontadas, con elementos de partida basados en pies de barro, a los que les falta tiempo y contrastes. Él ha puesto su granito de arena para que no sea así, para que haya una conveniente mejora. Nuestro escritor hispano-peruano se considera, más que capaz, muy disciplinado, con un sentido de esfuerzo, del sacrificio, enorme. Sabe que la voluntad es crucial para llegar donde nos propongamos. Así, hace falta, según ha ido reiterando en sus escritos periodísticos, estructurar el aprendizaje, dedicarle tiempo, aceptar las críticas, tener valentías para ejercerlas con respeto, al tiempo que se muestra partidario de ubicar una línea que separe el tipo de prensa seria de aquella que se ha convertido, de alguna manera, en una cloaca. Defiende los derechos de los ciudadanos, pero los de todos, remarcando la necesidad de una prensa libre, plural, autónoma respecto de los intereses que no son informativos. Puede que, en éste como en otros sentidos, sea una especie de Quijote culto buscando quimeras, sueños, posibilidades que no ven los mortales normales, que quizá no vemos los demás. Entre sus prioridades ha estado el aprender, el conocer, el ir de un lado para otro haciendo preguntas y dando algunas respuestas. Ha sido un intelectual que ha procurado dar su lado más honesto ejerciendo el periodismo más genuino. Su seguridad expositiva ha venido de su técnica, de su aprendizaje también, de saber de lo que habla y de lo que escribe. Sus artículos han apuntado concéntricamente en lo social, teniendo presentes los principios liberales del mercado y de la actuación política, pensando que éste, el sistema capitalista, es el menos malo para la prosperidad societaria. Ciertamente ha generado la admiración de sus escritores coetáneos, sean éstos de la ideología que fueren. Su independencia se ha notado en su verbo y en su defensa de autonomía para los medios de comunicación y para sus profesionales. No le gustan los ambientes cerrados, como los que pudo hallar en su Arequipa natal, y por eso su imaginación y sus escritos denotan una férrea disposición a favor de la libertad humana. No tiene sentido el conocimiento si no es para ser más libres. Lo ha ensalzado así durante toda su extensa etapa de escritor. El tono de su lenguaje Su tono comedido en su lenguaje oral se advierte, igualmente, en sus escritos, que buscan salir de la perplejidad que para él suponen ambientes que podrían ser libres, como los del mundo civilizado de occidente, y que luego no lo son tanto, por la dictadura que imprimen los intereses de consumo y/o de la audiencia, así como las finanzas de los medios periodísticos. Se nota una evolución en los artículos de Mario Vargas Llosa, que, poco a poco, deja a un lado tapujos inútiles para ser él mismo y no lo políticamente correcto. A pesar de las críticas recibidas de personas de fama y prestigio como Oliver Stone, es todo un ejemplo para las actuales generaciones de periodistas por su inequívoca defensa de la Libertad de Prensa. Su énfasis y su divulgación de  los llamados “Universales”, que ya recogían los grandes griegos de la Antigüedad como Aristóteles, son, por otro lado, dignos de encomio. Cree en la belleza, en la solidaridad, en los encuentros, en la hermosura compartida, en el respeto, en el conocimiento, en la paz, en la justicia, en la educación, en la cooperación… Con ellos la sociedad es otra mucho mejor. Y no sólo lo dice: lo afirma con hechos, unos hechos que continúa fraguando y consolidando cuando ya se acerca a la edad de octogenario. No le gusta la ligereza con que algunos alardean de lo que saben y de lo que dicen saber. Cree que la experiencia es un grado, como lo es la contemplación y la dosificación del empeño y del conocimiento.  Hay que saber escuchar a los otros, que también tienen sus verdades, como dice el Desiderata. Su vocación política seguramente le enseñó a valorar a sus adversarios políticos, y le añadió una pizca de humildad y de aceptación mayúscula de los demás, que han de ser tenidos en cuenta en su valía y con sus perspectivas. Juntos crecemos, y él lo ha ido viendo, y así lo ha ido plasmando en sus artículos de prensa, leídos y re-leídos por millones de personas en el mundo. Vargas Llosa escribe con pasión, con alegría, con ilusión, con madurez, con conocimiento de causas y de efectos de los eventos y acontecimientos que refleja, con positivismo, con imágenes de contrastes, con un vocabulario que es tan rico como el que contiene una enciclopedia. Además, sus escritos están estupendamente documentados, con resistencia al tiempo, pues están muy ponderados y baremados para que se puedan tener en cuenta aún con el paso de los años. Así, su visión de lo injustas que son las guerras o la pobreza son bastiones para los más progresistas, para los que creen en la idea de la superación de los problemas y de las diferencias entre los seres humanos mediante la vía del diálogo, de la conversación, de la comunicación sencilla y pura. En su rostro, incluso, advertimos lo que aquí subrayamos. Sus comienzos Mucho ha llovido desde sus primeros relatos. Aquel “El Abuelo”, que ya marcó todo un referente para la época, con su presencia, con su planteamiento, con su cercanía, a través del diario “El Comercio”, allá por la mitad de la década de los años 50, supuso un antes y un después en sus colaboraciones en Prensa, que se hicieron más asiduas, y siempre marcadas por su preocupación social, por el paso del tiempo, por el momento, por la búsqueda de la verdad, por la utilización de las fuentes informativas, etc. Ha practicado un modelo periodístico que debería ser tenido en cuenta en las Facultades de Comunicación de todo el planeta. Aparte de sus artículos periodísticos, también volcó, en el marco de la más óptima tradición literaria en Prensa, un gran número de relatos, de cuentos, de historias, como se ha hecho a lo largo de los 300 años de historia moderna del periodismo. Los primeros aparecieron aglutinados en forma de libro con el nombre genérico de “Los Jefes”, y fueron difundidos en primera instancia en El Mercurio Peruano. No abandonaría nunca esta preferencia por el soporte papel diario o periódico para trasladar sus narraciones más cortas. La política, la vida social, y los problemas del entorno, del medio ambiente en el que se mueve, aparecen en sus novelas, pero, previamente, los vemos en sus artículos, en sus cortos escritos, en los que vuelca la esencia de su vocación literaria, apegada a lo que conoce, a las gentes que le han ido enseñando cómo es la existencia. Su carrera, como ya se ha dicho, está jalonada de éxitos en todos los órdenes. Amén de los numerosos galardones literarios, tiene muchos reconocimientos en el campo universitario, y, así, ha cosechado varios doctorados honoris causa. Asimismo, tiene las más altas condecoraciones de países latinos, como es el caso de algunos hispanoamericanos, Francia, España y los EE.UU. En el ámbito periodístico no hallamos una excepción: son muchos los escritos que hablan de su buen hacer, aunque tampoco debemos desdeñar que no ha estado exento de polémicas por sus ideas neoliberales. Las confrontaciones en torno a la política de Estados como España o el Perú se han vislumbrado en sus páginas en los diarios donde ha colaborado. Lo que encontramos decidida y repetidamente es su defensa de la Democracia. Ha criticado dictaduras como la Argentina, así como algunos períodos de su país, Perú, además de algunos momentos de la situación política en México. Sus constantes declaraciones públicas y sus artículos periodísticos le han colocado en el ojo del huracán con una cierta recurrencia, pero siempre ha salido con bien. Comprometido con su tiempo Este escritor adquiere obligaciones con el momento que le ha tocado vivir. Su prestigio le llevó a defender la memoria de periodistas asesinados en el Perú y Argentina, como ya se ha glosado, lo que le granjeó la enemistad de las cúpulas militares de ambos países. Por poco, finalmente perdió las elecciones frente a Fujimori, tras las cuales, y a resultas de amenazas del nuevo presidente peruano, pidió y le dieron la nacionalidad española, país que, como bien dice Vargas Llosa, le ha dado buen parte de lo que es, desde el punto de vista personal y profesional. Tanto es así que Vargas Llosa ha confesado que considera que el Premio Nobel es un poco de España también, y de lo hispano, y de la lengua castellana, lo cual es digno de agradecer. Dicen que es de bien nacido el ser agradecido: es su caso. Lo vemos constantemente por sus alusiones y reconocimientos al pueblo español. Creemos que, sin duda, con sus cientos de artículos periodísticos se podría hacer toda una tesis doctoral. No exageramos. Tres volúmenes recogen lo que ha escrito en el período comprendido de 1962 a 1990. Aparecen con el nombre genérico de “Contra viento y marea”. Fue un tiempo muy prolífico, tras el cual todavía ha sido mucho más generador de textos. En este mismo campo, el del Periodismo, conviene que destaquemos los artículos dedicados a novelas y novelistas, a las guerras, especialmente la de Irak, a autores excepcionales como Jorge Luis Borges, a poetas y poesías, a la literatura, a la utopía… También aparecen en multitud de lenguas. Incluso en el caso del francés aparecen escritos directamente surgidos de su puño y letra. Tiene mucha habilidad, Vargas Llosa, en lo que concierne al contenido de sus relatos como al continente, y, desde luego, eso es algo que se palpa claramente. Su cercanía en los temas y en el lenguaje ha hecho que sus obras y sus ideas aparezcan en películas de extraordinaria factura, como su clásico Pantaleón y las Visitadoras, Los Cachorros o La Fiesta del Chivo. Pocos literatos pueden presumir de una obra tan excelsa y extensa y recogida, magníficamente, en el celuloide. La proximidad a la realidad social ha contribuido a ello, como se puede suponer. Sensibilidad y belleza De Vargas Llosa se ha escrito mucho. Su sensibilidad, su técnica, su belleza interior, su bondad, su gentileza y honorabilidad, su exquisita educación, su generosidad y entrega, son ejes de los artículos que dan cuenta de su ingente paso por el mundo de las letras hispanas. Se dice de él, y estimamos que es verdad, que supera las ideologías, que va mucho más allá, que no hay parangón en sus obligaciones para con la sociedad, que es entretenido y habilidoso, que es un puente entre lo moderno y lo antiguo, que tiene una enorme intuición y una inteligencia que superan todas las barreras que le quieran o puedan colocar… No es sencillo dar, en los últimos trescientos años, con alguien tan particularmente bueno como él. Sus palabras y sus frases pueden ser tan enrevesadas como simples, dependiendo de los temas y de los supuestos lectores a los que quiera enfrentarse. Su agilidad mental y sus habilidades descriptivas le llevan por derroteros que otros no han sabido explorar. Como bien señala Fernando Savater, tiene un talento único y es fiel a aquello en lo que cree. En este sentido lleva hasta el final sus convicciones, con ingenuidad y tozudez, con una capacidad de creación que le ubican en un pedestal nada común. No es fácil hallar a alguien con tantas virtudes unidas en torno a la literatura: es fino y concreto cuando quiere, y mucho más complejo cuando lo cree oportuno. Tiene la posibilidad, por su preparación, para cambiar de registros. Sabe criticar, elogiar y generar doctrina en la persecución de una cierta utilidad en sus parámetros. Se concede tiempo, pero el justo y necesario para no quedarse fuera de juego. Los conceptos en los que se mueve y con los que se anima recopilan las mejores destrezas en un territorio literario, el de los escritores del más preclaro Olimpo, que hacen de lo cotidiano algo atractivo. En sus escritos periodísticos ha criticado -ya lo hemos subrayado- la pobreza, su gestación, sus orígenes, su perpetuación y su consentimiento, al tiempo que ha tratado de combatir las coyunturas injustas y los desniveles sociales dentro y fuera de los países en los que ha vivido. También ha señalado la responsabilidad de Occidente en el mantenimiento del llamado Tercer Mundo, que se sostiene con unas dictaduras locales espantosas y en base a un sistema económico desequilibrado. No entiende por qué el hombre explota a otros hombres, por qué muere por pandemias evitables, por qué las guerras siguen, por qué los menores son utilizados como mano de obra barata… Mario Vargas Llosa cree en los universales griegos, en la comunión de lo humano, dejando atrás todo lo que representa espesura y escozor. Ante los problemas, las manipulaciones, los despropósitos y los sufrimientos, coloca la libertad de expresión y de prensa en un frontispicio, con el fin de mejorar todo cuanto sucede, aquello que nos envuelve a menudo con una sábana que parece insalvable. Entiende Vargas Llosa que el papel que deben jugar los periodistas es el de mejorar la realidad, el de convenir entre todos, el de cerrar convenios para ser más y más fuertes juntos. Cuando tiene que moverse en la ambigüedad lo hace, si bien lo realiza en escasas y raras excepciones; y, cuando tiene que afrontar con diligencia y rudeza la esfera en la que se moviliza, no tiene recato ni miedo en efectuar las denuncias y críticas que estima convenientes para cumplir con el deber de interés general y de servicio público que tiene la Prensa (y así la concibe y la fomenta). Sus claras ideas impregnan toda su obra en los medios de comunicación de masas. Afronta los problemas cotidianos Razona con seguridad ante los problemas y desventajas y se esfuerza para que la sociedad mejore e incremente la empatía más maravillosa en pos de un entendimiento y de un aprendizaje compartido y solidario. Como muchos, entiende que la política la hacen personas y que el papel lo aguanta todo. Imagina, porque es verdad, que hay espacios de convivencia, si la tolerancia y el respeto son las premisas con las que nos involucramos en la sociedad. La comunicación, a su juicio, es la base para superar miserias y soledades, para generar simpatías y concordias con las que laborar un porvenir más grato, más agradable. Su mayor empresa es llegar a incrementar los índices de conocimiento de la sociedad, al tiempo que sustenta la necesidad de aumentos de los niveles económicos como bases para dar con los arreglos urgentes e importantes que precisa la ciudadanía. La verdad, según nos sugiere, como un mensaje evangélico, nos hace libres, y mucho más inteligentes, sin duda, como bien podemos añadir. De ahí que no debamos permanecer indiferentes a las verdades de los demás, a sus opiniones, a sus experiencias. Tener en cuenta al otro nos saca de la soledad y nos hace tomar opciones mucho más acertadas. Quizá en esta filosofía que estamos subrayando recurrentemente los medios de comunicación de masas sean los auténticos aliados de la sociedad, siempre que su uso sea bien-intencionado. Su esfuerzo y su compromiso para que podamos elegir con la suficiente autonomía son básicos en toda la historia periodística, y, para que sea una realidad la opción liberadora a la que podemos acercarnos, previamente hay que tener conocimientos suficientes para ser independientes, para ser genuinos, para poder más. Sobre todo ello hallamos una profusión de noticias y de publicaciones en Internet, en ese sinfín de informaciones y de comentarios que aparecen por doquier bajo el epígrafe genérico de Mario Vargas Llosa. Su triunfo es el de la inteligencia humana, pero también lo es respecto al silencio y el anonimato. Si queremos saber de sus escritos periodísticos, no tenemos más que leer una parte de lo que se ha referido en torno a este autor hispano-peruano. Es mucho lo que podemos aprender, y, leyendo sus escritos, mucho lo que podemos compartir. Con seguridad eso, aprender y compartir, es lo que ha motivado su quehacer intelectual a lo largo de toda su vida, desde que era un infante. Ahí sigue.
P.S.: Creemos que es conveniente citar al profesor Victorino Polo como auténtico artífice del Premio que lleva el nombre de Mario Vargas Llosa y de su investidura en el marco espléndido de la Universidad de Murcia. También son varios los escritos interesantes que hacen referencia al autor hispano-peruano.