La comunicación como palanca para la felicidad

Juan Tomás Frutos

 

Consumamos el tiempo en construir realidades que comunicativamente nos enlacen para el entendimiento, que ha de ser lo más pleno posible. Hagamos que las fuerzas nos acompañen desde la ilusión, que ha de servir de acicate en todo instante. Los momentos nos deben fortalecer.

Sigamos la estela de quienes comparecen con unos entusiasmos que han de servirnos miméticamente para afrontar todas las experiencias desde la esperanza. No apaguemos la llama de las bondades, de los amores, de las comprensiones con y sin esfuerzo. No pidamos lo que no somos capaces de dar. Nos debemos entregar cada día a la tarea, a menudo ardua, y siempre maravillosa, de entender a los otros, de adecuarnos a sus destinos, a sus objetivos e intereses, a sus posibilidades. Tengamos los corazones en paz haciendo que los demás puedan conseguir aquello que les “positiviza”. Limemos asperezas con la ternura que nos debe permitir sobrevolar cualquier posibilidad para incrementarla para la sociedad, a la que nos debemos constantemente. La comunicación debe ser esa palanca que nos impulse a la camaradería, a la visión ilusionante, a las bellezas singulares y variadas, a todo lo que nos puede conducir, en comandita, a ser felices. Intentemos en éste y en otros planos los procesos comunicativos.