La aldea global y los recursos mediáticos en el cuestionamiento colectivo

Buceemos un poco en el origen de las cosas y saquemos todo lo que podamos en claro para resolver y despejar algunas incógnitas. Las eras de la humanidad están sujetas a giros, a veces copernicanos. Es la naturaleza de las cosas. Siempre se ha hablado de revoluciones, de mudanzas extremas, de cuestionamientos, de trashumancias en lo ideológico, en lo social, en lo económico, en lo cultural, etc.

El devenir humano está sujeto a vaivenes, a subidas y bajadas, a diferentes picos de interés, de atención, de productividad, a distintos discursos en sentido genérico. La palabra crisis, saben ustedes, amigos y amigas que de vez en cuando me leen, viene del verbo “Krinei”, y significa puesta en cuestión. Señalan sobre este mismo término los griegos que la crisis es un peligro, y a él alude, claro, pero, al mismo tiempo, indica la posibilidad cierta de mejora (no solo se puede empeorar: hay, en todo caso, oportunidades en positivo). En este sentido se ve que, si no existieran crisis, no habría cambios, ni mejoras sustanciales en nuestras existencias.

Es verdad que lo deseable es que las mudanzas sean tranquilas, poco a poco, lentas, aunque no excesivamente, de modo que podamos llegar donde queramos con la certeza de la solidez, de la continuidad, de la permanencia. Es ideal que la cosas perduren, por lo menos un tiempo, que nos dicen en “Yo, Claudio”.

La crisis actual, por lo tanto, ha de servir para que las cosas transiten hacia otra parte, con una vocación y con una voluntad manifiesta de mejora, de crecimiento, de edificación de una realidad distinta, y no excesivamente distante. Debemos reconocer, y hay que recordarlo, los puntos de partida para lograr atar los que consideramos sustanciales en la llegada. Lo veo, cuando menos, así.

En este panorama que nos rodea, saturado, rico en entradas de información, y en una etapa que es más aldea global que nunca, las nuevas tecnologías han de jugar su mejor partida, añadidas o aliadas con la imaginación, con la creatividad. Por ende, hemos de tener valentía para romper roles determinados, para derivar hacia nuevas experiencias, para buscar con ilusión lo que es más útil para la sociedad. Hay mucha información colmatada, dispersa incluso, que hemos de complementar con los elementos más instrumentales, si ello es posible, que lo es.

La vocación con las estructuras digitales y virtuales ha de ser el conocimiento, el desarrollo de experiencias y también un afán de poner en valor y de dar a conocer lo mejor de nosotros mismos y de las actividades e iniciativas que emprendemos. Las cosechas de otros, como los errores ajenos, y los propios igualmente, pueden señalar el camino de lo que ha de servir genéricamente, realmente, a toda la ciudadanía, y, específicamente, a todos y cada uno de los miembros de la sociedad.

 

Compartir como premisa

Las crisis han de compartirse a través de la Red de Redes, diciendo lo que sucede, cómo afrontarlo, buscando medidas que funcionen aquí o allá, y procurando que los éxitos sean lo más compartidos que sea posible. Solo así serán más sólidos. El paso del tiempo nos sirve de testigo de que esta dinámica funciona. Reclamamos luz y taquígrafos a través de la Red, por favor.

La verdad nos hace libres, y, si es puesta en común, mucho más, sobre todo porque de lo que se trata es de compartir muchas verdades, numerosas visiones, muchas voces en un mundo con variopintos compartimentos, que precisa de hilos conductores, de una auténtica comunicación, que ha de ser de ida y vuelta, y, por otro lado, donde todos, digo todos, hemos de contar. Las crisis en comunidad son menos, y, asimismo, más cortas. La idea de clan como elemento salvador ante los ciclos más o menos tempestuosos es un puro sustento, necesario completamente para llegar a la salvaguarda de lo mejor de la civilización, que ha de derivar hacia una etapa un poco más brillante, si sabe, y más sana en definitiva. Esa contemplación a pie de tierra, con reflejos historicistas ayuda en todo momento. Probemos. Los resultados, las consecuencias, serán, si somos honestos, asequibles para todos en general.

 
 

   

La carrera del periodista, la más hermosa

-P: Una última pregunta: señor del Olmo, como el periodista más veterano de España que es ¿Qué le recomendaría a esos estudiantes de periodismo que tenemos ahora?

-R: Yo les diría que están en la carrera más apasionante. La carrera del periodista es la más hermosa. Que no se cansen de investigar, de observar, que escuchen a todo el mundo y que después transmitan las opiniones, no solo las suyas.

Va a ser difícil cuando terminen que encuentren un puesto de trabajo, pero también lo sería en otras carreras. Pero que insistan, porque tarde o temprano, si su nombre está escrito para el mundo de la profesión, encontraran su parcela en el periódico, su espacio en la radio, su espacio en televisión.

Y felicitarles simplemente, porque yo también elegí esta profesión y no me he arrepentido.

En definitiva, que sigan adelante, que tarde o temprano tendrán su parcela. Y que tengan la suerte de encontrarse con un director que ame también la libertad y la profesión, que no tenga el medio para ganarse simplemente unos euros. Ese sería el error y la tragedia.