Sigamos estelas comunicativas

Pensemos en aquello que nos puede guiar para saber más y conocer mejor. Los conceptos nos deben permitir soñar con resolver lo extraño. Busquemos con razones que, a través de la comunicación, nos hagan vibrar en positivo, con formulaciones de entendimientos y de ayudas mutuas. Hagamos caso al tenor de las cosas honestas, de cuanto nos viene con una resolución a cualquier tipo de controversia. Pensemos en darnos un poco más. La vida es.

Secuenciamos, perennemente, las amistades con unos nexos comunicativos que han de endulzar todos los anhelos. Pretendamos atarlos con unas fermentaciones de cautelas en sintonía con la naturaleza que tiene todo tipo de influencias. Lo que es más no siempre tiene que estar delante. Hagamos caso a los honores de otros momentos menos combativos. Hagamos que el tono funcione, y también las resoluciones a los conflictos más o menos sensacionales.

Señalamos constantemente los deseos. Sigamos hacia ese umbral donde las consecuencias han de tender la mano de una amistad que unificará todos los vientos de los que bebemos, que han de ser plurales, dinámicos, sin estridencias malditas. Las preferencias nos han de conducir por esas etapas con las que aprenderemos todo y de todo.

Pensamos y quedamos a menudo en los primeros estadios. Hemos de acumular, no obstante, esos conocimientos que nos darán todas las aficiones divinas. Somos más capaces de lo que pensamos a primera vista. Nos hemos de preferir con sencillas querencias que nos aplicarán cuentos con moralejas.

Hemos acelerado los tratamientos con sus cautelas y sus divinidades.
Señalemos en la continuación algunos motivos y caminos. Recordemos que somos en los tronos de unas cautelas maravillosas. Hemos de consentirnos. La existencia humana tiene muchas causas y unas mayores consecuencias. No tendamos hacia los extremos. En mitad del camino hallaremos más pareceres, y todos podremos obtener algún aprendizaje.

La vida es entre múltiples ofertas. Comuniquemos con cautelas. Las estelas informativas nos han de guiar. Seamos más cuerdos. La existencia nos ha de influir con maestría. Nos pensemos demasiado. No dejemos que las calenturas nos dificulten las visiones. Todas han de ser en la medida de lo que somos, de lo que pretendemos, de lo que nos supondrá una resolución más o menos individual o genérica. Hemos acercado todos los buenos momentos para ser, y ahora toca que veamos a través de otros ojos, con más distancia, para conseguir la auténtica medida, o, por lo menos, una aproximada. Podemos sonreír con la comunicación. Las cosechas de unas actitudes de mejoría influyen en nuestra salud física y espiritual, en lo que se percibe y también en aquello que nos llega en el medio plazo.
Juan TOMÁS FRUTOS.