Justificaciones positivas y acuerdos

Juan Tomás Frutos

 

Los acuerdos desde premisas en positivo tienen más garantías de éxito y de continuidad. Simpatizamos con menesteres que nos hacen aglutinar las experiencias más lustrosas. Tendremos que salir con un bienestar medio eterno. La ilusión es compartida por razones que no siempre atendemos desde el ansia de un bienestar medio modificado. Hemos avisado de posiciones que nos harán seguir como si tal cosa. Nos consentimos. Aplicamos remedios de sensaciones en corto que nos procuran señales de algunas apariencias con sus toques medio serenos.
No digamos que estamos listos cuando no lo estamos, y apliquemos un tanto de sensatez a lo que puede ser directriz en el ejercicio de una voluntad medio querida. Relatemos lo bueno y lo malo con unos consejos que nos lleven donde las aportaciones sean consecuentes con las posibilidades que nos irán diciendo qué hacer y qué no.

Nos hemos de subir al podio de las dichas que nos presentan los instantes apasionados con unos toques de puros algodones que nos nublan las vistas en los momentos más inciertos. Tendremos que ir un poco más allá de lo que nos indican quienes vienen con “soniquetes” que requieren los planes, en unos actos de mera necesidad, con sus dedicatorias más variadas.

Sumemos. Tratemos de unir los cabos que nos pueden dar las coherencias más formales. Cubramos los expedientes de unas maravillas con sacos que nos insisten con sus toques medio maestros. Las dignidades nos han de aplaudir con sus diferencias y semejanzas. Tendremos que ir donde el todo es la parte que no terminamos de comprender. No podemos ejercer sin dar con los roces maestros en los que aprendemos mientras enseñamos. La vida es maravillosa.

No vamos a quedarnos en ese estadio de la inacción que a nada conduce. Hagamos el esfuerzo de soñar con lo que nos viene dado. Las existencias marchitas nos producen cambios con los que hemos de viajar rumbo al infinito de un amor que nos ha de encarecer los instantes con sus apuestas más estupendas. Nos tenemos que hablar en cuanto pueda ser. Ejerzamos con separaciones que han de ser supremas, pues, más tarde, nos portarán donde el cariño será el todo.

No dejemos que las cosas sencillamente ocurran. Hagamos caso a ese corazón que nos agota. No neguemos las implicaciones de unas frecuentes miradas que nos conducen serenamente hacia la levedad de varios seres, entre ellos nosotros mismos. No litiguemos. No merece la pena el conflicto, por muchas justificaciones que le anoten. Busquemos el consenso. Lo bueno, las visiones más óptimas, contribuyen a que haya una continuidad y una longevidad de estos actos, de los que todos, sin duda, nos beneficiamos.