¡Abracadabra!

Plano 1: Leyendo

Tocando las palabras de Celan, toda esa culpabilidad, todo ese sentimiento de estar manchado que llega intacto hasta mí a través del papel impreso.

La víctima no es inocente: el ingenuo está implicado en la muerte de los padres, el esposo protector ha alzado la mano contra la esposa y en su mano había un abrecartas.

Cartas. La policía se lo ha llevado. Él lo sabe. Siempre, de hecho, Pau* escribe sobre ser horror, no sobre padecerlo. Bueno, Paul no escribe, balbucea, ta-tan-tantea el verbo a ver si puede quitarle la cáscara (“Pero tú, descortézate, ven; descortézame de mi palabra”). Pero el verbo, que puede ser tan eficiente como bota de policía, no sabe desgarrarse, deshacerse, ni compadecerse (¡son todos verbos compuestos!). Hay que mirarlo a través de un caleidoscopio, hay que darle martillazos. Y sobre todo hay que saber que lo que hasta ahora llamábamos poema está haciendo anuncios de Audi.

Plano 2: Cartas

Paul Celan, el poeta que hizo añicos la poesía, se los legó a su hijo para que jugara con ellos.

Celan II, Eric El Mago, me dijo una noche de verano: “¿dónde está la carta del Joker? Si eliges que levante la carta de la derecha, te vas a equivocar, porque aquí sólo está el dos de corazones, si eliges la izquierda, también te equivocarás porque sólo está el cuatro de diamantes, y si eliges el centro también vas a perder porque ésta es mi carte de visite (tarjeta de visita en francés)”.

Cartas. Amor mío, la saludo a usted desde el puente de los años. Pronto estaremos juntos con nuestro hijo y volveremos a ser felices.

Plano 3: Me invitan a muchos gin-fizz

Conocí a Eric Celan la noche de la inauguración de la exposición “Desde el puente de los años” acerca de la vida y la obra de Paul y Gisèle Celan, comisariada por Francisco Jarauta y Bertrand Badiou y realizada en Tropa, la agencia de servicios gráficos para la cual trabajo. La intensidad de cualquier trabajo se vio triplicada por la dureza y la calidad de lo que allí se enseñaba. A veces lloraba mientras maquetaba el catálogo u ordenaba las fotos del matrimonio y su bebé en los años felices. Pedro Medina se ofrecía a distraerme contándome los episodios de South Park que veía en TV, obligado, como nosotros, a trabajar en los textos hasta la madrugada.

Cuando por fin entramos en la sala Goya del Círculo de Bellas Artes, de la mano de Jarauta, Paul Celan, en vaqueros y con una camiseta negra me dio las buenas tardes en francés y con sonrisa franca.

No era Paul, claro, sino su hijo Eric, (ya lo sabía ¡ja!…) Bueno, Eric es prestidigitador: o sea, mago, hechicero, tahur, qué se yo, trabaja en un circo.

Todas mis preocupaciones, el sufrimiento por expresar el sufrimiento…, se iban al suelo a medida que Eric iba haciendo trucos. Mi lectura de Celan, con esa preocupación por de-construir, por revisar lo escrito hasta ahora y cambiarlo, esa obsesión… abatidos a base de polvos mágicos.

Celan es, ante todo, un poeta de dicción moderna. A pesar de los conceptos inscritos en cada texto, su fraseo es claro, del habla natural: su vida y sus amigos comparten verso con las raíces o los árboles, al mismo nivel que el león rampante que cierra la tumba del amo del Gólem, o las nubes de ceniza que cubrían los campos de exterminio donde, por fin, no hay estrechez.

(Esto está bien escrito. Esto no es prosa de cátedra. Antes al contrario, comento, re-comento, voy y vuelvo de mi propio texto en mi propio texto. Si me gusta un punto, hago una excursión a su alrededor: escribo en jazz.)

Un toque de varita y déjese llevar hacia un sitio que todavía no está descubierto. Alehop.

Yo decía: “no sabe cómo admiro la obra de su padre.” Y Eric: “Bueee-eeno”.

Plano 4: Adorno dice: “¡abracadabra!”

El resto de la noche, Eric sacó cigarrillos encendidos y monedas de oro de todas nuestras orejas.

Y yo no sé lo que hacer.

En todo caso, tener el honor de no decir la última palabra**.

*A veces, en las cartas familiares, Celan firmaba como Pau.

** Wislawa Szymborska, poema dedicado a las víctimas de las Torres Gemelas, publicado en El País, en la sección “Antología de Babelia”.