Causas y resultados en comunicación

Toda causa tiene un efecto: éste es un principio básico que se da en todo, lo veamos o no. No hay que buscar con exclusividad o vehemencia los resultados a las opiniones y a los actos. Han de llegar por sí solos, o a través de ellos mismos, que sería una mejor manera de expresarlo. Lo relevante es que los veamos. La vida es eso, entre otras cosas: causas y efectos, y puede que luego, en ese ciclo, vuelta a empezar.

Lo importante, como diría el pintor Picasso, es que estemos preparados para la inspiración, esto es, para aquello que nos puede hacer progresar, evolucionar o entender en una determinada dirección en un momento en concreto. En ese entreacto, nos hemos de preparar para saber utilizar todo el equipaje, la experiencia, lo que nos traen las mieles existenciales, que no siempre aprehendemos.

Hemos pensado muchas veces en la importancia de saber escuchar, y, por supuesto, en paralelo, el que seamos también capaces de entender. Se advierte esto de manera evidente cuando nos enfrentamos a otros idiomas. Podemos escuchar, y manifestar esa habilidad, pero no siempre, o pocas veces, comprendemos lo que se nos dice en lenguas diversas a la que manejamos como materna.

Por ello, insistimos, debemos estar aprendiendo cada día, para que los códigos de las diversas lenguas y dialectos, tanto en lo lingüístico, como en otras áreas como la ciencia, la cultura, la economía, etc., no nos sean ajenos y los podamos aprovechar. El tiempo, en ese sentido, ha de ser optimizado, pues, de contrario, pasarán las ocasiones sin que las veamos, o, aún viéndolas, sin que les saquemos el suficiente partido.

La vida está llena de iniciativas, de actuaciones, de regresos a etapas que supuestamente se fueron, y de entendimientos que hemos de ir dulcificando y enriqueciendo en la medida que podamos. No cejemos en el empeño de entender lo que sucede, lo que nos ocurre, lo que nos brindan otros protagonistas, pues todo nos invita a seguir la carrera del aprendizaje. Montemos guardia cada vez que podamos, con serenidad y apostando por raíces profundas, tranquilas y sin prisas.

No olvidemos tampoco que una de las virtualidades, una de las cosas buenas de la comunicación, sin la cual no habría tal proceso, es el “feed-back”, la retroalimentación, la retro-información, la vuelta una y otra vez en todo ese intercambio de pareceres y/o de hechos. Sin resultados no podemos decir que se ha producido la comunicación, aunque el resultado sea la negación de lo que nos quieren relatar. No permitamos que el frío se entienda en lo que ha de ser un proceso templado, cálido, memorable.

Los efectos de la comunicación, por lo tanto, son los que garantizan que la misma ha tenido lugar. Son los últimos eslabones, que se convierten, casi en importancia, en los primeros. Las huellas de haber pasado por un proceso comunicativo son los resultados de haberlo desarrollado. Otros vendrán de testigos y con su testimonio con esas pruebas que llamamos efectos. Es, pues, necesario, se diga lo que se diga, que se cultiven, que se valoren, que se contrasten, que se compartan, que se expresen, que se extiendan, y así daremos más crédito a lo que es un baluarte básico en toda sociedad democrática: la comunicación. El origen, la causa, así como las incidencias, finalidades y resultados de lo que hacemos conforman una misma realidad, y en completo debemos contemplarla.