La maravilla de la Comunicación

La comunicación es una maravilla, y lo es por sorprendente, por aleccionadora, por ser buscadora de puntos de encuentro. Recordemos que cada día esbozamos una permanente mirada hacia ese lugar donde aprendemos todo de todos. Somos en la presencia más estimada, que nos endulza la comunicación con la que hemos de crecer física y espiritualmente. Nos convencemos de la necesidad del otro en lo objetivo y en lo subjetivo también. Estamos en ese tono que nos refuerza las jornadas con un aprendizaje que ha fomentar lo común como base de un sistema que nos presta lo que es de todos y a todos ha de repercutir.

Defendamos el derecho a tener conocimiento de lo que ocurre, de lo que es, de lo que oferta un sentido con formas de presencias estimables. Hemos sugerido que podemos estar bien, y ahora toca conformar las realidades más profundas, que nos gustan. Nos adentramos en el aprendizaje que nos regalan los demás con un entusiasmo que siempre ayuda y que contribuye, igualmente, a que estemos en ese tono que seguramente soñamos. Hemos advertido posibilidades, que tenemos, que añoramos, que nos hacen florecer con registros más que dignos.

El frío no ha de detener los pasos con los que caminamos un día sí y otro también. Los números han de servir de experiencia para otorgarnos el beneficio sin dudas. Las conversaciones nos han de llevar por caminos de sabiduría, por estampas de crecimiento sin vacilaciones altivas o despegadas de la realidad en la que creemos. Tomemos la senda de las emociones atemperadas, desde el equilibrio mismo, con la serenidad que nos envía hacia el instante más señero.

Las comunicaciones han de ser buenas defensas de los derechos, de las querencias, de las solidaridades y entregas de unos y otros. No permanezcamos en deseos sin fortunas. Pongamos toda la fuerza, todo el empeño, todas las posibilidades en un cierto momento de preferencias sin determinaciones extrañas. Seguro que la serenidad y el tesón nos permitirán acercarnos al punto más loable. Debemos estar convencidos de ello.

El paisaje que iremos hallando será el más hermoso del universo. Hemos gestado, hasta ahora, ocupaciones, y lo que reclamamos es especialidad para sugerir mejoras que nos engrandezcan con paños afortunados desde el diálogo, la charla y el impulso de la relación y la conversación. Circulemos, pues, la información con un ansia que nos ha de regalar la voluntad que largamente hemos adormecido. Escribamos para relatar lo que experimentamos en esta nueva fase de creencias en la que hemos entrado.

Cantemos en las flamantes narraciones que estamos diseñando con las salvaguardas de que los posibles beneficios no sean individuales sino colectivos. La mejor defensa que podemos hacer es la de la comunicación, que brinda espacios, tiempos, serenidades, conocimientos, intelectualidades, movimientos de cariños densos, toda una maravilla que puede crecer en el espacio real tanto como en los sueños. Adelante. Nos aguarda un mundo mágico lleno de impactos “ilusionantes” con los que hemos de incrementar nuestras dosis de Humanidad.