Todas las entradas de Campus Digital

Anticipos comunicativos

Juan Tomás Frutos

Lo que aparece al principio marca entendimientos con los que hemos de crecer en simpatía y entendimiento. Planteamos las evoluciones con actividades que nos conducen muy lejos de aquí. Nos hemos llenado de preferencias con las que nos iremos marchando de verdad todo lo lejos que podamos. Hagamos caso a esos corazones que nos han de ablandar las señales para dar, más pronto o más tarde, con esos fundamentos que nos deben permitir ultimar las sensaciones más queridas.

 

Hagamos todo cuanto podamos con el corazón y separemos motivos de todo tipo con indicios más o menos estimables. Nos hemos de enamorar de lo que sucede con unos entusiasmos más o menos sinceros. No sigamos por estelas que apenas nos dejan ver los mares de zonas sureñas. Signifiquemos todo con unas miradas que han de socorrer los espacios en los que nos trasladaremos entre diestras posibilidades.

Prediquemos con esos trigos que nos han de señalizar los buenos momentos con los que construir las redes de unas sociedades que han de alimentar las preferencias más divinas. Vayamos hacia esas sombras que hemos de iluminar con las causas menos entendibles, pero que definirán bien lo que somos. Los cansados deseos nos deben dar las gracias con unas miradas más que sorprendentes. Simulemos con las gratitudes que han de extenderse con espontaneidad.

Cubramos con experiencias dichosas las etapas de conformaciones más o menos reales y simpáticas. Nos hemos de quedar entre aboliciones de tristezas. Gestemos los pasos idóneos para abocarnos a la felicidad con las versiones de antaño. Prefiramos ser con unas consistencias de palabras elevadas y con unas consultas que nos dirán si podemos, que seguro que así será. Vayamos despacio para vestirnos sin prisas. Nos hemos de insistir con unas consistentes figuraciones de transmisiones de genuinas paces.

La existencia se colma de anticipos con los que poder navegar un día y otro todo lo lejos que podamos. Nos hemos de tomar esa calma que nos aparte de los precipicios de esos tiempos más o menos tempestuosos, de los que también hemos de aprender. Seamos con esa bondad más o menos manifiesta. Los elementos que intervienen en los procesos comunicativos son numerosos. Se trata de gestionarlos bien. Los anticipos en la comunicación plasman grandes y generosas visiones de la realidad.

Llegar a mentes y corazones

Juan Tomás Frutos

 

Montemos guardia para que no caigamos en ese hastío que nos produce distancias. Las mentes y corazones han de apuntalar los buenos anhelos. Hacemos repaso de y a lo que hacemos cada día. Perdura mucho, lo cual quiere decir que aún queda bueno en esa defensa que nos hemos de efectuar de cuanto merece la pena. Eres todo para mí. Te has convertido en ese repaso permanente que nos pone con dudas que nos ubican regularmente.

 

Nos mostramos con unas fantasías que nos recrean los mundos que hemos elucubrado y que todavía pueden ser emblemas dentro del muestrario de referentes que persisten con el intenso trayecto vital que nos toca experimentar con constancia y en ambientes cerrados. Hemos de abrir las expresiones a otros modales, tan educados como siempre, y tan didácticos como precisamos para abundar en lo exacto, en lo que nos previene. Vivimos con justificaciones variadas.

Nos debemos dedicar a entendernos, que ha de ser casi como un deber. La necesidad viene de diversos palos, con los que hemos de crecer en intensidad y con unos planteamientos poco absurdos. Nos hemos de disponer con los gritos de soledad que no oímos ni nosotros. Los tiempos no corren como queremos: van despacio o deprisa en función de lo que sucede. Contemplemos con perspectiva.

Nos contamos lo más clarividente con unas astucias que nos ponen en bretes con los que nos entrometemos en las causas de quienes vienen con las sombras de heridas que tardan en mejorar. Nos debemos armar de paciencia, de lustre, de sabiduría en función de la lógica de las cosas, que son como son, y como pensamos. Al menos, no siempre daremos con fracasos, y así lo debemos entender.

Lo bueno ha de ser mejorado, y lo que no exista portarlo a esa atmósfera de leves caricias que han de ser potenciadas como baluartes de la felicidad a la que tenemos derecho. No pensemos en el pasado, que ya no se puede cambiar, y, si lo hacemos, que sea para aprender, para no repetir los fallos. Empatizar ayuda a que las cosas se entiendan, y, con su conocimiento, podemos hacer más averiguaciones respecto de lo que son y de cómo solventarlas, si es el caso. Nos debemos poner en las circunstancias ajenas. Así los otros nos verán como todos queremos, con la suficiente amplitud; y, de este modo, sabremos también como llegar a sus mentes y corazones. No nos fallemos: la dicha anda en juego.

Rentabilidad comunicativa

Juan Tomás Frutos

 

La rentabilidad es un concepto que va más allá de las meras apreciaciones económicas. Suerte y buenos deseos, y ejecución de los mismos a través de la comunicación. Todo ello forma parte de la receta que nos queremos dar para ser felices. Nos hemos de subir a ese peldaño que luego nos llevará a otro, y luego a otro, y así sucesivamente. No vayamos con celeridad, que todo aparece a su tiempo. Nos hemos de confundir como la buena harina en las manos del panadero.
Debemos darnos ese momento florido que nos ha de conformar con las versiones más loables de un sistema que ha de mantener las miradas con unas rebeldías de conformaciones de la realidad de otros sistemas que no ponderamos igualmente. Nos hemos de enviar donde sea menester. Ya llegaremos. Las premuras nos valen, deben, y así continuarán durante mucho tiempo. Debemos soltar lastre.

Consultemos las fuentes con sus toques confortables, acolchados, heridos por la misma vida que nos conmueve mientras nos lleva a la cumbre de los sueños, para contemplarnos tan en sintonía como es posible con los recursos que tenemos, que escasean en épocas de crisis. Tampoco nos debemos quejar excesivamente por ello. Los ciclos son así: unas veces arriba, y otras abajo.

Los entretenimientos nos han de complacer con sus visiones mágicas y aplicadas desde la destreza con la que nos podremos mover una y otra vez también. Hagamos que los corazones funcionen sin eternidades estiradas sin conciencia. Nos hemos de demorar un poco, o quizá un poco más, para dar con el testigo de cuanto nos oferta alegría y buen hacer. Pensemos con el corazón y desde el equilibrio de las mentes que nos ayudan con puras amistades.

Nos hemos de postular con la fe que nos regala paz y buenas vibraciones en forma de armonías traviesas. No figuremos donde el bienestar es una moda y ahondemos en lo que nos aporta esencias con sus volúmenes más creíbles. Nos hemos de dar todo lo mejor, o, cuando menos, hemos de intentarlo. Los indicios han de contribuir a que señalemos los motivos de siempre para afrontar el porvenir con entereza.

Cultivemos los espíritus con los dones más apropiados, dando con esos colchones que nos permiten defender los cuentos con los que comunicar desde la base a la cima y utilizando los mejores recursos. Nos hemos de rodear cada vez que sea posible de naturales fragancias para adentrarnos en el mundo que más nos enseña. Ahí estaremos. Las causas tienen eso, y las comunicaciones nos han de ayudar a que fructifiquen con la máxima rentabilidad. El espíritu y la bondad son dos conceptos básicos con los que nos hemos de mover en la defensa comunicativa, que ha de ser como el pan de cada día.

En defensa de las víctimas en las informaciones de sucesos

Juan Tomás Frutos

 

Tengamos siempre en cuenta que el derecho a la información alberga su origen en la ciudadanía. La tesis en la que nos movemos en muchos de nuestros artículos parte de la necesidad de ahondar en la responsabilidad de un pleno servicio público a la ciudadanía en cuanto se refiere al tratamiento de las informaciones sobre sucesos de toda índole. Las víctimas han de ser (y no siempre lo son) los ejes principales que motiven en positivo este tipo de noticias.
Además, hay que tener en cuenta los derechos de los telespectadores, que han de recibir una información veraz y ver respetadas sus ideas, su sensibilidad y sus pretensiones de conocer con juicio y con equilibrio aquellos eventos que más le atañen. Los derechos de los menores merecen un punto de reflexión aparte.  La deontología, la ética, es la base para evitar excesos y para conseguir la pretendida y necesaria auto-regulación del sector y en lo que concierne a su ejercicio. En este ámbito nos debemos mover.

Hagamos, pues, una constante reflexión sobre el tratamiento informativo que se lleva a cabo en la actividad que conocemos genéricamente como Periodismo de Sucesos. Ofrezcamos una visión crítica de lo que brindan los medios. Todos nos debemos sentir responsables de las distorsiones que se producen por las prisas y por la búsqueda de audiencias y de una cierta rentabilidad económica o de carácter social. La autorregulación es la solución, o parte de ella, así como debemos abogar por un reciclaje y una formación permanente de los profesionales, al tiempo que defendemos una transformación en los consumos, en sus rutinas, por parte de los telespectadores. Refrescar el Periodismo sosegado y cuidadoso de las “maneras” es otra necesidad,  junto con una mayor implicación de las organizaciones ciudadanas.

El equilibrio y la búsqueda de la complicidad con la sociedad son dos estandartes que hemos de esgrimir cada vez que hablemos de informaciones que tienen que ver con sucesos y con sus víctimas, a las que hemos de tratar con el máximo respeto, en su dolor, en su intimidad, en lo que hacen, en lo que dicen, en sus formas, que han de ser contextualizadas para que nada falte en su sitio, para que la percepción sea la más adecuada y certera.

El tratamiento oportuno de la imagen, el contraste de pareceres y de contenidos y la contención ante la duda y el rumor son premisas a las que no podemos faltar salvo que queramos aceptar el hecho de una pérdida de credibilidad, que nos puede hacer un daño tremendo, atroz. Defendemos un compromiso de todos, de los ciudadanos, de sus instituciones, por supuesto de los medios y de sus profesionales, y de cada de una de las asociaciones y entidades que estudian o viven en primera persona el proceso comunicativo en general y el periodístico en particular. Creemos que el debate está abierto y que precisa concurso y consenso. En el frontispicio ha de aparecer una firme defensa de las víctimas. Siempre.

Leer como estímulo

Juan Tomás Frutos

 

Hallemos las intenciones más benévolas, las que nos incrementan en los planos cualitativos. Es verano, que conforma un lapsus especial, auténtico. Tiempo de ocio. Momento para el regocijo y para hacer propósitos de analizar lo que hacemos, lo que hemos realizado, y para avanzar cambios tranquilos o pequeñas mejorías con las que retornar tras el período estival. Rescatamos (debemos) otros instantes que sabemos que existieron y nos introducimos en las mayores devociones de las que somos capaces. Al menos, lo intentamos. Oteamos ilusiones que creíamos apagadas y regresamos a esas aventuras vividas o soñadas con las que crecimos en todos los sentidos.
Para encender estos estímulos contamos con el mejor de los baluartes, que es preciso y óptimo para todos los momentos del año: nos referimos la lectura. La singladura simpática y alternativa, complementaria, que nos ofertan los libros de toda índole nos regala momentos inigualables con los que salir de ese hastío que es versión repetida de una existencia que se deja llevar por el río de la competencia y por las materias que a menudo no son tan originales como nos decimos.
Tenemos prosa, poesía, ensayo, novela, viajes, naturaleza, historia, relaciones, convenciones y comunicaciones, reflexiones y meditaciones, causas y efectos… Todo se encuentra en esas obras que nos convierten en ejemplares desde el anonimato compartido por quienes nos precedieron. Nada falta en las hojas de unos libros que nos mantienen eternamente jóvenes y activos, si somos capaces de dar con sus claves. La lectura de grande y pequeña literatura, la relectura incluso, nos transforma en seres tan reales como ideales, tan idealistas como situados a ras del suelo.
Con los libros nos metemos de lleno en asuntos variopintos, en cuestiones resueltas y en otras que no lo son, no lo están, tanto. Acortamos las distancias respecto de lo que nos cuentan otros, con sus errores, con sus dones, con sus aciertos y perspectivas, con lo que han sido y elucubrado. La vida, aunque conocida en sus resortes, nos brinda elementos y recovecos que nos concentran en lo importante mediante letras sempiternas, y, por qué no decirlo, asimismo nos apuntan a lo nimio, pues todo lo que nos rodea forma parte de la Humanidad y de sus direcciones y sentimientos.
El verano nos da tiempo. Puede que el tiempo sea el de siempre, pero todo parece indicar que el ritmo es más lento, de otro género. Es una etapa, o eso se nos antoja, con menos obligaciones de correr para encontrar segundos y minutos para nosotros mismos. Por ello, una muestra de fidelidad a nosotros mismos es dar con ese tipismo de los años pretéritos en los que el esfuerzo y la bondad eran estandartes solidariamente compartidos. Seguramente con una buena selección de esas lecturas a las que aludimos daremos con las moralejas y los aprendizajes de aquellos que soñaron y nos demostraron que han vivido. Con una prolija fortuna, podemos confirmar que existimos con ellos.
No soy amigo de consejos, pero sí de recetas personales. Leer puede ser una. Ahora en verano, sí, e, igualmente, con felicidad el resto del año. Percibamos el aliento de la lectura y un asomo de plenitud nos tocará con extraordinario encanto y una ingente especialidad. La magia, que es un continuo relativo, nos regalará lo mejor. Leer es el estímulo más estupendo y defendible para que nos sintamos, gracias a él, con la dicha a la que tenemos derecho.

Comunicación fácil y sencilla

Juan Tomás Frutos

 

Lo simple, lo sencillo, lo que no es complejo ayuda a que la comunicación funcione bastante mejor. Utilicemos las sonrisas, el buen humor, el contento, para comunicar estados de ánimo de pura corrección, de empatías que nos llevarán donde el todo sea el regocijo máximo con el que buscar y pretender, y consolidar, la plenitud que nos rodea. Tengamos la fiesta en esa paz que nos saca de una nube que antes pudo ser pequeña, pero que, cuando no la afrontamos, se hace muy grande, quizá en exceso. Midamos las fuerzas y no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.

 

Nos conformamos cada día con las prisas que nos hacen corregir los términos que aguardan con unas bromas que serán voluntades en el vacío. No sesguemos las preferencias, que han de anunciar los pasos con los que nos moveremos un día y otro. Las ideas han de figurar en los pasatiempos más mediáticos, en los frentes de nubes altas, en los extraordinarios planteamientos que han de arreglar los pasatiempos con más minutos de los desmenuzados en otros instantes.

Hagamos que los aspectos cromáticos tengan las singularidades de aquellos que nos pretenden con las voluntades que enfadan, con las cautelas que son preferentes dichas en lugares de tranquilidades más o menos cordiales. No premeditemos los escenarios. No es bueno que todo se calcule. Si acaso primero en aspectos mínimos, y luego en el todo, nos hemos de preferir con insistentes dificultades, que nos pondrán en nuestro sitio más o menos ideal.

No demos los tantos con consultorías que no aplicamos. Las energías se han de traducir en las mejores transformaciones posibles, sacando tiempo para esa bondad que nos ha de alimentar con intenciones no descompensadas. Nos alegramos cuando las cosas salen bien, y por ello hemos de buscar que sea el caso para todos, y no sólo para nosotros. Nos podemos poner en ese sitio que nos prefiere con sus indicaciones más lustrosas. Nos hemos de enamorar cada día de cuanto hacemos, de cómo lo realizamos, de lo que vemos en la noria de una vida que posee imágenes que hemos de saber interpretar con el debido contexto.

Lo fácil ha de manifestarse como tal, y lo dificultoso ha de mostrarse con un poco de sencillez, que contribuye, indudablemente, a que las versiones no sean tan aparatosas. Nos hemos atribuido tiempos y espacios que no son lo que eran, que no lo serán, pero que han de servir para que haya trechos mejores y mejorables y para que las sensaciones agradables llenen de buena subjetividad lo que habría de ser objetivo. Las sonrisas, no lo olvidemos, comunican, siempre comunican. Además, dan placer y alegría, que son síntomas y acicates para que las relaciones sean estupendas.

Finitud a los problemas

Juan Tomás Frutos

 

Los problemas han de procurar más talento. Mezclemos con naturalidad para salir con bien de los obstáculos que vayan surgiendo. Hablamos y hablamos, y sacamos en claro penumbras que hemos de alumbrar en la medida que podamos. Tomemos tiempo para ello. Seamos sensatos entre sesgos que nos han de permitir tener unas carencias con las que crecer en lo intelectual y en lo personal. Hagamos caso al corazón, que ha de estar atento a lo que es y que ha de tener un planteamiento que podremos definir con las grandezas de espíritus anteriores. Salgamos con consecuencias controladas y conformadas a las ilusiones cotidianas.

 

Nos hemos de aportar lo mejor de lo mejor con el alma henchida por las circunstancias que nos pueden, que nos son queridas y estimadas desde las admiraciones que nos imprimen los mejores fines con las querencias más nobles. No seamos insensatos para no poseer el valor de parar donde nos gustaría. Las previsiones han de tenerse en cuenta con las presentaciones más lindas. No nos ceguemos con miradas que no invitan a secuenciar lo que nos merece la pena y hasta el deseo.

Hemos de acolchar el corazón con las separaciones que podrán ser circunstancias sin atenuantes. Nos debemos presentar los anhelos con sencillas apuestas que serán y no serán con cautelas sencillas en instantes prometedores que no quedarán más que en eso. Todo en la vida tiene aportaciones que penden de nosotros. Las lástimas de otras ligas nos han de traducir las confianzas con unos movimientos de caricias auténticas. Lo más relevante es la justicia a la que llegamos como consecuencia de la paz y de la amistad que nos procuramos.

No cercenemos las actividades que nos van llegando como regalos de unos dioses que creen en el día a día con toda la naturalidad y normalidad del mundo. Necesitamos tiempo para ser en la gratitud más hermosa. Nos complace lo que tenemos. Pensemos también en aquello que no ha de modificarse para que todos tengamos las opciones que nos rescaten del hastío. Respiremos hondo y prosigamos con valor.

Las bravuras de otros oficios con los que nos unimos desde las buenas maneras nos han de prevenir frente a las fantasías con las que podremos recorrer los espacios más llenos de posibilidades, que hemos de optimizar, de aprovechar cuando menos. Hablemos con tesón de la belleza con la que nos gustamos cuando la ida es regreso sin que sepamos muy bien lo que queremos hacer. Lo importante es que dediquemos tiempo a conocernos, y, a partir de ahí, que hablemos, que nos hablemos. El diálogo da finitud a los problemas. Tengamos paciencia para comprobarlo. No hay situaciones malas, si recordamos el refrán, que puedan durar eternamente.

La comunicación, en marcha

Juan Tomás Frutos

 

Apostemos sin dudarlo por la comunicación sin ambages, sin vericuetos, auspiciando las mejores imágenes. Sorprendemos a los corazones con heridas que nos definen como lo que podría ser y no será en los cansados caminos de unas historias que no terminan de complementarse como nos gustaría. Las astucias del pasado nos colocan entre premisas que son condiciones sin temores de factura cuajada. Hemos suspendido las señas que antes fueron identidades.
Las causas son divertimentos que nos ofrecen los cálidos abrazos de quienes vuelven con el umbral pasado de rosca. No hemos callado en esos instantes que tocaba aprender, pero lo haremos ahora en un intento tardío de hallar respuestas a las dudas del corazón que antes voló. Nos tendremos que ver en el pasado. Las existencias se llenan de flores.

Las controversias de los años mozos nos divierten con esas empatías que fueron eficaces en los lances de unas etapas que dieron con los regustos más entusiastas. No perdamos las originalidades que fueron superaciones de enorme calidad. Nos consultamos con corazas que caracterizan con ausencias que no están a la orden de un día de preñadas ocasiones que no surtirán los efectos de otras veces. Vamos a ver las diversiones: con ellas somos más.

Estamos en unas etapas de soledades que nos desafían con sus lustres y brillos más estimados. No navegamos por esas aguas a las que nos habíamos acostumbrado. Los pacientes de otros hospitales nos vienen con nostalgias y romanticismos. Nos tendremos que avisar en los inicios de actitudes que hemos de consolidar. Las travesuras nos han hecho daño, y ahora nos tenemos que convencer de las tesituras que tuvieron unas corduras que finalmente nos descalabran. De ello también aprenderemos.

No hemos visto lo que sucede en un negocio que está pendiente de definir. Nos gustan los complementos más pequeños con sus atenciones más recreadas. Nos damos unos apaños que han de deleitarnos cuando menos los conozcamos. Los momentos llegan cuando son. El destino queda por alguna parte, y con buena intención lo hemos de escuchar. Sepamos lo que nos dicta el corazón, aceptando, sin tomar al pie de la letra, sus peticiones. Pongamos a continuación en marcha el crono con sus misiones. Hay direcciones que la comunicación señala, y que, cuando menos, hemos de investigar. Mucho podremos aprender si andamos con el espíritu presto a ello.

Cumplir con la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Utilicemos las energías. Hagamos que los instrumentos tengan algo más que virtualidad. Repongamos esos momentos que nos han de acelerar los corazones vencidos con los que agradecer los instantes de puras pasiones que nos liberan con sus gracias consideradas. Nos damos, una y otra vez, con realeza, espacios que pudieron ser empeños con sus gustos y sus formas más o menos formalizadas. Echemos mano de la docencia. Hagamos caso a los honores de quienes vienen con sus palabras encarecidas desde sensaciones que podemos estimar extraordinarias.

 

Veamos cuanto ocurre por un universo sincero que nos regala aperturas de ánimos con los que recorrer los momentos que la imaginación, puede que la memoria, aún arbitra en alguna parte. Demos gracias a esa fortuna. Consultemos algo más que la almohada para tomar decisiones que nos han de liberar de los trasiegos que nos placen.

Anunciemos con desparpajo y el mejor humor esos instantes de gozo que nos han de perpetuar con unos contentos que hemos de extender algo más que segundos. Defendamos a capa y espada los tonos de unas vidas que han de ser todo lo eternas que podamos sin exigencias ni malos entendimientos, que, cuando menos, hemos de evitar.

Los años que ya pasaron han de dejar el mejor rastro y el mejor rostro. Tomemos medidas para sanar las heridas que aún nos quedan. Signifiquemos todos esos trámites que nos han de derivar hasta esas metas que completarán los balances de alegrías a perpetuidad. Nos pondremos a hablar cada vez que podamos para alentar lo que fueron expresiones de valores sentidos.

No ubiquemos en el fuego esa jornada de querida pasión con la que nos entenderemos durante horas. Las habitualidades de otras temporadas se han de convertir en estructuras en positivo que han de arreglar lo que sea, como sea, con las pretensiones de unir, de juntar claras experiencias dichosas. La felicidad está ahí, moviéndose, y, sin perseguirla, hemos de dar con ella.

Las promesas hoy se cumplen. Será así. No las dejemos para mañana. Podemos conseguir arreglos comunicativos. Si los ajustes son oportunos, nuestro estado de bienestar también será más conveniente y estará más convencido.

Comunicando al conjunto

Juan Tomás Frutos

 

La idea de comunidad ayuda en los procesos comunicativos, que hemos de dotar de contenidos. Descendemos a esos niveles que nos sacan de condicionamientos de antaño, y somos en la misma ignorancia que nos predispone con sus normas más o menos entendibles. Hemos adecuado escenas y actuaciones, y ahora queda que les saquemos un tanto de partido, sin que nos demoremos en demasía. Volemos un poco, un poco más.

 

Aglutinemos los esfuerzos para que la comunicación sea amplia y eficaz. No debemos predisponernos ante las desganas de quienes vuelven con las sensaciones de suficiencia un poco deterioradas. Empecemos y terminemos con el mismo plan, que siempre nos ayuda a seguir. La evolución, en todo caso, ha de ser tranquila, presta a devociones de conjunto.

Disponemos cada jornada, con mucha asiduidad, atenciones con unas separaciones que nos harán olvidar todo cuanto nos oferta un sentido con una amistad más que beneficiosa. No pongamos sensaciones donde no las hay y procuremos que las cuestiones que son positivas vayan dando lustre a lo que ha sido alarma sin consecuencias hasta ahora. Debe vencer lo óptimo, pero no para nosotros, para todos.

Los procesos interactivos nos han de dar unas variables con las que alimentar las actividades con las que podremos asimilar cada cosa que nos vaya sucediendo. Nos hemos de animar una y otra vez. No dejemos para momentos postreros lo que podamos hacer hoy mismo. Sinceros somos, y más que seremos en materia de ese amor que se manifiesta con la comunicación misma.

No seamos tremendistas. Hagamos caso de nuestras intuiciones a partir de eventos pasados. El gran partido no se juega al final: se juega desde el principio con atenciones más o menos visibles. Nos hemos de colocar, en la medida que sepamos, entre intenciones y atenciones consistentes. Pisemos fuerte sin hacer aspavientos y procuremos que la senda se pueda transitar con amistades de considerable factura. La comunicación se demuestra comunicando y con dosis de flexibilidad. Hagamos caso a intereses múltiples con el deseo de contentar, no a todos, sino al conjunto.