Atentos a la señal

Juan TOMÁS FRUTOS

Vivimos entre sombras y luces, recreando mitos y teorías desde la época de Aristóteles. No sabemos si nos emplazamos en cavernas o al aire libre, esto es, en ninguna parte o en todas. El caso es que estamos llenos de incertidumbres, de pensamientos, de recreos y de anhelos que nos llevan por doquier y nos hacen, cuando menos, intentar (y así debe ser) tener un asomo de libertad y, en paralelo, de dicha.Somos gestores de emociones y de actos, pero en lo decisivo nos presentamos más con las primeras que con los segundos. Por eso la formación y la cultura son tan importantes. Aprendemos respecto de quienes somos atravesando los desiertos del conocimiento, y, siguiendo el mismo símil, sentándonos en los oasis de las esperanzas bien desgranadas.

El confortarnos o no es una postura, es un anhelo bien cumplimentado desde la concordia que supone estar en paz con nosotros mismos. Hemos de ubicarnos bien, y, asimismo, hemos de procurar respuestas ante los quehaceres que nos construyen cada jornada.

Desde esa perspectiva debemos rodearnos de óptimas personas que aporten estupendas vibraciones. En los tiempos que corren no siempre caracterizamos lo que es oportuno, pero, indudablemente, hemos de proyectar tiempo y empeño en ello. No hacerlo puede ser una señal de decadencia.