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Alfredo Montoya, nuevo Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia

Alfredo Montoya, nuevo Doctor Honoris Causa de la Universidad  de Murcia:‘Los primeros estatutos democráticos de la UMU se celebraron en un ambiente de euforia extraordinario’
Fue investido el 28 de enero, durante la ceremonia de Santo Tomás de Aquino    Confiesa que en Madrid creen que es murciano, y en Murcia de Sevilla. Solo en Sevilla consideran que es de allí. A pesar de todo, este madrileño de nacimiento –sus padres se trasladaron a Sevilla cuando apenas contaba con dos años- ha sido –es- profeta en su tierra. En todas las que le han visto pasar y han disfrutado de su sabiduría, de sus investigaciones y su docencia. Durante un cuarto de siglo ejerció como profesor en la Universidad de Murcia. El campus de la Merced le tuvo como asiduo inquilino; la facultad de Derecho le vio ejercer ante numerosas promociones de futuros juristas, y entre las paredes del viejo claustro de La Merced se gestó su famoso libro ‘Derecho del Trabajo’, manual imprescindible durante más de treinta años para todos los que quisieran formarse en esta materia en cualquier universidad española.
   El pasado día 28 de enero volvía a la Universidad en la que ejerció durante tantos años, y lo hacía por la puerta grande, como el nuevo Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia.

                                            -P: En nombre de Campus, reciba en primer lugar mi enhorabuena, al tiempo que le damos la bienvenida al excelente grupo de investigadores, artistas, literatos y científicos que componen el plantel los doctores Honoris Causa de la Universidad de Murcia.

Usted es el primero de los doctores Honoris Causa por la Universidad de Murcia que ha ejercido como profesor en ella. ¿Qué le parece volver a la que fue su Universidad durante tantos años y hacerlo en estas condiciones?

-R: Me resulta especialmente grato y emotivo el que se acuerden de uno después de estar fuera de esta universidad durante veinte años, y que precisamente, hayan sido muchos de los antiguos compañeros los que hayan promovido este nombramiento. Esto testimonia un afecto real y una valoración de lo que pude hacer durante esos años.

-P: ¿Después de esa dilatada etapa fuera de esta universidad, que recuerdos le vienen a la memoria al regresar a la Universidad de Murcia?

-R: Muchísimos. En este campus, por estos jardines, he paseado muchísimas veces en medio de agotadoras jornadas de trabajo, o entre las clases, para tomar un café o para descansar.

Fue justamente en una cantina que hubo bajo la facultad de Letras donde conocí a mi mujer, con la que llevo casado 34 años. Todavía la recuerdo con una bata blanca, en aquellos momentos estaba haciendo su tesis doctoral en la facultad de Ciencias.

Son muy especiales mis recuerdos del claustro de Derecho, el lugar donde he dado clases durante tantos años, donde he dirigido tesis doctorales, donde he trabajado, me he reunido, he celebrado seminarios… Fue una etapa muy activa para mí.

Recuerdo también, cómo no, mis años de decano, fue en los años 1975 a 1978, de la muerte de Franco a la aprobación de la Constitución. Fueron unos años complicados pero cargados de ilusión.
-P: Una época especialmente convulsa en la Universidad.

-Era una etapa en la que no sabíamos hacia donde desembocaría la situación. Después de 40 años de régimen franquista comenzaba a resquebrajarse el edificio oficial y era difícil prever el futuro. Había grandes temores de que no fuera posible una evolución pacífica hacia un sistema normal. Afortunadamente sí que fue posible.

Muy cerca de aquí, en el lugar donde se ha celebrado mi doctorado, el claustro aprobó los primeros estatutos democráticos de la Universidad de Murcia. Aquello fue un hecho histórico.
-P: Usted era claustral.

-R: Yo era claustral, y aun recuerdo que se bebió grandes cantidades de sidra el Gaitero para celebrarlo, pues la economía no daba para más. Había un ambiente de euforia extraordinario.

-P: Cuando usted llegó a la Universidad el rector era Batlle, profesor de Derecho. El actual José Antonio Cobacho, es también de Derecho. Juan Roca, que también lo fue, era igualmente de Derecho. ¿Qué tienen los juristas?

-R: También ha habido rectores de ciencias, como Lozano o Soler. Yo fui decano con Sabater, profesor de Ciencias, como Rector. Él fue el primer rector de la democracia. Era un gran rector y una gran persona, de una enorme honradez y de una inteligencia práctica fabulosa.

-P: Eran tiempos especialmente complicados también para su materia.

-R: Muy difíciles. Eran tiempos en los que la frontera entre la legalidad y la ilegalidad era muy difusa. Estábamos explicando unas leyes que sabíamos que estaban llamadas a desaparecer.

Cuando se aludía en junta de facultad a los estatutos, el comentario permanente era que, a pesar de estar en vigor formalmente, no tenían valor real. Sólo cuando empezó a consolidarse el sistema actual, con la Ley de Reforma Política y la Constitución , empezamos a tener unos asideros políticos firmes.

Un libro, treinta años, 28 ediciones

-P: Usted ha publicado muchos libros, pero el más famoso de todos es sin duda ‘Derecho del Trabajo’. Treinta años y 28 ediciones. ¿Qué puso en ese libro para que haya tenido tanto éxito?

-R: Puse interés en hacer una obra para estudiantes. Yo creo que el problema más extendido de los libros de texto hechos por profesores es que los profesores, cuando los escriben, están pensando en sus colegas y no en los estudiantes. Sin que ello signifique pérdida de nivel, pienso que un libro de texto debe hacer un esfuerzo de sistema y de claridad, que es lo que suelen elogiar los críticos en este libro.

-P: ¿Cómo nació el libro?

-R: Se gestó en esta casa. Justamente enfrente de donde nos encontramos. Nació de una manera muy sencilla. Yo explicaba en clase sobre la base de unos guiones, y esos guiones se los pasaba al bedel del Colegio Mayor Cardenal Belluga. Él los pasaba a máquina y los distribuía entre los alumnos. Eso lo hice desde el primer momento de mi llegada a Murcia. Al cabo del tiempo me encontré con que tenía escrito un manual. En principio pensé que sería un libro exclusivamente para mis alumnos de Murcia, pero comenzaron a pedírmelo de otras universidades. La primera edición se hizo en Murcia, pero ya la segunda, ante la aceptación que tuvo, se publicó en la editorial Tecnos, que es la mejor editorial jurídica de España.

-P: La base debía ser excepcional para haber continuado durante tantos años, por más que le haya introducido innovaciones…

-R: Hay que estar trabajando permanentemente en él, porque la materia, el Derecho del Trabajo y la Seguridad Social , no para de moverse. Constantemente incorporo novedades.

No obstante, mi criterio no ha sido el de acumular, que es una tendencia muy extendida. Normalmente, en los libros de texto, a lo que ya se tiene hecho se le añade novedades, con lo que el libro alcanza unas dimensiones disparatadas. Yo he preferido reelaborar, eliminar cosas desfasadas y reescribir de nuevo. De este modo intento que el libro no se desmesure.

-P: ¿En qué situación se encuentra el Derecho del Trabajo en España?

-R: En una situación homologable a la del Derecho del Trabajo de cualquiera de los principales países europeos. Pertenecemos a la misma tradición jurídica: el derecho jurídico continental. Tenemos un cuerpo doctrinal muy relevante, numeroso y cualificado. Hace cincuenta años nuestro derecho del trabajo era muy poca cosa, porque íbamos a remolque de lo que se estaba haciendo fuera, y además porque las peculiaridades de nuestro sistema jurídico político, como por ejemplo la organización sindical, nos colocaban muy al margen de las corrientes jurídicas occidentales. Hoy, sin embargo, nuestra doctrina, nuestra legislación laboral, es muy similar a la de Francia, Alemania o Italia. Sobre todo porque desde hace más de veinte años pertenecemos a la Unión Europea , y hemos incorporado multitud de directivas y de reglamentos que hacen que se acentúe nuestra semejanza con el derecho de estos países. En ese sentido no podemos decir, en absoluto, que nuestro Derecho del Trabajo, nuestra Seguridad Social, sea inferior a la de otros países europeos.

Un jurista literato

-P:¿Qué fue antes, el Alfredo Montoya escritor o el Alfredo Montoya jurista?

-P: Hablar de un Alfredo Montoya escritor es una exageración, pero mi afición literaria es, desde luego, anterior a mi afición jurídica. Yo tenía 14 años cuando comencé a escribir una novela basada en la Revolución Francesa. Recuerdo que saqué los personajes del diccionario Espasa. Aquello era de una ingenuidad absoluta, pero estaba ya clara mi afición literaria. Posteriormente la he mantenido, escribiendo relatos. Aquí en Murcia sí escribí más. La revista Monteagudo me incentivó mucho. También escribí en la propia revista Campus. Publiqué durante mi estancia en la Universidad de Murcia un libro de relatos que se llamó ‘El Panamá y otros cuentos’, que fue editado en 1984 por la Editora Regional.

-P: Hubo una reseña muy elogiosa para con el libro en la revista Campus, hecha por la Salvador García Jiménez.

-R: Salvador fue muy generoso. El fue quien presentó el libro en el Casino de Murcia.

-P: Uno de los protagonistas afirmaba que había emprendido muchos viajes a lo largo de su vida, pero que ninguno de ellos le había proporcionado material para escribir. ¿Qué le ha proporcionado material para sus escritos?

-R: Como a cualquier escritor, la vida misma. La crítica de la vida es el motor para cualquier escritor. Cierta protesta, cierta rebeldía contra determinados sucesos con los que se está en desacuerdo…

-P: Pero usted, a semejanza con el protagonista de aquellos relatos, sí que ha viajado…

-He hecho viajes de estudios, he permanecido períodos en Francia, en Alemania… También he estado en congresos en muchos países, obviamente, y esos encuentros a veces me han proporcionado material narrativo.

-P: Usted nació en Sevilla…

-R: Yo nací en Madrid, pero a los dos años mis padres me llevaron a Sevilla, donde estuve durante 25 años. En Madrid creen que soy de Murcia, y en Murcia que soy de Sevilla. En Sevilla creen, eso sí, que soy de allí.