Trudgil 5 Curso VaSo6 Murcia Nov2004 (75)

“Todos los seres humanos deberían tener la libertad de usar su propia lengua nativa sin ser discriminados” (Peter Trudgill, nuevo doctor honoris causa por la Universidad de Murcia)

“El lingüismo es un mal tan grande como lo son el racismo y el sexismo”

“El dialecto murciano es una variedad de lengua fascinante e importante, y se merece una gran cantidad de investigación académica”

Como el personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo, Peter Trudgill se interesó por la lingüística sin saber que existía tal cosa. 

Fue en sus tiempos de estudiante de bachillerato, allá por los años 50. Aquel chaval retraído y tímido se refugiaba en la biblioteca municipal de Norwich para dar rienda al que probablemente consideraba su “vicio secreto”, que no era otra cosa que un irrefrenable interés por aprender y recopilar información sobre las lenguas del mundo, tal y como expresa el propio Trudgill y recoge en un artículo el profesor Juan Manuel Hernández Campoy, profesor de la UMU, que actuará de padrino en el acto de investidura.  

Trudgill ya había dado muestras de su irreductible carácter investigador y su firme resolución por comprobar las cosas por sí mismo cuando, siendo todavía un niño, pidió permiso a su padre para ir a misa, una práctica insólita en su familia, cuyos progéneres eran ateos. Quería revisar por sí mismo si el ambiente religioso le resultaba o no atractivo. Una vez obtenido el ansiado permiso paterno, y tras ser testigo de aquel ambiente, regresó ratificado en el agnosticismo en el que había sido criado y no volvió a ir a misa.

Un campo muy cultivado por él han sido los dialectos urbanos, convirtiéndose en uno de los más reputados dialectólogos internacionales y abriendo sendas inéditas en este terreno con sus trabajos.

Recién estrenado el nuevo siglo, en el año 2001, en una de sus numerosas estancias en Murcia, pronunció una frase que sentó muy bien por estas tierras: “Los murcianos tendrían que sentirse orgullosos de hablar como hablan”.

Escribiendo su primer libro en un tren

De su carácter metódico, entregado y apasionado por su trabajo da cumplida muestra un hecho que él mismo relata en su autobiografía. Hay que ponerse en situación: estaba en un tren inglés realizando un recorrido de 700 kilómetros, camino de una entrevista de trabajo que podría reportarle su primer contrato como profesor de Sociolingüística.

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“¿Qué diablos –tal es la expresión que utiliza en su autobiografía- enseñaría si consiguiera este empleo?”. El resultado comenzó como unas simples notas que fueron creciendo durante aquel viaje, que se convertiría en mítico sin haberlo previsto en ningún momento. Finalmente, aquellas notas se transmutarían en el libro “Sociolinguistics: An Introductio to Language and Society”, que acabaría convirtiéndose en un éxito literario.

No hace falta decir que, cuando horas más tarde los profesores que componían el tribunal le preguntaron qué es lo que enseñaría si consiguiera aquella plaza de profesor, fue el candidato que mejor la supo responder, consiguiendo su primera plaza como docente.

Profesor e investigador de Sociolingüística, Peter Trudgill se ha dedicado durante más de medio siglo a trabajar en este campo, hasta haberse erigido en una de las figuras mundiales más importantes de su especialidad, tal y como acreditan sus intervenciones como profesor invitado en universidades de Estados Unidos, Grecia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, India, Japón, Hong Kong, Tailandia, Canadá, Australia o Nueva Zelanda entre otros.  También, obviamente, en España, convirtiéndose desde 1992 en un asiduo de la Universidad de Murcia, lugar donde ha impartido numerosos cursos y conferencias.

El profesor de la Universidad de Murcia Juan Manuel Hernández Campoy, su padrino en el acto de investidura, es sin duda la persona que más y mejor conoce y quien más a fondo ha estudiado la obra de Peter Trudgill. El profesor de la UMU destaca entre las principales contribuciones de Trudgill a la lingüística, la dimensión social que ha aportado a esta ciencia, haciendo ver la estrecha interrelación que existe entre el lenguaje y la sociedad; su aportación a las relaciones entre la Dialectología Tradicional y la Sociolingüística; el desarrollo de los “derechos humanos lingüísticos” y su defensa de la tolerancia y la diversidad lingüística, ya que, como él asegura, hay que cultivar la tolerancia del dialecto, que nos hace a los humanos más ricos.

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Pregunta: Aunque es doctor honoris causa por otras cinco universidades, ¿qué sensaciones tiene ante este nuevo doctorado? ¿Qué le parece la Universidad de Murcia, que ya conoce desde los años 80? Estoy muy orgulloso y muy contento. Desde la década de 1980, tengo vínculos muy estrechos con la Universidad de Murcia, que es reconocida internacionalmente por su excelencia en los estudios de Lingüística Inglesa.

Su interés por el estudio de la Lingüística parece que despertó pronto en usted, con aquellas incursiones a la biblioteca de su ciudad para leer gramáticas en lenguas extranjeras.  Creo que es una gran lástima que la Lingüística tuviese un perfil tan bajo: no había lecciones de Lingüística en la escuela, ni títulos universitarios en Lingüística, ni secciones de Lingüística en las bibliotecas. Las cosas han mejorado desde entonces.

¿Qué intuía en aquellos primeros momentos en el estudio del lenguaje para interesarse de tal forma en él? Estaba fascinado por las relaciones históricas entre las lenguas y la rica diversidad de lenguas.

Ha sido profesor en ocho universidades, y profesor visitante en una veintena de cuatro continentes. ¿Qué aporta a un profesor conocer realidades tan distintas? Los estudiantes de lugares diferentes siempre contribuyen con puntos de vista diferentes, y he sido muy afortunado de lo mucho que he aprendido de ellos.

Además de su labor propiamente académica, usted ha pronunciado conferencias en más de 30 países, es miembro del comité científico de una treintena de revistas científicas, profesor en cursos y seminarios, participante en programas de radio y televisión, director de tesis, ha realizado 331 publicaciones, ¿le queda tiempo libre para desarrollar alguna afición? La Lingüística es mi afición más importante, pero también me encanta la música, los viajes y el deporte.

Peter Trudgill, es hoy, tras casi 60 años de trabajo incesante, una de las referencias mundiales en el campo de la Sociolingüística. ¿Cuáles han sido los temas que ha abordado con mayor profusión? Quizás lo que más me ha interesado es la forma en la que los factores sociales pueden influir en las estructuras lingüísticas.

Afirma que el comportamiento lingüístico es un reflejo de la estructura social. ¿Puede ampliarnos eso? No creo que sea un fiel reflejo, pero ciertamente hay conexiones relevantes que merecen ser investigadas más a fondo.

¿Cómo son los “derechos humanos lingüísticos” que usted ha desarrollado? Todos los seres humanos deberían tener la libertad de usar su propia lengua nativa y su propio dialecto nativo sin ser discriminados de ninguna manera.

Usted aboga siempre por la tolerancia y la diversidad lingüísticas.  Sí. El lingüismo es un mal tan grande como lo son el racismo y el sexismo.

¿Qué le parece cuando se esgrimen las diferentes hablas como arma para el conflicto o como un argumento para estar separados los pueblos y las personas? Me parece que es algo contra lo que deberíamos luchar.

Hace 20 años usted pronunció una frase que sentó muy bien por estas tierras: “Los murcianos tendrían que sentirse orgullosos de hablar como hablan”. ¿Por qué? Porque todas las lenguas son dignas de respeto y porque las formas locales de hablar son una parte inherente de la identidad local.

Usted clausuró un congreso que se hizo en la UMU con motivo de su 60 cumpleaños con una conferencia sobre los aspectos sociolingüísticos del dialecto murciano. Háblenos de estos aspectos.  El dialecto murciano es una variedad de lengua fascinante e importante, y se merece una gran cantidad de investigación académica.

Resulta curioso lo que puede resultar a veces de un mero viaje en tren. En su caso, cuando viajó a Reading desde Edimburgo, un viaje de 700 kilómetros, a intentar conseguir un contrato en aquella universidad, usted se planteó qué es lo que enseñaría si le diesen trabajo. El resultado fueron horas de febril trabajo en aquel compartimento, que le llevó a escribir en el tren la que sería la primera edición de su libro “Sociolinguistics: An Introduction to lenguaje and society”, que fueron además los temas  que usted enseñaría en la primera asignatura que impartió. Un viaje bien aprovechado. Tenía usted entonces 26 años. Eso es cierto. ¡Fue una tontería por mi parte no empezar a pensar en cómo daría un curso de Sociolingüística hasta que me subí a ese tren!

Usted ha manifestado que “Un mundo en el que todos hablasen la misma lengua podría ser un lugar muy insípido y anquilosado”. ¿Por qué razón? Porque la uniformidad es “aburrida” y lleva al estancamiento.

Inglaterra sería un lugar más pobre sin su rico mosaico de dialectos regionales. Imagino que también España, ¿por qué? Mucho. Sin duda, la variedad es inherentemente más interesante que la uniformidad.

Aboga porque los dialectos tradicionales, y también los modernos, sean protegidos igual que nuestro entorno físico. ¿Está siendo una tarea fácil hacer que la gente lo comprenda? No, no lo está siendo. Pero estamos progresando.

Usted defiende la combinación en Inglaterra del bidialectismo y la apreciación de las diferencias dialectales, algo que podría aplicarse también a España. Sí, pero la tolerancia es lo más importante.

Explíquenos cómo se lleva el ser aficionado al Norwich F.C. No tuve elección. ¡Nací y crecí en Norwich!

 

 

Autor: Pascual Vera