Un pionero de la imagen

Se ha ido uno de los pioneros. Su persona y su profesionalidad fueron claves en el siglo XX. Ahora, la cámara está triste. La melancolía nos invade cuando falta uno de los mejores. Su mundo era la fotografía, lo que es tanto como decir que su universo era lo que ocurre en la calle, que diría el Mairena de Machado. Lo ha sido durante todo un siglo. No hay nada que haya pasado en Cartagena que no haya sido visionado por el objetivo de alguna de sus cámaras.

Todo pasó por sus ojos, y por las lentes de esos aparatos en los que él fue un precursor. Imagino con qué entusiasmo y extrañeza le verían cuando él, apenas un niño todavía, manejaba su primera cámara de fotografiar.

Todo cartagenero sabe que me refiero a Ramón García, una institución en la ciudad, y una persona muy querida. Su carácter entregado y afable le convirtió en un profesional muy estimado.  Mi compañero Antonio García Valera siempre se ha referido a él como un maestro en el oficio de la cámara. Deja un magnífico legado en manos del Ayuntamiento, esto es, en manos de sus conciudadanos y paisanos. Gracias a su quehacer, sabemos cómo ha crecido Cartagena y su entorno, los personajes que la han vivido o visitado, los principales eventos, los instantes más apasionados, los más brillantes, lo más cotidianos y repetidos también.

Sin Ramón García, sin su labor como testigo gráfico de una era, no podríamos tener un recuerdo vivo y entendible de lo que es la comarca por donde ha caminado. Le debemos, por ello, respeto y un tributo de merecido homenaje y reconocimiento. Queda, como decimos, su legado, que ha de ser conservado, estudiado, analizado y expuesto para que el público lo pueda disfrutar y reconocer igualmente. Pongámonos deberes en este sentido.

Expresamos, de momento, nuestro eterno agradecimiento a Ramón García, a lo que ha sido, a lo que siempre será para nosotros, sobre todo para los que vivimos en primera persona el mundo de la Prensa. Su ilusión y su enamoramiento por la fotografía los supo trasladar a sus amigos y conocidos. Ramón nos ha servido de guía, y es justo que lo subrayemos. Ramón, seguiremos con tu ejemplo. Estés donde estés, siempre nos enseñarás. Tienes el bagaje de haber visto cuando nadie fue capaz de ver como tú.