El compromiso del Periodismo

Juan Tomás Frutos

 

He ahí el gran compromiso, una obligación clara, diáfana, llena de responsabilidad. El deber de informar es un deber social, esto es, no es tan sólo del profesional ni mucho menos potestativo de un grupo o gremio. Su administración sí lo puede ser, pero no su posesión. La información pertenece a todos, a cada ser humano por el hecho de su misma naturaleza y condición. De ello se deriva su carácter esencial de cara a la comunidad, a la cual se ha de ofrecer en un afán de entrega. Hay una obligación con un recorrido de enorme responsabilidad. El periodismo de servicio es el periodismo de compromiso con la sociedad, que debe ver reconocidos sus derechos a estar bien informada, así como a recibir una conveniente formación, aparejada ésta de las oportunas dosis de entretenimiento que han de brindar los diversos medios de comunicación de masas. Todo se ha de presentar en armonía y equilibrio.

 

No olvidemos que hasta ahora las leyes han reconocido el valor de servicio público a la sociedad que tienen las empresas periodísticas. La base de ello es que el derecho a informar es un derecho de la ciudadanía, y lo que hacen los periodistas es recibir una especie de mandato tácito, como diría el maestro José María Desantes Guanter. Precisamente por ello el deber profesional para con la sociedad es mayor. También ésta, por otro lado, debe ser exigente en su cumplimiento.

El periodismo de servicio está en la misma base de la democracia, y por eso su reconocimiento es expreso en las Constituciones. Su presencia textual es por la necesidad de establecer garantías de defensa del resto de derechos fundamentales de la ciudadanía que necesita del cumplimiento del derecho a contar lo que sucede como base de que el sistema funciona, de modo que cuando no es así, cuando algo falla, cuando hay errores, intencionados o no, éstos han de ser denunciados y relatados.

Sin duda, el Periodismo presta una extraordinaria labor de servicio a toda la sociedad. Los medios de comunicación aportan diferentes hechos y aconteceres y desde diversas perspectivas, lo cual contribuye a generar lo que se conoce como opinión pública. Como no puede ser de otro modo, lo deseable siempre es la existencia de una pluralidad de medios y de visiones sobre lo que acontece.

Numerosos itinerarios en la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

La comunicación tiene muchos recorridos, de todo género, con inmensas posibilidades de ilustración y de incremento del conocimiento. Hay opciones, de todo tipo, de todo género, con vocaciones diversas, que nos llevan por senderos de posibilidades infinitas como la vida misma. Nos confundimos a menudo, pero, si tenemos el corazón abierto, hemos de ser capaces de afrontar los cambios con una serenidad dignas de encomio.

 

Naveguemos con el objetivo de corregir los golpes que a menudo nos da la vida y que, seguramente, tienen un carácter didáctico. No paremos. Las confluencias nos presentan ocasiones de pactos con los que abundar en los gustos, en las querencias, en lo que nos oferta sinceridades con sus volúmenes cariñosos. Miremos el agua que nos da sensaciones de frescor.

Hagamos que el honor sea sentimiento de alegría y libertad, denuncia y respuesta, con entretenidos aprendizajes que nos han de conformar como personas en sociedad. Los complementos son importantes, y el complementarse también. Ganemos sin jugar, pero no para nosotros, sino para la comunidad a la que hemos de servir sin rodeos.

Las preferencias nos han de conducir por la línea recta, para no perder el tiempo, ni los recursos, ni lo poco que justifica ese afán para y por amanecer con una cierta pro-actividad. Hay texturas, versiones, actitudes y posibilidades. Hemos de escrutarlas y pensar en positivo con la pretensión ferviente de afrontar la singladura vital desde la constancia y la persecución de pequeños éxitos. Nos debemos armar de muchos valores, que los tenemos, para utilizarlos como ejemplos diarios para nosotros y para los que nos quieren, entre los cuales hemos de ir introduciendo a más y más gente.

Los caminos son múltiples. Los hay de todas las envergaduras, de todos los tamaños, de todas las intensidades. Debemos creer en lo que realizamos y en cómo lo hacemos. No persigamos las creencias que son en la misma nada. Hemos de consolidar lo pequeño. La idea ha de ser ir despacio, que, poco a poco, nos preparemos con los recursos y elementos que justifican y explican todo cuanto somos. La nada es, lo es, cuando hay una persuasiva ilusión por medio. Demos con ella en los numerosos itinerarios que enfrentamos. De todos ellos podemos aprender mucho. Lo mejor es dejar que fluyan.

Los mejores semblantes

Juan Tomás Frutos

 

Prefiramos las mejores opciones, que son las que nos ofrece el conjunto de la sociedad, ésas que nos vienen de los intereses del conjunto. Nos sumergimos en un mundo de sugerencias que han de tocar esa música celestial con la que ir un poco más allá respecto de cuanto comprendemos. Las imágenes han de batir esos records de imparticiones que nos definirán con astucias sorprendentes. No nos cansemos de largas esperas ahora que todo puede solucionar, solventar, dulcificar, aspectos queridos y estimados desde consideraciones que todo lo han de implicar. La vida es entre superaciones.

 

Adoramos los instantes de superación, de ese brillo que se apartó de lo inocuo y de lo mate. Nos suscitamos instantes queridos con sueños sueltos de gozos que no se han de perturbar. Hemos imaginado que es posible mientras lo es con unas vertientes más o menos suspicaces ante lo que nos influye con características indomables.

Nominamos deseos con encuentros que nos han de abrigar esperanzas en instantes que nos harán subir un poco ese tendido de humor con el que hemos de poner salsa a las mismas comunicaciones que tanto nos gustaron y que tanto nos aportaron. No vivamos en interrupciones pendientes de carreras que han de tener de todo lo necesario excepto prisas. Hemos de aceptar lo que nos vaya sucediendo en la idea permanente de que podemos soslayar los obstáculos de esas fenomenologías que nos adecúan sin tener los suficientes espacios.

Pidamos imbricaciones en unas etapas de alternativas señalizadas con unas pretensiones de caricias que son, que pueden, que tienen, que propician, que otorgan y que nos invierten los procesos con insufribles peticiones que hemos de inventariar para dar con los lances novedosos. Nos hemos de contemplar todos los días.

Separemos los motivos principales de los que no lo son. Hemos avisado con resúmenes organizativos básicos con los que entroncarnos con las posibilidades que hemos de especificar con los universos más modernos como evolución, éstos, de aquellos que hemos considerado tradicionales. Podemos darnos las alas que necesitamos para transportar presencias y ausencias. Puede que las añoranzas no aporten nada, pero están ahí y nos recuerdan nuestros mejores semblantes humanos. Fomentemos las experiencias que nos dan buenas estampas con bonitas expresiones y comunicaciones.

Aprendizaje completo

Juan Tomás Frutos

 

La comunicación es aprendizaje. Nos ayuda a comprender la vida en la que nos hallamos. Mostremos las razones. Pensemos en las formas, en las opciones que nos llevan por conductos diversos y con entretenimientos y educaciones que plantean reconocimientos de ásperas directrices con las que iremos creciendo. Aumentaremos los tonos con cosas que serán en las negaciones más consolidadas. Hemos atendido las razones que nos van desmenuzando quienes son en las puras noches que nos sienten partes de las creencias más consolidadas. No hemos apuntado hacia el sitio más correcto.
Los mandamientos de años de siempre nos incluyen en los instantes de pasiones tremendas que nos catalogan con partidas de comienzos y finales con las que nos incrementamos los anhelos de aprendizaje en libertad. Seamos genuinos con todo lo que nos llega con fortalecimientos y quehaceres de recia factura. Los aconteceres de abolengo nos fertilizan con conceptos que son y que están. Hemos subrayado las empatías con unos misticismos que nos juntan hasta dar con un crisol de ponderaciones. Nos confundimos.

Los deseos nos hacen confluir en lo más grande. Los derechos se convierten en libertades que dan garantías de conformidades con espejos en los que nos vemos reflejados. Nos tomamos esas comidas de conocimientos con las que nos reclaman tranquilidades que son. Nos pedimos tiempo. Hemos planeado con suertes que condicionan lo que es.

Dejamos pendientes cuestiones de mandatos largos que nos perfilan lo mejor de antaño con novedades que están entre ligeras aventuras que son sabiduría entre constantes frivolidades que hemos de marginar para hablar en serio y cortar por lo sano los obstáculos mentales que nos puedan regalar. No queremos perder el tiempo. Hemos de abundar en una mentalización que nos sugiera previsiones y modificaciones para mejorías perennes.

Las construcciones con otras tipologías nos llevan a fenómenos que se convierten en divisas con banderas de colores que descuellan con subjetividades con las que confluir en los aciertos que nos harán parecidos, semejantes, con las propiedades de cada cual, en las comunidades en las que creemos desde la más mínima pulgada hasta acercarnos a los aspectos más grandilocuentes. No solucionemos sin conocer. Tengamos el talento de regalarnos horas básicas para que el aprendizaje sea completo, en todo, también en la comunicación. La existencia se presenta según los estilos. Intentemos que a cada uno se le pueda saca partido. Las docencias en las que nos queremos ver involucrados han de buscar la premisa del conocimiento compartido.

De todo en la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

El conjunto que es la comunicación admite todo, y todo muestra. Basculamos hacia las sensaciones que nos portan con objetivos diversos. Ganamos con presunciones que nos implican con unas noctámbulas conclusiones que nos invitan a adaptaciones de señales cortas. Los intereses de antaño nos ocultan las señales de un gozo que nos ha de introducir en la belleza con sus presiones, que ocultarán el todo.
Llevamos lo que nos consiente con sus reales caricias que son con unas voluntades que propician misiones que nos darán las prestaciones de inocentes suposiciones que han de dar con invenciones súper-colocadas en las conciencias de aquellos que han de ser la conjunción de una prevención con exclamaciones supremas. Garanticemos hasta donde podamos haciendo que las uniones nos aporten inteligentes dichas con sus prestaciones más señeras. Hagamos caso al corazón, que ha de saborear esa dirección que nos aporte aires de frescura.

Nos hemos de alimentar con esos egos que nos permiten llegar a donde el todo es prestación periódica con sus toques salubres. No hemos de estar siempre allanando los caminos. Hagamos que las actividades nos impriman las sensaciones suficientes para dar con las consumaciones de unas mentes abiertas y despiertas desde todo punto de vista. Separemos las partes con gallardía y galanteos.

Los procesos comunicativos se han de llevar a cabo con la magnificencia de quienes viven con la paz de unos ancestros menos mudados de piel. Superemos las astucias de quienes aparecen con las modalidades de esas propuestas que nos aligeran el destino con una convención serena y melosa. Desarrollemos la sabiduría con un “plasticismo” y con un carácter práctico que nos han de conmover. Hemos dado con los mensajes oportunos y claves. De lo que se trata ahora es de reconocer el pensamiento que totaliza y engloba a varios, a todos, y que es en la comunión planteada con suspiros y aportaciones aleccionadoras.

Lo hermoso aparece, y en ello estamos cuantos creemos y conformamos la realidad de las cosas, que superan los trances con esa maestría que acompaña a los años, con esa devoción que nos atañe con sus amargos y dulces comportamientos ante los diversos eventos de la existencia. De todo hay en este camino espléndido de la comunicación. Procuremos que descuelle lo bueno, todo lo bueno que hay.

Tránsitos y transformaciones

Juan Tomás Frutos

 

El considerar la comunicación como un tránsito, como un camino, como una vía hacia algo mejor ayuda a su confección. Aboguemos por esas solvencias que nos saquen de dudas y de esas prisiones intelectuales que nos previenen de lo que podría ser. Las astucias bien llevadas, para conseguir bienes y servicios para la sociedad al completo, son unos buenos instrumentos de labor. Nos miramos con dulzura.

 

Mantengamos el nivel más correlativo con los intereses del conjunto de la sociedad, que ha de ser nuestra complaciente prioridad. No la abandonemos. No separemos lo importante, y tratemos de darle el tono que se merece. Nos hemos de unir en todo lo que nos parezca con sentido. Los broches han de ser de oro.

La existencia se compone de lucimientos de pensamientos en su sitio, de pesares que nos han de trasladar las cautivas entidades con las que nos introduciremos en un universo bendito. No paremos en las noches noveladas, que nos han de poner en el umbral de la pasión.

Sintamos que lo roto ha de superar los desgarros de una sociedad supuesta con sus calladas respuestas. El todo colmado de buenas atenciones y actuaciones nos ha de aguardar con sus inclinaciones más sugerentes. Los retos han de ser entretenidos con sus planos más favorables y favorecedores. Salgamos de los tópicos para adentrarnos en las verdades y en esas ocasiones que serán algo más que un desafío.

Dilatemos los empeños con sus explicaciones ante los eventos que nos inmiscuyen en todo lo que puede tener un sentido idealista y conformador de la realidad. Vayamos en el tren en el que el valor de la conjunción, de la suma, será la superación más noble. Soslayemos los elementos que hallemos por esos caminos en los que no podremos con todo cuanto nos sucede. Miremos más allá con las previsiones de transformaciones interesantes. Convengamos, sí, y comuniquemos mejor. Transformemos la realidad, consigamos que sea y que esté donde sea menester, y seamos también en ese tránsito que es contribución a las posibilidades que nos ayudan, que son, que nos tienen.

Llegar a mentes y corazones

Juan Tomás Frutos

 

Montemos guardia para que no caigamos en ese hastío que nos produce distancias. Las mentes y corazones han de apuntalar los buenos anhelos. Hacemos repaso de y a lo que hacemos cada día. Perdura mucho, lo cual quiere decir que aún queda bueno en esa defensa que nos hemos de efectuar de cuanto merece la pena. Eres todo para mí. Te has convertido en ese repaso permanente que nos pone con dudas que nos ubican regularmente.
Nos mostramos con unas fantasías que nos recrean los mundos que hemos elucubrado y que todavía pueden ser emblemas dentro del muestrario de referentes que persisten con el intenso trayecto vital que nos toca experimentar con constancia y en ambientes cerrados. Hemos de abrir las expresiones a otros modales, tan educados como siempre, y tan didácticos como precisamos para abundar en lo exacto, en lo que nos previene. Vivimos con justificaciones variadas.

Nos debemos dedicar a entendernos, que ha de ser casi como un deber. La necesidad viene de diversos palos, con los que hemos de crecer en intensidad y con unos planteamientos poco absurdos. Nos hemos de disponer con los gritos de soledad que no oímos ni nosotros. Los tiempos no corren como queremos: van despacio o deprisa en función de lo que sucede. Contemplemos con perspectiva.

Nos contamos lo más clarividente con unas astucias que nos ponen en bretes con los que nos entrometemos en las causas de quienes vienen con las sombras de heridas que tardan en mejorar. Nos debemos armar de paciencia, de lustre, de sabiduría en función de la lógica de las cosas, que son como son, y como pensamos. Al menos, no siempre daremos con fracasos, y así lo debemos entender.

Lo bueno ha de ser mejorado, y lo que no exista portarlo a esa atmósfera de leves caricias que han de ser potenciadas como baluartes de la felicidad a la que tenemos derecho. No pensemos en el pasado, que ya no se puede cambiar, y, si lo hacemos, que sea para aprender, para no repetir los fallos. Empatizar ayuda a que las cosas se entiendan, y, con su conocimiento, podemos hacer más averiguaciones respecto de lo que son y de cómo solventarlas, si es el caso. Nos debemos poner en las circunstancias ajenas. Así los otros nos verán como todos queremos, con la suficiente amplitud; y, de este modo, sabremos también como llegar a sus mentes y corazones. No nos fallemos: la dicha anda en juego.

La unión, una necesidad en el sector periodístico

Juan Tomás Frutos

 

Un sector joven, necesitado de un permanente reciclaje, pero desmotivado en ocasiones para ello por la falta de tiempo, de recursos y de incentivos con los que poder afrontar una adaptación que, por otro lado, es necesaria y se está llevando a cabo en el ámbito de las Nuevas Tecnologías. Éste es parte del retrato que se hace de los profesionales del Periodismo, que también es significado por sus problemas de conciliación de la vida laboral y familiar y por las carencias de visibilidad sobre sus propias circunstancias, a la par que posee una imagen social un tanto deteriorada, de la cual es consciente.  Todo ello nos plantea la necesidad de una mayor unión y el consejo de una cierta idea de pacto o de autorregulación sobre el ejercicio profesional y acerca de ciertos aspectos deontológicos. Sin duda, la labor de las entidades profesionales para esta mejora es sustancial.

Interpretemos los sabores

Juan Tomás Frutos

 

Analicemos lo que hacemos, cómo lo comunicamos. Saquemos ese zumo que nos explica muchas cuestiones. Tengamos el paladar comunicativo fino. Nos empeñamos con un sí casi eterno en secuencias que nos parecen básicas con todo lo que es umbral amparado con dichas de muchos retornos. Las señales han de dirigirnos por las líneas rectas que nos ubican con sus intereses de variada multiplicidad. Hagamos que el territorio del corazón no falle.

 

Hemos apalabrado los anhelos de una juventud que nos indicó todo cuanto le apetecía hacer. No sembremos en lugares extraños y seamos pura sensatez en los comienzos y en los finales, como meras y necesitadas coherencias.

No dejemos en el otro lado de las intenciones esos quehaceres que nos han de alumbrar como paciencias que consideraremos infinitas. Sugerimos cada día, y más que deberemos ofrecer. La constancia nos aporta un grado con el que hemos de incrementar las voluntades y sus resultados.

No brindemos con cosechas ajenas lo que debería ser nuestro. Los énfasis han de poner esa guinda en un pastel que deberemos saborear entre todos. Sigamos las mejores señales hasta dar con el firmamento de posibilidades. Las posturas de otros instantes nos han de colocar ese cartel de peticiones sumidas en la misma base de la autoridad.

Las vertientes de esas realidades que tanto complacen nos han de colmar de experiencias dichosas con sus entusiasmos correspondientes. Nos hemos de quedar en ese lado de la virtud, con el fin de ver, de superar las heridas menos “disgustantes”. Aunque sea difícil, seamos positivos. Nos hemos de hacer caso con las sombras de unas luces que nos deberán indicar los caminos sin pausa. Interpretemos, por favor, los sabores. Cada uno tiene su mensaje, y lo hemos de saber destapar con el mejor colchón y con el mejor entendimiento posible.

Regalar felicidad con la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

La dicha es el mejor regalo que nos pueden dar o que podemos compartir con los demás. Vivimos el prólogo de una vida que se ha de sustentar en la misma trayectoria con su evolución y todo. Tentamos, una y otra vez, la suerte con más suerte aún, y vivimos en la requisitoria que busca espacios para contrastar lo que ocurre por unos lugares de sentimientos vencidos de antemano. Nos hemos consultado las apariencias con sus glorias más recias, y en adelante daremos con las travesías de indicadores más tardíos. Nos hemos superado, y eso quiere decir que tenemos propuestas de generaciones espontáneas para continuar con lo mejor, o con lo que nos parece que lo es.

 

No hagamos caso a cuanto nos viene dado con unas panorámicas de divertimentos en el más puro estilo del vacío existencial, que nos ha de confrontar con las ideas de antaño en la búsqueda ornamental de cuanto nos viene ofrecido con aficiones y gustos complejos. Saquemos intereses de donde pensamos que no los había. Entremos en esa considerada visión que nos ha de hacer escapar de cuanto nos sucede en negativo para adentrarnos en un buen número de sueños por experimentar. Sobrellevemos las caídas y aprendamos de ellas.

Las seguridades nos han de expresar los requisitos más sombríos con esos planteamientos de gracias que nos han de ayudar en todo cuanto hagamos. Poco a poco las ideas irán triunfando entre todos, y eso será señal de consejos que nos portarán muy comprometidos con lo que nos gusta y complace en el tono y en el mismo deseo. Las heridas de años que ya se consideran atrasados deben ser adecuaciones a las realidades más interesantes, que hemos de defender. Aprendamos, y para ello comuniquemos.

Las premisas de las viejas guardias nos han de conducir por sendas de buenas y queridas pasiones, que han de alimentar lo mejor de nosotros mismos para que se incrementen los niveles de bienestar a través de la propia comunicación de flujos experimentados y secuenciados en tiempo y forma. Hagamos caso con honor, con empatía, con todo lo que nos merece la pena. La vida es templanza y consideración de los triunfos como relativos porque lo son.

Insistamos con el corazón en la mano en todo lo que nos puede otorgar beneficios simpáticos y entrañables con los que socorrer cuanto será expresión de amor y de amistad. No paremos en esas iniciativas que nos han de regalar felicidad con grandes dosis de fortunas. Sigamos, siempre sigamos, y no nos cansemos: no nos cansemos nunca. Comuniquemos esa dicha sin pausa. Poco a poco, y también sin prisa, nos iremos dando otros semblantes.

UNIVERSIDAD DE MURCIA