No sólo reggae: El Rototom Sunsplash más concurrido

Doscientos mil metros cuadrados, ciento setenta y cinco mil personas, más de cien grupos de música. Y un sólo latido, un sólo corazón que nos repite sin cesar One love en el pecho.
Eso es el Rototom Sunsplash. El calor, la diversión, el relax. La conjunción de la vida espiritual con la más frenética actividad. Los asistentes al Rototom Sunsplash sufren de una bipolaridad perfectamente armonizada: lo que la noche revoluciona, el día lo suaviza a golpe de reggae.
La pasada edición contó con las memorables actuaciones de Barrington Levy, Marcia Griffiths o Max Romeo, grandes de la música que se han convertido en leyendas vivas, que pasados el medio siglo de edad, son muy capaces de congregar a miles de fans entregados.
El contrapunto del festival lo pusieron el grupo español Muchachito Bombo Infierno, y los puertorriqueños Calle 13. Con ritmos rumberos, los primeros, y el reggaeton urbano, estos últimos, consiguieron alterar el kharma de los asistentes al festival. El público, en gran parte internacional, se dejó embaucar por estos “adoptados” en la ciudad del reggae.
Aquellos que han asistido a este gran festival, son conscientes de la continua actividad que se lleva a cabo en él. Apenas amanece, y cientos de personas caminan en procesión hacia la playa. Allí, talleres de danza africana, percusión, o malabares, se alternan con la frescura del mar.
Los que permanecen en el recinto no son menos. Los conciertos se pueden ver desde las dos de la tarde, y este año, además del “Main Stage”, el “Dancehall” y el “Ska club”, un nuevo escenario, el “Juanita Club”, ofrecía una gran variedad de cantautores y grupos españoles que amenizaban el calor diurno.
La hora de la comida es de lo más interesante. Desde carne a la brasa, comida mexicana o india, a cocina crudívora o pizzas auténticas italianas, que hacen eco del origen del Rototom. No sólo es un festival de música, también de sabores y culturas del mundo.
En el corazón del recinto, precisamente, se congrega la zona espiritual, llamada “Vivir la energia”. Tipis donde recibir masajes thailandeses, figuras geométricas para meditar, y sonrisas enormes de todos para todos.
Y no mucho más allá, “Mágico mundo”, la guardería del Rototom, está abierta prácticamente todo el día, para que los niños no dejen de disfrutar, tanto o más los adultos.
El arte invade cada rincón. El simposio artístico no se limita a las exposiciones fotográficas y los cuadros enormes que decoran el recinto; o a los cursos de fotografía y charlas de músicos. Una selección de pintores elaboran su obra in situ, trabajando a lo largo del festival, y convierten las calles en una exposición dinámica que sólo en los últimos días llega a completarse.
Todo en este festival parece pensado para sentirse bien, pero a pesar de lo que pueda parecer desde fuera, no está aislado de los problemas del exterior. Al contrario, se trata de un encuentro de gente comprometida y volcada con la realidad que nos rodea. Y ello queda patente tanto en el tema al que está dedicado el festival, esta edición 2012 lo hizo rememorando la independencia de Jamaica, que este año cumple 50 años; como en las multitudinarias charlas que se llevan a cabo en él. Este año, las figuras más esperadas fueron Ignacio Ramonet, director de Le Monde en España, la admirada periodista Rosa María Calaf, y sobre todo el prestigioso y venerado sociólogo Zigmunt Bauman. El conjunto de conferencias y mesas redondas giró en torno al tema de la democracia, en un ciclo llamado “¡Viva la democracia!”, que no dejó indiferente a nadie, y entre cuyos oyentes pudimos ver a personalidades de la talla del cantautor Paco Ibáñez.
El Rototom Sunsplash es la conjunción perfecta de desconexión espiritual y conexión mental.Un festival con infinitos ambientes, con sensaciones incontables, y sin embargo, latiendo a un mismo ritmo. El Rototom Sunsplash, en fin, no es un festival para leerlo… es un festival para vivirlo.