Muere Miguel Delibes, el último clásico

Miguel DelibesColgó los trastos de escribir en 1998. Esto afirmaba de su carrera Miguel Delibes en unos momentos en los que acababa de recibir el Premio Nacional de Literatura por su novela “El Hereje”, que ha quedado, a la postre, como su canto del cisne literario.

El escritor vallisoletano, la pluma que mejor supo describir las cualidades y sentimientos de su tierra castellana, el escritor que mejor supo cantar y contar el más hondo espíritu de sus paisanos, ha fallecido hoy viernes 12  de marzo. La suya ha sido una crónica de una muerte no por anunciada menos dolorosa, que deja huérfanos de su hermosa literatura a varias generaciones de lectores que se engancharon a su manera de narrar, absolutamente natural y sin estridencias que siempre confirió a una obra literaria –ahora sí, culminada- que se sitúa, por méritos propios, en los más alto de nuestra literatura.

Con un estilo ameno en la forma y en el fondo, y con una calidad incontestable, Delibes supo apasionar a unos lectores que fueron creciendo en número a medida que lo hacía su propia obra, desde sus inicios, cuando con apenas 27 años escribió su primera novela, “La sombra del ciprés es alargada”, que inauguraba los prestigiosos premios Nadal en 1948.
Fue para el escritor el comienzo de una carrera plagada de éxitos y reconocimientos –el mejor de ellos, sin duda, el entusiasmo con el  que siempre le leyeron una legión de fieles lectores–: Nacional de Literatura, de la Crítica, Nacional de las Letras Españolas, Cervantes, Príncipe de Asturias, Premio Quijote de las Letras Españolas, o eterno candidato a un premio Nobel que se le negó reiteradamente.

    Por el camino –ese camino y esa naturaleza que él supo retratar tan espléndidamente en su literatura-, quedó una obra sólida y atractiva como pocas, y por fortuna extremadamente prolífica, para solaz de los degustadores de la buena literatura.
    “El Camino”, “Mi idolatrado hijo Sissí”, “Diario de un cazador”, “La hoja roja”, “Las ratas”, “Cinco horas con Mario”, “El príncipe destronado”, “El disputado voto del señor Cayo”, “Los santos inocentes”, “Señora de rojo sobre fondo gris”… son algunos títulos de esta obra de la que se enamoró el cine reiteradamente, desde que la realizadora Ana Mariscal filmara la primera adaptación de una de sus novelas, “El camino”, en 1962, y que tendría su mejor representante en la espléndida “Los santos inocentes”, con la que Alfredo Landa y nuestro paisano Paco Rabal ganaron el premio de interpretación en Cannes.
    Se fue el hombre, pero queda su obra. Y su recuerdo. Para siempre.