Manuel Hernández Pedreño, coordinador del libro “Exclusión Social en la Región de Murcia”: “La infancia es el colectivo olvidado en la política social regional”

El profesor Hernández Pedreño (en primer plano) durante la presentación del estudio a la prensa.Los grupos y colectivos de la Región con mayor riesgo de pobreza son las mujeres, los mayores de 65 años, los extranjeros, los hogares monoparentales o los que tienen más de cinco miembros, y las personas con estudios primarios o inferiores. Estos datos se desprenden del libro “Exclusión Social en la Región de Murcia”, publicado recientemente por Editum, que profundiza en las causas y características de la exclusión social en la Región de Murcia.

El libro, elaborado por el grupo de investigación “Exclusión social y desigualdad, vinculado al Observatorio de la Exclusión Social de la Universidad de Murcia (OES), cuenta además, con la participación de diversos investigadores de la Universidad de Murcia y de otros centros españoles. La dirección del proyecto ha estado a cargo de Manuel Hernández Pedreño, investigador principal del Grupo de investigación y director del OES.

    El profesor e investigador de la Universidad de Murcia manifestó en la presentación del libro, el pasado 12 de mayo que, en función de las más recientes encuestas manejadas por los autores de esta investigación, los valores de pobreza monetaria –la de los hogares cuya renta se sitúa en menos del 60 por ciento de la renta media española- han aumentado en los últimos tiempos en España, pero apuntó que Murcia se sitúa seis puntos y medio peor que la media nacional.
Otro tanto podría decirse, según añadió, de los hogares con privación material, es decir, aquellos que no tienen acceso a determinados consumos habituales, como por ejemplo tener  al menos dos semanas de vacaciones, o comer carne o pescado un par de días a la semana.
    Hernández Pedreño se refirió al Registro de usuarios del Observatorio de la Exclusión Social y Desigualdad de la Universidad de Murcia, integrado por 916 personas, cuyas encuestas arrojan importantes diferencias según género y nacionalidad: el 85 por ciento son extranjeros, y el 15 por ciento, extranjeros. También en cuanto a género se registran grandes diferencias: 58 por ciento de hombres frente al 42 de mujeres.
Según los datos expuestos en la publicación, los hombres son los que registran mayores desventajas sociales: hay más parados, tienen menos ingresos, peor nivel de estudios y consumen más alcohol y drogas. “No obstante todo esto –añadió el investigador- las mujeres tienen una dificultad añadida, ya que suelen tener más personas a su cargo”.
En cuanto a lo que hace referencia al  colectivo extranjero exclusivamente, los datos ofrecen una gran diversidad. La acumulación de desventajas  sociales en este colectivo se relaciona de modo muy directo, según apuntó Hernández Pedreño, con el tiempo que llevan en España y con el país de origen. En este sentido, los datos establecen que los usuarios procedentes de  Marruecos o de Ecuador, que llevan más tiempo en España, son los que menos desventajas sociales tienen: entre ellos existen menos parados, poseen más viviendas estables e ingresos más altos. Por el contrario, los procedentes de Argelia o Senegal y de Europa del Este son los que presentan  un mayor número de problemas.
    A través de diversas entrevistas, el estudio determina que la exclusión social suele ser el resultado de un cúmulo de desventajas sociales relacionadas con el trabajo, los ingresos, la salud, la vivienda o las relaciones familiares, entre otras.
    El investigador asegura que, “aunque a la exclusión social se puede llegar desde múltiples itinerarios, se han encontrado puntos comunes que conducen a ella, como el acercamiento a las drogas, la orfandad o el divorcio”. La precariedad del mercado laboral en los últimos años o el difícil acceso a la vivienda en España son otros factores de riesgo, “aunque lo normal es –asegura- una mezcla de varios factores”.
    Por todo ello, Hernández Pedreño considera fundamental “la accion social contra la pobreza y la exclusión, ya sea desde la administración o desde las ONGs”.
    Otro apartado abordado en el estudio es el referente a la valoración de la oferta de recursos de carácter social en la región, que se ha visto aumentada durante los últimos años, pero que son insuficientes en número y recursos por el creciente número de personas en situaciones de pobreza.
La infancia, el eslabón más débil, es el colectivo olvidado en el sistema de la política social regional, ya que no existe un programa para prevenir la exclusión infantil.
    Otro de los problemas más graves en este terreno es la ausencia de coordinación entre las entidades de acción social, lo que produce duplicidades y carencias en los servicios, restando efectividad a sus acciones. Por ello, el estudio destaca la necesidad de contar con un plan general de integración, a semejanza de lo que existe ya en otra comunidades, algo que permitiría aglutinar y coordinar todas las necesidades en este terreno, valorar las acciones a emprender, establecer áreas prioritarias y elaborar un calendario de actuación, lo que haría más efectivo el uso de los recursos con los que se cuenta.
Los técnicos apuntan a que este plan debería hacerse con la participación de todos los implicados en la acción social: las distintas administraciones, ONGs, sindicatos, empresas, Universidad…