Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea: “Si hay un país europeísta, es España”

 

Diego López Garrido en un momento de la entrevista en el decanato de Derecho.
Diego López Garrido en un momento de la entrevista en el decanato de Derecho

 

Asegura tener “mono” de universidad, uno de sus temas más queridos, algo que, en cierto modo, solucionó su estancia en la Universidad de Murcia, donde habló de la Unión Europea, su “otra gran pasión”, donde pronunció la conferencia “Retos actuales y perspectivas de futuro de la Unión Europea”.

Fue en la facultad de Derecho el pasado jueves 14 de abril, donde Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea, aportó su visión de la realidad europea en la sala de Grados de la citada facultad, aunque antes contestó para Campus Digital a una serie de cuestiones de la actualidad palpitante, entre ellas la crisis económica, la pérdida de peso específico de la Unión Europea, el movimiento pro democrático en el mundo árabe o el asunto de la educación en el siglo XXI. 

Uno de los temas a los que se refirió durante su conferencia en la Universidad de Murcia fue, naturalmente, la crisis. Para López Rodríguez, “las crisis son la demostración de que estamos vivos, las piedras no pasan por crisis” –dijo.

Aludió asimismo a la pérdida de peso específico de la Unión Europea, que “ya no representa lo que representó antiguamente, el mundo ha cambiado”. “Recuerdo que de pequeño –dijo, con cierto sentido del humor- pedíamos dinero con una hucha en forma de cabeza de chino, ahora casi tendríamos que hacer lo contrario: deberíamos llevar una hucha con forma de cabeza de un occidental, los chinos son los grandes acreedores del mundo”.

López Garrido en el Claustro de la Facultad de Derecho.López Garrido en el Claustro de la Facultad de Derecho

Argumentó el Secretario de Estado que, en estas circunstancias, “la Unión Europea, el proyecto europeo, deben replantearse su papel, ese es su desafío”, ya que, “Hasta hace poco era inimaginable que países europeos pasaran por un trance por el que sólo pasaban países del llamado tercer mundo: tener que sujetarse a unas medidas que se les exigía desde fuera”. “España –aseguró-, podría haberse visto en esta situación”. “No sé que hubiera pasado si en mayo del año pasado, cuando el Presidente del Gobierno planteó unas duras medidas de ajuste fiscal, el parlamento español hubiera dicho que no”. “Y ganó por un voto” -apostilló.
Europa, cuestionada
López Garrido se refirió a las revoluciones democráticas en el Norte de África, “sin duda el gran desafío para la Unión Europea, pues lo que sucede allí afecta a la estabilidad mundial”. “El mundo árabe se mueve a gran velocidad –añadió- y ¿qué papel está jugando Europa? Ninguno de  primera magnitud”. Comentó también que “es ridículo pensar que un estado puede afrontar  todos estos problemas solo, sobre todo si se trata de un estado con ambición, de un estado que quiere estar en la primera fila del ámbito internacional”. Se refirió López Garrido a la falta de liderazgo por la que está pasando en los últimos tiempos el viejo continente: “Europa ha sido la que ha planteado siempre las grandes transformaciones políticas e ideológicas de la Humanidad, pero su situación de liderazgo está siendo puesta claramente en cuestión: vivimos una crisis importante.” “Nunca entendí –añadió- cómo se puede ser progresista y antieuropeo”.

López Garrido durante su conferencia, flanqueado por el Rector de la Universidad de Murcia y el decano de la Facultad de Derecho.López Garrido durante su conferencia, flanqueado por el Rector de la Universidad de Murcia y el decano de la Facultad de Derecho

Los tres retos a los que se enfrenta Europa
“Vivimos –dijo el secretario de Estado- un auténtico desafío a la legitimidad de la Unión Europea, y eso es algo imprescindible para ella, porque la Unión Europea no es un instrumento estético, sino un instrumento de acción política, con capacidad de transformación política y económica: es la primera potencia comercial del mundo, y debe por tanto plantearse qué hacer en este momento crítico de su vida”. Aludió López Garrido a los tres grandes retos a los que debe enfrentarse la U. E.: Primero, salir transformada y fortalecida de la crisis: “Si no es así no podrá jugar el papel que queremos en el mundo, que es además lo que nos permite tener el modelo social y político que queremos”. Según el político, en la Unión Europea se hablan 23 lenguas distintas oficiales, “no nos une la lengua, por tanto, pero sí nos une la creencia en la democracia, en la libertad, en los derechos humanos”. “El lugar del planeta donde más se respetan los derechos humanos y se cree más en la libertad y en el estado de derecho es Europa –dijo-, y este modelo necesita ser alimentado con posiciones fuertes desde el punto de vista económico que la crisis ha puesto en cuestión”. “Pero los países que más han sufrido la crisis han sido los europeos –añadió-, por eso Europa debe de salir de esta crisis de una forma que le permita fortalecer sus estructuras económicas”. Según López Garrido, en la U. E. “se están adoptando medidas de gobierno económico inimaginables hace poco”, algo que constituye en su opinión un objetivo básico, el de “edificar una política de forma que las políticas económicas nacionales sean coordinadas”, ya que “en caso contrario, no podremos combatir la crisis con medidas adecuadas ni podremos salir de ella”, y lo que es igualmente grave: “no podremos prevenir las crisis futuras”. Si no se logra este objetivo, -dijo- “tampoco podremos mantener nuestro modelo de estado del bienestar, que es algo que sólo existe con esta intensidad en Europa”.
Hacia una Unión Económica y Monetaria
Hay que intentar que lo que en principio se pensó construir cuando se aprobó el tratado de Maastricht, “un edificio llamado Unión Económica y Monetaria, se pueda llamar de verdad así, y no como ahora que sólo es una Unión Monetaria. Creo que vamos en la buena dirección para ello”. En su opinión, esta circunstancia explica que “países como Grecia, Portugal o Irlanda vayan a poder evitar la suspensión de pagos”. Y “también que España no se vea afectada en nada ante el rescate de Portugal, porque ha seguido unas directrices coordinadas de la dirección Europea”. Aludió a que, en su opinión, el segundo desafío de la U. E. es en términos de políticas de seguridad. Un aspecto en el que reconoció que, aun tratándose de un capítulo de especial importancia, va más despacio  y en el que “incluso hay divergencias”, ya que “siguen predominando las políticas interiores de los estados por encima de la política exterior de la U. E.”. Añadió López Garrido que “si la U. E. no se da cuenta de que no puede seguir siendo un gigante económico y un enano político, va, inevitablemente, a ser debilitada en el futuro”. “No se puede vivir –aseguró- siendo una gran potencia económica y no tener una  política exterior a la misma altura”. Una educación del siglo XXI
El tercer desafío que se plantea Europa reside, en su opinión, en el ámbito educativo. “El modelo productivo del siglo XXI no puede ser el modelo que hubo en el siglo XX, si queremos mantener el estado de bienestar –dijo- debemos abordar el problema de la competitividad en la U. E.” En el proyecto “Estrategia Europa 2020, que se aprobó al final de la presidencia española el año pasado, tiene como pilares esenciales: el de la tecnología, la inteligencia, la sociedad, la sociedad del conocimiento y el pilar educativo”.

Diego López Garrido contesta a una de las preguntas de la entrevista.Diego López Garrido contesta a una de las preguntas de la entrevista.

-P: En su conferencia de hoy hablará de los desafíos de Europa ¿Es la revolución democrática de los países árabes uno de ellos? -R: Desde luego, el gran desafío que tiene la U. E. en estos momentos es la revolución democrática del mundo árabe. Y yo creo que la Unión Europea es una parte de la solución. Me parece difícil que esos procesos se puedan consolidar sin una ayuda directa de la Unión Europea. Y precisamente el lugar en el que más desestabilización se puede producir es algo que ocurre justo en el patio de nuestra comunidad: el Mediterráneo. Es el lugar donde más desestabilización se puede producir, por el eterno conflicto entre Israel y Palestina, y ahí es donde debe dar la talla la U. E. No sé lo que ocurrirá finalmente, pero los desajustes que hubo por aquel voto en de Alemania se han solventado, y hoy aparecemos mucho más unidos, con unas políticas mucho más claras a este respecto. Aun así, creo que aun hay que dar muchos más pasos a este respecto. Es necesario que la Unión Europea aparezca como una voz única. A veces hay demasiado ruido en las distintas posiciones. Se trata, sin duda, de la asignatura pendiente de la Unión Europea. -P: Hablando del Mediterráneo, ¿está llamada España junto con Francia, a encabezar el liderazgo en esta zona?. R: De hecho, estos dos países están liderando estas políticas relativas al Mediterráneo. Quienes han protagonizado las políticas de migración de la Unión Europea, consistentes fundamentalmente en que hay que colaborar con los países emisores de emigrantes para que el flujo de inmigración sea un flujo legal y no irregular, han sido Francia y España. De hecho, yo diría que España ha establecido un modelo de relación, en el caso de Marruecos y del África occidental, que ha sido adoptado como modelo por el resto de la Unión Europea. España y Francia son sin duda los que tienen mayor capacidad de iniciativa en esta zona, ambos países tienen mucho que decir.
-P: La Unión por el Mediterráneo, creada a finales del año 2008, agrupa a 43 países y a más de 750 millones de habitantes ¿en qué medida supondrá un acicate para una mayor movilidad para las universidades de estos países? -R: El Secretariado de la Unión por el Mediterráneo está establecido en Barcelona, y Francia y Egipto la copresiden en estos momentos. La Unión por el Mediterráneo está intentando promocionar proyectos concretos, como es el caso de la Universidad del Mediterráneo. En la política de movilidad universitaria en esta zona aun no hemos conseguido lo que queríamos para esta zona. No puede compararse, por ejemplo, con el programa Erasmus con la Unión Europea, pero la palabra movilidad tiene que ser clave para el futuro. Y creo que la política de contacto “people to people”, es decir, la gente contactando con otra gente de culturas muy distintas, es muy importante, con gentes que se trasladan para realizar estudios determinados. Todo eso, conjugado con una política de visados adecuada, puede hacer que esta cierta parálisis que a veces se ve y que está muy condicionada por el conflicto entre Israel y Palestina, pueda ser superada. Creo que la movilidad es la forma en la que la sociedad civil puede implicarse en el proyecto Mediterráneo, pues no se trata de un proyecto sólo para la clase política, sino de un proyecto para la gente. -P: ¿Se van conociendo mejor las instituciones europeas por parte de la sociedad? -R: Yo creo que, más que el funcionamiento de las instituciones europeas  no es percibido por los ciudadanos porque es algo que se ve un poco lejano, pero lo que sí es claro es que la gente percibe que el proyecto europeo es algo absolutamente fundamental. La gente percibe que ningún proyecto puede ser meramente nacional para poder afrontar desafíos importantes, como el del medio ambiente, por ejemplo, o el de la seguridad, o el de la economía. El hecho de que haya habido países en Europa como Irlanda, Grecia o Portugal, que han necesitado de la ayuda europea para poder salir de una situación de debilidad e inestabilidad financiera, y de estar a merced de los mercados financieros, ha sido algo muy visible. Todo el mundo sabe que se requiere el auxilio, la solidaridad europea, para muchas cosas, pero es cierto que en la política del día a día, no hay un seguimiento muy directo por parte de los ciudadanos como puede existir en la política nacional, hay una tendencia a privilegiar el enfoque más local por todos los estamentos, también por los medios de comunicación. En este tema nos encontramos con una paradoja: que la Unión Europea es cada vez más determinante para las políticas que afectan a la gente, y sin embargo no hay en la U. E. la misma tensión de debate como la que hay por asuntos que afecte particularmente a un país en concreto. Por eso hay un déficit de debate sobre la U. E. La U. E. no tiene déficit por falta de competencias, el déficit es de opinión porque no hay debate al respecto. Esto quizás ocurra porque no existe una dinámica de gobierno y oposición, como la hay a nivel nacional.
-P: ¿Qué medidas habría que tomar al respecto? -R: Habría que acercar a la gente mucho más a los asuntos de Europa y tomar conciencia de que somos ciudadanos nacionales, pero también europeos. En los últimos tiempos, primero con la presidencia de España hace un año, y siguiendo por las presidencias belga y de Hungría, este trío de presidencias ha tenido mucho interés en que se vaya acercando la política europea a los ciudadanos para que comprendan su importancia, y que por ejemplo, algo tan usado por los jóvenes europeos, como es el programa Erasmus, se convierta en algo natural, los jóvenes son cada vez más naturalmente europeos. -P: -Acabamos de celebrar los 25 años de la plena adhesión de España al proyecto europeo ¿Qué cosas hemos conseguido y cuáles han quedado por el camino? -R: Creo que lo que hay son, básicamente, cosas positivas. Aquello que falta por conseguir, le falta al conjunto de la Unión Europea. Pero, desde el punto de vista positivo, desde luego, es muy fácil hacer una comparación entre la España de hace 25 años y la de hoy: ahora España es infinitamente más positiva, más próspera, más rica, más moderna. Y eso es algo que tiene mucho que ver con la Unión Europea, y eso lo saben perfectamente los españoles. Nosotros entramos en la Unión Europea cuando estábamos en torno al 75% de la media de la renta europea, y hoy estamos por encima de esa media, hasta el punto de que vamos a ser en los próximos presupuestos, a partir del 2014, contribuyentes netos, porque estamos en el grupo de los países ricos de la Unión, y eso no se hubiera producido sin una política de solidaridad europea, expresada en los fondos estructurales que han modernizado las infraestructuras españolas, las carreteras, los ferrocarriles…, todos ellos elementos fundamentales para dar competitividad a la economía y nos han permitido ser un país moderno. Los españoles han abrazado este proyecto con muchísimo interés. Si hay un país europeo, si hay un país europeísta es España. En todas las encuestas a este respecto siempre destaca España como un país que cree mucho en el proyecto europeo, squí se cree que nuestra gran apuesta ha sido la Unión, y el pertenecer a ella es algo que nos ha cambiado para bien. Y esta pertenencia nos ha servido mucho para combatir esta crisis económica que surgió al otro lado del Atlántico.
-P: -¿El rescate de Portugal nos sitúa a nosotros más cerca de esa primera línea? -R: Lo que ha demostrado ese rescate que ha pedido Portugal es que esas supuestas fichas de dominó que irían cayendo: primero Grecia, después Irlanda, Portugal y a continuación España, era una pura creación de marketing que no tenía nada que ver con la realidad, esos países cayeron por las características propias de cada uno, no porque hubiera caído otro antes: los mercados no confiaban en ellos y no pudieron financiarse. El problema que ha habido en la Unión Europea es que determinados países no tienen suficiente capacidad de financiación de su economía. En la U. E. hay tres que no tienen esa capacidad y que necesitan financiación, oxígeno, de la Unión y del Fondo monetario Internacional. Pero los países que han sido capaces de hacer determinados sacrificios y ajustes ante la crisis, no tienen problemas. España se financia en los mercados, la situación de Portugal no afecta para nada a la estabilidad financiera de España, no se encareció la situación de España en los mercados, sino al contrario, lo que se ha visto desde la petición de rescate de Portugal es que la deuda se ha hecho más barata, y eso tiene que ver con la política que se ha llevado a cabo en los  últimos tiempos era la adecuada, aunque ha supuesto muchos sacrificios y va unida a un problema persistente en España que es un alto nivel de desempleo. Probablemente lo que le ha pasado a Portugal es debido a que no hubo suficientes reformas financieras anteriormente, y no hubo un apoyo del conjunto de las fuerzas políticas a medidas imprescindibles.
-P: Sólo o en compañía de otros, que diría aquel, usted ha sido autor de un buen número de libros, fundamentalmente sobre derecho. El último, sobre la constitución europea, fue publicado en el año 2005. ¿No echa de menos dedicarse a ese trabajo intelectual que tanto ha practicado? -P: Echo de menos sobre todo la labor universitaria, el contacto con los alumnos…, pero yo no he abandonado el trabajo intelectual. Es más: no se debe abandonar nunca. De hecho sigo publicando artículos en los medios de comunicación, y sigo publicando libros. Ahora por ejemplo estoy preparando un libro, y aprovecho para decirlo, que va a tratar de explicar en qué ha consistido este gran cambio de la Unión Europea para construir algo que no teníamos y que seguimos sin tener del todo: una unión económica. Tenemos una unión monetaria, pero no una unión económica. Ese cambio que se ha producido en las últimas presidencias europeas, empezando por la española y que culminará en el consejo europeo que tenemos a finales de junio. Todo eso será lo que intentaré explicar en mi nuevo libro, que saldrá a finales del próximo verano. Como ve, sigo con la actividad intelectual, algo perfectamente compatible con mi dedicación, y no sólo eso: es algo que debe hacerse, porque en caso contrario, cuando se desempeña una labor meramente de gestión se corre el riesgo de embrutecerse e impide tener una perspectiva de largo alcance que es importante para esa gestión.
-P: Pero su velocidad de crucero como escritor se había reducido mucho últimamente. -R: Sí, mi último libro fue en el 2005, sobre la Constitución Europea, y la verdad es que tenía mono de libro. Pero aún así, yo publico periódicamente artículos en El País, un trabajo meramente intelectual que supondría, si los juntásemos, casi un libro al año. Además, curiosamente, esos artículos, con mucho menos trabajo, poseen mucha más difusión.

En primera persona
“Es ridículo pensar que un estado puede afrontar  los grandes problemas solo”
“El mundo árabe se mueve a gran velocidad y ¿qué papel está jugando Europa? Ninguno de  primera magnitud”.
“El liderazgo europeo está siendo puesto en cuestión: vivimos una crisis importante”
“A Europa no le une la lengua, pero sí la creencia en la democracia, la libertad y los derechos humanos”
“El lugar donde más se respetan los derechos humanos y se cree más en la libertad y en el estado de derecho, es Europa”
“Me parece difícil que los procesos democráticos del mundo árabe se puedan consolidar sin la ayuda de la Unión Europea”
“Los jóvenes son cada vez más naturalmente europeos”
“Si hay un país europeísta es España”

 

Última actualización el Jueves, 05 de Mayo de 2011