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Diego Gracia, experto internacional en bioética

Diego Gracia, experto internacional en bioética:“Cuando una persona enferma dice que quiere morir, está diciendo que quiere vivir de otra manera”

El experto intervino en un curso de la universidad Internacional del Mar sobre Terapia Celular y medicina regenerativa

Ha tenido como maestros a personalidades de la talla de Laín Entralgo, Xabier Zubiri o López Ibor. Hoy, Diego Gracia constituye una referencia en el campo de la bioética a nivel mundial.Sucesor de Laín en la cátedra de Historia de la Medicina , desde su jubilación a finales de los años 70, Diego Gracia aporta a las controversias en biomedicina una luz y unos razonamientos meditados y profundos que sólo una sólida formación –como lo es la suya- en filosofía y medicina podría dar.

Cuando se conversa con él es fácil entrever su carácter abierto, comprensivo y dialogante. No en vano, él defiende la deliberación, un método que ya empleara Aristóteles, que consiste en tener en cuenta las razones aportadas por los otros, y que Gracia aboga por incorporar al proceso educativo.Director del Master de Bioética de la Universidad Complutense , Director de la Fundación «Xavier Zubiri» y Profesor Visitante de Bioética de la Facultad de Teologia de Comillas, aporta moderacion y lucidez en debates como la investigación con embriones o el de la eutanasia –‘Lo más importante es dignificar las fases finales de la vida’-.

Las ideas y las palabras de este exfranciscano, se desgranaron el miércoles 16 de julio entre un auditorio expectante ante el que intervino con una conferencia titulada ‘Problemas éticos de la terapia con células madre’. La actividad estaba encuadrada en el Curso de la Universidad Internacional del Mar, ‘Terapia Celular y medicina regenerativa: la nueva era del trasplante’, dirigido por José María Moraleda Jiménez, Salvador Martínez Pérez y Augusto Silva González.

 

 

-Pregunta: Laín Entralgo, López Ibor, Xabier Zubiri… ¿Qué aprendió de estos grandes maestros?

-Respuesta: Yo he sido un hombre con suerte por tener a estos grandes maestros. Laín fue el primero. De él heredé su cátedra. Era una persona muy entrañable.

La segunda persona de la que puedo hablar como maestro es Xabier Zubiri, me lo presentó precisamente Laín Entralgo, y quedé impresionado de su personalidad.

Tener buenos maestros es algo muy importante para cualquier persona.

 

-P: Usted había leído ya a Xabier Zubiri siendo muy joven.

-R: Yo había leído muy joven su libro ‘Sobre la esencia’, y me impresionó mucho. Hice la carrera de Filosofía, pero me dí cuenta de que nunca podría ser un filósofo como Zubiri. Después hice medicina, pero, en cierto modo, podría decirse que yo hago filosofía en una facultad de Medicina.

La filosofía es algo muy útil porque enseña a pensar, pero creí que con la medicina podría ser más útil.

 

-P: Usted ha sido religioso, ¿piensa que la religión puede imponer determinados criterios a la ciencia?

-R: La fe religiosa es un don, pero no todo el mundo la profesa. La religión no puede imponer nada a todos. Sin embargo, me parece indispensable que, en aquellas cuestiones en las que la sociedad está dividida, haya libertad de conciencia.

La legislación no puede entrar en todos los territorios. No se puede legislar todo. Las leyes no pueden tener en cuenta todas las situaciones posibles. Además, no creo que sea bueno imponer el punto de vista del que gobierna, pues cuando deja de hacerlo, el adversario obra al contrario. Actuar así no es moral.

 

-P: ¿Qué cosas deben tenerse en cuenta en relación con la ética cuando se habla de avances científicos?

-R: El objetivo de la bioética es el intento de mediar entre una actitud religiosa y el otro extremo. La sociedad se ha secularizado mucho y se agarra al derecho, pero el derecho tampoco puede decidir sobre todo. Si las decisiones son prudentes no harían falta muchas leyes, sólo se aplicarían a situaciones extremas.

Yo pienso que lo que da calidad al juego social no son las prohibiciones, sino que la gente actúe correctamente. Por sí solo, el código de circulación no hace que la gente conduzca bien, pero establece las pautas que debe seguir para hacerlo.

 

-P: Usted se ha referido en numerosas ocasiones al método deliberativo, de hecho está preparando un libro que se titulará ‘La deliberación moral’, háblenos de la deliberación y de su aplicación a la bioética.

-R: La deliberación es un procedimiento que todos hacemos continuamente, por ejemplo, cuando conducimos, si pretendemos adelantar a un camión, debemos tener en cuenta múltiples circunstancias: la velocidad de ambos, su longitud, si viene algún coche de frente… Se trata de un intento de tener en cuenta todas las circunstancias a la hora de tomar decisiones, y, por ello, de tomarlas prudentemente, gestionando la certidumbre.

La deliberación parte de la base de que yo puedo aportar mis razones, pero éstas nunca son absolutas, los otros también pueden tener sus razones, de manera que si yo escucho al otro, podemos avanzar en nuestro conocimiento de los temas en discusión.

El objetivo de la bioética es promover prácticas prudentes y responsables, y para ello es muy importante saber ser deliberativos.

 

-P:¿Pero es la nuestra una sociedad que podríamos llamar deliberativa?

-R: Lamentablemente, nuestras sociedades son poco deliberativas. La deliberación debería formar parte de nuestra educación, pero se nos enseña lo contrario: a que sea nuestra voluntad la que triunfe.

Mi tesis es que para deliberar hay que aprender, pues causa cierta angustia admitir que el otro puede tener razón.

 

-P: ¿Qué cosas deberían ser tenidas en cuenta en relación con la ética cuando se habla de avances científicos?

-R: Hasta las bombas atómicas de la II Guerra Mundial, se pensaba que el control de la investigación por parte de los propios científicos era suficiente, se creía que estos estaban posicionados en el bien y que no era necesario un control externo. Pero a partir de ahí se vió que los científicos, que iban accediendo a técnicas cada vez más poderosas, debían tener un control, y que éste debía llegar de la mano de las leyes y de la ética.

Hoy precisamente debatiremos sobre las novedades en este terreno en el curso de la Universidad Internacional del Mar de Mazarrón en el que intervengo esta tarde.

 

-P: ¿Qué opina de la Ley de Reproducción Asistida?

-R: Yo he sido miembro de la Comisión Nacional de Reproducción asistida durante muchos años, pero creo que se trata de una ley que refleja la escala de valores de la sociedad española.

No creo que un embrión constituya un ser humano con todos los derechos desde el primer momento, pero hay una cosa de la que estoy convencido: no se puede impedir que haya libertad religiosa. La legislación debería dejarse para aquello en lo que existiese un amplio consenso, pero legislar intentando imponer el punto de vista de quien gobierna no me parece bien. Eso lleva a una mala práctica. Los gobiernos suelen hacer las leyes a su imagen, y esto es muy malo. Pero es lo que se hace en España.

 

-P: ¿Qué piensa de la eutanasia?

-R: Es una cuestión que no está tan candente como hace 15 años. Ahora el principal tema es como se pueden manejar las situaciones más angustiosas. Puedo entender a quien, en determinadas situaciones, pide que le ayuden a morir, pero en cuidados paliativos se suele decir que cuando una persona enferma dice que quiere morir, lo que en realidad está diciendo es que quiere vivir de otra manera.

Lo ideal es adelantarse y planificar la atención terminal, que cuando el paciente sufre un proceso irreversible, se tenga claro qué es lo que quiere para cuando llegue el momento en el que no pueda decidir por sí mismo.

Lo más importante es dignificar las fases finales de la vida, apoyar a las personas cuando se encuentran en su fase final.

Pienso que si esto se hace así, si mejoramos las condiciones con las que se enfrenta a la última fase un enfermo, no acabaremos con la eutanasia, pero hará que se convierta en una excepción.

Existen, desde luego, excepciones que están en mente de todos, pero son eso: casos excepcionales, que estoy seguro de que la sociedad los sufre y entiende. Lo que no creo que entienda la sociedad es que se hable de eutanasia y no, como debería hacerse, de las unidades paliativas y de los cuidados que deberían prodigarse a personas en situación terminal.

 

En aquellas cuestiones en las que la sociedad está dividida debe haber libertad de conciencia.

La religión no puede imponer nada a todos.

La legislación no puede entrar en todos los territorios.

Si las decisiones son prudentes no harían falta muchas leyes.

Si escuchamos al otro, podemos avanzar en nuestro conocimiento.

El objetivo de la bioética es promover prácticas prudentes y responsables.

Causa cierta angustia admitir que el otro puede tener razón.

La legislación debería dejarse para aquello en lo que existiese un amplio consenso.

Los gobiernos suelen hacer las leyes a su imagen, y esto es muy malo.

Lo ideal es adelantarse y planificar la atención terminal.

Lo más importante es dignificar las fases finales de la vida.

2 pensamientos sobre “Diego Gracia, experto internacional en bioética”

  1. Me gustaría saber los datos de esta entrevista publicada en la revista Campus Digital. La quiero citar en un trabajo que estoy realizando pero no tengo todos los datos…

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