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De nuevo (tercera vez y final) con Juan Sebastián Bach y su Pasión según San Mateo

“creación sólidamente sublime

[autocita; ver referencia en páginas interiores] [*]

Adelanto que esta vez no voy a apoyarme, de forma definitiva, en nobles y sapientes testimonios de magnos expertos en ambos temas, J. S. Bach y su “sublime” Pasión según San Mateo. Aunque, naturalmente, y porque ahí están para siempre (lo que se escribe y publica, permanece), tendré que llamarlos a colación a modo de base argumental y “amorosa”.

 ¿Qué voy a hacer, pues?

Para comenzar, creo y siento que tengo la obligación de dejar constancia (perdón por el atrevimiento, como se verá) de decir quién soy yo en relación con Juan Sebastián Bach y su forma de hacer música y, en particular, su conmovedora Pasión según San Mateo …, a ver si es que me estoy ‘inventando’ rasgos personales míos al caso para hacer creíbles estas y otras líneas mías baquianas, digamos. (‘Inventando’, como me cuenta mi amigo Primitivo Pérez, que, con su sorna conocida, decía Buñuel de lo que podría llegar a ser su autobiografía).

Simplemente adentrarme, sólo con mis criterios de autodidacta sobre música, en esa obra quasi infinita en musicalidad y grandeza (que recorren toda la obra, de principio a fin) y que, en mi primera entrega para Campus Digital, yo mismo describí con estos dos predicados: “creación sólidamente sublime.

Pero comencemos por el principio, como debe ser; me alargaré un poco. Alguno pensará que un poco de más, quizás, pero ahora mismo ya no sé cuándo volveré a tener fuerzas para otra experiencia de escritura parecida. (Nací en 1937, lo que da lugar a achaques o peplas que van y vienen con difícil control). Veamos.

Acabo de decir que no iba a seguir la estructura expositiva de mis anteriores artículos (el primero: Campus Digital UMU, 3 de Nov. 2020; el segundo: ibídem: 1 de Oct. 2021). Ahora, imperativamente, por lo que al aspecto empírico y al subsiguiente razonamiento a seguir se refiere, sí tengo que traer de esos previos un mínimo aconsejable a efecto tal; espero acertar.

Tres o cuatro fueron los juicios críticos emitidos –y que allí están reseñados–, por personas conocidas universalmente como verdaderos maestros en J. S. Bach y en su Pasión según San Mateo, a saber: el estudioso o sesudamente amante de la MÚSICA para Harvard, durante décadas, Chistoph Wolff …; o Martin Petzold, catedrático de Teología en la Universidad de Leipzig, y Ministro en la iglesia de Santo Tomás, y miembro de la Nueva Sociedad Bach, en ambos casos también de Leipzig …, y Peter Wollny, investigador y especialista en documentación dentro del Museo Bach, también de Leipzig. Y coordinando a estos tres especialistas digamos “teóricos”, el Maestro al que acabamos de ver-oír-escuchar, Ton Koopman, dirigiendo dicho oratorio baquiano, todo en un estuche de la Challenge Records (magistral, tomando el término en su sentido etimológico más puro), que nos ofrece, a modo de inspirado y aleccionador extra, una mesa redonda, que es cuadrada, pero redondeada hasta reventar de sabiduría por culpa de esos cuatro maestros; nos da el contenido de la charla en alemán, transcrito al inglés, de donde, allá, en los citados artículos, se toman los fragmentos, pero que, en este momento, yo reproduciré sólo en español …, y ¿por qué no en el subtitulado inglés también? …, para librarnos de aquello de traduttore, traditore’ …, ¿qué prisa tenemos?

Veamos, pues, los testimonios en formato bilingüe; la equivalencia en español es mía.

[NOTA BENE: a estas alturas de mis gozos de ánimo y las consiguientes reflexiones sobre la grandeza de los sonidos-música de esta obra magna Occidental, pero de alcance global, de nuestro Juan S. Bach, creo oportuno dejar constancia de mi, digamos, estado de ánimo cuando oigo-escucho semejante maravilla; y lo digo en relación con la Fe Cristiana. No me cabe duda de que el fragmento del Evangelio según San Mateo traído a colación por J. S. Bach, y junto con los comentarios y meditaciones de Picander (y de J. S. Bach?), componen una verdadera lección de Apologética sobre la divinidad de Jesucristo y su única misión en este mundo: por mandato del Padre y, en cuanto hombre, por propia voluntad: sufrir y brutalmente morir para redimir al Género Humano de sus pecados y otras flaquezas de conducta, tanto por lo que a la honradez se refiere, como a la honestidad. No me cabe duda de que se dará el caso entre muchos oyentes que no acepten el alcance de esta lección de Apologética, pero, justamente, en el primer testimonio que voy a citar, vemos claro el positivo FENÓMENO CREATIVO SONORO-MUSICAL al que esta fe dio lugar en el corazón y en el pulso compositor de nuestro J. S. Bach. El resto ya es …]

Habla el veterano maestro de música en Harvard, Chistoph Wolff:

“This is my experience when I discuss the Matthew Passion or comparable Works with my students at Harvard.

 There I have Protestants, Catholics, Jews, Muslims and Buddhists in the lecturer theatre, and they are all stuck by the deep emotion which arises from this work” …,

… “Esta es mi experiencia cuando abrimos debate con mis estudiantes en Harvard sobre la Pasión según San Mateo, u obras comparables.

En el Aula Magna tengo protestantes, católicos, judíos, mahometanos y budistas …, y todos ellos quedan atrapados por la honda emoción que emana de esta obra … Y en otro momento, que antecede a lo que acabamos de leer, dice (lo transcribo con mi comentario): ‘pero también es opinión común de la Mesa que, incluso aislando esta MÚSICA creada por J. S. Bach de ese rasgo religioso tan concreto, el catedrático señor Wolff opina que Bach supo crear nada menos que un “Sound Language”, un “Lenguaje sonoro” propio …, exclusivo para esta obra …, ¡ nada menos!! , después de su larguísima carrera como soberano compositor.

No debemos …, acabo de decir que no podemos olvidar, la enorme enormidad de miles de sonidos musicales perfectos (en muchas ocasiones complejísimos) creados por Bach a lo largo de su extenso VIVIR. El professor Wolff seguro que lo tenía en cuenta cuando emitió tales juicios ante, digamos, la Humanidad que se comunica con las hablas de los cinco continentes.

Aquí dejo otros dos comentarios más de los tomados del extra del 2º disco del estuche en cuestión. Ton Koopman, director del oratorio (estoy seguro de que no nos hacemos idea de lo que supone para un director de orquesta ver que de entre sus abigarrados papeles pautados, llenos de hormiguitas, bien organizadas eso sí, y de entre sus brazos y manos y el cuerpo entero dejanos oír a todos los componentes de la orquesta y coros y solistas …, nos deja oírlos y escucharlos, respondiendo a las “alusiones” “anotadas” por J. S. Bach) …, quería decir que, Mr. Koopman afirma que es “One of the most important woks in music history” “Una de las obras más importantes de la Historia de la Música”. Y de nuevo el professor Wolf dice: “I must admit that the St. Mathew Passion gets under my skin, in the way that no other Bach work does …, and I wonder where that feeling comes from.

”Tengo que admitir que la Pasión según San Mateo se me incrusta debajo de la piel, en el sentido de que no hay otra obra de Bach que lo haga …, y yo me pregunto de dónde nace esta sensación.” [y me atrevo a decir, con todos los perdones, que algo parecido me sucedió a mí, allá por mis 19 años (nací en 1937) cuando oí-escuché los primeros compases de la obertura de esta JOYA DEL ARTE UNIVERSAL … Y ahí sigue, debajo de mi piel … under my skin …, que cuando me decido a insertar alguno de sus DVD, siento que debo acomodarme bien, ajustar lo más correctamente los auriculares y, si hiciese fresco, recurrir ya a mi mantita de viaje sobre las piernas, para no distraerme por nada de ese broncho literario-sonoro …, de esa “creación sólidamente sublimeque se me va a venir encima].

Es curioso cómo, casi sin querer, he venido a traer la cita del professor Wolff que dice que la Pasión según San Mateo se me incrusta debajo de la piel” … Pues, como diría el otro, ya somos dos a los que nos sucede lo mismo, según acabo de referir. Y porque este oratorio pasional lo tengo incrustado bajo la piel (por activa y por pasiva), lo he oído-escuchado completo –lo mismo que en fragmentos– en bastantes ocasiones y en tiempos muy distintos de mi vivir (desde allá en 1960) …, pero ¿qué me ha contado …, qué me ha pasado en estas últimas veces (digamos los últimos 19 ó 20 años atrás), partiendo ahora de mi ya octogenario vivir cuando esto escribo?

Vamos por orden riguroso de los hechos, y que afectan a la crónica, creo.

En cierta ocasión –últimos años 50 y primeros 60 del siglo pasado–, cursando teología en el seminario claretiano salmantino, se nos dio la oportunidad, a un grupo grande de nosotros, de oír-escuchar (primero fue el oír, pero, al poco, fue el, atónitos, escuchar) los primeros compases de la obertura a toda orquesta, que nos avasalló …, como un chorro lleno de salud, de emociones novísimas … Y, ahora, doy un salto hasta los últimos 60 y primeros 70. Ya había caído sobre nuestra casa (que entonces era una vivienda para 4 personas) un tocadiscos bastante bueno para la época y, por supuesto, una versión de la tal Pasión según San Mateo.

Por ahí andará un escrito con letra manuscrita mía que dirá, para quien la encuentre (o recuerde): ‘este poemario debe leerse, sin más remedio, al tiempo que pueda escucharse el número “tal” de la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach’.

Pero ya, muy de tarde en tarde, debido al ajetreo de la vida laboral profesoril, y de los sagrados deberes de los trabajos de crianza de dos niños, y a otras actividades “didáctico-culturales”, fueron espaciándose los momentos de tranquilidad para oír-escuchar este oratorio baquiano. No obstante, saltándome los parámetros cronológicos, quiero dejar dicho un momento muy especial por lo que a la MÚSICA DE BACH y yo mismo se refiere. Fue así.

Era verano. Seguía yo como alumno un curso intensivo (muy intensivo) de lengua inglesa en la Universidad de Salamanca, pues en casa habíamos decidido que yo debía matricularme en Filología Inglesa, en Madrid-Complutense. Durante uno de los pocos ratos de asueto que nos daban y cada uno se tomaba, decidí pasearme por la ciudad antigua (que ya conocía, como he hecho ver arriba) y, claro está, me topé con un pub muy atractivo, pues lo habían habilitado en una zona muy hermosa, toda de construcciones en piedra … Abro la puerta y, ¡ oh sorpresa grande !!,  el sonido que venía de dentro, fuerte y claro, me dejó estupefacto … Estaba oyendo no unos catapún chimpún–chimpún catapún …, sino unas melosas curvas de sonidos suavemente ondulados que llenaban todo el ámbito del local …, y hasta se salían a pasear por la puerta. Eran de J. S. Bach …, pero interpretados con instrumentos y sincopados de Jazz … No podías saber si habían adaptado Bach al Jazz, o hacían Jazz con los melismas de la creación baquiana … En fin … Que me pareció que, por estar en tan bella ciudad, Salamanca, sonaba a MÚSICA del divino maestro Salinas el ciego y su órgano (que nos ha dejado dicho Fray Luis de León) …, gloriosa, hasta dejarte anonadado …

                                        El aire se serena

                                     y viste de hermosura y luz no usada,

                                     Salinas, cuando suena

                                     la música estremada,

                                     por vuestra sabia mano gobernada.

                                

No creo que haga falta que narre más detalles biográficos o de mi vivir ligados de alguna forma a la música de Juan Sebastián Bach, y a este oratorio en concreto, pues aquí estoy, y sigo, a mis 85 años (cumplidos sobre la marcha de estas líneas en este teclado …; ojalá pudiera decir ‘cumplidos sobre este rasguñar de una pluma para una carta, o sobre el papel en blanco o pautado’, como, sin duda, lo haría, y lo hizo siempre nuestro queridísimo Juan Sebastián Bach …, pero ya es totalmente imposible la comparación, la suposición …, ¡ que Dios nos ampare !! …, ¿no estaremos perdiendo algo, viendo lo que ese rasguñar de una pluma sobre el papel pautado dio a luz …, en forma de cientos de miles de hormiguitas que iban apareciendo –-y ahí las tenemos para siempre y por y para todo el Globo–, y bien amaestradas? No puedo olvidarme de que en el Japón, por ejemplo, existe una de las sociedades “ Bach “ más maravillosas [ver GOOGLE]).

A todo esto, escritas todas esas palabras y líneas de ahí arriba, aún no he ni siquiera mencionado qué más información voy a ofrecer como algo novedoso, con respecto a los anteriores ensayitos o artículos.

Ya se ha visto que he presentado el origen de mis relaciones “amorosas” y seriamente argumentadas con el modo de sonar la Música de Juan Sebastián Bach y, más en concreto, con su oratorio sacro Pasión según San Mateo, y su “new Sound Language”, su “nuevo Lenguaje Sonoro” [ N.B. importante, creo: al vocablo inglés language, si queremos darle su equivalencia exacta o completa en nuestro español, habría que decir Lenguaje, pero también, y esto es, como acabo de decir, muy importante: Idioma. Cuando tienes en tus anaqueles un libro que se titula: A Firts Language; The early Stages (Roger Brown): ¿qué equivalencia damos en español a ese Language …, Lenguaje o Idioma? … ¿No podría ser: primeros sonidos de su idioma nativo?].

Sea lo que pueda ser esto que expongo entre corchetes, el caso es que voy a intentar ayudar … (he sido educador más de 50 años, es decir que, siguiendo la etimología del verbo EDUCAR, he hecho transcurrir buena parte de mi vivir,  intentando, a base de lanzar estímulos a mis discentes, ayudarles a que fuesen sacando, conduciendo hacia fuera, los recursos sensibles y cognitivos con los que se supone que todos nacemos y llevamos dentro), con algunos detalles referidos a partes de esta soberana obra –“sólidamente sublime”–, partes que yo creo que, si se oyen por primera vez, merece la pena buscar y dejarse empapar de la grandeza de esos sonidos y de esos textos que provocaron –educaron-exducaron– la más pura esencia musical de Juan Sebastián Arrollo …, Johann Sebastian Bach.

Veamos mis indicaciones, pero, inexcusablemente, vayamos oyendo y escuchando, pues se trata de un Lenguaje-Idioma Sonoro nuevo.

   Oída con detención la obertura –y con inmensa sorpresa y gozo, seguro–

entra la narración evangélica, y al llegar al nº 6 de la partitura, en formato de recitativo, cuenta el evangelista que Jesús y sus discípulos estaban en Betania y, de pronto, ‘se acercó a Él una mujer …, que vertió sobre su cabeza una alcuza, un tarro lleno de perfume … Al ver esto sus discípulos se indignaron y dijeron: Nº 7.- ¿A qué tal despilfarro? Este perfume podría haberse vendido muy caro y el dinero dado a los pobres.’

Nº 8.- Jesús se enfadó con sus discípulos por recriminarle a esa mujer por lo que había hecho … Y Jesús hizo de profeta en relación con el final de sus días, que estaba cerca.

Nos. 9 y 10: Bach acude a las meditaciones de Picander, que a Juan Sebastián le sonarían a GLORIA bendita. En el Nº 10 -, entra uno de esos pasajes de instrumentos musicales (maderas, principalmente, de una dulzura con estigmatización sonora, es decir que te traspasa, muy especial) y la voz de una contralto, en formato de recitativo primero, y luego de ARIA …, y, perdón, aquí es donde Juan Sebastián rompe todos los moldes de sus obras vocales (según los expertos citados y comentados) …, ¡ dejándonos pegados al respaldo de aquel asiento en el que estuviésemos acomodados !!

Pero estas sutiles grandezas musicales, dan pie para entrar en los pasajes de la Última Cena, incluido el anuncio de la Transustanciación o Eucaristía y el profético de la traición de Judas Iscariote, y, enseguida, salen a orar al Huerto de los Olivos o de Getsemaní, y voy directamente a pasaje tal porque, en su conjunto de recitativos y arias como comentarios a los hecho y la llegada de la turba, con Judas al frente, y el prendimiento, Bach traza un escenario perfecto, sopesado, y no sólo por la música que nos da, sino por la compensación coreográfica en la que él consigue que se fundamente, musicalmente hablando. Es verdad que termina en el Nº 35, con un Coral (Coral y no Coral) estremecedoramente novedoso …, ¡ que no podemos perdérnoslo !!

   Siga el lector para el que este ORATORIO sea algo nuevo.

   Entramos en la 2ª parte, Nº 38.

 Ahí vendrán los primeros pasos ‘del supuesto juicio y de la traición de sus paisanos a voz en grito, pidiendo sangre”’, hasta que San Mateo hace aparecer un pasaje tremendamente curioso, desde el punto de vista histórico o de tradición oral: Las tres negaciones de Pedro, con maldiciones y juramentos incluidos en la última …; “y al instante cantó el gallo” …, y dicen que Jesús cruzó su mirada dolorida con la de Pedro; y ese recuerdo por parte de Pedro de lo que le había profetizado Jesús, consigue que a continuación siga uno de los comentarios musicales más emocionados del texto poético-musical: Nº 47; aria de contralto. Seguimos asombrándonos del genio de J. S. Bach para mostrarnos sonidos orquestales, voz, y más sonidos orquestales. Para terminar con el Nº 48, otra vez Coral, entre muchas, con las que Bach nos hace ver-oír que, dichas formas corales, son ineludibles, espiritual y musicalmente hablando, con un esquema para avanzar en el tiempo relativamente sencillo, meditativo: compases cuaternarios o binarios (óiganse siempre estos corales acunados en su lentitud reiterativa).

No sé por qué presiento que si alguien que desconocía esta pieza literario-musical ha llegado hasta aquí, ya habrá dedicado algún tiempo tranquilo a oír-escuchar desde los primeros compases de la Obertura unas andanadas sonoras, unas dulces dicciones solistas …, ¡porque así lo manda el Maestro, J. S. Bach!! que le parece que se le incrustan debajo de su piel …, como algo nuevo en su vida; y no me resisto a reseñar algunos detalles de esas andanadas vocales-orquestales, o de instrumentos en solitario, porque, así lo creo, marcan hitos en la HISTORIA de la MÚSICA, y de la HUMANIDAD; además de por la atracción melosa, que no le deja huir al oyente de este Juan Sebastián Bach …, no deja que nos escapemos de sus melismas orquestales, instrumentales y, claro, de voz …, siempre acariciadora voz humana. Y así, vas descubriendo también novedades históricas supremas, como, por ejemplo, que fue un compositor transgresor, y ahí han quedado sus fuentes de sabiduría musical para el porvenir, hasta nuestros días, como, por ejemplo, el uso del minimalismo “obstinato” con las maderas, oboes da caccia, sobre unas notas en solitario, o de la brava locura a la que somete al violonchelo solista. Y así, et cétera, et cétera.

Tengo que parar un momento, pues quiero decirlo ahora; había pensado dejarlo para una Nota Bene final, pero creo que merece la pena adelantarlo, en favor, claro está, de nuestro gran creativo, nacido en Eisenach, Alemania, 1665-1750, Juan Sebastián Bach. Me refiero a dos pasajes entrelazados hasta el final –¡ ah, el FINALE !!–

San Mateo, el evangelista, nos sitúa ya enfrente de la sepultura dada a Jesús por su discípulo José de Arimatea, y para organizar el camino hacia el final del Oratorio, Bach hace gala de sus geniales ideas musicales, y literarias, y coreográficas.

Los lamentos o llantos por la soledad en que queda el SEÑOR JESÚS, los compone agrupando a sendas parejas de solistas a ambos lados de la orquesta, que en el Nº 77 Bach les hace cantar así:

(Solo – Bass) Ahora el señor descansa y el Coro hace la réplica: Jesús mío, buenas noches (descansa en paz, dice la versión en español) (Mein Jesu, gute Nacht). Y replica el solista Tenor: Se acabaron los padecimientos infligidos por nuestros pecados. Y vuelve la réplica del Coro con el Mein Jesu, gute Nacht. Y Bach crea un diálogo paralelo entre la Contralto y la Soprano y el Coro … Hasta que, ¡ de pronto !! …, así, ¡¡ de pronto !!!, nos envuelve con un tutti de orquesta avasallador, el coral final.

Es el Tutti final, con orquesta y coro dejándonos sin respiración, con un formato en fraseo sostenido, largo, casi-casi como un arco carpanel, que nos recuerda al reiterativo formato antifonal o de letanía, teniendo como réplica el “Ruhe sanfte, sanfte ruh”! – Descansa, descansa dulcemente …, para echarnos encima otra gran sorpresa MUSICAL …, de ese NUEVO IDIOMA MUSICAL BAQUIANO, que es lo que en la escritura literaria llamamos la rareza sorprendente de un anacoluto, musical en este caso, de un corte sorprendente de los retazos poético-musicales que J. S. Bach nos está dando: Descansa, descansa dulcemente— Ruhe sanfte, sanfte ruh!

Todo el mundo que ocupa el templo (así, ocupa, como un acto de conquista y su victoria religiosa final), hasta el más pequeño resquicio en el que pueda caber una persona …, todos siguen calladitos, después de ‘aguantar sentados casi tres horas en los duros bancos de una iglesia’ (Peter Wollny) …, gracias a Dios, todos menos la orquesta y coro, que llegan trabajando a su imprevisto final sobre un monosílabo …, ruh! … Al final, sobre ese vocablo, por mandato del inmenso creador de esta MÚSICA, universal, cierran su durísimo quehacer en un acorde para todos los pentagramas, sostenidos por un calderón …, un acorde provocado por una sola sílaba, acorde inmenso que incluso a mí me parece que es un tantito disonante, pero sólida y suavemente aceptable.

El Maestro Tom Koopman (no así otros directores), por mandato magistral de nuestro Juan Sebastián Bach, corta todo sonido y hace que se produzca un silencio total en la orquesta y coro …, y por su actitud meditativa, consigue que también en las naves de la iglesia se palpe el silencio de Juan Sebastián Bach y la Pasión de Cristo …, total.

Al fin, con un gesto muy medido de reconocimiento reverencial hacia su orquesta y coro …, todas las almas que habitan en esa iglesia comienzan un aplauso …, que poco a poco se hace abrumador.

¡Ha terminado una gloria de exquisitos sonidos, de aclamadora MÚSICA, para unos textos que no olvidaremos !! …, ‘Música con la sublimidad más sólida que, a veces, también es transgresora’.

[*] Quiero dejar constancia para quien encare este oratorio por primera vez, que he tenido que hacer un pequeño esfuerzo para acomodar las numeraciones de las partes, según 2 ó 3 versiones. Eso sí, si en un principio se da cuenta de que la numeración que va marcando su disco no coincide con la mía …, pues nada, oirá-escuchará un poco más de las glorias baquianas hasta lograr la armonización de los guarismos. “No hay mal que por bien no venga”.

                                                                            José Antonio Postigo Pascual

                                                                            Murcia; terminado en la Navidad del 2022-2023