“Creo que el mundo terminará en veinte años, no veo el final de esta catástrofe” (Stefano Benni)

“Si la política fuera inteligente, escucharía la voz de la literatura”

(Fotos: Luis Urbina)

Stefano Benni es uno de los escritores más populares de Italia. Sus mordaces artículos en la prensa y sus libros, en los que realiza una irónica disección de una realidad que a menudo le repugna, gozan de mucho predicamento entre numerosos lectores que le siguen casi como a un autor de culto. El pasado 21 de noviembre, con motivo de los 50 años de la Società Dante Alighieri de Murcia, protagonizó un encuentro con alumnos y profesores en el Hemiciclo de la Facultad de Letras.

Aunque confiesa huir de etiquetas, si tuviera que hablar de su propio estilo lo haría diciendo que es “un escritor de imaginación, a veces irónica, a veces trágica”. Reconoce que “Nunca sé, cuando comienzo a escribir, si saldrá un libro irónico o trágico”, aunque los años han venido perfilando su estilo hacia lo ácido: “A medida que pasa el tiempo me hago más trágico”.

Según Benni, las ideologías han fallado completamente, pero quedan las ideas. Foto: Luis Urbina.
Según Benni, las ideologías han fallado completamente, pero quedan las ideas. Foto: Luis Urbina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escritor comprometido con su tiempo, ha hecho de su obra un ariete contra la corrupción, un tema del que “siempre se ha ocupado la literatura”. Está convencido de que “desde que la economía ha entrado en la política, la corrupción se ha generalizado”. Aunque con la edad se ha ido volviendo más pesimista: “No hay nada que hacer, los monstruos están devorando el mundo”, la literatura sigue constituyendo un bálsamo con el que curar, o al menos paliar, los desastres provocados por los políticos: “La literatura intenta dar una respuesta y requiere de la inteligencia del lector, algo que no ocurre en la política”.

Se confiesa un apasionado de la literatura hispanoamericana, de autores como Borges o Cortázar, y también de autores españoles clásicos, como Cervantes o Machado, pero con ese punto irónico que caracterizan sus escritos y cualquier conversación con él, asegura que “para ver la cualidad literaria de un autor hay que esperar al menos 50 años”, lo que le lleva a inferir que “Aún no podemos asegurar que Coelho haya escrito cosas realmente útiles, pero sí Cervantes”.

Para Benni, a veces los escritores dicen unas cosas más concretas que los economistas. Foto: Luis Urbina.
Para Benni, a veces los escritores dicen unas cosas más concretas que los economistas. Foto: Luis Urbina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-P: Tal y como está la situación social en general, ¿cree que la fantasía es la mejor manera de acercarse a la realidad, a la política, a la situación social en definitiva?

-R: Es otra voz diferente, seguramente importante, pero no es una verdad última. La literatura no es una certeza, está constituida por dudas. Si la política fuera inteligente, escucharía su voz, pero la política en estos momentos no parece tener dudas, habla con una voz fuerte, como la economía. La literatura dice que la economía no es una ciencia, es una invención, es  fantasía.

La gente todavía piensa que la economía es una ciencia precisa, y la literatura no es ninguna ciencia. Es importante comprender que a veces los escritores dicen unas cosas mucho más concretas que los economistas. Por ejemplo, cuando Martin Luther King dice “he tenido un sueño”, es una acción política muy importante.

Pero la voz de la economía es la voz más fuerte y la más escuchada. La literatura grita fuerte, pero la economía grita todavía más fuerte. Es por esto que yo no soy optimista.

-P: ¿Se puede reflejar la realidad con el humor?

-R: Cierto. Si dos personas quieren comunicarse entre ellos y tienen ideas diversas se limitarán a decirse: “yo estoy seguro que…”, y el otro: “Yo estoy seguro que…”. La voz de la ironía dice: tú tienes tu propia seguridad, pero yo la veo también así. Es mucho más fácil el diálogo a través de la ironía.

Si dos automovilistas se encuentran  conduciendo un coche y discuten, de repente toman un palo, pero si en lugar de eso comenzasen un diálogo, las cosas serían de otra manera.

La ironía puede ser muy cruel, pero puede hacer un discurso sobre la tolerancia. Yo digo aquello que no me gusta de ti, pero estoy dispuesto a hablar, a discutir. La ironía es la enemiga del lenguaje de los economistas, es el lenguaje de la duda. Yo creo que es un lenguaje necesario, serio, preciso, pero es un lenguaje que asusta mucho al poder. El poder ha decidido no seguirlo. El lenguaje de la certeza económica y política nos ha llevado a esta situación. Este lenguaje económico sirve dentro de un campo científico, pero no explica cosas verdaderamente importantes.

En Italia, hasta  hace diez años, todas las veces que llovía morían personas, a causa de aluviones, desastres… podría decirse que son sucesos inevitables. Un dato estadístico frente al hecho de que han muerto diez personas. Es un modo de tomar el pelo: a mí que me importa que hayan caído 200 mm., lo que me pregunto es ¿se podría evitar? Entonces, ¿para qué me cuentas que han caído 200 mm. de de agua?

Son dos lenguajes que se enfrentan, uno que dice: las cosas suceden así, y siempre han sucedido así, y un lenguaje irónico que dice: nos están diciendo mentiras, seguro que las cosas no tienen por qué suceder así. A mí me gusta mucho más este lenguaje, y lo usaré hasta que me muera, porque es un lenguaje que deja lugar a la inteligencia de la gente. No dice que las cosas son así, sino que dicen: pensemos si las cosas tienen que ser así, si no podemos hacer nada, si es posible hacer alguna cosa.

Los números se pueden usar de modo sincero o de modo pérfido. Los dictadores pueden cambiar la estadística.

Un momento de la entrevista. Foto: Luis Urbina.
Un momento de la entrevista. Foto: Luis Urbina.

-P: Usted es muy escéptico con el papel de la televisión, ¿está la televisión en contra de la cultura?

-R: La italiana es la única televisión de Europa que no tiene un espacio dedicado a los libros. Hace treinta años había mucho más cultura en televisión que ahora, pero habría que preguntarles por qué tienen este sagrado miedo a la cultura. Es una cosa muy triste, basta con mirar el telediario para comprobar que hay poquísimo interés.

-P: ¿Puede tener algo que ver el hecho de que buena parte de la televisión ha estado en manos de una sola persona?

-R: No sólo se trata de Berlusconi, también los canales de la izquierda. La televisión no quiere que la gente piense, quiere que la gente compre. Como está ligada a la publicidad y a la economía, no quiere personas con inteligencia, sino consumidores.

Hay un programa en televisión en el que llevan a diez políticos y un escritor. Si guerra al revés, los partidos políticos dirían que como se atreven los escritores a hablar de política.

Los intelectuales, los filósofos, seguramente tienen cosas más interesantes que decir que los políticos. No sé como es la televisión española, pero la italiana está ocupada militarmente por los políticos.

-P: ¿Le hubiera gustado dedicarse al fútbol? ¿No le parece que el fútbol es a veces una manera de tapar la realidad?

-R: El público va al fútbol porque es uno de los pocos sueños que les quedan. El negocio del fútbol está en Italia en manos de delincuentes. Hay muchos políticos en él porque es un modo de blanquear dinero, se trata de un mundo extremadamente corrupto. Los espectadores van a ver un espectáculo deportivo, pero el fútbol es sólo negocio.

Yo personalmente no veo fútbol, ya no me gusta, me gustaba más antes.

En Italia, de un arbitraje escandaloso se habla durante veinte o treinta días, mientras que si es un escándalo político de lo que se trata, en dos días se ha pasado la protesta.

-P: ¿Qué hubiera ganado y qué hubiera perdido la literatura en caso de haber seguido su carrera en el Bolonia C. F.?

-R: Cuando jugaba al fútbol me divertía mucho, pero cuando me rompí una pierna lo tomé como una señal del destino y pensé que debía ser escritor, pero la verdad es que no era muy bueno jugando al fútbol, espero ser mejor escritor.

-P: ¿Perviven las ideologías? Y si es así, ¿desde qué parte de ellas puede venir la redención de una sociedad que se han demostrado está rodeada de corruptelas y en la que los partidos políticos han caído en ellas prácticamente sin excepción?

-R: Las ideologías han fallado completamente, pero quedan las ideas. Una idea imprescindible es la supervivencia del hombre.  El hombre ha de querer sobrevivir y resistir. Creo que el mundo terminará en veinte  años, no veo el final de esta catástrofe, estamos arrojando el mundo a la basura, como si hubiese otro.

Pero eso no  quiere decir que yo vaya a dejar de escribir, seguiré haciéndolo, creo que debo seguir diciendo las cosas, porque así, a lo mejor, a alguien le da miedo y cambia.

Creo en la inteligencia de la gente, pero basta un monstruo, una multinacional, una carroña corrupta, para destruir el trabajo hecho con la inteligencia y el esfuerzo de millones de personas.

 

-P: Las prácticas políticas y los partidos están cambiando en sus formatos, ¿ha fracasado la política tradicional?

-R: Siempre han existido formas de oposición e inteligencia, existen formas de solidaridad, yo trabajo con Médicos sin fronteras, pero de la otra parte siempre están los monstruos.

La única forma sería un enfrentamiento en masa, pero detrás de cada monstruo hay otro que lo sustituirá. A lo mejor la única manera de que esto pare es que haya una caída total de la economía mundial.

Estamos dominados por monstruos, a lo mejor sería más bonito decir que vienen de otro planeta, pero son de aquí, existen hombres tan poderosos que ellos solos pueden destruir un estado entero.

-P: ¿Qué se puede hacer ante todo esto?

-R: El único refugio es la literatura, el arte, que han mantenido sus promesas, han hecho soñar a la gente y han permitido que siga existiendo esperanaza, pero la economía, la política y la ciencia no lo han hecho.

La economía dijo dinero para todos, pero en lugar de eso hay muchos pobres y pocos ricos. La política dijo que habría más democracia, pero no la hay. La ciencia había dicho que no dedicaría sus inventos a hacer dinero, y es casi lo único que hace.

 

En primera persona

A veces los escritores dicen unas cosas más concretas que los economistas.

Es mucho más fácil el diálogo a través de la ironía.

El lenguaje de la ironía asusta mucho al poder.

La televisión no quiere que la gente piense, quiere que la gente compre.

La televisión italiana está ocupada militarmente por los políticos.

En Italia hay muchos políticos en el fútbol porque es un modo de blanquear dinero.

Las ideologías han fallado completamente, pero quedan las ideas.

Basta un monstruo para destruir el trabajo hecho con el esfuerzo de millones de personas.

Existen hombres tan poderosos que ellos solos pueden destruir un estado entero