carlos del amor tres

Carlos del Amor: “En la UMU me enseñaron a amar los libros, y también a buscar las fuentes”

“La cultura puede ser el mayor espectáculo del mundo”

 Pascual Vera

Llamar a Carlos del Amor y escuchar al otro lado del teléfono que está en el festival de Cannes a punto de comenzar la visión de un preestreno, entra dentro de lo que uno se espera cuando intenta ponerse en contacto con este periodista de raíces y formación murciana, conocido especialista en cultura. Y así es. Y el cronista debe colgar a la espera de que el festival escampe y pueda ponerse en contacto con él, ya sin prisas, para realizar la entrevista.

Uno imagina a Carlos del Amor como una persona que va por la vida con los oídos atentos y los ojos bien abiertos. Así es al menos como él se define y define su oficio: solo permaneciendo atentos a nuestro entorno, escrutando a nuestro alrededor, podremos captar fielmente lo que ocurre a nuestro lado. O enfrente. O allá lejos. Y percibir la mejor manera de contarlo. Este periodista está avezado en pergeñar historias que llegan y sorprenden al espectador con cada nueva noticia o reportaje que elabora. Carlos del Amor es un urdidor de historias, como ha demostrado en los últimos años en sus incursiones en el mundo de la literatura, pero hace ya mucho tiempo que esta cualidad había quedado sobradamente remarcada en esas piezas televisivas en las que, más que mostrar, glosa de modo absolutamente personal cada tema que trata, demostrando que la cultura interesa –“pobres de nosotros si esto no fuera así”, comenta este profesional de la comunicación que hizo su primera incursión en el mundo académico del periodismo en la Universidad de Murcia, hace ya más de dos décadas, donde estudió Biblioteconomía y Documentación, para continuar estudios de periodismo después en la universidad Carlos III de Madrid, por carecer la UMU en aquel entonces de aquellos estudios.

Ahora, años después, regresa a la facultad de Comunicación y Documentación –en sus tiempos Escuela de Biblioteconomía y Documentación- en calidad de padrino de la octava promoción de Graduados en Información y Documentación y la sexta en Periodismo, así como el doble grado en Información, Documentación y Periodismo, y el Máster Universitario en Comunicación móvil y contenido digital.

Buscar el camino

Carlos del Amor echa la vista y el recuerdo atrás, y rememora su época como estudiante en la Universidad de Murcia, donde tuvo –asegura- muy buenos profesores y amigos que todavía conserva. “Aquí me enseñaron a amar los libros, y también a buscar las fuentes”. “La documentación –comenta- es una parte fundamental del periodismo, que enseña a discriminar las mejores fuentes y también a escarbar para encontrar la noticia”.

Aunque se confiesa poco amigo de dar consejos, si tuviera que ofrecer alguno a los alumnos que ahora acaban, admite que les diría que buscasen su propio camino, su propio estilo, su propia manera de contar las cosas, “que sea distinta de la persona que tienen al lado”, como él mismo lleva haciendo desde hace tantos años en Televisión Española, primero en el Centro Territorial de Murcia y después desde Madrid, ofreciendo siempre una visión personal de todas las noticias que realiza.

Entusiasmo y originalidad

Es consciente de la crisis por la que atraviesa su profesión, que se ha precarizado mucho en los últimos tiempos, asegura, pero es optimista, ya que “siempre va a hacer falta gente que cuente las cosas, profesionales que descifren las claves de la información que se nos quiere transmitir”, “siempre será necesaria la figura del comunicador –continúa-, del periodista, por eso, yo les animaría a que afrontaran su profesión con ilusión y con ganas de comerse el mundo, el entusiasmo es fundamental”. Ellos son el futuro y los que nos relevarán en esta profesión, añade.

Una ilusión como la que llevó puesta, hace dos décadas, aquel chaval que llegaba como alumno en prácticas al Centro territorial de TVE en Murcia. La ‘mili periodística’, en propia denominación de aquel joven que llegó con enormes ganas de aprender y los ojos bien abiertos, para conocer cómo trabajaban los veteranos: “Observaba, aprendía y me pegaba a la gente con la que intuía que podía aprender”. “Unas prácticas de verano pueden marcarte mucho –asegura- y a mí me marcaron”.  Del Amor recuerda aún con tremendo placer la primera vez que atravesó las puertas del centro territorial de TVE en Murcia, en la avenida de la Libertad. Unas prácticas en las que aquel joven recién llegado tenía la esperanza de hacer algún reportaje, y se encontró con que tendría la oportunidad de hacerlos casi a diario.

El periodista murciano intenta quitar importancia a esa impronta tan personal que da a cada una de sus noticias, convertida ya en marca de la casa: “Cada uno tiene su sello. Si todos contásemos las cosas igual no haría falta contar historias, con picar la nota de prensa que nos llega sería suficiente, pero afortunadamente, cada uno tiene su propia mirada”. Y se remite a una de sus principios: “yo quiero contar las cosas como me gustaría que me las contaran, así que cuando doy una noticia, me pongo en el lugar del espectador, y a partir de ahí voy construyendo un discurso, una pieza, un reportaje, una información”. Del Amor remarca su idea con un argumento de autoridad, como los que incluyen algunos diccionarios, y recuerda el consejo que le ofreció para los más jóvenes el recientemente fallecido Chicho Ibáñez Serrador: que apoyaran su trabajo en ese punto de originalidad que todos tenemos.

Cultura para todos

Durante toda su trayectoria, del Amor ha demostrado que sabe enfocar la cultura de una manera personal y diferente, porque está convencido de que interesa, sólo falta encontrar el modo apropiado de contarla: “Si no nos interesa una película, un libro o una canción, en definitiva, si no nos interesa la cultura, mal vamos. Yo parto de la premisa de que a todo el mundo le interesa, lo único que pediría es que hubiese más programadores valientes que se atrevieran a incluir más cultura en horarios menos residuales”. Y apostilla una idea con tintes cinematográficos: “La cultura puede ser el mayor espectáculo del mundo”.

Se ha convertido en un auténtico especialista en los festivales de cine. Hoy es imposible pensar en Cannes o Berlín sin imaginarse allí a Carlos del Amor informando sobre ellos. Míticos festivales de cine que harían soñar a cualquier aficionado al Séptimo Arte, pero que él define como “un auténtico caos”, en el que se debe estar “en 50 sitios a la vez, con 50 ojos en 50 acontecimientos simultáneos”.

Glamur y pequeñas historias

Nada menos que 75 envíos de noticias ha realizado en los 12 días que ha permanecido recientemente en el festival de Cannes. ¿Y qué cosas interesa en un acontecimiento mundial como éste?, “interesa todo, pero se trata de combinar el glamur y las estrellas con las pequeñas historias que se esconden bajo la alfombra roja de cualquier gran festival: un humilde cortometraje de poderoso mensaje o una película guatemalteca sobre las familias que reclaman los restos de sus seres queridos después de la guerra que ha habido en aquel país. No sólo de Brad Pitt vive el aficionado –viene a decirnos-, también de otras pequeñas historias humanas que merecen cierta trascendencia y reconocimiento, asegura. Si no prestamos atención a estas cosas, “el glamur y los focos te pueden cegar”.

Ha tenido frente a él a algunos de los más grandes cineastas, artistas o cantantes, pero confiesa que no es en absoluto mitómano: “es un privilegio hablar de su propia obra con grandes creadores, intentar descifrar sus trabajos a través de sus palabras, ese es el propósito que me trazo cuando realizo una entrevista, no creo que sea recomendable la mitomanía en el mundo del periodismo, los ‘selfis’ están de más, te ponen en un nivel fan que creo que no es el adecuado para afrontar una entrevista”.

En sus trabajos admite todo menos la indiferencia, afronta su oficio como un intento de avivar la curiosidad de la gente, ya sea en una exposición, en una película o en un libro, “el periodismo hace preguntas para que el espectador o el lector se formulen a su vez otras cuestiones”, porque, afirma contundente, “el preguntarse, el debate continuo, el intentar encontrar respuestas, enriquece sin duda a la persona”.

Literatura y realidad

Desde hace unos años, Carlos del Amor frecuenta el mundo de la literatura, como atestiguan sus libros “La vida a veces” o “Un año sin verano”, que, al igual que sus piezas periodísticas, toman su argumento de la realidad. A veces, a través de un simple breve insertado en un periódico, que despierta su imaginación literaria, como la de aquel hombre cuyo cadáver fue encontrado en su propia casa muchos años después de haber fallecido, sin que nadie se preguntara por él en todo ese tiempo, o la de aquella persona que quiso que la enterraran de lado para que cuando falleciera su esposa la pusieran junto a él y pudiesen estar mirándose toda la eternidad, “son pequeñas cosas que, de repente, provocan un chispazo que me lleva a intentar meterme en ese asunto”. “Siempre parto de la realidad, que es mi ancla y en lo que me apoyo, pero soy consciente de que soy un escritor accidental”.

“Soy un escritor accidental”.

“El entusiasmo es fundamental en periodismo”