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Tareas comunicativas

Juan TOMÁS FRUTOS.

Averigüemos las voluntades que nos hacen seguir hasta ese final que siempre es un punto en el ciclo de la vida, que no se extingue en lo colectivo.

Hemos de arropar desde lo individual las creencias en nosotros mismos, que han de servir sin hechizos los pensamientos de antaño.

No demoremos las salidas, las soluciones, las posibilidades de una salubridad que se ha de experimentar sin costumbres extrañas.

Las pasiones nos deben conducir a las previsiones más hermosas, ésas que son en las noches de los pensamientos floridos.

Las bellezas que hemos defendido hasta ahora han de darnos un cimiento de soltura y buen afán. Las tareas comunicativas, por suerte, no quedan pendientes.

Sentimientos literarios

Juan TOMÁS FRUTOS.

La vida es un equilibrio entre razón y sentimientos, entre voluntades, esfuerzos y deseos. Es un enlace permanente con la felicidad, a la que debemos buscar y por la que hemos de bregar. No hay seguridades, sino intentos de superar las dificultades, que nos construyen, como lo óptimo, como personas.

La Literatura aporta multitud de inspiraciones, de hechos, de eventos, de realidades, figuradas o no, en todo caso verosímiles, que nos aportan transcendencia y jovialidad, tesoros en forma de ideas y de momentos inefables, de creencias, de acontecimientos cargados de la eternidad de lo creado, de lo escrito, de lo compartido.

Si algo nos salvará de esta crisis serán los valores de solidaridad y de respeto hacia los demás. El gran aliado, sin descartar otros, es el acontecer literario, que es tan incombustible como la existencia y su naturaleza. Sé que creer con buenas intenciones sana y salva, y la Literatura, sin duda, contribuye a ello, porque alberga los mejores propósitos, los más lindos sentimientos y anhelos.

Cada mes observo, desde la ilusión, cuanto reivindicamos en esta publicación y lo asumo y lo defiendo con mi propio ser, que tiene sentido y objetivos con el cosmos literario, que por siempre sustentaremos.

Nos informaremos con claves

Juan TOMÁS FRUTOS.

Me miras en este inicio de día que nos permite la comunicación más hermosa, la que viene de tu peculiaridad extraordinaria.

Me ofertas emociones inclinadas hacia esa vida que es punto en común. Nos tendremos que diferenciar con pensamientos nada apáticos.

Todo cuanto mereció nuestra atención continúa por una serie de localizaciones que forman parte del afán mayor.

Nos hemos de llamar con virtudes que satisfagan a los que vuelvan para fomentar experiencias diáfanas. Nos debemos al universo bendito que nos pertenece en el sentido más ideal.

Hemos de ser calurosos con definiciones no frustrantes. Cultivemos qué hacer. Nos enamoramos con vocaciones claves. Nos informaremos con ellas.

Identidades

Juan TOMÁS FRUTOS.

 

 

Recordaba una canción de mi infancia que su autor (cualquiera de nosotros) no había encontrado (todavía) lo que andaba buscando. Creo que era de U2. Tenía más dudas, pero entiendo que ésta era de las principales. Saber quiénes somos y a dónde vamos tiene mucho que ver con búsquedas, aunque es verdad que la mayoría de las veces lo que realizamos, como le ocurría al pintor Picasso, es encontrar, no sé si por casualidad o causalidad.

El esfuerzo está ahí. Hay un compromiso diario de cientos, de miles, de millones de personas para salir adelante, para avanzar, para que las cuestiones más o menos rutinarias, fundamentales o no, operen con normalidad, sin estridencias, sin soledades. Todos lo intentamos.

Un excelente ponente en una interesante mesa redonda nos recalcaba que, hoy en día, lo importante es que trabajemos sobre perfiles profesionales, que nos vayamos haciendo a nosotros mismos conforme a una voluntariosa formación y persiguiendo el atractivo de aquello que nos gusta y complace, lo cual, insistía, constituirá un extraordinario complemento en el aprendizaje obtenido.

Repetía Aristóteles la necesidad de conocernos a nosotros mismos. Si no somos capaces de afirmar lo que nos pasa, lo que nos sucede, lo que pensamos, difícilmente podremos poner coto a aquello que nos pueda hacer daño o que suponga dilación o impedimento. Tampoco podremos fomentar lo que nos engrandece u otorga dicha.

Todo, sin ánimo de mostrar reduccionismo, es un problema de identificación. Hemos de conocer los obstáculos, lo que nos interesa, lo que nos entretiene, lo que nos aporta paz y conocimiento, lo que nos hace ser felices de verdad, en equilibrio, con mesura.

No podemos mudar lo que no conocemos, lo que no es señalado en sus dimensiones y perspectivas. Diseñemos, pues, el entorno. Hemos de caracterizar lo que tenemos enfrente antes de ser actores respecto de lo que nos acontece. El aprendizaje ha de ser continuo.

Un problema añadido de las identidades (de las que desarrollamos), porque como sociedades afortunadamente variopintas nos hemos empeñado en ello, nos puede venir por el hecho de desconocer, a conciencia o por falta de tiempo o afán, al otro, al prójimo, al que ostenta una presencia distinta a la nuestra. Los tópicos y los estereotipos juegan malas pasadas en este sentido, más de las que analizamos.

Percibir y comprender

Debemos dispensarnos tiempo para comprender lo que nos ocurre. Hay tantas cosas que no salen bien, que no nos contentan, que apenas percibimos a los héroes que aún pululan por ahí en busca de mejorías perennes. Los hay. La intrahistoria precisa de reconocimientos para que no se ahogue en aspectos nimios. Hemos de saber identificar esos pequeños milagros que nos suceden, aunque no siempre les demos importancia, como es tener salud, trabajo, capacidad de enamorarnos y de saborear sensaciones, esto es, posibilidad de vivir. Como decía el recordado Paco Rabal en Pajarico (1997), “qué bien se está cuando se está bien”, pero, evidentemente, para valorarlo debemos vislumbrarlo previamente. Hemos de reconocer esas situaciones, aunque sean repetidas, que, por otro lado, es lo aconsejable, lo deseable.

Parte de la crisis actual es por no haber sabido, en la desmesura, qué hacer y con quién, por no haber detenido la agria voluntad de crecer hasta el infinito, por no haber confiado y pensado en los demás, por no recordar que la medida de todas las cosas es el ser humano. No hemos identificado (no hemos querido) las prioridades, y, en consecuencia, no hemos sido capaces de defenderlas. Eso, en sí, es un gran problema. No nos hemos ayudado colectivamente a nosotros mismos. La felicidad que es un bien primario y prioritario se quedó para el día después, e incluso pensamos que vendría desde lo material. Por eso, al caer lo tangible todo ha sido tristeza. Asimismo, fuimos muy tolerantes con quienes se equivocaron a su exclusivo favor.

El consejo, sin ser amante de ellos, es que oteemos lo que nos reporta alegría propia y compartida (no puede ser de otro modo), y que defendamos esa actividad que nos puede mantener joviales como una prioridad básica. Si es de esta guisa, tal vez consigamos plenitud  para nuestro entorno inmediato, al que nos debemos. No hay otro camino que buscarnos desde la emotividad y la docencia de quienes son almas afines. Convivir y aguantar a las que no lo son es un síntoma de debilidad y de fracaso. Por esa razón es tan importante saber, como ya se ha anotado, quiénes somos, a dónde vamos, con quiénes, por qué, y qué cambios son precisos ante los equívocos o desganas. En parte, todo se resume en esa mirada que busca una identidad similar.

Configurar la amistad

Juan TOMÁS FRUTOS.

 

Suena la verdad, y es en la comunicación permanente, que es aquella en la que creemos desde que somos conscientes de la importancia social de nuestros actos, que nos realizan, o no, como personas. Hay multitud de cuestiones que penden de nosotros.

 

Nos alentamos en los momentos cruciales, que han de ser las bases de nuestro sistema de actividad. Probemos sin buscar problemas.

 

Digamos por dónde pueden marchar las excelencias que se pueden definir con lastres no escritos. Pongamos ejemplos y modelos de viveza.

 

Hemos de volver a escribir con estimaciones no carentes de objetivos. Nos hemos de disputar sin ventajas extrañas. Vayamos siempre, otra vez.

 

La existencia es un cúmulo de opciones que hemos de tener presentes. Configuremos los espacios hasta potenciar la amistad.

 

Cinema Paraíso abre sus puertas al mejor cine

"La bicicleta verde", un filme de Arabia Saudí que ha triunfado en numerosos festivales.

 

Sus proyecciones serán los lunes y martes, y estrenará en la región filmes ganadores en los festivales internacionales más importantes

La iniciativa Cinema Paraíso, desarrollada durante el curso pasado en los cines Centrofama por la Empresa Neocine, con la colaboración del Aula de Cine de la Universidad de Murcia, seguirá ofreciendo todos los lunes la programación de especial calidad que durante el curso pasado congregó a más de ocho mil espectadores en las salas de los cines Centrofama. Serán siempre filmes en versión original subtitulada que podrán contemplarse al precio de cuatro euros –tres euros para universitarios-.

Los martes se anuncian proyecciones de en español, procedentes de todos los países hispanos, un cine que a menudo no se estrena entre nosotros pese a conseguir premios en importantes festivales.
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Seamos desde el conocimiento

Juan TOMÁS FRUTOS.

 

 

Nos consideramos en esa paz que nos mueve hacia lo importante con relativas querencias hacia el momento glorioso.

 

Sepamos que el resto es el inicio, que la versión de la creencia nos puede generar dudas, que iremos hacia delante superando la existencia con el bienestar mayor.

 

Hemos de movilizarnos hacia el instante más creíble, que contribuirá a sobrellevar  los equívocos, los errores, las ocasiones que se implementaron con heridas, que han de sanar.

 

Las ocasiones nos propician retrasos que nos han de añadir pasos alargados hasta dar con lo más indicativo. Las versiones nos han de ubicar en un espacio común.

 

Nos debemos enseñar con extraordinarias aptitudes. Hemos de posibilitar una perspectiva agradable. Seamos desde el conocimiento.