Aspectos filosóficos, educativos y comunicativos en torno a las informaciones sobre seguridad vial

Juan Tomás Frutos

 

Tratemos de arrojar luz en torno a los planteamientos, procesos y discursos de aquellas informaciones, en sentido genérico, que tienen que ver con la seguridad vial. No persigamos pontificar, pero sí busquemos aspectos deontológicos con los que poder actuar en noticias que, por desgracia, tienen el carácter de cotidianas.

 

Los planteamientos son educativos y filosóficos, siempre desde la óptica de un comunicador, de un periodista, de modo que se pretende compatibilizar la labor de información con la de concienciación, sin olvidar los derechos de la ciudadanía al completo y el respeto que precisan las víctimas cuando se informa de un tipo de sucesos como los referentes al tráfico.

No es fácil dar cuenta de un accidente, de una tragedia, de un drama familiar o colectivo. Hay muchos sentimientos, muchos datos doblados, muchos intereses de empresas y económicos, pero, en todo caso, debemos procurar que el objetivo del bien común impere. Debemos informar bien, aunque eso suponga menos celeridad y no llegar los primeros.

Tengamos, pues, en cuenta los totales elegidos, las personas que aparecen, en qué momento de las circunstancias narradas, con qué calificativos y presentaciones, especificando de manera oportuna el contexto. No podemos entender lo ocurrido en este tipo de eventos, si no damos todos los parámetros.

La consulta de varias fuentes, la ponderación de derechos y libertades, no querer llegar el primero, no sacrificar gratuitamente la autonomía y la intimidad de las partes… son consejos y recomendaciones que aparecen en nuestros artículos sobre este asunto en particular. No excluyen, por supuesto, el uso de la lógica y de la razón. Como premisa, siempre hemos de procurar “empatizar”, poniéndonos en la piel de los otros, de los que sufren, de los que nos leen o visualizan a través de los medios de comunicación masiva.

No obstante, somos conscientes de que todos, y yo el primero, necesitamos unas culturas societarias de convivencia, de relación, en todos los ámbitos (por supuesto, en el de la educación vial también), que hasta ahora nos hacen deudores de una formación importante, y, por lo tanto, reconozco que nos hallamos con señeras carencias de apoyo en la actualidad que nos deben impulsar a ir mejorando. A ello tienden nuestras reflexiones.

Además, subrayemos todo ello teniendo presente que lo más importante en cualquier acto de la vida cotidiana, que, en definitiva, en un acto de comunicación (el tráfico lo es), es que pensemos en los otros, en los demás, que no seamos endogámicos, que no rivalicemos, sino que procuremos aprender desde la apuesta decidida de desarrollarnos en sociedad, esto es, como parte de esa ciudadanía a la que nos debemos y por la que debemos laborar con firmeza. Por ahí van nuestras consideraciones, variopintas ellas. Obviamente, saquen también sus propias conclusiones.