Ángel-Luis Pujante, traductor de Shakespeare: “Intento que el español que uso suene lo más natural posible, y no a traducción”

 

El profesor presenta el martes 22 de enero en el Hemiciclo de la Universidad de Murcia su libro, segundo del Teatro Completo de Shakespeare, con todas las comedias y tragicomedias del autor.
“La obra de Shakespeare es una gramática de las emociones.”

Ángel-Luis Pujante sabe que la traducción es problema de equilibrio y de fidelidad: equilibrio con la lengua de la que parte y a la que se vierte ese texto, y fidelidad a los textos originales. Hace ya 28 años que Pujante comenzó en la Universidad de Murcia una labor ingente: traducir el teatro completo de Shakespeare. El catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Murcia, considerado el más reconocido especialista en Shakespeare de nuestro país, se ha puesto al frente de una edición especial de “Comedias y Tragicomedias de William Shakespeare (1564-1616)”, brindando al público la oportunidad de leer en un mismo tomo las dieciocho obras que pertenecen a este género. Se trata de una excepcional muestra de la enorme altura intelectual y artística de Shakespeare realizada con absoluto respeto al original y vertida al lenguaje actual.

Fiel a un concepto extremadamente riguroso y exigente de la traducción, su meta es sencilla de explicar: intentar que la obra vertida al español no suene a traducción y que sea lo más natural posible, algo extremadamente complicado si tenemos en cuenta que nos referimos a uno de los literatos con mayor riqueza de lenguaje que ha dado la literatura. El nuevo libro agrupa 18 obras que, aunque fueron pensadas para ser representadas, harán disfrutar al lector, pues en él se encuentran algunas de las mejores páginas de la literatura universal. Estas obras integran el segundo de los tres volúmenes de la colección Teatro completo con la que Espasa Clásicos está reuniendo la obra teatral del autor, que se abrió con Tragedias y se cerrará próximamente con Dramas históricos.

El volumen se presenta el martes 22 de enero, a las 19 horas, en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.
pujante 1-P: ¿Qué aporta esta obra en la que se reúnen las 18 obras teatrales Shakespeare adscritas al género de la comedia y la tragicomedia? -R: El libro supone una novedad relativa, porque diez ya estaban traducidas y publicadas. Pero tanto aquellas como las nuevas, algunas de ellas realizadas por dos colaboradores (Salvador Oliva y Alfredo Michel), obedecen a un criterio que he venido siguiendo en todas mis traducciones, que es tener siempre en cuenta las últimas novedades filológicas respecto a los textos de Shakespeare. Así, por ejemplo, la traducción de “Pericles” que aquí se ofrece se basa en gran parte en el texto reconstruido de las ediciones Oxford y está traducida en colaboración entre Salvador Oliva y yo, porque ha quedado demostrado que el original es obra de colaboración.

Muchos Shakespeare

-P: ¿Hay un solo Shakespeare en estas obras o el lector podrá encontrar distintas facetas del dramaturgo en el volumen?
-R: Hay muchos Shakespeare. Yo he puesto el acento en el desarrollo de la comedia en Shakespeare, desde las primeras comedias hasta las últimas, que bien podrían llamarse tragicomedias romancescas, como son “La tempestad”, “Cuento de invierno”, “Cimbelino” y “Pericles”, y también “Los dos nobles parientes”. Al principio de su carrera Shakespeare hace una comedia romántica, como queda claro en “Los dos caballeros de Verona”, y por otro lado “La comedia de los enredos”, en la que hay mucha payasada. Shakespeare va abandonando la risa por la sonrisa y busca elementos que lleven a lo que es importante en cualquier comedia, el final feliz. Son los procedimientos que sigue para llegar a esto lo que va cambiando: sustituye la payasada por elementos más sutiles y complejos, incluso más serios. Esta etapa termina con “Noche de Reyes”, en la que encuentra un perfecto equilibrio entre estos elementos. A partir de ahí piensa que no puede ir más allá si no es con riesgo de repetirse, y comienza a hacer lo que se llama comedia oscura o comedia-problema, como “Medida por medida” o “Todo bien si acaba bien”. En ellas crea situaciones que llegan a bordear la tragedia pero que tienen un final feliz. Finalmente entra en una etapa en la que experimenta un nuevo tipo de comedia a través de unos argumentos muy diferentes a los que había utilizado hasta entonces, con la intervención de elementos mágicos y sobrenaturales. Este esquema aparece en “Pericles” y se repite en “Cimbelino”, “El cuento de invierno”, y “La tempestad”, en las que siempre está presente una hija a  través de la cual se  consigue la regeneración y la reconciliación con el pasado. Para hacer esto Shakespeare utiliza entonces elementos dramatúrgicos desconcertantes, extremos, que no se  aprecian bien en las lecturas, sino que hay que verlo representado. Es este carácter extremo lo que hace que el final feliz sea aun más gozoso. Son obras muy modernas, experimentales, pero hay que aceptar las reglas de juego que ofrece Shakespeare en estas obras. Si es así, el resultado es muy satisfactorio.
-P: ¿Y qué aporta la literatura de Shakespeare cuatro siglos después? -R: Sin duda una alta calidad de página y una expresión extraordinaria. Cuando se afirma que es el primer escritor en lengua inglesa, no se dice en vano: es un escritor enorme, con una visión única, con una capacidad poética asombrosa y una creatividad verbal muy grande. Esto es algo que muy pocos discuten.

pujante 7La traducción como oficio

-P: ¿Cuál es la labor del traductor de unas obras tan emblemáticas pero tan lejanas en el tiempo como el teatro de Shakespeare?

-R: El traductor intenta recrear en su lengua la riqueza del lenguaje y de expresión del original, pero con los límites que impone la cultura de su tiempo. Hay que tener en cuenta que han pasado cuatro siglos; algunas de las convenciones poéticas de entonces pueden sonar anticuadas y ciertas expresiones oscuras. A veces hay mucha oscuridad en Shakespeare, pasajes que hay que interpretar, ambigüedades…, todo eso son obstáculos para el traductor. Y no es fácil mantener ese tono ambiguo, pues estamos pasando de una lengua a otra y de una época a otra distinta, a una situación cultural situada a cuatro siglos de distancia. En lo relativo a la lengua, los traductores hacemos lo que podemos. En mi caso, además de todo eso, intento reproducir el esquema rítmico de las obras, incluir las rimas cuando existen en el original y ser lo más económico posible, lo más breve y sucinto, para no hacer una traducción palabrera. Para mí la traducción de Shakespeare consiste sobre todo en un equilibrio de fidelidades: a la lengua del autor, a la naturaleza dramática de los textos y a la lengua del lector. Intento que el español que uso suene lo más natural posible, y no a traducción, pero en el camino existen dificultades considerables. Una de las principales es que hay que tener siempre en cuenta que un texto teatral obliga a la economía. Hay autores que esto no lo tienen en cuenta y de un verso de diez sílabas les sale una frase de 23. De ese modo se pierde expresividad y seguramente oralidad, y hay que tener presente que estas obras se escribieron para ser representadas.
-P: ¿Qué tiene Shakespeare que le haga estar entre los más grandes? -R: Una expresión del ser humano realmente extraordinaria. Su obra es una gramática de las emociones. Junto a Cervantes, Montaigne y algunos otros es uno de los escritores más sabios de su tiempo. Nos plantea cuestiones humanas a las que da un enfoque muy personal, escéptico y relativista que deja al lector la posibilidad de realizar una interpretación propia.
-P: ¿Qué se propuso al comenzar hace ya 28 años, en la Universidad de Murcia, esta tarea de traducir o reunir las traducciones de Shakespeare? ¿Pensaba que llegaría tan lejos?
-R: Lo dudé bastante. Traducir la obra completa de Shakespeare es una empresa  que requiere mucho tiempo. Yo quería hacer algo diferente a lo que se había hecho hasta entonces. Es una labor lenta, sobre todo en una persona como yo, que soy muy perfeccionista. Venía traduciendo más o menos una obra al año. No es mucho, pero es el ritmo que, en mi caso, requería una empresa de este tipo. Yo no era, ni mucho menos, el primer traductor de Shakespeare, pero aspiraba a ofrecer algo diferente. Tenía que tener claros los métodos, y los tenía desde aquellos inicios, pero eso no quiere decir que con sólo aplicarlos fuera a salir todo automáticamente. Por el camino se presentan muchos problemas.
-P: ¿Qué siente cuando tantos críticos y lectores le tildan como el mejor traductor de quien está considerado el mejor literato? -R: Cuando hablan bien de lo que hago siento satisfacción, obviamente, pero esto no afecta a mi trabajo; yo intento siempre que mis traducciones sean acertadas. Para eso empiezo por poner toda mi capacidad lectora al servicio del original.

Un momento de la entrevista.Un momento de la entrevista.

Pudding y morcillas

-P: ¿Cada traducción es un mundo?

-R: Dos personas no leen un mismo texto de la misma manera. Si yo he sabido hacer una lectura de un verso, de una palabra o de un pasaje más acertadamente que otros, la traducción empieza ya a ser diferente. En las frases de difícil traducción intento conseguir expresiones españolas más o menos naturales o expresivas. Un ejemplo sencillo: en algunas de las obras de Shakespeare se emplea la palabra “pudding”, que algunos traductores traducen como pudín o pastel, pero que en realidad es lo que hoy se llama “black pudding”, es decir, morcilla. Yo traduzco a Shakespeare en verso libre, algo que requiere mucho cuidado. Ya decía Borges que es más difícil escribir verso libre que tradicional, porque esa libertad de verso no debe impedir que siga habiendo un ritmo. Si se ofrece un texto en verso libre y éste carece de ritmo, se está engañando al lector. Hay quien opina que es preferible utilizar siempre el endecasílabo, pero yo ya hice mis pruebas y comprobé que el verso fijo no conviene con Shakespeare, ya que las diez sílabas del original dan en traducción resultados muy dispares. Cada traducción es diferente, y la riqueza de lenguaje de Shakespeare hace que tengamos que enfrentarnos a nuevos problemas cada vez. Como decía antes, si quieres ser fiel a Shakespeare, al final tienes que encontrar un equilibrio de fidelidades.
-P: Aparte de las obvias diferencias de calidad ¿qué aportan los clásicos con respecto a la literatura más de consumo?

-R: Un clásico te hace ver el mundo de otra forma y te invita a la relectura, lo que no sucede con la literatura de consumo. Pero, como en el caso de Shakespeare, ese efecto no se logra sin una expresión de alta calidad literaria. Desde sus comienzos como escritor, a Shakespeare ya se le ve adiestrado para escribir bien, lo cual le es necesario, pues la competencia que tiene en Londres en ese momento es muy grande, con la presencia de grandes escritores. Como Lope o Calderón en España, Shakespeare demuestra desde el primer momento que domina el verso, tanto el blanco como el rimado, y todos los recursos retóricos que entonces se presuponían en un poeta y dramaturgo. Además, Shakespeare continúa evolucionando y perfeccionándose hasta alcanzar esa calidad de página que observamos en sus obras de madurez. Esta calidad y esta riqueza hacen que una traducción de Shakespeare sea mucho más compleja que una novela moderna de consumo.

Las obras contenidas en el volumen

Diez de las comedias y tragicomedias integradas en el nuevo volumen ya se habían publicado traducidas por Pujante, a las que se añaden aquí las siguientes traducciones inéditas: De Ángel-Luis Pujante: Los dos caballeros de Verona, Todo bien si acaba bien y Cimbelino. De Salvador Oliva: La fierecilla domada y Las alegres comadres de Windsor. De Ángel-Luis Pujante y Salvador Oliva: Pericles. De Alfredo Michel: La comedia de los enredos y Afanes de amor en vano. Ángel-Luis Pujante ganó el Premio Nacional de Traducción al llevar al castellano La tempestad.

Sobre William Shakespeare

Stratford on Avon, 1564 | Inglaterra, 1616 William Shakespeare fue un dramaturgo y poeta inglés, considerado uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Hijo de un comerciante de lanas, se casó muy joven con una mujer mayor que él, Anne Hathaway.  Se trasladó a Londres, donde adquirió fama y popularidad en su trabajo; primero bajo la protección del conde de Southampton, y más adelante en la compañía de teatro de la que él mismo fue copropietario, Lord Chamberlain’s Men, que más  tarde se llamó King’s Men, cuando Jacobo I la tomó bajo su mecenazgo. Su obra es un compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana, donde destaca la fantasía y el sentido poético de sus comedias, y el detalle realista … Como curiosidad, cabe señalar que el First Folio , es el nombre atribuido a la primera publicación de la colección de obras teatrales de William Shakespeare. Contenía 36 obras y fue recopilado por John Heminges y Henry Condell, amigos del bardo (así llamaban a Shakespeare), en 1623, siete años después de su muerte. El nombre original es Mr William Shakespeare’s Comedies, Histories and Tragedies.

 

Última actualización el Jueves, 24 de Enero de 2013