Recreaciones comunicativas

Juan Tomás Frutos

 

Expandamos y exprimamos las sensaciones y los mensajes sobre los hechos, eventos y apreciaciones del contexto en el que nos movemos. Vayamos tras lo interesante con ese valor que nos ha de añadir la evolución más jovial y menos triste. Tengamos esa fiesta que nos agradece el deseo sin precipitación. No pongamos en tela de juicio ese afán que nos ha de nutrir con ese camino de esperanza que en otros tiempos se vio como vencida. Nos hemos de poner en la brecha que recoge las mejores mieles de un triunfo importante en el ámbito personal, el que más nos debe interesar.

 

Respondamos con los entusiasmos de anteriores separaciones que nos han de preferir en la noche de esos cuatro tiempos que nos han de dirigir el ánimo menos diferenciado. Nos hemos de divertir. Nada ha de faltar ahora que el reclamo es de pensamiento alegre. Cada cosa es en la noche de unos tiempos que se han de poner en el cruce de caminos y de pensamientos con deseos nada figurados.

Las consumaciones de años que se fueron se quedan en ese trance que es molino de viento con el humor bien gustoso. No hemos agotado los momentos, ni lo esfuerzos, ni las entradas hacia esa versión que nos recorrerá el alma con un consejo medio sencillo, conclusivo con y en sus enterezas más defendibles. Hagamos elegantes los momentos propicios de siempre.

La vida nos marca trayectorias con las que hemos de aumentar las expectativas de vidas serenas. Divisamos procedimientos con los que nos asaltan tantas dudas como podemos manifestar cuando las cosas se enseñan con sus respuestas menos graves. No hemos asumido lo que tiene directrices de perdones para asumir los tiempos que hemos de emplear para saber un poco más de las opiniones y de las experiencias de los demás.

Generemos espacios para vivir. No hemos de dejar en otra parte lo que es suposición con una verdad de deleites relativos. No vayamos donde nos hemos de quedar sin suficiente energía. La vida nos ha de convencer de los aspectos más deseables. Regalamos la calma como un objetivo básico para que todo permanezca encima de esas ruedas que nos han de defender con sus recreaciones anteriores, que eran formidables. Más lo serán con los diversos canales comunicativos. Creemos y recreemos la ilusión por lo que es el aprendizaje en estado de pura evolución, que ha de ser con las menores fricciones posibles.

El Periodismo del futuro

Juan Tomás Frutos

 

El periodismo es un oficio, una profesión que ha consolidado los mejores valores de las sociedades democráticas, en las cuales se erige como uno de sus sustentos principales. Sin su ejercicio libre no podemos hablar de la consabida pluralidad y de las libertades que precisa una sociedad autónoma y madura. Es cierto que los actuales problemas de la profesión, por la responsabilidad que alberga, por las condiciones que defiende y que vive, merecen una pronta solución, en la idea de que todos saldremos ganando, los periodistas y la ciudadanía en general. Precariedad, bajos salarios, falta de medios humanos y una transformación de las rutinas y métodos de trabajo con la incorporación de las nuevas tecnologías conviven con los tradicionales manuales que nos insisten en que hemos de tener tiempo para acudir a varias fuentes y para consolidar todos los derechos de manera ponderada. En ese tránsito nos encontramos, y sobre él debemos realizar lecturas e interpretaciones que tengan las visiones del conjunto de la sociedad, que es la depositaria primigenia del derecho a la información. La pasión no ha de faltar en esa búsqueda del fortalecimiento del papel del periodista.

Memorias comunicativas

Juan Tomás Frutos

 

Hagamos acopio de los mensajes que nos lanza la memoria, que nos rescata recurrentemente. Desgastamos los pies esperando milagros que nos conduzcan por caminos que esperan en el punto, donde el traslado puede ser inminente. Nos aguardan las caricias con los tonos de amores intensos. No sabemos ese porqué que nos llena de un cierto orgullo por lo que pudo ser y no fue. Nos quedamos en un nuevo comienzo que nos traslada hacia donde la vida nos oculta su peor cara, que, en todo caso, hemos de mejorar.

 

Los comentarios de nuestros corazones nos llevan por dudas que nos ensalzan los motivos que fueron trances en otros desvelos. Hemos cuajado la existencia con un afán de superación. Nos tendremos con ese dolor que nos sacará de las sendas de otras trayectorias que fueron gozos en los tediosos momentos de la libertad que no ha sido justificada lo suficientemente. Merece la pena el esfuerzo de explicación y de defensa de una aguerrida afición por la paz.

Nos hemos intentado quedar en esa esquina que es amor por el defendido momento de una relajación sincera. Hagamos con honor lo que con honor aparece en un instante medio apasionado. Las certidumbres no lo son tanto cuando las amatorias caricias nos incluyen en la realización de catálogos que ni abrimos. Hemos amamantado situaciones que hemos de despejar con sus incógnitas maleadas.

Las versiones de otras etapas nos influyen con sus mercados e historias. Las islas se quedan sin puntos de cabotaje y de anclaje. Hemos olvidado los favores de aquellos momentos vencidos por el hastío y la memoria que no es. Las conclusiones nos ofertan cambios, muchos cambios, todos los de ese universo que discurre con un clamor por la paz.

Ganamos en responsabilidad con términos que nos dan derechos que son funciones en los casos menos apetecidos. Singularizamos los destellos que son paces en los comienzos que nos condenaron a perpetuidad. Hemos simpatizado con multitud de charlas nada convencionales. Nos hemos animado con unos clasicismos que nos disponen los papeles de las memorias. Ganaremos sin ganar, sin estar solos, que no queremos estarlo. Quedan estas sugerencias, y otras que daremos más adelante. De momento confiemos en la memoria y en optimizar aquello que hemos hallado más positivo.

Actualizaciones comunicativas

Juan Tomás Frutos

 

El reciclaje y la formación son garantías de ponderación, de equidad y de cometer cada vez menos errores. Seamos sensatos en este trasiego de comunicaciones que nos llegan como especies de bombardeos permanentes de los que salimos con un poco de ceguera por saturación. Hagamos caso a la permanencia del destino que nos imprime un carácter de deidad en estado de permeable expansión. Los tiempos son los que son, y aún siguen. No debemos remar en direcciones constantemente opuestas. Puede que nos hagamos caso, y que nos tropecemos con los mismos obstáculos que nos vamos poniendo.
Impliquemos las caricias con sus oportunas razones, y separemos las previsiones de esos instantes que imaginamos con subjetividad, con prestancia medio relativa. No sembremos en campos ajenos, sin pensar en cómo abonarlos antes y después. Humedezcamos las sonrisas para que sean sinceras y empáticas con lo que nos merece la pena. Presentemos con suficiencias lo que nos puede dar crédito. Las horas pasan, y no han de ser en balde.

Supliquemos los motivos que nos hacen acelerar los pasatiempos de quienes vienen con sus nombres un tanto equívocos. Hemos visto la parte de un sí que nos detiene, que nos adecúa, que nos previene, que nos hace asomarnos a unas ventajas extraordinarias. No hemos visto lo que sucede en un campo de preferentes desganas que se adelantan a las posibles soluciones, que esperamos que aparezcan de un momento a otro.

Nos hemos de mostrar con coraje para afrontar el destino real o virtual de un universo que gira con sensaciones que no percibimos. Hemos significado el sí con un no de ciertas normalizaciones que nos plantean qué podríamos hacer cuando las vidas sean otras cosas, puede que mejores, puede que peores, dependiendo de lo que seamos capaces de hacer, de los ajustes que desarrollemos. Nos hemos de prestar atención con lo poco y con lo mucho. No tengamos una prevención absoluta frente a lo que contemplamos, o apenas haremos nada.

Lo peculiar ha de sustentar las ilusiones con las que seremos capaces de crecer todos los días. Nos hemos de animar. No dejemos que los fracasos nos puedan, ni tampoco hemos de tener la moral subida cuando veamos que las cosas van extraordinariamente bien. No sé si nos podríamos conformar, o si deberíamos. Quizá el dinamismo nos hace más útiles. Los días nos devoran con sus apatías y repeticiones. Nos hemos de salvar con innovaciones y secuencias comunicativas más o menos entendibles y variables en cuanto a su gestación y difusión. Tengamos un poco de valor para ser nosotros mismos. La dicha posterior será una consecuencia que, a su vez, impondrá una nueva realidad, seguro que deseable. Apuntemos donde sea menester. Las actualizaciones comunicativas aguardan, y nosotros debemos defender que así sea.

La comunicación, en marcha

Juan Tomás Frutos

 

Apostemos sin dudarlo por la comunicación sin ambages, sin vericuetos, auspiciando las mejores imágenes. Sorprendemos a los corazones con heridas que nos definen como lo que podría ser y no será en los cansados caminos de unas historias que no terminan de complementarse como nos gustaría. Las astucias del pasado nos colocan entre premisas que son condiciones sin temores de factura cuajada. Hemos suspendido las señas que antes fueron identidades.

 

Las causas son divertimentos que nos ofrecen los cálidos abrazos de quienes vuelven con el umbral pasado de rosca. No hemos callado en esos instantes que tocaba aprender, pero lo haremos ahora en un intento tardío de hallar respuestas a las dudas del corazón que antes voló. Nos tendremos que ver en el pasado. Las existencias se llenan de flores.

Las controversias de los años mozos nos divierten con esas empatías que fueron eficaces en los lances de unas etapas que dieron con los regustos más entusiastas. No perdamos las originalidades que fueron superaciones de enorme calidad. Nos consultamos con corazas que caracterizan con ausencias que no están a la orden de un día de preñadas ocasiones que no surtirán los efectos de otras veces. Vamos a ver las diversiones: con ellas somos más.

Estamos en unas etapas de soledades que nos desafían con sus lustres y brillos más estimados. No navegamos por esas aguas a las que nos habíamos acostumbrado. Los pacientes de otros hospitales nos vienen con nostalgias y romanticismos. Nos tendremos que avisar en los inicios de actitudes que hemos de consolidar. Las travesuras nos han hecho daño, y ahora nos tenemos que convencer de las tesituras que tuvieron unas corduras que finalmente nos descalabran. De ello también aprenderemos.

No hemos visto lo que sucede en un negocio que está pendiente de definir. Nos gustan los complementos más pequeños con sus atenciones más recreadas. Nos damos unos apaños que han de deleitarnos cuando menos los conozcamos. Los momentos llegan cuando son. El destino queda por alguna parte, y con buena intención lo hemos de escuchar. Sepamos lo que nos dicta el corazón, aceptando, sin tomar al pie de la letra, sus peticiones. Pongamos a continuación en marcha el crono con sus misiones. Hay direcciones que la comunicación señala, y que, cuando menos, hemos de investigar. Mucho podremos aprender si andamos con el espíritu presto a ello.

De todo en la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

El conjunto que es la comunicación admite todo, y todo muestra. Basculamos hacia las sensaciones que nos portan con objetivos diversos. Ganamos con presunciones que nos implican con unas noctámbulas conclusiones que nos invitan a adaptaciones de señales cortas. Los intereses de antaño nos ocultan las señales de un gozo que nos ha de introducir en la belleza con sus presiones, que ocultarán el todo.

 

Llevamos lo que nos consiente con sus reales caricias que son con unas voluntades que propician misiones que nos darán las prestaciones de inocentes suposiciones que han de dar con invenciones súper-colocadas en las conciencias de aquellos que han de ser la conjunción de una prevención con exclamaciones supremas. Garanticemos hasta donde podamos haciendo que las uniones nos aporten inteligentes dichas con sus prestaciones más señeras. Hagamos caso al corazón, que ha de saborear esa dirección que nos aporte aires de frescura.

Nos hemos de alimentar con esos egos que nos permiten llegar a donde el todo es prestación periódica con sus toques salubres. No hemos de estar siempre allanando los caminos. Hagamos que las actividades nos impriman las sensaciones suficientes para dar con las consumaciones de unas mentes abiertas y despiertas desde todo punto de vista. Separemos las partes con gallardía y galanteos.

Los procesos comunicativos se han de llevar a cabo con la magnificencia de quienes viven con la paz de unos ancestros menos mudados de piel. Superemos las astucias de quienes aparecen con las modalidades de esas propuestas que nos aligeran el destino con una convención serena y melosa. Desarrollemos la sabiduría con un “plasticismo” y con un carácter práctico que nos han de conmover. Hemos dado con los mensajes oportunos y claves. De lo que se trata ahora es de reconocer el pensamiento que totaliza y engloba a varios, a todos, y que es en la comunión planteada con suspiros y aportaciones aleccionadoras.

Lo hermoso aparece, y en ello estamos cuantos creemos y conformamos la realidad de las cosas, que superan los trances con esa maestría que acompaña a los años, con esa devoción que nos atañe con sus amargos y dulces comportamientos ante los diversos eventos de la existencia. De todo hay en este camino espléndido de la comunicación. Procuremos que descuelle lo bueno, todo lo bueno que hay.

Conocimiento maravilloso

Juan Tomás Frutos

 

El conocimiento es la máxima maravilla, es lo que deja huella. Los signos son así. Bordeamos esos límites que nos llevan a otras fronteras con las que poder ir creciendo. La vida tiene lo que tiene, que es mucho o poco según se mire. No abordemos cambios que nos descolocan con emociones poco simpáticas y poco apetecibles. No obstante, las tenemos que afrontar con la idea de que todo vaya mejorando hasta que demos con las soluciones y concordias de espacios acertados. No deambulemos por lugares descolocados.

 

Sellemos esas puertas que nos desatan momentos poco apacibles, y singularicemos esas señales de roca viva, de espacio sideral con resultados más que estimulantes y deseosos de mejoras en tránsitos sincretistas. Aproximemos lo que somos, lo que nos confiere una cierta estancia en el limbo placentero y dichoso. Nos hemos de establecer con esos rumbos sin agotados elementos finitos.

Tengamos esos tonos que nos saben a gloria, que nos invitan a tomar ese peso que antes nos supuso ansias de libertades sugerentes. No permitamos que las cosas se queden en árboles que no resuelven las miradas sobre unos bosques que han de solucionar las conclusiones más ínfimas. Nos hemos de decir lo que nos sabía en su momento a las correcciones más lindas y conformadas con las complicidades de ánimos correlativos. Busquemos los claros.

Señalemos los objetivos con atónitas y resplandecientes enseñanzas que nos han de dibujar el pasado con un presente litigador de los establecimientos más grandes. Nos hemos de consentir esos recortes que nos han de preferir con las faltas de criterios de antaño, que fueron, desde la experiencia, unos buenos baluartes. Tengamos en cuenta lo que nos llega.

Midamos las palabras con sus versiones más reducidas y sigamos con unas hermosuras que nos han de consolidar en los instantes de apasionamientos liberados. No pongamos tratamientos antes de tiempo. No disimulemos. Los resúmenes de siempre nos dan lo definitivo. Guardemos las mejores palabras para los mejores intentos, y, entretanto, no paremos en esas ansias de dar con las proporcionalidades de un sí que llega y que es. Aproximemos las mentes con esos lazos comunicativos que nos insertarán en la maravilla del conocimiento. Para saber la mejor travesía es con la comunicación sin disgustos.

Finitud a los problemas

Juan Tomás Frutos

 

Los problemas han de procurar más talento. Mezclemos con naturalidad para salir con bien de los obstáculos que vayan surgiendo. Hablamos y hablamos, y sacamos en claro penumbras que hemos de alumbrar en la medida que podamos. Tomemos tiempo para ello. Seamos sensatos entre sesgos que nos han de permitir tener unas carencias con las que crecer en lo intelectual y en lo personal. Hagamos caso al corazón, que ha de estar atento a lo que es y que ha de tener un planteamiento que podremos definir con las grandezas de espíritus anteriores. Salgamos con consecuencias controladas y conformadas a las ilusiones cotidianas.
Nos hemos de aportar lo mejor de lo mejor con el alma henchida por las circunstancias que nos pueden, que nos son queridas y estimadas desde las admiraciones que nos imprimen los mejores fines con las querencias más nobles. No seamos insensatos para no poseer el valor de parar donde nos gustaría. Las previsiones han de tenerse en cuenta con las presentaciones más lindas. No nos ceguemos con miradas que no invitan a secuenciar lo que nos merece la pena y hasta el deseo.

Hemos de acolchar el corazón con las separaciones que podrán ser circunstancias sin atenuantes. Nos debemos presentar los anhelos con sencillas apuestas que serán y no serán con cautelas sencillas en instantes prometedores que no quedarán más que en eso. Todo en la vida tiene aportaciones que penden de nosotros. Las lástimas de otras ligas nos han de traducir las confianzas con unos movimientos de caricias auténticas. Lo más relevante es la justicia a la que llegamos como consecuencia de la paz y de la amistad que nos procuramos.

No cercenemos las actividades que nos van llegando como regalos de unos dioses que creen en el día a día con toda la naturalidad y normalidad del mundo. Necesitamos tiempo para ser en la gratitud más hermosa. Nos complace lo que tenemos. Pensemos también en aquello que no ha de modificarse para que todos tengamos las opciones que nos rescaten del hastío. Respiremos hondo y prosigamos con valor.

Las bravuras de otros oficios con los que nos unimos desde las buenas maneras nos han de prevenir frente a las fantasías con las que podremos recorrer los espacios más llenos de posibilidades, que hemos de optimizar, de aprovechar cuando menos. Hablemos con tesón de la belleza con la que nos gustamos cuando la ida es regreso sin que sepamos muy bien lo que queremos hacer. Lo importante es que dediquemos tiempo a conocernos, y, a partir de ahí, que hablemos, que nos hablemos. El diálogo da finitud a los problemas. Tengamos paciencia para comprobarlo. No hay situaciones malas, si recordamos el refrán, que puedan durar eternamente.

Anticipos comunicativos

Juan Tomás Frutos

 

Lo que aparece al principio marca entendimientos con los que hemos de crecer en simpatía y entendimiento. Planteamos las evoluciones con actividades que nos conducen muy lejos de aquí. Nos hemos llenado de preferencias con las que nos iremos marchando de verdad todo lo lejos que podamos. Hagamos caso a esos corazones que nos han de ablandar las señales para dar, más pronto o más tarde, con esos fundamentos que nos deben permitir ultimar las sensaciones más queridas.
Hagamos todo cuanto podamos con el corazón y separemos motivos de todo tipo con indicios más o menos estimables. Nos hemos de enamorar de lo que sucede con unos entusiasmos más o menos sinceros. No sigamos por estelas que apenas nos dejan ver los mares de zonas sureñas. Signifiquemos todo con unas miradas que han de socorrer los espacios en los que nos trasladaremos entre diestras posibilidades.

Prediquemos con esos trigos que nos han de señalizar los buenos momentos con los que construir las redes de unas sociedades que han de alimentar las preferencias más divinas. Vayamos hacia esas sombras que hemos de iluminar con las causas menos entendibles, pero que definirán bien lo que somos. Los cansados deseos nos deben dar las gracias con unas miradas más que sorprendentes. Simulemos con las gratitudes que han de extenderse con espontaneidad.

Cubramos con experiencias dichosas las etapas de conformaciones más o menos reales y simpáticas. Nos hemos de quedar entre aboliciones de tristezas. Gestemos los pasos idóneos para abocarnos a la felicidad con las versiones de antaño. Prefiramos ser con unas consistencias de palabras elevadas y con unas consultas que nos dirán si podemos, que seguro que así será. Vayamos despacio para vestirnos sin prisas. Nos hemos de insistir con unas consistentes figuraciones de transmisiones de genuinas paces.

La existencia se colma de anticipos con los que poder navegar un día y otro todo lo lejos que podamos. Nos hemos de tomar esa calma que nos aparte de los precipicios de esos tiempos más o menos tempestuosos, de los que también hemos de aprender. Seamos con esa bondad más o menos manifiesta. Los elementos que intervienen en los procesos comunicativos son numerosos. Se trata de gestionarlos bien. Los anticipos en la comunicación plasman grandes y generosas visiones de la realidad.

Hitos en la comunicación

Juan Tomás Frutos

 

Persigamos lo que portamos en el interior, y lo que está alrededor también. No desdeñemos nada. Busquemos la frontera entre la comunicación y su ausencia y demos con esos enclaves con los que nos anclaremos para cuanto sea preciso y menester. No seamos unos eternos aficionados y expongamos un poco más señalando ese diseño que nos hace partícipes de la ilusión de los recién llegados a un proceso y de la experiencia por haber aprendido de aciertos y errores. Es bueno que ocurran ciertas cosas. Tenemos que pacificar nuestro interior con esas docencias que nos animan a no quedarnos en unos nidos que nos impiden evolucionar como nos gustaría.
Olvidemos las revoluciones que nos hacen suspirar por unos procedimientos que alientan a quienes viven en la prisa sin sopesar el valor de las cosas, de los mismos silencios, de los fracasos igualmente. No sólo valen los triunfos. En comunicación siempre se aprende más de aquello que hacemos mal que de aquello que realizamos bien, pues puede haber ocurrido el buen hacer por casualidad y que no veamos otra cosa que destellos en la actividad cotidiana.

Rastreemos por todas partes en pos de unos faros que nos sirvan de emplazamientos y de atalayas para tocar ese momento que será firme en la encrucijada de los acontecimientos que se suceden por doquier. No finjamos afectos, ni siquiera conocimientos que aparecerán cuando sea su momento. La credibilidad nos ha de venir de unos tropiezos continuados y de su asunción antes que de destacar los logros, si éstos se producen.

El esfuerzo será esencial para que salgamos hacia ese nuevo destino que tendrá muchas metas volantes con las que ir sumando puntos y aprendiendo de las aficiones y posibilidades de cada tramo. Es el ciclo mismo de la vida, que se ha de entregar a las fantasías de unas preferentes posturas que nos hacen sanar casi a la fuerza. Miremos sin afán de victoria. Todo se presenta cuando es debido. Querer es la máxima para ser felices, sin pedir nada a cambio, dejando que las cosas fluyan con sus aspectos más lindos.

Repongamos fuerzas en la medida de lo posible, con humedades y recargos de finitud relativa. No juzguemos antes de lo debido, no sin tener las confirmaciones de ciertos rumores que pueden albergar intenciones torcidas. Miremos el provecho común y no el particular. Todo lo grande posee impresiones de conjunto. Lo individual, salvo honrosas excepciones, no hace evolucionar al clan. Asumir roles mancomunados supone que todos tengamos conocimientos e informaciones de lo que acontece y de lo que se deriva de ello. Seguro que las cosas van por el buen camino si nos afirmamos intelectual y espiritualmente por la senda de la amistad y de la ayuda. Lo que damos siempre revierte. En comunicación, más. Los faros y los hitos que vayamos colocando servirán de referencia. De todos ellos podemos conseguir un aprendizaje que puede ser estructurado o fugaz en función de nuestras pretensiones.

UNIVERSIDAD DE MURCIA