La fortaleza comunicativa del viernes

Ha transcurrido una semana laboral y comunicativamente hablando. Es un momento feliz, y debemos decirlo. Se asoma con timidez el viernes, presto a confesarnos que tenemos por delante toda una ventana de posibilidades con las que crecer en lo bueno, en lo afectivo, en lo importante, en lo justo, en lo querido, en el aprendizaje humano e intelectual.

Nos hemos de conformar con reglas no escritas que nos han de dirigir hacia los afectos, con los que hemos de incrementar las aficiones y los buenos anhelos.  Pongamos acentos a las cosas que nos importan, y hagamos que sean importantes para todos y cada uno de nosotros en la idea de una amistad que hemos de hacer más densa y cariñosa. Nos debemos dar bases y afectos con los que recorrer los espacios que durante tiempo se pueden haber manifestado sin criterios determinados.

 Sumemos con especies que nos dominen con trayectos que hemos de considerar como deleite sin excepciones. Nos damos, diariamente, momentos estelares con los que despertar a nuevas estructuras que resolverán las decisiones. Nos debemos dirigir hacia el lado más estimado. Nos hemos de dar consejos con los que afrontar etapas ingentes. Nos hemos de consultar algunas opiniones para consolidar las miradas con las que señalar todos los efectos.

 Los viernes me parecen geniales, estupendos, maravillosos, con claras reminiscencias de mi infancia, y también de esa adolescencia de anteayer, con la que incrementamos las raíces más estimadas y profundas. Hemos servido de testigos de un tiempo que, poco a poco, ha ido llenando el vaso de la vida, de amigos, de ideas, de querencias, de profundas emociones con las que mantener la singladura y el disfrute del paisanaje.

 Nos convocamos, en este día, al descanso del afán y el trajín cotidiano. Hemos de tomar un respiro para no perder las emociones con las que incrementaremos los ritmos más vitales, que nos darán el impulso para subir a esa rueda de feria en la que poder reír y callar. Divisamos cosas muy interesantes.

 Hemos tenido la fortuna de poder aprovechar las horas y los momentos principales y accesorios de unas jornadas precedentes que nos han regalado el instante templado y el rico atardecer con un cuerpo enamorado. Somos puntos añadidos a un firmamento infinito con el que hemos de incrementar las voluntades más intrépidas. Agarremos lo que tenemos con una moderada actitud de superación.

 Hagamos caso a nuestros corazones, que se defienden de las palabras de un universo tomado por las querencias más diversas. Hemos señalado hacia el camino más inquieto con unos indicios de resultados fermentados con los términos del entendimiento, que ha de ser superior. Hago de ti y de mí la fórmula básica, y con cierta magia igualmente, para experimentar cada segundo de un día que ofrece todo y no pide nada. Además, nos protege de la semana venidera con muchas horas por delante, y con sus oportunos sueños, que también comunican. El viernes está ahí, erguido, con su fortaleza, con todas las posibilidades de un universo mediático.