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Emilio Gutiérrez Caba: “Mi generación tuvo la fortuna de coincidir con grandísimos actrices y actores del teatro”

El actor, intérprete de 300 papeles en teatro, cine y televisión, es homenajeado en la Semana de Cine de Mula

 Pascual Vera

Cuando todo comenzó, el cine aún no existía. Ni siquiera habían nacido sus inventores, los hermanos Lumière.

Sin saberlo, Pascual Caba inició una saga que perviviría en el tiempo durante más de un siglo y medio. Son seis generaciones de actores, que hacen de ésta, una de las más longevas en la escena española. Pascual, el patriarca, aún cobraba parte de su salario en velas –una costumbre entre los cómicos de la época-, que vendía en Madrid al regresar de sus giras.

Y Emilio Gutiérrez Caba, el menor de los hermanos de la cuarta generación de actores de esta larga saga, terminaría enamorado de la misma profesión que buena parte de su familia.

Antes de comenzar su carrera profesional como intérprete, Emilio Gutiérrez Caba había irrumpido en el mundo del cine como técnico de un laboratorio de revelado de películas. Fue tras retomar sus estudios, que había abandonado para trabajar en Madrid Films, cuando Emilio Gutiérrez Caba tuvo la certeza de que lo que le apasionaba era lo mismo que había apasionado a su madre y a su tía, y también a su abuela y a su tía abuela, y a su bisabuelo Pascual.

En aquellos momentos, se incorporaba a la joven Televisión Española el UHF –hoy la 2-, en la que tantos papeles interpretaría el joven Emilio Gutiérrez Caba, acompañando a una generación mítica de actores de los que aprendió todo de la interpretación: Bódalo, Rodero, Merlo, Closas, Fernán Gómez.

En el año 62, con el servicio militar recién hecho, el actor colgó el cetme y voló imaginariamente convertido en Peter Pan en el teatro María Guerrero en su debut como actor profesional. En 1968, con tan solo 26 años, creó su propia compañía, junto a la actriz María José Goyanes. Fueron los comienzos de una carrera sobre los escenarios en los que ha encarnado a personajes de autores clásicos y modernos, desde Ruiz de Alarcón, Moratín, Shakespeare, Bernard Shaw, Gil Vicente, Calderón o Joyce, hasta Fermín Cabal, Jorge Díaz o Álvaro del Amo.

El cine lo recibió con los brazos abiertos, ofreciéndole como comienzo de auténtico lujo, dos de las mejores películas del cine español: en “La caza”, aquel chaval asistía, alucinado, a la espiral de violencia que se iba a convertir en un trasunto de las dos Españas, el país de los rencores y de las muertes, antesala de la España del pelotazo que fue alabada por el mísmísimo Pasolini en el festival de Berlín.

A “La caza” le siguió el año siguiente “Nueve cartas a Berta”, de Basilio Martín Patino, otra obra maestra del cine español, y otro retrato certero e inmisericorde de la España triste y limitada de finales de los 50, que planteaba a sus moradores un futuro gris en contraposición con el rutilante mundo de libertades que se vislumbraba más allá de las fronteras.

Emilio demostró que,  a sus 23 años, atesoraba maneras de excelente actor. Y lo volvió a demostrar. Cientos de veces. En teatro, cine y televisión, convirtiéndose en una un actor familiar que se colaba en nuestras casas con la impunidad que ofrecía aquella televisión casi única, en aquellos inolvidables Estudio 1 de los sesenta y primera mitad de los 70 en los que Emilio se convirtió en una presencia habitual, y en otros muchos programas como Ficciones, Teatro Breve, Teatro de Siempre, La Pequeña Comedia, Los libros, Teatro de familia o Primera fila.

Son numerosos los premios y reconocimientos que ha recibido desde sus comienzos por sus interpretaciones, incluyendo dos Goya por sus papeles en “La comunidad” (2000), de Álex de la Iglesia y “El cielo abierto” (2001), de Miguel Albaladejo, cuatro premios de la Unión de Actores, tres del círculo de Escritores Cinematográficos, Premios Ondas, Max, Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert… y otros muchos que le han llegado en la última parte de su carrera.

Hoy le llega el último hasta el momento: el homenaje que le tributa la Semana de Cine de Mula en su XXX edición, organizada por el Cine Club Segundo de Chomón y el Ayuntamiento de la ciudad y en la que participa la Universidad de Murcia. Se trata de una distinción que él recibirá como la primera, con la mayor ilusión del mundo, porque supone el reconocimiento del público a un trabajo que dura ya casi seis décadas.

 

 -Pregunta: El teatro es ocio, pero también es bastante más ¿no es así?

-Respuesta: Yo creo que debe ser más arte que ocio, lo que pasa es que la orientación que la sociedad española ha dado al teatro es un tanto festiva, cosa que está bien por un lado, pero también es formativa, informativa, educativa… y eso no se ha tenido en cuenta casi nunca.

-P: ¿Muchas culturas o una cultura con mayúsculas?

-R: Yo siempre he relacionado la cultura con unos pilares muy concretos, pero ahora parece que hay cultura para todo: cultura del buceo, cultura gastronómica… Yo creo que la gastronomía tiene una palabra que es gastronomía, se podría entender como cultura, pero quien sabe mucho de cocina no significa que sea una persona culta.

-P: ¿Te habrías dedicado a la interpretación de haber nacido en el seno de otra familia?

-R: Claramente no. Hay una formación inconsciente, que se produce al estar rodeado de personas que se dedican al teatro que en el resto de familias seguramente no existe. Esa orientación probablemente no se habría dado.

No es que en mi casa me orientaran conscientemente hacia eso, pero si hubiera nacido en casa de un ingeniero industrial probablemente no habría sido actor.

-P: Tu familia constituye toda una saga de la escena, y parece que tú te has propuesto desentrañar en un libro la aportación que han hecho ¿no es así?

-R: Sí. En ese libro se refleja más la historia de las actrices de la familia, está más centrado en las generaciones de actrices por pares que ha habido: mi abuela y mi tía abuela; mi madre y mi tía, y también están mis hermanas. Eso es lo que he reflejado en el libro. De los hombres también se habla, pero de manera más tangencial. Ellas son las principales protagonistas. El libro habla mucho de los aspectos familiares más que artísticos, porque artísticamente se puede acceder a datos e incluso a interpretaciones, pero la información más cercana no está en ningún sitio, esa información la teníamos nosotros, es de tradición oral o construida a través de documentación que se conservaba en la familia.

-P: Tus comienzos fueron como técnico en un laboratorio de revelado, ahí conociste a una actriz que te precedió en el homenaje en Mula: María Luisa San José, con la que mantuviste una buena amistad.

-R: Sí, María Luisa estaba en el etalonaje y yo estaba en revelado, coincidíamos, éramos muy jovencitos, yo creo que María Luisa era un poco más joven que yo, ella tenía 16 años y yo tenía 17 o 18 cuando coincidimos en ese laboratorio. Luego ella se hizo actriz, y además muy buena actriz.

-P: ¿Coincidisteis en alguna película?

-R: Sí, hemos coincidido en varias películas, por lo menos en tres o cuatro, y siempre que nos vemos nos alegramos mucho de aquellos tiempos. Durante unos seis meses fuimos novios, o por lo menos tonteamos un poco en esa juventud estupenda que teníamos los dos, sobre todo ella, que era guapísima, era una monada, y lo va a seguir siendo toda su vida.

 -P: ¿Por qué te dedicaste a la interpretación, qué te llevó a ello?

E: Pues la verdad es que cuando salí del laboratorio de cine volví otra vez a retomar los estudios, porque los había dejado por cuestiones económicas. Entonces me di cuenta de que en realidad tenía una facultad para la interpretación. El descubrimiento lo hice en el Instituto de San Isidro. Me metí en un grupo de teatro que me llevó a la interpretación de piezas que desconocía. Allí comprobé que tenía ciertas facultades, y pensé que me podría dedicar a ello tras el servicio militar.

-P: También comenzaste muy pronto en la televisión.

-R: Yo ya había desechado la idea de continuar en el laboratorio de cine. Mi comienzo en televisión fueron gracias a Adolfo Marsillach y a una serie que tenía en ese momento que se llamaba “Fernández punto y coma”.

Ahí se produjo una coincidencia: el despegue de la televisión en España, con la creación de la segunda cadena y la llegada de Fraga Iribarne al poder. Fraga potenció la televisión, y mira por donde, uno estaba allí.

Yo creo que la vida es una cuestión de casualidad, de fortuna a veces, gente de mi generación tuvo la fortuna de encontrarse en televisión con los mejores guionistas en aquel momento, con los magníficos escritores que había e incluso con grandísimas actrices y actores del teatro, y eso claro, para nosotros fue definitivo.

Aprender con los grandes

-P: Es verdad porque tú coincidiste con una generación mítica, con actores grandísimos de nuestra escena y de nuestra pantalla.

-E: Sí, estaba Fernando Rey, estaba Fernando Fernán Gómez, José Bódalo, Alberto Closas, Ismael Merlo…, estaban todos. Había una cantidad de primeras figuras que desgraciadamente hoy en día no se están dando, y ocurrió porque en ese momento todavía el cine ofrecía un escaparate extraordinario.

-P: ¿Y qué aprendiste de ellos?

-E: Prácticamente todo, había que verlos, que escucharlos…, allí estábamos, pegados a ellos y aprendías muchas cosas: dónde tenías que respirar, cómo tenías que hacer las comas, cómo tenías que hacer los puntos, cómo tenías que mover una mano, cómo tenías que desplazarte… lo aprendías todo.

-P: Una buena escuela, desde luego. Tú tienes una buena voz y una estupenda dicción, pero me llama la atención que te doblaran en los primeros trabajos.

-R: Sí, aquello fue una cosa circunstancial. En el caso de “La Caza” fue porque el doblaje coincidió con que yo estaba en Barcelona y era muy complicado, coincidían las fechas. Yo di autorización para que me doblaran porque me resultaba imposible.

Me dobló con el mismo doblador que me había doblado en “Nueve cartas a Berta”, pero la voz era muy parecida a la mía. Me perdí la posibilidad de hacer el doblaje de las dos, pero es una pequeña tristeza entre grandes alegrías.

-P: La buena dicción es algo que se cuida poco ahora.

-R: Ahora las líneas de formación de los actores van por otro lado, y yo creo que ahí se comete una gravísima equivocación, la voz es fundamental y ahí está el cine americano, el cine inglés, el francés…, que nos demuestran que no tenemos razón en no cuidar esos aspectos. Pero tampoco el idioma lo tenemos muy cuidado. Hablando un idioma que habla tanta gente en el mundo, y lo estamos descuidando absolutamente, lo hacemos a la hora de pronunciarlo mal, de escribirlo mal, es muy grave.

-P: ¿Por qué nuestro cine tiene tan olvidadas a las actrices de cierta edad? Estoy pensando en algunas que te han precedido en Mula, aparte de María Luisa San José, Mercedes Sampietro, Paca Gabaldón… una serie de actrices que hemos tenido y cuando llegan a una edad se les olvida, ¿por qué? Ya han acumulado una magnífica experiencia.

-R: Porque los autores de los guiones son gente muy joven, gente que no tienen  noción de que los problemas no son solo los suyos, sino que abarcan a toda la sociedad en general, a todos los tramos de edad. Yo creo que son los guionistas los que inciden en eso, y naturalmente los productores y exhibidores, que les piden esos productos. El cine está muy orientado hoy hacia la juventud.

Eso está marcando la exclusión de las actrices y los hombres de cierta edad, y es un gravísimo error.

-P: En los comienzos de tu carrera, decías que el cine español era un atraco a mano armada, ¿sigues pensando así?

-R: Ahora no es un atraco a mano armada, es directamente un ¡al ataque!. Lo que está pasando ahora ya es incalificable, se aprovechan todas las circunstancias de la crisis para destrozar a la gente, ahora el cine español ya no es un atraco a mano armada, es un desastre.

-P: Al hilo de  a eso ¿qué piensas de la política sobre teatro y cine?

-R: La política  cultural es nefasta, hay una falta de empatía entre política y cultura, porque, salvo muy pocas y honrosas excepciones, no existen interlocutores políticos válidos para la cultura y estamos pagando carísimo la falta de empatía que tienen, y, entonces, es como si estuvieses hablando en arameo con ellos de lo que es la cultura, y eso es muy grave.

-P: ¿Piensas que hubo tiempos mejores en cuanto al trato dispensado a la cultura por parte de los políticos?

-R: En otros tiempos hemos tenido otras circunstancias. Ahora hay más distracciones, comenzando por internet, Whatsap, los teléfonos móviles, y las gentes tienen otras expectativas culturales, yo creo que eso en cierta medida esta bien cuando tienes una base cultural, pero cuando no se posee, solo dedicarte a mirar por internet sin saber muy bien el rumbo te puede llevar a mal puerto o contra unos arrecifes, y es lo que está pasando hoy.

-P: Sin duda, sin duda… y a tus 76 años ¿por qué sigues interpretando? ¿Qué te hace seguir trabajando?

-R: Sigo interpretando por razones psicológicas, creo que es muy importante estar activo, sobretodo en una profesión como la interpretación, en la que puedes trabajar hasta que la salud te deje. Trabajar, interpretar, es para mí una de las razones para seguir viviendo. Además, si no sigo trabajando, en una profesión como ésta, que es económicamente muy débil, pues es difícil mantenerte. No ganamos grandes cantidades, y eso te obliga a  seguir trabajando. Pero dejo de lado algunas cosas porque evidentemente los años pasan factura.

-P: Eres un ídolo para Montoro.

E: Sí, para Montoro imagino que nos tiene de ídolos a muchos,

-P: Él lo que querría es siguiéramos todos trabajando hasta esa edad.

-R: Sí, y sobre todo exprimiéndonos como lo hace él, pero hay cosas discutibles que me gustaría que me contestaran, aunque me temo que no pueden. Por ejemplo, me gustaría que me dieran una explicación sobre lo que consideran papeles  sociales necesarios y los innecesarios. Hay algunos papeles que yo creo que son menos necesarios que la cultura y sin embargo están ahí, vigentes e intocables. Y me gustaría que alguien me explicase por qué, y si no tienen razones, pues me gustaría que me dijeran: “tiene usted razón, lo hacemos porque nos da la gana”.

-P: Nunca quisiste ser una estrella, sino un buen actor.

-R: Es que para ser estrella se requieren una serie de condicionantes que yo no reúno, entre ellas, una dedicación a los medios y una exclusividad de miras, que yo no tenía, a mi me gustaba más ser un buen intérprete que ser un buen publicitario de mi persona.

-P: En ’La caza’ una de tus primeras películas y desde luego una de las más importantes que interpretas, estaba el tema de las dos Españas magníficamente reflejado ¿siguen existiendo esas dos Españas?

-R: Sí, siguen existiendo enfrentamientos. Este país es poco reflexivo, las catarsis aquí no se han producido, la gente tiene posturas unilaterales, y deberíamos ser un poco más dúctiles. Que uno piense de una manera distinta a la tuya no es grave, sino todo lo contrario, es una forma de ver la vida. Pero en ese sentido no hemos sido un pueblo ejemplar precisamente.

-P: ¿Qué añora Emilio Gutiérrez Caba después de una trayectoria tan prolongada?

-R: Añoro la juventud, tener unos cuantos años menos, de lo demás no añoro casi nada. Me arrepiento de muchas de las cosas que he hecho y de otras estoy muy contento de haberlas hecho. Y luego, pues me gustaría tener 20 años menos en este momento, incluso no me vendría mal tener 30 años menos. Con 45 o 46   y con lo que uno tiene en este momento detrás, seguramente vería las cosas de otra manera.

-P:¿Cómo definirías el momento actual del cine español? ¿Qué te parece?

-R: Hay películas originales que son salvables, pero en este momento, para mi gusto, está en un ciclo bajo. Hay una mezcla de televisión y cine. La no definición de espacios cinematográficos y televisivos ha hecho que el cine baje de calidad.

-P: A menudo te quejas de las condiciones en que se hace el cine actualmente.

R: Me quejo porque creo que las cosas se pueden hacer bien sin necesidad de ser tan fatigosas o trabajosas. Yo me quejo de ese tipo de trabajo duro que no lleva a ninguna parte. Cuando se trabajan 12 horas en el cine o los técnicos trabajan 15 resulta malo. Hace que la gente tenga que ir rápido y las cosas no salen bien, de esas condiciones es de las que yo me quejo.

Creo que cuando las condiciones que se nos imponen no son buenas, tenemos la obligación de ponerlo de manifiesto y quejarnos, aunque no logramos ponernos de acuerdo en nuestra profesión y reivindicar mejores condiciones. El corporativismo no existe en nuestra profesión.

Deberíamos decir: “Si no me da usted de comer dignamente en un rodaje, que lo ruede su madre”, pero no se hace. Y creo que deberíamos ser más exigentes. En mi caso, yo siempre lo he sido, porque mi padre y mi madre lo han pasado muy mal, o mi abuela, y uno tiene que ser consciente de que tenemos derecho al menos a protestar. Quevedo decía ‘El derecho a la protesta es fundamental de las personas’, y yo lo creo así.

-P: Eres muy crítico con el gobierno en el tema de la política cultural, cinematográfica.

R: Sí, lo soy. Lo han desmantelado. No me gustaría pensar en una conspiración, pero existe un menosprecio tan grande por la cultura, que lo están arrojando todo por la borda. Este país tendría que ser culto turísticamente, pero no solo para ver la catedral de Segovia o el acueducto, sino también para otras cosas. Tenemos un idioma fantástico, unas obras en teatro de una determinada época que deberíamos estar representando constantemente. En España existe mucho más repertorio que en el teatro inglés, sin embargo, las instituciones no protegen nada de eso.

Los políticos creen que cuando los cineastas, los actores pedimos protección, estamos pidiendo ser una clase elitista y no es eso. Hemos pedido protección porque protegiendo el cine o el teatro están promocionando otras actitudes, eso es lo que queremos y reivindicamos.

Desde las instituciones hay en España un desprecio absoluto por la cultura, y lo que está pasando con este último gobierno es demoledor. Lo que está propiciando este gobierno no lo había visto nunca. En la época Franquista había una censura ideológica pero no había este desprecio absoluto por la cultura, tenían en cuenta que las cosas pudieran ser interesantes. Es que ahora no protegen ni la cultura más próxima a ellos. En la época franquista protegían a Pemán y a otros escritores y autores, pero es que ahora no protegen a nadie, que eso es más grave.

-P: ¿Piensas que conforma el cine nuestra visión de la vida y nuestra personalidad?

-R: Una parte sí, desde luego. El cine es un integrante de la cultura como pueda ser la literatura, el teatro o la pintura.

Yo creo que esas manifestaciones nos pueden hacer ver las cosas de otra manera, y el cine también, comportarnos de otra manera en según qué ocasiones. Y sobre todo nos evade de la realidad, que es dura. Y no sólo vale para ese distraimiento, sino también para concienciarnos de que existen otras realidades.

Los grandes problemas del mundo, deben ser abordados también por el cine y el teatro. Estas manifestaciones ayudan a las sociedades a tomar conciencia de lo que tienen ante ellos, la violencia de género por ejemplo, el cine ha abordado estos problemas y probablemente ha ayudado a tomar conciencia a la gente de estos temas, y eso es una gran baza a su favor.

-P: Si tuvieras que definir la profesión tuya de interpretar, de meterte  en la piel de otros personajes, ¿Cómo lo definirías?

-R: Aportas tu vida a la vida de los demás, ayudas a conformar la vida ficticia de los demás, y haces de los demás un poco.

Cuando dejas de interpretar un personaje en el que te has transformado durante un tiempo, se queda ahí, sobre el papel, silencioso, hasta que alguien toma el relevo hasta reponerlo

Cada vez que Romeo y Julieta dejan de interpretarse quedan en silencio, pero el hecho de que vuelvan a ser representados nos renueva en la idea del amor de parejas juveniles, de lo absurdo del suicidio por estas causas…

-P: En los últimos tiempos te has visto reconocido con premios, homenajes, galardones…, y ahora el de Mula. ¿Qué supone para ti este nuevo reconocimiento en tu carrera?

-R: Es muy gratificante, son premios que uno lleva en el corazón, y el de Mula es un premio que hay que tener en cuenta. Estos reconocimientos están diciendo que lo que haces sirve para algo, que representas a mucha más gente que permanece en la sombra. Uno recoge los premios en nombre de toda la profesión, y como los tengo en mi casa, su visión me recuerda que esas distinciones se las debo a los técnicos y a los actores que han trabajado conmigo en cada momento.