LARGA VIDA A LA TUNA Y QUE SEA LA FIESTA

Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades, amigos, amigas, buenas noches.

La verdad es que es para mí un orgullo estar pregonando en estos momentos una nueva edición del Certamen de Tunas Costa Cálida. Creo que es uno de esos encantos que uno tiene (y tiene infinitos más) por el hecho de representar a los periodistas murcianos como Decano del Colegio Oficial, recientemente constituido.

Reconozco, porque es así, que me sorprendió la invitación, y reconozco, porque es así, que la acepte sin dudarlo, si bien me planteé desde el primer instante si estaría a la altura de las circunstancias. Quien les habla no tiene experiencia en pregones, y, además, siempre ha visto a los tunos con un encanto que está mucho más allá del que representa mi humilde carácter y mi edad actual.
Pese a todo, creo que es una oportunidad para pasar una velada entrañable, a la vez que unos días inolvidables, teniendo en cuenta también el aprendizaje que cada cual consigue con cada episodio de su vida. Creo que éste también es el caso.
Además, un tuno es una persona como cualquiera de nosotros. Bueno, como cualquiera en potencia, en esencia, pero, sin embargo, creo que defiende, sustenta y fomenta un carácter que debería ser ejemplo para todos. El tuno es muy peculiar, tiene algo de excepcional. Ser turno es algo más que una fantasía o un sueño. Es algo más, o debe serlo.
Un tuno es una persona formada, universitaria, con visión del mundo, quizá un adelantado en la mirada global del planeta, del universo de las cosas. Un tuno es alegre, cómplice con su sociedad, tiene una mirada crítica y divertida de su entorno; y eso, seguramente, le hace ser como esos entrañables trovadores que iban de lugar en lugar informando y formando desde la misma experiencia de la vida, que es más sencilla de lo que parece. Ellos, los tunos, nos lo dicen, y lo demuestran.
Quizá por eso todos llevamos un tuno dentro, más o menos visible. El tuno se viste con los colores de la vida, con sus lazos, si bien entiende lo efímero de la existencia con el luto que le acompaña, lo cual le hace un visionario del tiempo, que corre, que huye (tempus fugit), como decían siglos atrás, como ocurre ahora.
Un tuno es un alma errante que, como sabe que lo es, quién es, advierte que ha de fomentar el amor y el divertimento a través de la música y de los afectos. Sólo así se consigue el lenguaje universal, que se da en él, que fermenta día a día. Sabe, porque lo ha heredado de una tradición no escrita, que es la gran alma gemela del ser humano, y, por lo tanto, no distingue: A todos ve con los mismos ojos, y con los mismos ademanes se comporta. Por eso, amigos míos, amigas mías, un tuno siempre sabe a tuno en cualquier parte del mundo. Se identifican, como diría el Evangelio, por sus obras.
Por cierto, es momento para saludar a todas las tunas que este año intervienen en la 23 edición de este Certamen Internacional, y que proceden de México, Perú, Portugal (Lisboa), Granada, Bilbao, Jaén, Las Palmas de Gran Canaria, Albacete y Elche, que, junto con las tunas de Murcia y Cartagena (que actúan fuera de concurso, como bien saben), hacen un total de 16 tunas participantes. Pese a la crisis, todo parece indicar que este festival goza de buena salud, y yo creo que nos alegramos todos de ello y por ello.
También es el instante, que si no lo hacemos ahora, corremos el peligro de no hacerlo más adelante, de agradecer la hospitalidad de este Teatro Bernal, y, asimismo, del Ayuntamiento de Murcia, y, sobre todo, de ese barrio emblemático que es el de San Basilio, todo un ejemplo de crecimiento de la ciudad, de crecimiento sostenible e integrador, y de una manera tan sosegada como efectiva y conciliadora para toda la sociedad: creo que la transformación ha sido tan sustancial como meritoria la labor de sus gentes, de las que estaban de toda la vida, y de aquellas que se han ido integrando en las últimas dos décadas.
El todo comunicativo de los tunos
Suelo repetir a mis alumnos que la comunicación es todo, es el todo, y lo es porque en ella resumimos cualquier idea, cualquier hecho, lo abstracto y lo real, lo que existe, lo que fue y lo que será. Es un compromiso, que no una obligación, y tiene como palabras semejantes empatía, asertividad, empeño, voluntad, deseo, interpretación de lenguajes verbales y no verbales, distancias, silencios, etc.
En este sentido, podríamos decir que los tunos se suman a ese todo comunicativo, pues buscan ponerse en la piel de los demás, y que los otros se pongan en la textura de la que parten o que quieren trasladar.
Utilizan también los tunos el positivismo como base de su traslación de sentimientos, lo cual redunda en que comunican como pocos, pues fundamentan en esas claves el todo comunicativo, esto es, transmitir contento y utilizar el nivel afectivo como base del conocimiento bien intencionado, que es, por fortuna, la esencia de sus canciones, de sus pláticas, de sus enamoramientos, de sus viajes, de sus juergas (por qué no decirlo).
Además, superan barreras y estereotipos, no se dejan vencer por el cansancio, y participan a todos los que les rodean del indeleble y de lo inefable de las actitudes buenas, que, obviamente, producen certeros resultados. Todo en los tunos es comunicación, pues ponen, como en la buena comunicación, empeño, empatía, asertividad, deseo, voluntad, kinesia, proxémica (es decir, lenguajes verbales y no verbales), silencios, cercanías, etc. Como ven, lo mismo que decíamos de la comunicación.
Fueron también los tunos unos adelantados sobre el terreno europeo, pues, antes de que hubiera becas Erasmus o Leonardo, ya viajaban por universidades y ciudades con un concepto pan-universitario europeo basado en el saber y en el buen vivir. Rompieron barreras cuando otros las colocaban incluso con cadenas físicas.
El tuno tiene valor, dentro de su divertimento, lo posee, sí, como los antiguos trovadores, que no sólo trasladaban, como primerizos periodistas, la verdad de las cosas, al menos la suya, sino que decían también palabras que otros no se atrevían a pronunciar. Se adelantaron al maestro Fernando González Urbaneja, que nos recuerda que la mejor manera, la más eficaz, de influir es a través del entretenimiento.
Quizá por eso me he atrevido a acercarme a los tunos, en esta noche, en este pregón, pues son los que trasladan buenas nuevas, no tanto porque lo sean desde el punto de vista de la novedad, sino por la necesidad que tenemos de bonanzas, de buenas actitudes, de canciones, de justificaciones mediante cánticos… Se han consagrado en su tiempo libre al don de dar alegría, y por eso su espíritu es un poco de todos. 
Nosce te ipsum: conócete a ti mismo. Eso nos decían los latinos, y eso es lo que practicaban, y practican los tunos, que rememoran, seguramente, a Pablo de Tarso, otro viajero infatigable, que nos recordaba aquello de que en el amor está el principio y el fin de todo. Sin duda, tengo presentes estas palabras porque los tunos aman como pocos.
Son muestra, los tunos, de la solidaridad, de la entrega al vecino, al conocido y al que no lo es, que también hay que conocer y estimar. Es una hermosura, que, ciertamente, casa con el ambiente que se encuentran en esta Murcia en fiestas, en esta ciudad y municipio que exalta la alegría, tras la Semana Santa, de lo que es la forma de ser de sus gentes, prestas a abrir sus brazos y a abrazar y querer a quien llega. Esto nos viene de esa conjunción de culturas que es la suma de hebreos, de musulmanes y de cristianos, amén de todas las etnias y pareceres que por aquí, tierra de encrucijadas, han pasado.
A la llegada a Murcia nos encontramos la imagen de esa mujer que amamanta al hijo propio y al ajeno, de quien entrega y comparte todo cuanto tiene, como los tunos, que reparten el sentido efímero de la vida para que la aprovechemos entre tiernas y vetustas alegrías. Llevan cientos de años dando paz y esperanza, algo que necesita el mundo en la actualidad, quizá más que en otros momentos de la historia. Las prisas, la pérdida de las buenas prácticas y maneras, han dejado a un lado del itinerario a esa dicha que hemos querido recorrer siempre.
Pese a la tradición, constituyen una imagen moderna de la sociedad. Se pierden sus letras, sus canciones, sus instrumentos, sus visiones apasionadas y aficionadas, sus entregas… en los mismos tiempos del saber del ser humano, del saber aprender y del saber vivir. Pero también se entroncan con lo más actual, por sus ademanes, por su camaradería, por su deseo de aprender lenguas y contenidos, por su aspecto… Sí, también por su aspecto, tuneado en sus hábitos, que conservan las huellas de sus hermandades y de sus amores, y de tantos momentos felices. Lejos de estrechar el camino, sus envoltorios de tunos tuneados se unen y entroncan con cualquier habitante del universo, pues se juntan con la Humanidad misma con las señas de la concordia que anuncian con los símbolos que les acompañan.
Contento de estar entre vosotros
La verdad es que estoy contento, muy contento, porque veo esta noche caras jóvenes y con ganas de pasarlo bien, porque entiendo que me acompañan buenos amigos, que se alegran por esa serie de actividades que vamos a compartir durante los próximos días. Me encanta estar cerca de la gente, y de estar para algo en positivo, para lo bueno, que diría mi abuela, y yo creo que todos, esta noche, sí, estamos muy próximos, un concepto, asimismo, prioritario y súper-necesario en la comunicación. Otra característica propia de los tunos es su cercanía, ya antedicha.
Si pudiéramos desear algo hoy y aquí sería el de ser como un tuno, al menos como lo que dicen los tópicos y estereotipos que son, y que lo son de verdad, esto es, buenas y grandes personas que aprenden y que aportan una estrategia sencilla a la sociedad, que cristaliza en coherencia y pugna por un mundo mejor, dos perfiles, igualmente, que suman en todo proceso comunicativo. La clave del éxito está en la cooperación. Creo que el funcionamiento como un buen equipo, aunque no tengamos claro quién o quiénes son los entrenadores, es lo primero que divisamos en el comportamiento de los tunos, que pulsan la sociedad periódicamente para saber sus prioridades, que procuran cambiar ante aquellos que sustentan que prima más el tener que el ser.
Es cierto que agradezco -y lo digo de corazón- que haya podido hacer un alto en el camino para analizar, por, para y en esta noche, actividades de divertimento y sentimientos, pues, si no desarrollamos esas capacidades, nos enfriamos y empobrecemos, con independencia de lo que tengamos. Adquiero, he adquirido, con esta experiencia, o eso estimo, el afán de volver un poco sobre esos años que me dieron perspectiva y cercanía a través de los rostros que hallan en lo sencillo la mejor mercancía, sin valor y sin precio, porque una mirada sin unos ojos que comuniquen no es mirada. Sabéis bien a que me refiero. Divisemos a los tunos y veremos cómo hay que contemplar el universo y a sus gentes. Dignifican, nuestros queridos festeros, nuestras queridas festeras, lo que es el ser humano.
Intentemos contagiarnos, pues, de su alegría, adoptando las medidas del entendimiento y del amparo que se pueden encontrar sin más gestión que cantando y reproduciendo sus caricias y cariños. Hemos de prohibir esos silencios que distancian, esas moradas en casas solitarias que nos hacen perder la notaria visión de lo que es relevante.
Busquemos la capacidad que nos iguala, como hacen los tunos, porque, aunque algunos piensen que no es del todo así, todos somos iguales, incluso es posible que tengamos que ver más iguales a los que menos poseen, pues, si no hacemos, desde un plan de acción solidario, que todos estemos en la misma capa de derechos complementarios, no tendrá ningún mérito ninguno de nuestros éxitos.
Tenemos en los tunos una cultura de siglos, que jamás será batida si redoblamos los esfuerzos para que los cambios sociales, siempre necesarios, sean para mejor y teniendo en cuenta los pareceres de todos y cada uno. Dice el Desiderata que hemos de construir un mundo mejor teniendo presentes las opiniones de todos, incluso de aquellos que parecen distantes o aburridos. Puede que no lo sean tanto. Para ver dónde están las razones, o sus proximidades, están gentes como los tunos. Por eso creo en la oportunidad redentora de esta noche.
Los tunos, en la Historia de España
Hablar de la tuna es hablar de la historia de España, y, fundamentalmente, como ya he dicho, de la historia universitaria. Por supuesto que ha habido una evolución, pero lo que sí podemos decirles es que siempre han estado asociados, los tunos, al mundo universitario, sobre todo a las primeras Universidades, que, como debemos recordar, se establecen en Palencia (1.184) y en Salamanca (1.218), a las que les siguen Valladolid, Lérida y Santiago de Compostela. En estas ciudades, y asociados a la picaresca por y para sobrevivir en épocas de carestías, se organizan estudiantes artistas que tratan de ganar un poco de dinero, o, cuando menos, de tomar un poco de sopa, de esa sopa boba que hizo que también se les llamara por el vulgo, por el pueblo en general, sopistas. El arte, como se puede comprobar tirando de historia, nunca ha dado de comer bien. Por eso los tunos están tan cerca del pueblo, porque provienen de él mismo.
La histórica Murcia no se quedó a la zaga de este fenómeno que estamos refiriendo, pues en 1.272 se constituye el Centro de Estudios Superiores, obra de ese Rey enamorado de este territorio que fue Alfonso X El Sabio, quien nos recuerda que en esta urbe se hallaban “Esos escholares que troban y tañen instrumentos para haber mantenencia”, según reza en una de sus partidas, y según nos recuerda la moderna Web de la histórica Tuna de Medicina.
La verdad es que, como decía el recordado Paco Rabal, creo que en Pajarico, les debo insistir en lo obvio: “¡Qué bien se está cuando se está bien!”. ¡¡Y cómo pasa el tiempo cuando se está bien!! La verdad es que estoy cómodo esta noche, más de lo que pensaba cuando acepté el reto. Siempre me digo que de todo se aprende, y de esta experiencia también.  Os habéis portado magníficamente, y supongo que, pese a todo, las circunstancias han acompañado. Los buenos hados se alían con los buenos, me repite un amigo. Los buenos hados, seguramente, están con los tunos. Hoy, por lo tanto, también conmigo.
Si tuviera que definir a un tuno con una expresión distinta a las empleadas hasta ahora diría que tienen fuerza, mucha fuerza, que la tenéis. Sí, valoro el coraje para renunciar al tiempo personal y dedicarlo al colectivo, para cambiar la hoja de ruta del estudio para divertir a quienes nos rodean. No es fácil labor el ayudar a que otros se diviertan, como nos subraya Emilio Aragón. Quizá es mucho más difícil y meritorio en los tiempos actuales, con tanta locura.
Seguro que esa fuerza que os destaco, que poseéis, brillará durante estos días que precisamente encontráis una ciudad de dulce, en plena primavera, contando una primera verdad (Prima y Vera), que es lo que significa primavera, con regocijo y ternura, con pasión, con entrega neta al visitante, con la vehemencia de quien se cree en la necesidad de vivir a tope, con música, con amor, con miradas de complicidad… Vosotros aportaréis historia, teñida de la juventud de vuestros años, del cariño reinventado y presto a las oportunidades que harán que repiquen campanas de sueños venidos para que seamos, aunque sólo sea por unas horas (con suerte, unos días), un poco más felices.
Amigos, amigas, compañeros todos y todas, ya están las tunas sonando. Rescatan cánticos del corazón, estruendos y silencios ancestrales que nos entroncan con lo que fueron siglos atrás. La amistad aflora y se presta al encuentro que está por suceder. Ocurrirá. Murcia en fiestas acoge el regusto por la calidez que nos expande el mar y los espíritus de gentes de costa y del interior que procuran que nadie se sienta en lugar extraño.
La pasión pide paso esta semana, y tocamos guitarras que ensalzan y señalan el camino que todos andaremos juntos. La tuna estudiantil ya se oye, ya resuena, ya nos envuelve con sus sones y sus capas. Encendamos las velas más alegres para que nadie se sienta a oscuras en estos días que, con la ayuda de todos, equivalen a toda una eternidad.
Comienza el Festival de Tunas Costa Cálida. Larga vida a las tunas, larga vida a sus sentimientos, larga vida a la fiesta, larga vida a lo que está a punto de reinventarse, a lo que contigo, y contigo, sí, será una eterna historia de amor. Larga vida, amigos y amigas. ¡Sea la fiesta!