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“La literatura se alimenta de la experiencia del mundo” (Antonio Muñoz Molina)

 

El escritor Antonio Muñoz Molina.

“En España los poderes político y económico tienen una gran capacidad de presión sobre los medios”
“El modo en que se entrecruzan las vidas privadas y los acontecimientos públicos dispara mi imaginación”
El escritor Antonio Muñoz Molina, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013 ha participado en la  XIII Jornada de Física de la Universidad de Murcia, con una conferencia titulada “La imaginación de lo real”. La charla se ha desarrollado hoy jueves a las 12 del mediodía en el Auditorio del Centro social Universitario. La Jornada, ha estado organizada por el Decanato de la Facultad de Química y la Unidad de Cultura Científica de la Universidad, y ha sido clausurada por el rector, José Antonio Cobacho, que estuvo acompañado por Muñoz Molina.

La conferencia forma parte del ciclo “Diálogos en la Universidad”, que conmemora el centenario de la Universidad de Murcia.
El autor de obras como “El invierno en Lisboa”, “El jinete Polaco” o “Plenilunio”, compartió con Campus algunas de sus ideas sobre la literatura, la situación actual o la importancia de la imaginación.

-P: ¿Ya más relajado después de los actos del premio Príncipe de Asturias, a finales del pasado mes de octubre?
-R: Estaba relajado ya al día siguiente. Justo después del premio me fui a Portugal, y estuve un mes allí muy relajado. Ahora he retomado mi actividad pública.
-P: Su conferencia en la Universidad de Murcia tratará sobre la imaginación de lo real ¿Puede la imaginación ayudarnos a sobrellevar esta situación de crisis tan angustiosa para tantas personas?
-R: Si la imaginación es racional sí. Lo que ocurre es que a veces somos víctimas de imaginaciones separadas completamente de la realidad.
El título de la charla proviene de una frase que me gusta mucho del físico estadounidense Richard Feynman, que dice que para comprender lo real hace falta un esfuerzo de imaginación mucho más grande del que es necesario para comprender lo irreal. Él compara la ciencia con el arte de la imaginación.
Normalmente se piensa que imaginar es irse por las nubes, pero para comprender lo que existe hace falta un esfuerzo de la imaginación muy grande, el esfuerzo de ver las cosas desde el punto de vista de otra persona. Se trata, en definitiva de ponernos en el lugar del otro, que es algo connatural a la condición humana. En eso se basa precisamente la literatura: en ponernos en el lugar del otro.

muñoz molina 2-P: ¿En qué medida los seres humanos  estamos conformados por la imaginación de los artistas y literatos que hemos leído? O dicho de otro modo, ¿qué parte de culpa de nuestra idiosincrasia tienen las obras literarias que hemos leído?
-R: El ser humano concibe el mundo en términos narrativos. Siempre estamos elaborando hipótesis sobre lo que es el mundo: tomamos datos de la realidad y los convertimos en relatos.  La cuestión es saber cuándo esos relatos son fehacientes y nos ayudan a comprender cómo son de verdad y cuándo son  delirantes. Hay relatos delirantes, como el que se hace el paranoico, por ejemplo. El relato del ideólogo es también delirante. La idea de que la historia va en una dirección es muy delirante.
Se trata de que la imaginación crítica, con la ayuda de la racionalidad y de un cierto empirismo, nos ayude a saber de verdad cómo son las cosas.

-P: Como escritor con una gran experiencia, con muchos libros publicados, la mayoría de bastante éxito ¿Qué consejo le daría usted a un joven que ahora pretendiera abrirse paso en el mundo de la literatura?
-R: Si tiene vocación, le diría que trabaje mucho. En literatura es preciso un esfuerzo permanente, disciplina y entusiasmo. Escribir mucho, leer mucho, fijarse mucho en la realidad y no limitarse a la literatura. Es necesario que tenga curiosidad universal, porque la literatura se alimenta de la experiencia del mundo.

-P: Son malos tiempos para la lírica, pero ¿y para las libertades?
-R: Para las libertades depende. En España tenemos un sistema democrático que funciona bien en unas cosas y en otras no, pero creo que el principal problema para la libertades en un país como el nuestro es la presión de conformidad tan grande que existe en muchos lugares. La presión de conformidad que tienen las personas al saber que si dicen algo van a ser calumniados o van a ser considerados traidores, o reaccionarios, o rojos…
Y luego están también otras presiones terribles: la coacción que marca el poder, por ejemplo, con respecto a los medios. En España los poderes político y económico tienen una gran capacidad de presión sobre los medios. Eso es algo que hemos podido ver a lo largo de todos estos años que hemos vivido en este delirio de creer que éramos un país extraordinario, sin problemas.
Buena parte de la culpa de eso residía en que los medios no hacían bien su trabajo. Y cuando digo eso me refiero a que no se atrevían a disentir de los discursos oficiales. Ahora todos nos reímos de lo del aeropuerto de Castellón o el de Ciudad Real, pero para que esto se produjera fue necesario una clase política y económica disparatada y también una opinión pública que no sabía o no quería enfrentarse críticamente a esas cosas, y unos medios que preferían callar o que tenían que hacerlo, porque si no callaban no iban a recibir la publicidad institucional que les permitía sobrevivir. El despilfarro de los viajes internacionales de autoridades españolas, ayuntamientos, Comunidades autónomas… estaba a la vista de todo el mundo. Y todavía se siguen haciendo, porque hay comunidades que reducen aulas o profesores en las escuelas o camas en los hospitales, pero no reducen la propaganda ideológica ni los viajes suntuarios. Y en esos viajes iban también los periodistas invitados. Y luego mentían diciendo cosas como que Murcia, La Rioja o Andalucía triunfaban en Nueva York.
En eso han sido todos cómplices. La gente que tenía que informar no informaba, o mentía. Recuerdo un titular que decía: ‘La moda española desembarca en Nueva York”, y se referían a un desfile de moda española en la semana de la moda allí. Efectivamente, había habido un desfile de moda española, pero no en la Semana de la Moda de Nueva York, sino en un espacio alquilado a costa de mucho dinero público para un asunto al que no fue nadie. Es algo así como si yo dijera que una película mía va al Festival de Cannes  porque durante ese festival alquilo un cine y pongo una película que he rodado en mi casa.

Un momento de la entrevista, en el Rectorado.

Un momento de la entrevista, en el Rectorado.

-P: ¿Qué libros le hubiera gustado escribir, pero ya los ha encontrado hechos?
-R: (Risas) ¡Hombre! Innumerables. Ya me hubiera gustado a mí escribir “El corazón de las tinieblas”, por ejemplo, o el “Ulises” de Joyce.

-P: ¿Y qué temas de la realidad que vivimos le motivan para escribir nuevas novelas?
-R: Varían mucho. Depende del momento, pero hay una cosa que dispara mucho mi imaginación, y es el modo en que se entrecruzan las vidas privadas y los acontecimientos públicos, cómo las personas viven en su intimidad hechos públicos espectaculares, o escandalosos, cómo una persona normal vive una guerra, o cuando sobreviene algo tan trágico como el atentado contra las torres gemelas. El cómo viven las personas normales situaciones tan anormales es algo que me va mucho.

-Y en unos tiempos tan pragmáticos como estos que vivimos…
-R: ¡Ojalá fueran pragmáticos!

-P: Me refiero a tan alejados de esas ficciones que nos aporta la literatura y que alimentan nuestro espíritu. En estos tiempos digo ¿podría comentarnos para qué sirve la literatura?
-R: Nos puede aportar lo que decía al principio: yo creo que nos aporta una mirada crítica, una mirada individual, una mirada que no acepta las visiones oficiales. Una mirada que nos hace ser conscientes del punto de vista del otro, que te da la capacidad de empatía hacia los demás. Esa ha sido la tarea de la literatura durante mucho tiempo.