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Javier Reverte, escritor y especialista en viajes: “El viaje que no nos cambia algo no merece la pena”

Javier Reverte, ayer en Murcia.Javier Reverte, ayer en Murcia.

 

“Tenemos unos políticos que son unos oficinistas de tercera, con muy poco sentido de estado” No concibe la vida sin viajar, y no entiende el viaje sin literatura. Javier Reverte, ha hecho del viaje un oficio literario en una feliz imbricación que ha entusiasmado a millares de lectores que, desde hace décadas, se sienten fascinados por esos viajes narrados en primera persona por este escritor trotamundos. Hace tiempo que comprendió que los estrechos límites en los que nos confinamos los seres humanos son demasiado estrechos para él, y que es preciso trasladarnos de latitud para ir creciendo interiormente con ese poso inaprensible que van dejando en nuestros sentidos los viajes.

Javier Reverte, periodista reciclado en impenitente y narrador viajero, especializado en descubrir y trasladar sensaciones a sus libros, estuvo ayer, lunes 12 de noviembre, en la Universidad de Murcia, donde habló de uno de sus lugares preferidos en el ciclo de conferencias “La herencia del Mediterráneo: el alma de sus ciudades”, organizado por el Museo de la Universidad de Murcia. Podría haber disertado de alguna de las ciudades centroamericanas o africanas en las que ejerció de vagabundo inquieto y que protagonizaron distintas publicaciones suyas; podía haberlo hecho sobre el Amazonas, sobre el Ártico, sobre Alaska o Canadá. O de Egipto… lugares todos a donde ha viajado y de los que ha escrito. Pero prefirió referirse a una ciudad emblemática en nuestro mundo occidental: “El milagro de Atenas”. -P: ¿Qué significa el viaje para Javier Reverte? -R: Sobre todo una manera de marcharme. Me gusta irme de los sitios casi más que quedarme. Es una manía que tengo desde pequeño. No me seduce estar siempre en el mismo sitio. Lo que me gusta es irme a otro lado, y cuanto más remoto, más desconocido sea, mejor, es una especie de patología que tengo. reverte 2-P: Una patología con la que has convivido durante mucho tiempo. -R: Sí, el origen fue el oficio que escogí, el periodismo, que ya abandoné hace años. Tuve la suerte de vivir un momento muy bonito del periodismo, creo que el mejor. El periodismo no ha vuelto a ser lo que fue en aquella época. -P: Ni probablemente lo vuelva a ser. Desde luego, cada vez está más alejado de aquél. -R: Estoy de acuerdo. En cierto sentido el periodismo está muerto. Pero en el momento en el que yo lo desempeñé me dio la posibilidad de viajar mucho, de conocer a mucha gente. Fui un privilegiado del periodismo, pues lo disfruté como no ha vuelto a ser y como no había sido hasta entonces. -P: Así hiciste tus primeros viajes. -R: Sí. Pero eran viajes muy agitados, muy urgentes, yendo de un sitio a otro, contar lo que sucedía y volver. Cuando empecé a ser un viajero de verdad, entendiendo por tal el hecho de viajar lentamente, parar donde quieres, no teniendo la ruta totalmente trazada, sino que la puedes ir cambiando sobre la marcha, ha sido a partir de los 50 años. Desde que empecé a escribir de viajes. Y he tenido la suerte de que me vaya bien, que  tengan buena acogida entre los lectores y que me permitan vivir de esto.

 

Un momento de la entrevista.Un momento de la entrevista.

El viaje como cambio interior -P: ¿Nos cambia el viaje, nos mejora? -R: Estoy convencido de que el viaje que no nos cambia algo no merece la pena. Creo que debe ser así. Un viaje debe servir para aprender y para poner en contraste las cosas, poner nuestra manera de ser en conflicto con la realidad. Un viaje consiste también en ponerte en contacto con cosas que no compartes o que no aceptas, o que incluso chocas con ellas, y ver cuál es el resultado, que es siempre una mezcla nueva. -P: Lo  de ver el mundo en conflicto a veces lo has cumplido a rajatabla, porque has estado en zonas en guerra, como reportero. -R: He estado por mi oficio, pero no soy un escritor de guerra, no me ha gustado nunca. En primer lugar porque me da miedo, y por otro lado, no me gusta la estética del corresponsal de guerra, me parece falaz y pretenciosa. Pero en alguna ocasión sí que he estado como profesional, porque me ha apetecido ver cómo era una guerra, porque pensaba que es bueno para un escritor ver todo tipo de ambientes. Pero a pesar de que he estado dos o tres veces en conflictos bélicos no tengo casi fotos vestido de “pescador de truchas” en un frente, ni me gusta contar como silban las balas a mi lado. -P: Prefieres el viaje del que se dedica simplemente a contemplar, a empaparse del ambiente. -R: Prefiero abrirme al mundo de otra manera. Y si veo peligro, como todo el mundo, prefiero irme a otro lado. -P: No eres un aventurero. -R: En este sentido, no. La palabra aventura no la concibo como una manera de jugarte la vida, sino como una forma de informarte de lo que no conoces. Esa es la aventura para mí, y en este concepto cabe hasta el amor, pero no, desde luego, estar expuesto a las balas.

 

entrevista reverte 4Viajes y libros -P: Después de décadas practicándolos, ¿qué ha quedado de los viajes en Javier Reverte? -R: Sobre todo han quedado libros. Lo que hago ahora es fundamentalmente viajar para escribir. Si no escribo, lo viajes no me interesan. De hecho no soy un viajero compulsivo. Si viajo a algún lugar es por el placer de escribir sobre ello, mi gran vocación es escribir. De hecho, cuando esté mal y no pueda viajar por razones físicas, dme dedicaré únicamente a escribir. Mi pasión no es el viaje en sí mismo, sino lo que voy a encontrarme para contarlo luego. -P: Dime algo que haya quedado impregnado en ti de tus numerosos viajes, algún recuerdo, alguna imagen que haya quedado para siempre en tu retina o en tu memoria. -R: Muchos rostros, muchos paisajes, muchas voces, muchos olores… El viaje me ha cambiado mucho en el hecho de que no concibo quedarme quieto. Si no tengo la idea de un viaje en la cabeza en un plazo corto, no me siento a gusto. Cada tres o cuatro meses tengo que marchar de viaje, y el resto lo dedico a escribir. -P: ¿Lo que has visto te ha hecho confiar más en el ser humano, o por el contrario eres más pesimista? -R: Yo creo que los seres humanos, por lo general, somos buenas personas, pero el sistema en el que vivimos está organizado de una manera perversa por el cual la gente que nos gobierna, quienes deciden nuestros destinos desde un punto de vista social  o económico, no son tan buenas personas. Y aquí en España, en esta democracia que tenemos –bendita democracia por otra parte- se ha elegido a personas que no nos merecemos. Estoy tremendamente desengañado respecto a las perspectivas que teníamos cuando comenzó el proceso democrático. Entonces tuvimos una clase política estupenda, y no hablo de derechas o de izquierdas. Tuvimos una clase política generosa, abierta, con talento, de gente que sabía muy bien por lo que luchaba, pero de pronto todo eso ha devenido en algo distinto. Nos hemos encontrado con unos políticos que son unos oficinistas de tercera, como muy poco sentido de estado, muy flojos intelectualmente. Y encima existe mucha corrupción. Yo creo que no nos merecemos esta situación, es algo que me duele. -P: Hablas del ámbito más doméstico, en el de nuestro país, pero si nos vamos a política exterior… -R: Si nos vamos a política exterior, pienso que tenemos en estos momentos en Europa la peor nómina de políticos, cuando ésta ha sido siempre espléndida. No saben enfrentarse con sentido de estado al problema que tenemos ahora mismo de la crisis económica, con sentido histórico. Los políticos solo piensan en el poder inmediato, no piensan históricamente. No se comprometen a decir cosas que pueden cambiar el mundo en sentido positivo. Es como si esa raza de políticos de altura hubiese desaparecido. -P: ¿Qué concibes menos, una vida sin viajes o sin literatura? -R: Por supuesto sin literatura. Una vida sin literatura, para mí no sería nada. Lo que ocurre es que yo he hecho de los viajes una literatura. Yo viajo literariamente, en cada viaje siempre me alienta un sentido literario.

Descubrir seres humanos -P: ¿Queda algo por descubrir en este mundo globalizado? -R: Mientras haya seres humanos habrá riqueza por descubrir. Descubrir una selva o un monte probablemente no sea posible, pero eso no quiere decir que no puedas encontrarte con un ser humano en un rincón apartado que te enseñe algo. Siempre que haya sensaciones que no conoces, con las que puedas enriquecerte, habrá viajes. Hay viaje siempre que tengas la voluntad de conocer. -P: ¿Qué aportan tus viajes a tu obra de ficción? -R: En mis obras de ficción tengo un sentido muy parecido al de mis viajes. Cuando escribo una siempre estoy apegado a elementos reales. Me documento mucho de la realidad, leo periódicos de ese momento, busco fotografías de la época… Eso viene de mi época de periodista, durante mucho tiempo tuve que trabajar mucho sobre la realidad. Mis novelas siempre tienen bastante que ver con lo que acontece, aunque luego lo convierta en ficción. Por ejemplo, en “El médico de Ifni”, que transcurre en los antiguos territorios españoles de Marruecos, me iba a esos sitios a visitarlos, a empaparme del perfume de las cosas, de su paisaje… Necesito ver la realidad para escribir, aunque luego la transforme. -P: ¿Viajar amplia la mente? ¿Nos hace más solidarios, más comprensivos, más abiertos? -R: Mucho más. La gente que viaja suele tener unos criterios más abiertos, más contrastados con la realidad, poseen un talante mucho más liberal. Hay algo que me asombra respecto a los viajes, y es la gente que se permite opinar sobre los sitios, sobre sus gentes, sin haberlos conocido. Hace poco, un amigo me contaba cómo era Nueva York sin haber viajado nunca allí, y opinaba incluso del carácter de los neoyorkinos. -P: Lo que sí ocurre es que determinados lugares, y Nueva York es el más paradigmático, los conocemos gracias a la imagen que nos ha mostrado de ellas el cine. -R: Sí, cuando estás en Nueva York se respira mucho ese ambiente cinematográfico que siempre hemos visto en el cine, parece que Dustin Hoffman te va a aparecer en cualquier esquina, pero a pesar de ello, seguimos sin conocerla, sólo se nos ha presentado a través de la vista, y nosotros comprendemos con los cinco sentidos, hay que estar en los lugares para captarlos. Hay cosas que yo he visto en Nueva York que no las hubiera imaginado nunca: por ejemplo la cordialidad de las gentes. Es un lugar tremendamente cordial, donde la gente es amable, educada. La educación se inventó en Europa, pero ellos la practican mucho mejor. En París o incluso en Madrid se ven y se oyen cosas de mala educación que no he visto en Nueva York. Y eso es difícil de captar en una película. -P: Tú que conoces el mundo, recomiéndenos algún lugar para alojarse y comer, mejor en España. Y un lugar para perderse. -R: En España hay lugares estupendos, nuestro país es casi un continente, con lugares preciosos. Soy un enamorado de España, pero a la vez es un país por el que siento mucha frustración, porque lo veo muy mal. Lo hemos estropeado entre todos, empezando por los políticos. Si me preguntas por un lugar adonde irme, a lo mejor pensaría en un sitio perdido de la costa gallega, la costa de la Muerte, la costa Brava… Me gusta el País vasco sin etarras, me gusta Cádiz… Y también me gusta Murcia. Mi madre era de aquí.
En primera persona Me gusta irme de los sitios casi más que quedarme. En cierto sentido, el periodismo está muerto. El viaje que no nos cambia algo no merece la pena. Un viaje debe servir para aprender y para poner en contraste las cosas. Si no escribo, lo viajes no me interesan. Si viajo a algún lugar es por el placer de escribir sobre ello. En España, se ha elegido [políticamente] a personas que no nos merecemos Tenemos unos políticos que son unos oficinistas de tercera, como muy poco sentido de estado Los políticos solo piensan en el poder inmediato, no históricamente En cada viaje siempre me alienta un sentido literario Siempre que haya sensaciones con las que puedas enriquecerte habrá viajes. Hay viaje siempre que tengas la voluntad de conocer. La gente que viaja suele tener unos criterios más abiertos

Última actualización el Miércoles, 14 de Diciembre de 2011