Vestir a las estrellas

Una gran sastrería dedicada al cine es un reducto de sorpresas para el aficionado al Séptimo Arte. En el caso concreto de Cornejo, una empresa que surgió como negocio familiar hace 70 años, y que en la actualidad cuenta con más de medio centenar de empleados, la sorpresa es contínua, sus pasillos hierven de actividad. Alguien pregunta en el mostrador por trajes medievales, y es que, entre los 300.000 trajes que albergan estas instalaciones, los hay de todo tipo.

El cronista tuvo ocasión de quedarse asombrado ante la anchura del pesado traje del musculoso Conan, de probarse los trajes que luciera Charlton Heston en “El Cid”, o a de admirar los vestidos que albergaron las turgencias de Ava Gardner en “55 días en Pekín”. Todo un paraíso para el cinéfilo, tan mitómano él.

 

•  Pregunta: A pesar de que me ha comentado antes que estamos en temporada baja, y por lo tanto hay poco movimiento, yo he visto al entrar una serie de gente con un montón de pares de botas en la mano, otra gente en el mostrador pidiendo ropa de lo más variado. Incluso me acuerdo que cuando estuve aquí, hace varios años, me enseñaron las dependencias, y vi no sé cuantos cientos de sandalias de romanos, ¿cómo es posible aclararse en esta especie de rompecabezas?

•  Respuesta: Aunque pueda parecer curioso y contra toda lógica, no tenemos ni siquiera inventariado el material, lo que llevamos es un control de stocks, pero no de un stock de ropa sino de material que luego nos puede permitir elaborar determinados vestidos. El inventariar realmente lo que tenemos aquí metido es una labor en la que tardaríamos muchos meses, y además se hace más difícil porque se trata de un material que está moviéndose continuamente. Para saber cuantos trajes de romano hay realmente, habría que contar los que hay aquí más los que hay en cada espectáculo. A la pregunta que me hacías al principio sobre como funcionamos, yo te diría que lo hacemos en primer lugar por antigüedad y luego también por costumbre. Aquí los más antiguos son los que se conocen verdaderamente esto. Entre nosotros solemos llamar a los cuartos con nombres determinados, la gran cantidad de dependencias hace que sea más cómodo denominar los cuartos por las prendas más características que existen en ellos, así, tenemos el cuarto de la revista, o el de los tres Mosqueteros, donde guardamos la ropa usada en la película de Richard Lester.

Recuerdo que cuando hicimos “Cromwell” , con Richard Harris, hicimos nuevos 3.500 trajes, y servimos otros 2.500 del almacén. Sin embargo, la cantidad de estos trajes que conservamos exactamente no la sabemos, aunque evidentemente, se trata de un número menor, porque muchos se rompieron en la película y otros se transformaron para utilizarse en otra película.

Cuando se hizo “La caída del imperio romano”, dirigida por Anthony Mann se hicieron también miles de trajes, pero hoy en día las peticiones no suelen ser tan enormes, y normalmente están por debajo de los que tenemos pocos trajes, depende de lo que se haya cultivado el cine de esa época, porque el stock se forma en base a las películas que se hagan.

 

•  P: Personalmente, empezó a sonarme la sastrería Cornejo de verlo en los títulos de crédito de las películas, también otra sastrería con mucha solera, Peris Hermanos, pero sobre todo Cornejo.

•  R: Sí, y eso que por lo que me dices, estás hablando más de la época dorada del cine español, porque en la actualidad, la tradición que han impuesto los americanos es no poner las sastrerías. Hay muchísimas películas americanas cuyo vestuario lo hemos realizado nosotros, y sin embargo, la gente no lo sabe por ejemplo “ Conan ”. La sastrería se ve como un elemento del cine que interesa exclusivamente a los profesionales, de ahí que no aparezca normalmente, ni siquiera cuando se trata de producciones españolas. En estos momentos estamos trabajando en bastantes series de TVE, y muchas veces no se incluye la sastrería, pero cuando aparezca algún vestuario de época en televisión, es seguro que la ropa es de Peris o nuestra.

 

•  P: ¿Y cómo se forma, a finales del siglo XX a un especialista en trajes romanos o medievales, por ejemplo?

•  R: Evidentemente formándose en la experiencia, haciendo a menudo trajes de esas épocas, tal y como lo hacen en nuestro taller, aunque se tiende a confundir especialidades que entran dentro de nuestro campo aunque son completamente distintas…

 

•  P: Como figurinista…

•  R: Sí, pero el figurinista es un artista y un investigador que se dedica a realizar trajes que se llevaban en una época determinada o a inventar otros nuevos. Está también la figura del sastre o la sastra, que figura en los títulos de crédito de las películas, y cuya función es estar al cuidado de los trajes que se emplean y adaptarlos, en caso necesario, a los actores. Pero lo que hablábamos antes de la elaboración de trajes de época sólo se puede aprender en un sitio como este, porque si una persona estudia corte y confección no le enseñan nada anterior al siglo XX.

 

•  P: ¿Dónde obtenéis la información histórica para saber cómo eran los vestidos en cada época. Lo hacéis siempre imitando prendas antiguas, o es vuestra imaginación la que os lleva a veces a realizar estos trajes?

•  R: Nuestra imaginación nunca, lo que ocurre es que a gran antigüedad de la tienda nos permite recurrir a prendas de principios de siglo o finales del pasado que son todavía auténticas y que se pueden utilizar para reproducir. La gran mayoría de las prendas, sin embargo, son copias de litografías y cuadros de época, por eso es una labor más de figurinista que nuestra, nosotros reproducimos lo que ellos nos indican.

 

•  P: ¿Y cómo funcionáis con la ropa que hacéis para cada película?, la vendéis, la alquiláis…

•  R: Generalmente en cine nunca se vende, excepto en algunas películas americanas, que a veces compran prendas usadas en la película para usarla como reclamo publicitario y vestir por ejemplo a los protagonistas como iban en la película, pero lo normal es alquilarla. En teatro también suele ser alquilada, pero en grandes giras y obras de éxito es mas normal comprarla, pues si es mucho tiempo el que se va a usar les puede compensar.

En cuanto a cómo funciona el sistema, el reproductor hacer sus estudios, contratan a un figurinista que se lee detenidamente el guión y hace un desglose de vestuario que es algo bastante complejo, y saca la lista de vestuario con la relación de toda la ropa que es necesaria en la película. Ahora por ejemplo, que estamos con una serie sobre García Lorca para TVE, nos piden de 1923, 50 trajes de hombre elegante, 25 de hombre medio, 25 de mujer, 10 niños y 10 niñas, etc, etc. Lo que se hace normalmente es hacer nuevo el traje del protagonista, pero no por que no tengamos el traje, sino por exigencias de que se adapte perfectamente al actor y por intentar buscarle las autenticidades, es decir, que si tiene que estar arrugado se lo arrugan aunque se le haga nuevo, etc. En estos casos, cuando el traje se hace nuevo, el precio del alquiler es lógicamente más alto, se trata de lo que llamamos un precio de indemnización que se sitúa a medio camino entre la venta y el alquiler normal de un traje usado.

 

•  P: Aquí tenéis una cantidad increíble de trajes y de complementos, ¿podrías hacer un cálculo del número?

•  R: Es muy difícil dar un número aproximado, pero analizando el número de trajes que se hicieron para películas como “Cromwell”, de la que te hablé antes o “Conan”, para la que se hicieron 2.000 trajes de un tipo nuevo, que aunque era muy sencillo –se trataba de una túnicas que llevaban unos sacerdotes que subían por un monte- se trataba de una cantidad importante. Teniendo en cuenta todo eso, yo calculo que tendremos más de 300.000 trajes, sin contar, por supuesto los complementos, es decir sin contar pantalones, camisas y demás.

 

•  P: Respecto a las películas, ¿cuáles son las que exigieron mayor volumen?

•  R: “El Cid”, “La caída del imperio romano” y “Cromwell” fueron, posiblemente, las que mayor volumen de producción requirieron.

•   

•  P: ¿Y el traje más fantástico?

•  R: Eso depende de muchos factores. Hay traje carísimos por los materiales que tienen. Hace unos días hicimos un traje para una ópera, que sólo el encaje bordado que llevaba encima valía por encima de las 180.000 pts. Si a esto le sumas todo lo demás, la cantidad puede sobrepasar el medio millón de pts. Pero hay otros trajes que pueden valer mucho más sencillamente por la antigüedad que tienen o por el trabajo que llevan, por ejemplo, unos poletos, que es una especie de chaqueta de cuero de cuando se hizo la película “Pizarro”, que es un trabajo complicadísimo. El problema ahí es que no hay ya quien lo haga, eso tiene el valor que uno le quiera dar, porque ya no existe ese tipo de artesanía.

Por el contrario, hay trajes muy espectaculares que son mucho más baratos. No se puede decir pues que tengamos un traje fantástico que destaque sobre todos los demás, depende en qué categoría sea.

 

•  P: ¿Qué importancia se le da en España a esta industria? ¿Está bien considerada, o por el contrario está dada de lado?

•  R: Desde dentro de la industria cinematográfica somos el pariente pobre. En una película de época, aparte de que los actores estén bastante bien, un punto importantísimo de ella es que exista un buen vestuario, es importante la autenticidad, y a veces la magnificencia de los trajes, etc. En cambio, a la hora de construir los presupuestos, eso no se tiene en cuenta lo suficiente. En una película de época no parece descabellado que se reservara para el capítulo de vestuario en torno al 5%, sin embargo, en España, los presupuestos que se barajan oscilan entre el 1 y el 1’5%.