Venceremos

Juan TOMÁS FRUTOS.

 

Mi padre me enseñó hace muchos años, y creedme que me enseñó bien, que lo importante no era ganar, sino participar. Sí, el juego de la vida es así. Hemos de procurar aprender y, en paralelo, hemos de conseguir divertirnos hasta donde pueda ser, en un intento que ha de ser compromiso con nosotros mismos y con la sociedad a la que pertenecemos. También debo decir que la existencia ha sido generosa conmigo: entiendo que me ha dado mucho, más de lo que soñé cuando era un tierno infante. Esto también ayuda a comprender lo que señalo aquí.

Resulta evidente que es más fácil hablar que experimentar en ocasiones las uñas del destino. De ahí la reflexión de hoy, desde la que te miro, querido mío, querida mía, y advierto como te agarras a la vida hermosa en la que todos creemos. Sí, te enganchas a ella porque es tuya, porque los años son tuyos, porque la existencia es irrepetible, porque tienes ganas de salir adelante, porque posees fe y fuerza, porque el futuro te pertenece, porque no sería justo que cayeras en este tránsito que nadie comprende. Te aferras porque no puedes perder. Hay mucho en juego. Decir que lo relevante es participar no es el caso en esta etapa que experimentas.

Tu cara, tus gestos, tus ojos, tus sonrisas, tus tristezas, tus intenciones, tus silencios, tus palabras, lo que dices y lo que callas, te llevan por una ternura que nos pertenece y que hemos de defender con alegría. Te empeñas en salir en estas circunstancias adversas que te rodean y que te ponen al borde del precipicio. En estos momentos, nadie da nada por tu futuro, aunque todos lo niegan, pero saben que las condiciones son adversas en demasía, y por demasía parece que caerás. Pese a todo te entregas con ferocidad a la lucha por sobrevivir. Es normal. Todos haríamos, hacemos, lo mismo.

Estoy contigo. Debes saber que lo estoy de verdad. Sé positivamente que, en tu porcentaje perdido de antemano, no hay finitud. No fracasarás, aunque por el camino te dejes brillos y deseos. No parece sencillo: no lo es. Las brumas de las noches más nefastas se han extendido por el día, y todo se vuelve complejo, hondo y distante. Las sombras nos quitan la luz sanadora, y acabas un poco hastiado de tanta faena sin rumbo, sin consejos, sin opciones. Formas parte de un desastre, de una tormenta imperfecta, de una búsqueda infernal donde la muerte acecha en lo físico y en lo psíquico. Quedan pocos caminos. Para algunos no hay futuro, pero debes entender, y sé que lo entiendes, que has de intentarlo por enésima vez, aunque sea la última, que no lo será. Ya te digo que no andas solo.
Confianza

Aquí y ahora, como excepción a lo que te dije al principio, no vale únicamente el juego, no vale participar. Sólo te queda ganar, y ganarás. Vencerás ante las injusticias de un mundo que fracasa por falta de opiniones serias en etapas duras, por falta de coherencia y de cohesión, por no contar con lo mínimo. Cuando todo se quiebra, todo se ha de arriesgar. No hay plan, excepto el de lograr vencer con coraje y concentración. Confío en ti, tanto como en tus creencias.
Es injusto, sí, que te devore la fatalidad, que no puedas tener las opciones que te corresponden por juventud y tesón. Has sacrificado mucho, y ahora la probabilidad te transforma en improbable. No lo aceptes, no la aceptes. Estoy contigo, repito. Que nadie te diga que las cosas son de esta guisa, que no lo son, que no lo pueden ser. Tienes derecho a seguir hacia y hasta la cima. Tienes derecho a ser feliz.

Sé que alguien pensará, por la rueda que nos toca vivir a todos, que eres uno o una más, pero no es así. Enfrente tienes la nada, y por eso has de ignorarla. Por eso has de ganar. No pienses en culpables. Reconócete a ti mismo/a. La sala de aislamiento en la que te han ubicado es algo pasajero. Saldrás de ella. Al final, espero que pronto, vencerás. Tienes que hacerlo. No cabe lo contrario. No olvides que, si tú no ganas hoy, o mañana, cuando toque, cuando sea posible, si no sales de esta pesadilla con jovialidad, en pos de una normalidad dichosa, si no es así, amigo, amiga, no sólo habrás perdido tú. Yo también habré fracasado. Hazlo por ti, por mí, por todos. Estamos junto a ti. Venceremos.