¿Una Prensa sin preguntas?

En el frontispicio de la actividad periodística hay una serie de reglas que entroncan con los primeros momentos de este oficio, que conviene repetir que se debe a la sociedad al completo. Entre esas bases está el que la Prensa pregunta y critica lo que no le parece bien. La práctica, que empieza a repetirse con una cierta frecuencia, de no dejar que la Prensa, que los periodistas, que los representantes de los medios y de la sociedad, pregunten en las ruedas y convocatorias, es un vicio detestable que conviene rechazar por muchos motivos y con, entre otras, las siguientes consideraciones:

 -En la esencia del Periodismo está el preguntar, el discernir lo que es importante de lo que no lo es, lo que es interesante y principal de lo que no lo es, lo que es relevante de lo que pueda ser accesorio. La decisión sobre cómo es o debe ser una noticia es del periodista y no de las fuentes.

-Recordemos que el Periodismo es un derecho constitucional reconocido en el Título I de la Carta Magna de 1978 y que hay que garantizar, en todo momento, su libre ejercicio y sus buenas condiciones de desarrollo.

-Pensemos que cuando alguien no quiere contestar a un periodista, esto es, cuando desea guardar silencio, hay un motivo, que a menudo no es defendible. Algo esconde con esa actitud. Todos tenemos derecho a saber lo que ocurre y en qué condiciones y circunstancias. Una manera de conocer lo que sucede, un instrumento básico, es el periodista, que ha de ser respetado.

-Frente a los vicios de no responder sólo quedan las buenas prácticas, esto es, preguntar y preguntar.

-El preguntar permite obtener matices, más elementos de juicio, vislumbrar los estados de ánimo, conocer a la persona y si nos dice lo que piensa verdaderamente. Hay un metalenguaje que se conoce mejor a través del tradicional y, por otro lado, normal sistema de preguntas y respuestas.

-El que no quiere preguntas demuestra una nítida falta de valentía y el no querer afrontar cuestiones o verdades incómodas.  Recordemos que el derecho a informar no tiene nada que ver con el artificio de laboratorio que pretenden algunos responsables y representantes públicos y privados. El derecho a conocer es dinámico, con múltiples direcciones, y no sólo en una. Hay que preguntar, hay que poder preguntar.

-Conviene que digamos, cada vez que informemos, si no se nos ha permitido hacer preguntas, para que el ciudadano/a pueda valorar mejor lo que le contamos.

-Cuando se hacen declaraciones institucionales se hace publicidad y/o propaganda, y no exactamente información.

-Al tiempo que el periodista debe comunicar lo que conoce, ha de tener la opción de saber lo que ocurre mediante el cuestionamiento de lo que se le narra. El periodista no es un mero “figurante que traslada” datos. Debe poder interpretarlos y analizarlos, y para ello ha de poder preguntar.

-Debemos protestar en los casos en que se impidan las preguntas. No cabe la pasividad ni la falta de movilización por parte del colectivo de periodistas, y mucho menos por parte de sus empresas.

Por todo ello, es necesario que levantemos la voz ante este tipo de situaciones y que arrojemos luz sobre lo que sucede. La profesión requiere, en estos y en otros supuestos, que no permanezcamos impasibles. Hace falta un rearme moral ante esta clase de actuaciones. Y ante otras. Es momento de ir practicando la comunicación incluso sobre nuestros propios asuntos.

 Juan TOMÁS FRUTOS.