La llamada está ahí, y lo está cada día. Hemos de aprender a escucharla, a atenderla, a comprenderla en su ponderación misma. No sé si es bueno o malo. Puede que ello dependa, como todo, de las circunstancias en las que nos movemos. La distracción es una consecuencia con la que debemos convivir en un universo que gira deprisa para dar con toques de atención diversos.