La resolución de crímenes hoy día no se entiende sin el papel de la ciencia, que pone al servicio de la criminalística varias disciplinas agrupadas bajo el nombre de “ciencias forenses”. Esto quizá nos resulta familiar, ya que por ejemplo, desde Sherlock Holmes hasta CSI, muchas películas y series de televisión han mostrado esta función de la ciencia (aunque en la realidad hay limitaciones que la ficción no siempre contempla). Lo cierto es que el trabajo del policía científico depende en buena medida de conocimientos y técnicas aportadas por las ciencias forenses; por ejemplo: la lofoscopia, que ayuda a identificar huellas dactilares; la documentoscopia, que permite conocer la autenticidad de un billete o de un pasaporte; las pruebas genéticas; o los análisis de laboratorio de plantas, suelos, drogas, etc. En definitiva, cada vez que un individuo tiene contacto con un lugar deja algún tipo de rastro que es estudiado por estos investigadores.